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España España · MADRID
Críticas de Lebratto
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Críticas 14
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
9
27 de enero de 2021
29 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida es colorida, libre y preciosa.
La juventud, la ambición, los planes de futuro... Sin embargo, todo ello se ve truncado por un hecho inesperado. Rumores de una pandemia proveniente de otro continente llegan a Europa, y con ellos, los negacionistas, las teorías de la conspiración y las cifras de cientos, miles, y millones de muertos abandonados en salas de hospital por el terror al contagio.
No hablo del Covid, sino de la pandemia que asoló el mundo en los años 80, y que aun hoy día sigue haciéndolo especialmente en países con bajo nivel de desarrollo. Hablo del SIDA, que barrió, en sus peores años, a más de 35 millones de personas.
Russell T.Davies, ahonda en los horrores de esta pandemia, lanzando sutiles comparaciones con la de ahora, como, la mordaz crítica, de que si esta nos preocupa mucho más que aquella, en aquellos años, es, simplemente, porque afecta a todo el mundo, y no solo a los LGTBQ+, desgraciados que viven en pecado (guiño al título), y que, para parte de la sociedad, se lo merecen.
Creador también de la serie Years and Years, trae ese ambiente "tipical british", esa fotografía impecable, y a la maravillosa Lydia West, descubrimiento absoluto y que nos enseña la cara más amable de este sórdido submundo que se enfrenta a su mayor tragedia como comunidad.
Después de tantas series de empoderamiento feminista, (justificadas y necesarias), entra "It´s a Sin" en escena, que a modo de rebelarse contra la vergüenza, los tabúes, las familias intolerantes, la sociedad y la enfermedad, llega a constituirse como toda una declaración de intenciones a favor del empoderamiento queer.
A pesar de que los capítulos son sólo 5 y de una duración aproximada de 45 minutos cada uno, logra hacer que empaticemos con todos sus personajes, siéndonos a veces imposible, el poder decantarnos por uno en concreto. Aunque, confieso, la dureza de ellos, hizo que alguna vez tuviera una percepción temporal mucho mayor de algunos caps o escenas.
Elenco perfecto, guión realista, personajes complejos y fotografía magnífica, hacen de esta serie, una serie que creo, y espero, de mucho que hablar en los próximos meses.



Lo peor: La decadencia y la marginación sistémica al colectivo mostrada en los años 80/90, recuerda en ocasiones en exceso a series como "Queer as Folk", o "Pose", no siendo una perspectiva especialmente novedosa.

Lo mejor: Humaniza a sus personajes sin tener que maquillarlos para el público heterosexual ajeno al mundo LGTB, al punto, que uno puede llegar a sentir rabia, impotencia, alegría, tristeza y ganas de luchar por personas con las que, de otro modo, no habría tenido contacto.
Lebratto
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6
16 de noviembre de 2020
3 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si bien son interesantes las nuevas propuestas que recientemente vemos en televisión, en la que el personaje LGTB no es un bicho raro al que le marginan y cuyo papel solo sirve para victimizar y/o parodiar a la comunidad, si no que es un personaje más de la trama con sus fortalezas y debilidades y que humaniza a las personas del colectivo, considero que en esta serie no logramos empatizar del todo con Víctor, el protagonista.
Ni con Víctor ni, a decir verdad, con ninguno de sus personajes.
Ya sea por subtramas que no resultan interesantes (como la situación romántica de los padres, los problemas de conducta de la hermana, los problemas del padre de la novia del protagonista, llegando a enredarse la serie sin abordar ningún tema en concreto), por la escasa duración de los capítulos (de unos 25 minutos de media, más propia del formato sitcom), ó por una lentitud en la revelación de Víctor y su no-relación con Benji, no conseguimos empaparnos de esta serie de instituto y sus personajes como sí lo hacíamos en Glee, Bad Education, Euphoria etc.
Sin embargo, y a pesar de todo, la califico con un 6, pues creo que una segunda temporada puede darle el empujón que necesita a la serie, con mayor agilidad en la acción, profundidad a sus personajes y eliminando subtramas ya mencionadas.
