No llega al nivel de las míticas tres primeras pero creo que es un buen final para la saga. De alguna forma quita el mal sabor de boca que dejó la cuarta y consigue una producción llena de guiños a la serie y un homenaje al doctor Jones. Eso sí, se nota que no está dirigida por Spielberg, que siempre apuesta por un acabado más brillante y sobresaliente tanto en la dirección como en las secuencias, aunque podemos decir que Mangold se ha esforzado en lograr ese sello.
Las dos horas y media se pasan volando y consigue un ritmo narrativo bastante ágil, a veces demasiado y en algunas secuencias se echa de menos una cierta resolución más pausada. Por ponerle un pero, la fotografía sigue la tendencia del cine actual a ser más oscura, especialmente en la introducción.
Siempre me quedaré con la duda de cómo hubiera resuelto Spielberg esta despedida aunque también se adivina la sombra del maestro detrás de ella. La banda sonora suena nostálgica, como el resto de la cinta donde Harrison Ford, Spielberg-Mangold y John Williams parecen ser conscientes del final de una Era. ¡Gracias!

Creo que Crowe ha elegido un buen guión pero no ha sabido exprimir todo su potencial. Posee un ritmo rápido pero es ese quizás su talón de Aquiles junto al montaje, algo caótico. Quizás otro director hubiera llevado a mejor puerto esta trama aunque la historia se sigue con interés y el personaje protagonista es igualmente interesante. En definitiva es una pena que no se haya tomado más tiempo en construir las escenas y desarrollar los personajes secundarios. Crowe debería haber dejado decantar esta creación y haber construido con más fuerza y coherencia este castillo de naipes. Una media hora más de metraje le hubiera venido muy bien para haber entregado un producto más digno, pero aun así me parece más brillante que muchos otros productos que andan circulando por las pantallas grandes y las pantallas chicas.

Nunca me conveció Craig como Bond a pesar de su correcto hacer como actor. Pero creo que 007 es otra cosa y no una historia al estilo Bourne. Bond es más inteligente, más elegante y menos músculo. Es buen-vividor y no buen-sufridor ...pero sobre todo, lo que más echo de menos, en esta craig-serie, es el humor, ese fino humor inglés que desprendían Connery, Moore o Brosnan. Personajes, por cierto, que exhibían menos musculatura pero más encanto...¡Craig parece más un marine americano trasladado a un puesto de espía en Inglaterra! Y este "Sin tiempo para morir" , salvo dos o tres secuencias originales del principio, me resulta aburrida, triste, con persecuciones y tiroteos trillados y previsibles.
Mientras que antes ir al cine a ver una de 007 era sinónimo de diversión, espectáculo, aventura, viajes exóticos y ficción, todo envuelto en una atmósfera "british", ahora James Bond es un hombre atormentado, que en vez de pedir un dry-martini está a punto de pedir hora a su psicólogo.
Sigo fiel a la cita con esta larguisima saga, y la búsqueda de esa chispa que supieron prender Connery -y John Barry con su mítica banda sonora- al personaje e historia de Ian Fleming pero esa chispa lleva tiempo encenizando las pantallas, aunque hay espectadores dispuestos a creer que ese es el camino.
¡Queda la esperanza de la nueva próxima vacante!

Entre tanta "viuda negra" y tanta "furia rápida" esta bella canción irlandesa te serena el alma y la llena de verdes colinas, de lluvia de verano, de un magnífico y emotivo Walken, de una hermosa Blunt y una romántica historia diferente.
Hagan como yo, pasen de las malas críticas y disfruten de esta "canción" con alma y con aroma a clásico. Olor a tierra real y no a plástico virtual.

Sobresaliente en efectos de paisaje pero aprobado raspado en la digitalización del perro Buck, que parece que va a salir hablando o cantando en cualquier momento... Para mí, ese efecto tan humanizador lo deja muy lejos de ese instinto salvaje que se supone lleva dentro. Los actores y la banda sonora cumplen pero la historia queda demasiado esquemática y demasiado cercana al "universo disney" y, al mismo tiempo, muy lejos del "universo London".