Fantástica película, muy entretenida. Lo más destacable, el sensacional papel que desarrolla durante todo el metraje la otrora explosiva Kim Bassinger del inolvidable “9 semanas y media”.

Della es una mujer que se nos muestra inicialmente bastante apocada, adocenada; una vulgar ama de casa aburrida que naufraga en una monotonía gris y densa.

Esa sintonía monocorde de su tediosa existencia acabará abruptamente cuando se topa con unos rufianes de poca monta en el parking de un centro comercial en plena temporada navideña.

Mucha tensión y emoción. Se produce una interesante e inesperada metamorfosis en esta mujer de apariencia pacata. Della sabe defenderse, ¡y de qué manera!

Kim Bassinger pasa gran parte de la película huyendo de esta pandilla aviesa, escondiéndose entre matojos y ramajes encharcados en un bosque tenebroso. Pero Della sabe defenderse, y la lía parda con una caja de herramientas roja, de la que no se separa en ningún momento.

Al final, acaba uno sintiendo un escalofrío glacial ante esta mujer impertérrita, una superviviente sin parangón. Peor parados no pueden salir los arrabaleros granujas.

Soberbio, aunque arquetípico, el ardid que utiliza Kim Bassinger para engatusar al incauto Lucas Haas, cabecilla de esta tripulación malograda de mentecatos amorales.

VÍCTOR VIRGÓS. ESCRITOR
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Inquietante película, con un inicio que recuerda un poco a la inocente Caperucita Roja pero en plan de terror.

Nos encontramos con Anna Lisa, una médium bastante atractiva que sueña recurrentemente con una “Caperucita Roja” y un enigmático individuo vestido de negro que parece un gangster de novela negra.

Los escenarios son preciosos, nos muestran la belleza de Malta. Es una película sin fingimientos ni parafernalia, parecen propios de la serie del famoso comisario Montalbano.

Parece haber una conexión entre una niña secuestrada y los sueños de la médium, lo que deja en la película un sabor a intriga que no desfallece en ningún momento. Está bien el aporte de una ciega a bastante siniestra que se cuela en el sueño de nuestra protagonista principal. El gangster de novela negra, aparece de cuando en cuando, en formato onírico, enterrando a “Caperucita Roja” en una playa, por rocambolesco que pueda parecer esto.

Entra en acción el detective Harry, que acaba enamorándose de la médium, y juntos, tratan de elucidar el significado de estos sueños y el paradero de la niña secuestrada.

Me gusta cómo se ha recreado esa mazmorra grotesca, sórdida, que aparece bien avanzado ya el metraje, con un ambiente muy gótico.

Una sesión de hipnosis, muy apropiado esto, esclarecerá bastantes cosas sobre el caso que investiga el detective enamoriscado.

También está interesante y aprieta las cuerdas de nuestra alma la angustiosa historia de Marina, amiga de la médium, que sufre malos tratos por parte de su pareja. Éste tipo rudo se lleva todas las papeletas como sospechoso de la trama, pero a veces, el verdadero culpable no es el más evidente. Una película intensa, que no pierde el hilo ni la emoción, en definitiva, recomendable.

VÍCTOR VIRGÓS. ESCRITOR
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Muy entretenida y emocionante, con un plano de ojos primates inicial y final de lo más inquietante. Llena de ternura y ferocidad, destaca el papel del magnánimo César (Andy SerkIs), jefe del clan de simios, y también el del envidioso, codicioso y malo malísimo Koba, un advenedizo que quiere ocupar el puesto de César a cualquier precio.

La trama es de lo más apocalíptica: el hombre, como de costumbre, artífice del fin de los tiempos conocidos…

Los monos ocupan su puesto y no tardarán en toparse con un puñado de supervivientes humanos, donde no falta el típico necio que acaba liándolo todo con su estulticia humana.

