Tenemos una secta que se pone hasta el culo de drogas alucinógenas cual chaman antes de contactar con sus dioses.

La cinta, como ya dije; es una oda al cine de terror de la época. Desde Hellraiser hasta la familia Mason, con referencias a la Matanza de Texas y a Viernes 13.

Un Nicolas Cage que es el peor... ¿guardabosques? (No me termina de quedar claro en la cinta) y que apaga las colillas tirándolas al bosque. ¿Por qué? Porque mola.

Vive con su pareja Mandy y ambos ven cine de terror y ciencia ficción (Placer gustoso del director de la cinta).

Una secta aparece y el líder se encapricha de Mandy. Llaman a unos motoristas cenobitas soplando de un cuerno (¡¿?!) y estos hacen acto de aparición cual demonios del averno, con aura infernal y traspasando paredes; en una de las secuencias más videocliperas y fumadas de la obra donde capturan a Cage y a Mandy.

¿Son demonios monstruosos? ¿O esa es solo la visión de los drogados sectarios? Queda a elección de cada uno.

Tras eso, drogan a la novia y torturan al novio. El líder trata de seducirla y es humillado por ella (Muy chulo el plano donde la cara de él y Mandy se funden), así que la mete en un saco y la quema delante de su pareja; que asiste impotente.

Y esto, es la primera hora de la cinta. ¿Y cómo se consigue alargar esto durante una hora? "hablaaaaaando asíiiiii todoooo el ratoooooo" y pasándose por el forro un ritmo ágil en el montaje, dejando segundos de silencio entre sentencia y sentencia, y metiendo acciones sin más gracia que la de “al director le moló meterlas”. Alguien que seguro que no conoce (o no comparte; muy respetable también) el concepto de "Lo menos es más".

¿Y la fotografía? Muy buena. Salvo por el hecho de que tiene más filtros que una influencer de Tik Tok. Filtros absurdamente digitales para enfatizar un estilo retro ochentero, con todas las barras de intensidad a tope. ¿Por qué? Porque mola.

Ahora llega una segunda entrega de Nicolas Cage que se libera, habla con un amigo que le cuenta la leyenda de los motoristas infernales que disfrutan de recibir placer (Que poco sutil, tío). Así que Nicolas Cage dice "¿Motoristas del averno? ¡Yo he sido un motorista del averno!" y agarra una ballesta (La cosa más inútil de toda la cinta) y se pone a fundir gafas de sol para crearse un hacha que es una metáfora del propio film; un utensilio absurdamente exagerado y poco práctico; lleno de filos que solo conseguirás perder un dedo si tratas de usarlo, pero que está ahí ¿Por qué? Porque mola. Punto.

Ahora Nic Cage, Reed para los amigos, comienza su carnicería con los motoristas. Tira uno al suelo de un ballestazo y luego trata de atropellarlo con su furgoneta para... ¿Chocar contra el aire? En serio, he visto esa escena veinte veces y aun no entiendo que es lo que ocurre.

Ahora, los motoristas, aprisionan al prota para no sé que cosas pervertidas, en la que es (en mi opinión) la mejor secuencia de toda la cinta DE LARGO. Pero Reed se libera y hace una casquería con los malos; se mete coca, toma LSD fabricado por el culo de Yog-Sothoth, y luego se enciende un cigarrillo con el cráneo llameante de uno de los motoristas. ¿Por qué? Porque mola (Y me pregunto si hay alguna broma sobre cierto “motorista fantasma” ahí).

Luego va a hablar con un ¿químico? No queda claro del todo. Este les dice dónde estará la secta. Allá va, a cargárselos cual asesino de slasher (en apenas 10 minutos tras haber gastado 200 en el film); a uno se carga lanzándole el hacha cuando tiene una ballesta, y luego tiene una pelea con motosierras contra un random. ¿Cómo puedes meter una flipada tan guapa como una pelea con motosierras y rodarla tan absurdamente mal?

Mata al lider y se pira de allí en un plano que te hace pensar que lo mismo no estaban ni en la tierra. ¿Por qué? Porque mola. Es metafórico y to profundo, tío.

Y fin de la película que quiso tirar de lentitud y extrapolación valiéndose de memes… Conmigo no cuela desde luego.

No soy fan, precisamente, del señor Jiménez. Y, sin embargo, me ha parecido un gesto bastante feo, un problema ético, a un compañero de profesión que, obviamente, sigue una linea ideológica distinta a los creadores de esta serie.

Y es que en un país donde un bando no puede oir, ni tolerar, las opiniones contrarias, es normal tirar de la parodia burlona.

Pasa igual con esa (agresiva) caricaturización del borrego de derechas; del que se queja del presidente del gobierno (PSOE en el momento de la serie) porque hay un fantasma en una vivienda, que habla de los menas y de las manadas extranjeras que violan. Una caricatura bastante acertada si entras en twitter y te quedas con lo que ves, pero de la misma forma que Noam Chosky hablaba de una aldea global, creo que hoy vivimos algo parecido con las redes sociales. No sería muy distinto a decir que esta serie está planteada por una caricatura del típico borrego de izquierdas. Lo que sería una gilipollez supina, por supuesto.

Curiosamente, usar a Iker Jiménez (Por mucho que Berto haya dicho que solo se basan en la imagen de un ídolo de masas que amansa borregos, en una entrevista. Tronco, que usáis hasta su misma forma de hablar....) para ridiculizarlo da fuerza a los argumentos que pueda tener sobre "propaganda ideológica".

Creo que es sano hacerse preguntas, algo que la serie sí acuerda con lo que, muchas veces, el mismo Iker pide. Creo que es peligroso dejarse llevar por un ídolo (Sea Iker Jiménez o una productora con influencia en los medios). Y creo (quiero ser ingenuo) que este tipo de cosas se verán con el gesto torcido, incómodo, cuando maduremos lo suficientemente como democracia; entender que, en ella, deben darse cabida a diferentes discursos (Izquierdas y derechas) para que juntos creen caminos a seguir; sin matarse entre ellos, sin la necesidad de ridiculizar al contrario.

Ojalá que sea esto último algo no muy diferente a lo que consigue el personaje de Buenafuente cada vez que suelta alguna barrabasada machista u homófoba; hacernos ver que lo que antaño (hoy) era (es) ordinario, ahora (mañana) es (será) sumamente incómodo.