La película más glam no puede ser, tiene más azúcar que una plantación cubana. Todo es hortera e histriónico. Por eso es tan disfrutable esta película, es realmente sorprendente ver estos nuevos registros de Dan Aykroyd, Scott Bakula y, en especial, Michael Douglas, muy lejos de ese seductor barato sin expresividad alguna como ha demostrado en muchas de sus interpretaciones.

Me he reconciliado con él, está sencillamente brillante, irreconocible, hasta el punto que tuve que cerciorarme en Filmaffinity que realmente era él. Muestra una faceta tan histriónica, tan hortera y, a la vez, tan creíble y vulnerable. Su papel realmente es el de una persona al que hay que raspar (enérgicamente) entre tanto maquillaje, plástico y purpurina para ver lo que realmente es. Un ser humano vulnerable presa de sus emociones que tiene un miedo terrible a quedarse solo.

Muy emotiva.

Tiene más pinta de melodrama de sobremesa que de largometraje político, lo digo por las interacciones entre los personajes, los encuentro bastante trillados, y luego los momentos en el que lloran... No sé, creo que se buscaba la emoción dramática y se pasaron de frenada, quedando un poco ridícula.

Luego están los acentos de los actores españoles, ni qué decir que no soy experto en acentos de esa parte del globo, pero a veces suenan demasiado exagerados.

Eso sí, se salva del suspenso por algunas escenas de gran fuerza, cuerpo y personalidad, de los que captan tu atención y da miedo pestañear por si te pierdes algo.

Esta película sufrió el envite de la pandemia por coronavirus que asoló al planeta ese año, por lo que su estreno y difusión se vio mermado, merece mejor suerte la verdad.

Se trata de esas películas que utilizan dos horas para contar algo que se resuelve en media hora, es decir, mucho relleno, mucha fotografía, muchos silencios... Es cierto que necesarios para plasmar la agonía que está viviendo Hitari desde el momento en que se quedó embarazada hasta que va a buscar a su hijo donde su familia adoptiva. Esa transición es, sin duda, lo más interesante del film, mucho más que el personaje Satoko (aunque el final de la película le pertenece por goleada). Lo que no se explica, es la parte de la amiga de amarillenta chaqueta, o la de los mafiosos... No sé ¿no es lo suficientemente desgraciada la vida de Hitari como para añadirle más dramas?

Ese es el problema de las producciones japonesas, el exceso, son excesivamente dramáticos con sus personajes, o excesivamente hilarantes, o excesivamente dulces... Depende del caso.

Para una visión más occidental, esas florituras dramáticas suele echar para atrás porque da la impresión de que buscan el llanto fácil, si es que esa no es realmente su intención.

La película ha envejecido muy mal la verdad, tanto en animación como en ritmo (aparte los tintes sexistas y homófobas, es una película de los años 80). Me recuerda un poco a los festivales de humor de Mortadelo y Filemón de Rafael Vara, caótico, con un ritmo acelerado, voces histriónicas, la animación tampoco es que ayude demasiado, se ve hasta cutre.

Luego está la alegoría política de la que se alimenta, pues se trata de una lucha de ideologías, entre el grupo norteamericano, el europeo y los cubanos, cada uno con su propia manera de gestionar el mundo (o un elixir vital para los vampiros en el caso de esta película), podrán imaginarse quién gana y, por tanto, qué sistema intentan promocionar.

Entretiene como curiosidad, pero tampoco para tantos laureles.

Yo la encontré demasiado larga para lo que quiere contar, y pese a lo unida que está la familia, hay bastantes cosas que chirrían. Da la impresión de que está dando vueltas siempre a lo mismo y resulta inverosímil que a la protagonista le ocurran todas esas cosas en tan poco tiempo.

¡ADVERTENCIA! Muchas escenas están destinadas al sensiblerío fácil