Y hoy, tras medio año, he finalizado The Office.

La serie que hacía que soltase la carcajada aunque tuviese un día de mierda, la serie que conseguía que te olvidases un poquito de todo durante veinte minutos y disfrutases, la serie que empecé viendo para que me distrajera del trabajo, la serie con la que he reído pero también he llorado. La serie que debería ser eterna.

El vacío existencial que siento es abrumador porque me doy cuenta de que no hay más, que aquí termina uno de los mejores espectáculos televisivos que he visto en mi vida.

No veré más a Dwight haciendo uno de los mejores papeles que he visto en televisión. Haciendo locuras inimaginables, montando caóticos simulacros de incendio que harán que casi vomites de risa y desafiando constantemente las leyes de la paciencia humana.
No veré más a Michael Scott, el mejor jefe de Dunder Mifflin y la mejor persona del mundo tratando a sus empleados como si fuesen el más preciado tesoro.
No veré más a Creed y sus arranques sociópatas.
No veré más a la odiosa Phyllis.
No veré más a Stanley y a sus fútiles intentos por no sufrir un ataque al corazón mientras se come una pizza.
No veré más a la dulce Erin.
No veré más al gran Andy, capaz de que te rías y llores con él en un lapso de 2 minutos (comprobado).
No veré más a Kevin intentando no comer golosinas o muriéndose por dentro para guardar un secreto a favor de sus amigos.
No veré más a Oscar y sus puntualizaciones en todas las conversaciones.
No veré más a Angela y sus gatos juzgando a todo el mundo.
No veré más a Toby, el eterno segundón, tanto en el trabajo como en la vida.
No veré más las idas y venidas de Ryan y Kelly.
No veré más las borracheras, orgías y demás disparates de Meredith.
Y, por supuesto, no veré más a Jim y Pam, la pareja perfecta que hasta hace que vuelvas a creer en el amor. Aunque solo sea por un ratito.

Hasta siempre Dunder Mifflin, la empresa en la que cualquiera desearía trabajar (aunque al principio costase mucho).

Y hasta siempre The Office, gracias por el camino tan hermoso que me has regalado.

Volveremos a vernos, sin duda.


''That's what I said''.

Hace siete años enmudecí frente al televisor al contemplar un crimen tan horripilante como irreal. Tenía cerca de 20 años y acababa de llegar a casa después de un largo y poco productivo día de clase en la Facultad. Cuando encendí la televisión para desconectar, mientras cenaba con una compañera de piso, me quedé helada. Apenas era capaz de expresar con alguna palabra u onomatopeya lo que estaba viendo y escuchando. Una chica de edad similar a la nuestra violada, apaleada, torturada, vejada, humillada, desgarrada por seis hombres en un autobús urbano en movimiento de la capital india. Siete años después todavía me tiembla el pulso al recordar ese espantoso día en el que me di cuenta de que el ser humano es el monstruo más peligroso, violento y cruel que existirá jamás. Día en el que fui consciente de que los monstruos no viven en los cuentos de Disney, sino que salen a pasear, atacan salvajemente, destrozan vidas y hacen gala de una crueldad inusitada con tal de complacer sus más bajas pasiones... Monstruos que no sienten nada ante el dolor ajeno. Hoy vuelvo a ser la cría de 20 años, asumiendo que sí, existen seres deleznables que ni siquiera reciben el honor de llamarse ''personas'' pero también existen personas como Vartika, Neeti, todos los policías que luchan sin descanso, esos padres llenos de amor y Deepika. Ojalá ninguna mujer tuviese que ser Deepika nunca más, pero lo somos. Por cada susto, cada ataque, cada ensañamiento. Todas somos Deepika.

En definitiva, Delhi Crime es una miniserie narrada con una destreza pasmosa, atrapando al espectador en esta oscura y desgarradora trama que parece sacada de la peor historia de terror jamás imaginada. Incorpora adecuadamente ciertos elementos dramáticos para enfatizar las situaciones y la representación de los personajes, Sin que caiga en tópicos baratos o inverosimilitudes. Original, fresca, diferente y dura.

Para ver y reflexionar aunque duela muchísimo.

''La historia que estás a punto de ver, es verdadera. Por lo que yo sé...''.

Repugnante pero impactante historia basada en la propia experiencia vivida por la directora del filme, Jennifer Fox. Utiliza su drama personal para crear una atmósfera apabullante en la que el asco, la intimidación, la violencia física y mental, el abuso hacia los menores y la impotencia, son los auténticos protagonistas de la cinta.

Laura Dern conduce las escenas con una maestría cadenciosa, siendo casi una mera espectadora de su propia vida, al igual que nosotros, mientras comienza el proceso de ''rememoración''. Nos enseña lo justo y necesario para que comprendamos qué está ocurriendo y el por qué, cómo los adultos en ocasiones se vuelven monstruos peores que los pertenecientes a los más tenebrosos cuentos infantiles. No cae en lo ridículo, en el melodrama barato de sobemesa o en la banalidad, es más, muestra todo su poderío en la ausencia de artificios cinematográficos. Es pura, sencilla, dura pero increíblemente brutal.

Nadie. Ninguna mujer, hombre o niño debería pasar por esto NUNCA.

The Tale, una cruda maravilla que nos regala este 2018.

Puede que no sea la serie más original dentro del género policíaco y puede que se valga de los topicazos de siempre para resolver las investigaciones, pero me parece un producto bastante entretenido. Las interpretaciones son buenas y la localización maravillosa. Esos parajes nevados, crudos y enigmáticos de la moderna Finlandia son apabullantes, enmarcando la trama de una forma cadenciosa, silenciosa y fría.
La historia se centra en el asesinato de Anna, una hermosa y misteriosa mujer que participaba en la construcción de un entramado centrado en la energía eólica, lo cual serviría de base para la modernización de la energía en Finlandia. A partir del hallazgo del cadáver, todos pasan a ser sospechosos y aparece en escena la gran Sofia Karppi, que nos conducirá de forma lenta pero armoniosa al hallazgo final del asesino. En esta segunda entrega, aparecen muertos varios jóvenes traficantes de la zona y Sofia y Nurmi deberán encontrar al responsable, al mismo tiempo que la corrupción asalta a las altas esferas. Tanto la alcaldesa como la propia policía se verán involucrados en el caso.
No es una obra maestra ni el mejor nordic noir que he visto, pero tiene muchos elementos positivos; es realista y conserva ese tono azulado, gris y frío marca de la casa. Como aspecto negativo, señalar que no le vendría nada mal profundizar más en las tramas y en los personajes principales.

Un fino y sensible retrato de lo que la II Guerra Mundial supuso en Guernsey, una pequeña isla británica sepultada bajo el terror y en constante lucha para forjar la esperanza.

Como lectora empedernida, me ha resultado fascinante que toda la trama gire en torno a la literatura y en cómo los libros se convierten en uno de los refugios más preciados cuando todo a tu alrededor se desmorona. Las historias de las personas que han sobrevivido a la catástrofe son su catarsis, su forma de hallar cierta paz interior en un paisaje desolado por la hambruna, la pérdida y las prohibiciones.

Los actores interpretan de forma brillante y comedida su papel de almas desprotegidas, almas que terminan por hallar paz y consuelo en un simple club de lectura. Un club que poco a poco irá convirtiéndose en un hogar lejos del mundanal ruido, y en el que las historias son las protagonistas absolutas.

Y es que al final, la literatura siempre nos salvará.