Película de gran acción, luchas por doquier y un precioso intento por parte de una facción de los humanos que creen en la convivencia pacífica con los simios sin necesidad de matarse los unos a los otros.

La moraleja es idílica, pero la cruda realidad pone al espectador en su sitio. El hombre no sabe convivir, moldea el entorno a su antojo y extermina a sus vecinos, a quienes considera enemigos mucho antes de sentarse a su mesa para dialogar.

VÍCTOR VIRGÓS. ESCRITOR
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8 APELLIDOS VASCOS

La película tiene donaire y mucha verborrea por parte del simpático y carismático monologuista Dani Rovira. Graciosa y distendida, cosechada con montones de situaciones jocosas, “8 apellidos vascos” no destaca especialmente por su guión, que es bastante deslavazado.

La trama es anodina, y por sí sola no lograría despuntar ni recabar grandes gestas. Sin embargo, capitanea esta historia de amalgama vasca y andaluza un excelso cuarteto de actores como: Karra Elejalde, Carmen Machí, Dani Rovira y Clara Lago.

Es evidente, y uno de los grandes acicates, por cierto, la química que impregna la pantalla cuando la invaden con su descaro y frescura Dani Rovira y Clara Lago. Ellos logran con su impecable trabajo extraer pepitas de oro allá donde sólo hubiera ascuas.

Es bastante procaz el libertinaje que se gastan Rovira y sus compinches andaluces, ¡menuda parejita!, con cada alusión a los vascos; todo ello tejido con mucho chascarrillo y guasa popular. La película roza el paroxismo del surrealismo con ese vivaracho y locuaz Rafa (Dani Rovira) suplantando al “marido en ciernes” de Amaia (Clara Lago), una madre postiza (Carmen Machí) y Karra Elejalde, padre de la novia, picando el anzuelo de la chapucera mascarada.

Clara Lago está brillante como vasca lenguaraz vestida de folclórica en la primera escena.

Rovira es el típico “pseudo-galán” adocenado que conquista a la dama de turno por pura carambola, con menos dotes para la seducción que una monja de clausura del medievo. Pero Rovira es como una metralleta que disparara a bocajarro toda suerte de dislates, ocurrencias ingeniosas y chanzas de lo más agudas y chuscas. Al final te acabas riendo y disfrutando con su impenitente discurso, que en su justa medida es bienvenido, pero que con la usura del exceso acabaría resultando pantagruélico.

VÍCTOR VIRGÓS. ESCRITOR
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LA DEFENSA

La película no hay por donde cogerla, poco encomio voy a dedicarle, pues apenas nada merece demasiada gloria ni epíteto agradecido.

Comienza la cosa con mucho amor a raudales, de ese casi empalagoso, cuando comienza a gestarse un idilio. También la amistad de dos amigas que son como hermanas, Cassie (Jessica Capshaw) y Diane (Cindy Simpson). Sin embargo, enseguida aparecen dos cadáveres, el de la amiga del alma y el del novio, pareja, “rollete” de Cassie, Bobby Rose (Stephan Dubeau).

Es acusada del doble asesinato la cachazuda Cassie Stewart, pero ella, como si no fuera con ella la cosa, ni se inmuta, ni pierde la sonrisa ni los nervios. Parece como si le fuera indiferente haber perdido a esa “amiga-hermana” y al atractivo Bobby.

La película es sosa, le falta sangre en las venas. Nos movemos entre juzgados y juicios de lo más deslavazados, anodinos como un día sin sol. Cassie tiene una actitud anómala, teniendo en cuenta que se la acusa de asesina imperturbable. Si acaso se pone la cosa algo más prometedora con la presunta implicación de su ínclito abogado y la aparición en escena de un collar que Diane le regaló a Cassie.

Las interpretaciones están flojas y hace falta mucho más fuelle que el que pone la carita bella y encantadora de Jessica Capshaw para levantar esta fosa lapidaria.
VÍCTOR VIRGÓS. ESCRITOR
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