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España España · Valladolid
Críticas de krichards
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
4
3 de marzo de 2016
94 de 132 usuarios han encontrado esta crítica útil
"¿No me dirás que te ha gustado?" Me pregunta amenazante una simpática señora a la salida de la sala de cine. Ahora que está tan de moda indignarse entendí su enfado, no tan dirigido a los autores húngaros como a los críticos patrios. No se puede engañar a nuestros mayores con tanto titular grandilocuente. "¡La ponían por las nubes!" Me increpa, y eso que no llevo libreta y bolígrafo.

No dudo de que El Hijo de Saúl sea disfrutable, pero no es así para todos los públicos. No es cine comercial, ni siquiera es para los amantes de ese cine pausado de imagen tan europeo. Está dirigida a una audiencia muy capaz y selecta. Para mí ha sido el mejor rato del año, empatado con mi última visita al dentista.

La atmósfera es interesante, se intuye una recreación honesta de los campos de concentración alemanes, pero sólo eso: se intuye. Porque no consigo ver nada, con una profundidad de campo tan reducida la pantalla se limita a unos hombros y una cabeza. Todo alrededor queda difuminado, demasiados minutos de metraje lo que veo no participa de la narración, no me cuenta nada. La historia llega al espectador, al que se le exige una concentración forzada, a través del oído, de tal forma que con una pequeña adaptación valdría como historia radiofónica. Por momentos se convierte en una novela sin descripciones, requiriendo un ejercicio de imaginación exagerado para este arte.

La excusa es la huida del exhibicionismo tradicional del holocausto, admirable, pero las imágenes explícitas deben ser sustituidas por algo, no por la nada hecha planos inútiles, renunciando a contar nada más hasta caer en el melodrama. Los grandes directores son grandes porque ven la realidad a su manera, aquí la visión no cambia, sólo disminuye hasta que al llegar al final la sensación es que se han rellenado socavones de presupuesto con espejismos de ingenio.
krichards
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1
16 de septiembre de 2022
131 de 220 usuarios han encontrado esta crítica útil
La serie es muy mala. No solo es mala por no respetar al autor, del que se aprovechan porque saben que está muerto y no se va a quejar. Se aprovechan de su nombre y el de su universo para hacer su propia serie mala de fantasía. Ellos saben que es muy mala, y que nadie llegaría al segundo capítulo sin comprar esos derechos, por eso los compran.

Entonces nos asaltan preguntas: ¿por qué no adaptan los textos de Tolkien? ¿Pensaban que iban a superar al mejor escritor de fantasía de la historia? ¿Por qué estoy decepcionado si se veía venir? ¿Se puede decepcionar el que no espera nada? ¿Galadriel va al instituto? Debo de tener un niño interior que todavía quería creer.

Solo se me ocurren dos respuestas: o los guionistas (casi sin experiencia) creían que podían mejorar a Tolkien, o alguien que manda más escogió a estos guionistas sin prestigio para poder moldearles y dirigir la serie con un objetivo más ideológico que artístico. Ni siquiera respetan a Peter Jackson, ya casi canónico después de la primera trilogía, y que construyó imágenes imborrables en nuestra cabeza.

No se si el objetivo es hacer un mundo mejor, y si después de esta serie seremos todos un poco más solidarios, más igualitarios y más resilientes. Pero a todos los fans de este universo nos han robado multitud de horas de placer contemplando la Tierra Media. Y a otros cuantos les han engañado, haciéndoles creer que esto es Tolkien y censurando su obra, ya obsoleta para este mundo tan "avanzado".
krichards
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3
28 de agosto de 2020
77 de 131 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me siento como el protagonista de Super Size Me después de estos últimos años de consumo de cine basura. Netflix es nuestro Mcdonals, pero nadie nos avisa de que entremos solo el domingo. Supongo que esa es la razón por la que votación y críticas de películas como esta me siguen engañando antes de darle al play.

Espero que estas líneas sirvan como aviso para ingenuos como yo. El guión tiene el nivel literario de un relato de vacaciones que hace un niño en clase de lengua en septiembre. Javier Rey no sabe si está actuando o parodiándose a sí mismo, hasta se puede ver la cámara y al set reflejada en sus ojos, es imposible no pensar en que a su alrededor hay todo un equipo de producción escuchándole. Lo único salvable son los secundarios Alterio y Resines, que en este contexto parecen De Niro y Pacino y hasta consiguen que parezca que sus personajes no son igual de ridículos y estereotipados que los demás. El resto del tiempo en frente de la pantalla son cero emociones (exceptuando la vergüenza ajena) y una sonrisa (gracias Areces).

Lo dicho, si entráramos a un cine pagando nuestra butaca y nos pusieran esto delante sería similar a entrar en un restaurante de estrella Michelín y comerse una cheeseburguer de 1 euro, supongo que reclamaríamos. Pero nos han convencido de que a Netflix se entra a ver por décima vez algo decente o a por chatarra, y, estomágos agradecidos, después a Filmaffinity a ponerle un 6. Pero mañana más gordos y con más colesterol intelectual, hasta que nos sorprendan con un recetón de lenguado salvaje y levantemos la mano pidiendo un perrito caliente.
krichards
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9
30 de mayo de 2016
23 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nueva York, 1973. El protagonista Richie Finestra es un tipo que llega tarde a la clásica película de Scorsese, omitido su ascenso lo conocemos en imparable decadencia, achicando agua de su sello discográfico, American Century, en pleno naufragio.

