No hay nada original en plasmar una relación amorosa en la gran pantalla. Debe ser una de las emociones más versionadas para el celuloide. Amores fáciles, difíciles, rotos, imposibles, extraños, exóticos. Hay relaciones de amor para cualquier paladar. Y la de la mujer muda y el hombre amfibio que narra la cinta no es muy distinto a las emociones que sintieron hace más de 20 años la bella y la bestia. Pero tanto da que la historia nos suene. Por mucho k nuestros amores se parezcan no por ello sentimos con menos intensidad cada vez que nos volvemos a enamorar.
Y es que esta peli no es nada nuevo, sino el viejo y siempre entrañable viaje hacia el corazón del hombre acompañado de una bella fotografia y una exquisita banda sonora. Nada más, y nada menos.

Biopic simpático y un poco gamberro sobre la tragicómica vida de la ex patinadora de hielo Tonya Harding. El discurso de la peli es de una ambigüedad muy bien trabada para que no sepas muy bien cuánto de lo que se nos cuenta es cierto y cuánto no lo es, rompiendo para ello en diversos momentos del metraje la cuarta pared. Margot Robbie está perfecta en las botas de la patinadora americana, acompañando su puesta en escena una buena música y escenografía. No vas a aprender mucho de patinaje artístico porque la peli no va realmente de eso, sino de la vida, de los golpes que te da, los sueños que quiebra y las escapatorias que te brinda. Pero, como diría aquél, la vida es aquello que te queda cuando todos tus planes se han ido al traste. Lo importante es saber vestirte con sus despojos. Y el filme de Craig Gillespie construye un entrañable y entretenidísimo viaje por la vida, milagros, y principalmente TOÑAS de su protagonista.

Videoclip de 2 horas de duración. Personajes fríos y unidimensionales que pretender sonar grandilocuentes con un par de frases célebres sacadas de "WiKiquote". Argumento al servicio de esos giros y quiebros de guión que constituyen la razón de ser de la cinta. En resumen, un thriller de los que a día de hoy podemos llamar "típico" con una puesta en escena calculada al milímetro y un par de luchas cuerpo a cuerpo bastante cuidadas. No es nada más que eso, siendo la gran virtud de la película tampoco pretenderlo. Atomic Blonde es un entretenimiento honesto, totalmente prescindible, pero disfrutable si uno se pone a verla.