Lebratto
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2
16 de noviembre de 2020
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nicolas Cage, cuyo verdadero nombre es Nicolas Kim Coppola, sobrino del director Francis Ford Coppola, y primo por tanto de Roman y Sofía Coppola. Si bien tiene películas medianamente pasables como Next, La Búsqueda o Leaving Las Vegas, la mayoría de sus películas son como Ghost Rider, La Última profecía, o esta, Wicker Man (o el Culto Siniestro), un auténtico bodrio al que dicho actor se apunta como a un bombardeo, con el fin de pagar a Hacienda lo que debe, y con la esperanza de poder beber todas las botellas necesarias para olvidar la película que ha hecho. Así, en bucle. Casado tres veces de manera exprés (una de ellas con la hija de su ídolo, Elvis Presley), acusado de maltrato infantil, drogodependencia, conducir ebrio etc, Nicolás Cage es una estrella en constante debacle que supone, una señal clara, bien luminosa, de que la película que vamos a ver está dirigido a un publico con un coeficiente intelectual medio-bajo, casi nulo, (como muchos de sus contemporáneos). Sin embargo, Nicolas Cage da rabia porque no llega a ser un mal actor del todo, que, sin desearlo, se ve obligado a no poder rechazar ningún papel para poder costearse su frenético tren de vida.
El argumento de la película: Nicolas Cage recibe la llamada de ¿una ex? que dice haber perdido ¿su hijo en común? en ¿una isla privada en la que vive con una comuna? y pide permiso a su jefe de policía para investigar el caso, el cual se lo conceden inexplicablemente, saliendo de su jurisdicción que es California.
Aún así seguimos viéndola.
La comuna es una secta dirigida por mujeres que veneran a la Madre Tierra y usan a los hombres como mano de obra y para reproducirse, aunque también salen al mundo exterior, lo cual no tiene sentido.
Pese a que el mundo de las sectas puede ser interesante y poco explorado, aquí ni se interesan ni se explora la naturaleza del pensamiento de la colonia.
Simplemente se asume y se sigue.
Algo que me parece divertido, es que, como en "La Última profecía", la película acaba mal, como si los guionistas y directores fueran conscientes de haber estirado demasiado la broma y quisieran cortar la trama a la mitad, sin dar al espectador si quiera el alivio o el consuelo, de un final medianamente digno.
Me despido recalcando que no todo es culpa de Nicolas Cage, pero sí es una buena señal de marca para que nos andemos con ojo lo que estamos viendo y tomar conscientes la decisión de ver su última película, o, simplemente, aprovechar para ir antes a dormir y descansar.
Lebratto
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3
20 de octubre de 2020
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
El surrealismo en el cine es la no correspondencia entre lo que sucede, y las reacciones de los personajes ante tales hechos.
La fantasía, es la inclusión de elementos no reales, sobrenaturales, ya sean de ciencia ficción, de fantasía propiamente dicho de carácter mitológico etc.
Está película, no es ni lo uno ni lo otro.
No llega al surrealismo de Yorgos Lanthinos, ni aspira a la crudeza de Lars Von Trier, y, sin embargo, sí es cierto una serie de matices que pueden recordarnos a ambos. Aunque muy de lejos.
La premisa de ir a ver a los padres de un novio al que piensa dejar cuanto antes, es interesante.
El trayecto en una carretera desolada en mitad de la nada, es intranquilizador.
Unos padres que parecen atrapados en un bucle de risas forzosas, y bucles mentales, parodia viva de la "white trash", promete un desarrollo de la historia que llama al espectador.
Y de pronto, cae.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Lebratto
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7
14 de septiembre de 2020
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de nada, agradecer no sólo a Miguel del Arco y a Clara Roquet (los creadores de la obra), sino especialmente a Bárbara Lennie y a Irene Escolar su propuesta tan innovadora de, en tiempos de Covid en el que el teatro pende de un hilo, querer acercar 6 piezas teatrales a los espectadores a través de la pantalla y de la plataforma HBO.
En ésta, Carmen Machi encarna a la gran Helena de Troya, caída en desgracia, inmortal pero envejecida con el paso de los años y los sufrimientos, que se dirige a una audiencia cuanto menos misteriosa, para contar su versión de los hechos que marcaron la guerra y exigir ser olvidada de una vez por todas.
Además, no sólo es interesante ese declive de su persona con cada copa de vino que no deja de consumir en ningún momento, hablando a duras penas pero con una dicción perfecta, tambaleándose y mostrándose enloquecida (algo que lejos de incomodar al espectador, nos cautiva y nos atrapa en ese morbo de "que pasará"), sino que también tiene cierto mensaje feminista, proponiendo un revisión ado de la historia, libre de romanticismos o edulcorantes, con el que pretende señalar a los monstruos como monstruos y a las víctimas reales como víctimas.
Merece la pena su visionado.
Lebratto
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