A principios de los 70, Sergio Leone, cansado de realizar sus spaghetti westerns que tanta fama y popularidad le otorgaron, lee la novela “The Hoods” de Harry Grey y es entonces cuando le surge una idea, un propósito, un sueño. 10 años tuvo que esperar el genio italiano para ver cumplido el deseo de llevar la historia de un grupo de gangsters que forman un imperio durante la Ley Seca a la gran pantalla, el resultado… una obra maestra.

Antes de nada quiero aclarar que no es una película gangsteril, con esto quiero decir que no es ahí donde reside su fuerza, para mí es un salto ilegítimo su comparación con la saga de Ford Coppola, pues su verdadera fuerza está en la amistad, en el amor, en el paso del tiempo, en la lealtad, en el perdón…

Si bien es cierto que la película no es perfecta en absoluto, partes del desarrollo no quedan tan bien en el conjunto final, pero que tras las interpretaciones de un siempre excelente Robert De Niro y de una arrolladora(y para mí la más soberbia de la película)actuación de James Woods, el relato contado en tres períodos de la historia neoyorquina tan bien alternados por el italiano, su excelente montaje, la maravillosa banda sonora de Ennio Morricone y desenlace tan hermoso como inconcluso hacen de esta película una delicia visual a lo largo de unas cortas 3 horas y 45 minutos que te dejan con ganas de más.

Vuelvo a repetir: ésta no es una película de gangsters, si realmente quieren ver una película que retrate con exactitud la vida en la mafia váyanse a Vito Corleone, váyanse a las películas de Scorsese, esta es una película sobre la vida en sí.