A algunos ya sólo el lugar y el año nos huelen a música, a una época dorada donde el rock se consumía con la misma avidez tanto en locales aptos para miles de personas como en habitaciones con apenas espacio para una batería y una guitarra. Son los años que eligieron los artistas del rock para convertirse en mitos. De manera que las pequeñas apariciones de estos personajes históricos pegan a la pantalla a cualquier espectador con una mínima pizca de melomanía.

El piloto de casi dos horas dirigido por Scorsese sirve como adelanto de toda la temporada y para comprobar si estás ante el mejor estreno del año o si deberías invertir el tiempo en el visionado de videoclips de reggaetón en bucle. El guión, de la mano de Terence Winter(Los Soprano, Boardwalk Empire), no llega a la genialidad de sus trabajos anteriores para HBO. Pero amigo, si tu Spotify está plagado de muertos (o de artistas cuyos obituarios aguardan dispuestos en los archivos de los periodistas más optimistas) disfrutarás de cada minuto como rockero colocado en orgía.

Con pequeñas joyas como la actuación del hijo de Jagger, James Jagger, que o lleva dentro un cantante punk o lo que esconde es un asombroso actor. El punto débil se sitúa en las incursiones hacia el mundo de la mafia y el crimen, no necesarias para mantener una ficción de nivel como ha demostrado recientemente Mad Men. Tienes una protagonista complejo interpretado por un muy buen actor, secundarios con carisma, un guión con originalidad, drama y comedia, el desconocido negocio musical, apariciones de músicos históricos, a Scorsese, a Jagger, a Nueva York, a los 70s y rock, rock del bueno. ¿A quién le hacen falta sangre y balas? Vinyl es una serie histórica, sobre una historia reciente, la historia del rock y su negocio. Espero que estas subtramas no ganen protagonismo en la ya confirmada segunda temporada.

Larga vida a Vinyl, el acercamiento a estos años magníficos hasta provocan deseos de precuela ambientada en los 60. Representa una oportunidad de huir de una actualidad donde hemos cambiado las guitarras, el bajo y la batería por unas teclas y una pantalla con una manzana en la espalda, el sonido puro por un sonido artificial, la música maciza por ruido bañado en música.

Los elegidos por el Dios del buen gusto, con paladar y oído para comprender este declive tienen la posibilidad de subir a esta máquina del tiempo musical y experimentar una maravillosa nostalgia de lo no vivido, que podrán incrementar consultando, las veces que elijan según la inclinación de cada uno a la autolesión, las listas de éxitos actuales.
krichards
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9
26 de enero de 2016
26 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Capítulo 1. Le doy al botón del play algo escéptico, mirando la pantalla casi de reojo. Pasada una hora ha empezado el segundo asalto y ya ha centrado toda mi atención. Termino el cuarto y ya estoy atrapado en Vinci y agarrado por la pechera, me están zarandeando. Los últimos títulos de crédito los veo desde el suelo, noqueado, destrozado a puño americano de Velcoro.

Porque Ray Velcoro no es Rust Cohle. Pizzolato se saca de la pluma otra gran personalidad, cincelada a mazazos por un contundente pasado. En el caso de Velcoro su punto de inflexión vital es fruto de una decisión personal que se nos presenta como dilema moral ya resuelto, ¿o no? "Culturas enteras no te culparían" dice Bezzerides. Yo tampoco puedo condenarlo.

No he podido evitarlo, pero me parece un error comparar temporadas y personajes. menos trasfondo filosófico no es necesariamente peor, aquí vemos otra cosa, más cine negro, más clásico. No es mi intención desvelar nada de la trama policiaca magníficamente tejida ni de la personalidad de Ray, Ani, o Frank. Este gran formato de miniserie permite ir descubriendo a los personajes minuto a minuto sin los atracones del cine y True Detective II es un buen ejemplo.

"Tenemos el mundo que nos merecemos." Eso seguro, pero ojalá todos los policías fueran tan corruptos como Velcoro.

Ya tengo preparada su mesa, banco corrido a cada lado, botella de Blue Label esperando. Junto a ella en el escenario hoy una chica usa su guitarra para cantar una amarga canción, perfecta para la ocasión. Entra por la puerta, me dedica un saludo militar y se sienta. Es un local oscuro, pero especial y muy selecto, me reservo el derecho de admisión. Desde la barra puedo ver a Tony Soprano, a un elegante Jep Gambardella, a Vincent Vega, a Rick Blaine, a Roger Sterling, a un indomable Luke Jackson y al propio Rust Cohle. Puede que haya alguien más, pero casi no me veo las gafas con tanto humo.
krichards
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