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España España · Alicante
Críticas de Ginsberg
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
5
5 de noviembre de 2012
55 de 69 usuarios han encontrado esta crítica útil
Algo está sucediendo con el cine patrio. En mi humilde opinión es algo bueno y malo al mismo tiempo. Se esta produciendo un cambio en las tendencias, un viraje hacia otros territorios. Esa categoría fílmica que podríamos denominar “la españolada” está desapareciendo sin hacer ruido. Las productoras se están arriesgando con novedosos formatos –novedosos aquí, que no en el resto del mundo- y tratan de emular modelos más próximos al mainstream. La productora Apaches, quizá el mayor exponente de la actual transformación, revela con películas como Lo imposible, Intruders, o esta misma que nos ocupa, que últimamente se prefiere apostar por cintas inscritas al polifacético cine de género.
Jorge Torregrosa, debutante en el largo con Fin, no se resiste a está corriente, si bien parece reticente a abrazarla por completo. Su película obedece al planteamiento de una historia clásica de apocalipsis y podría pensarse que toda la epopeya de los personajes se desarrolla dentro de los límites del subgénero. Si el director se hubiera circunscrito a los cánones quizá hubiera salido mejor parado de su primera incursión en el largo. Y es que es aquí dónde, a mi modo de ver, la película cojea. Fin apunta hacia una dirección, pero no hacia donde quiere ir. Tiene un problema de identidad. Intenta ser dos cosas muy distintas –aspiración encomiable-, sin éxito. Bajo esa carcasa de cine de aventuras dirigido exclusivamente al entretenimiento palpita una especie de reflexión sobre el cosmos, el ser humano y demás sesudeces. Este tipo de contenidos se acercan más a lo que ofrece el cine indie ¿Verdad? No digo que no pueda salir algo bueno de semejante fusión -de hecho felicito al director por su arrojo- pero en este caso la mezcla no cuaja.
La película cuenta con todos los medios para ser un estupendo entretenimiento, de hecho las escenas de acción son uno de los puntos fuertes, están bien rodadas y consiguen contagiar tensión, pero todos estos aciertos se diluyen con los constantes devaneos de la historia. El espectador está constantemente confundido –que no intrigado- por esa trama que parece que intenta ser ambigua por el mero hecho de serlo. Esto, más que interesar, te aleja de la narración, y obstaculiza la empatía hacia los personajes.
El director comentaba en una entrevista que no quería héroes para esta historia. Eso le da un innegable enfoque realista. Pero nuevamente vuelvo a decir que hay que tener claro el formato que vamos a escoger para nuestra película. El público, bajo unos rasgos de cine de género, inevitablemente va a buscar a un héroe, y si no lo encuentra se va a sentir en cierto modo decepcionado.
Repito que no estoy diciendo que no sea una manera muy interesante de reinventar géneros, de romper moldes y todo eso. Solo digo que en este caso, y lamentablemente, la intención se ha quedado en eso. Y personalmente dudo mucho que ese público al que por su apariencia externa parece que va dirigida vaya a quedar satisfecho.
Ginsberg
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3
12 de mayo de 2010
32 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Existe en esta película un personaje femenino principal, el interpretado por Anna Karina, sin embargo la sensación que deja el visionado no es la de haber asistido al periplo de su protagonista, sino al discurso de su director, puesto que en esta obra Godard se siente particularmente locuaz. Me explico: El director explota las capacidades del film para expresar sus propias inquietudes y reflexiones estilísticas, en detrimento de la fluida exposición de una historia narrativamente tradicional.

En esencia el relato de la protagonista es bochornosamente pobre. Reducido a sus situaciones se convierte en una mera anécdota que difícilmente puede hacer sentir algo al público. Un aséptico resumen sería: Una chica en Paris pasa dificultades. Tiene sueños y esperanzas de futuro, pero el avance imparable de la realidad la está asfixiando. Conoce a un proxeneta y prueba suerte en el mundo de la prostitución. Su vida es solitaria y totalmente aislada. La chica trata de cambiar de vida pero el destino se lo impide y muere.

Esta historia, pasada por el filtro de la industria de Hollywood, o en manos de un guionista ambicioso, habría contado con muchos más giros efectistas, más personajes, y probablemente un final no tan trillado y más espectacular. Pero, a mi parecer, la intención de Godard no era la de contarnos una buena historia, como hizo en “Al final de la escapada”, sino la de utilizar su film como medio para comunicarse directamente con el espectador.

Convencido, personalmente, de que Godard es un realizador petulante, no puedo evitar pensar que esas escenas carentes de ritmo, aderezadas por conversaciones vacuas, no son más que el airado alegato de un intelectual contra las convenciones del cine de Hollywood y del cine tradicional en general.

Juzgar hasta qué punto esta transgresión es pertinente no es fácil. Sin lugar a dudas Godard auspició una pequeña revolución en las reglas del cine, y su contribución al cine de nuestros días, narrativamente menos encorsetado que el de hace unas décadas, es indiscutible. Pero pienso que este tipo de nuevas ideas se podían haber expresado de una manera menos agresiva. No estoy diciendo, por supuesto, que esta fuera la única película de la que Godard se sirviera para librar su lucha contra las convenciones, pero ésta en concreto creo que podría haber sido mucho más brillante si se hubiera mimado más la historia, y se hubiera pensado más en el público.

Como una radiografía del alma del realizador, esta película nos muestra una faceta especialmente egocéntrica de Godard.
Ginsberg
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8
17 de enero de 2010
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si a las películas pudiera valorárselas por el tiempo que dejan sus impresiones en nuestras cabezas, sin duda está película de David Lynch sería un diamante entre la escoria. El principal problema que afecta a esta película es su incomprensión, y la culpa no la tiene el público, la tiene la atmosfera del cine actual, en la que una película como Mulholland Drive no tiene un par con la que medirse. Personalmente, aprecio el cine que lucha por desmarcarse del resto, que se forja una personalidad propia, y David Lynch quizá sea el realizador actual que abogue con mayor fidelidad por este tipo de cine. Siguiendo esta premisa, obras como “El hombre elefante” o “The Straight Story” serían menores en la filmografía del director en cuanto a que se enmarcan dentro de un ámbito de cine tradicional, resignado, que renuncia a romper moldes. Admito, sin embargo, que es un cine muy recomendable, pero en absoluto es el cine que identifica a Lynch y por el que será recordado. Si miramos a Lynch como a un artista más que como a un cineasta probablemente no nos sea tan difícil apreciar su cine. Y ciertamente empezó sus estudios en una academia de bellas artes, años de juventud en los que de ningún modo pensaba en restringir su expresión artística hacía la cinematografía, si no que en ella halló un versátil vehículo para transmitir sus inquietudes. En contadas biografías y documentales sobre su vida el director nos describe el momento en el que se introdujo en el cine como algo casual, para nada premeditado. Habla de ello casi como si hubiera sido un accidente, o como si en aquellos momentos en que luchaba por sacar adelante algún difícil proyecto de fin de carrera el cine apareciese en su mente como una epifanía, una nítida visión de su futuro como realizador.
Refiriéndome a esta película en particular he de decir que posiblemente esta sea la mejor película de David Lynch, después de “Carretera Perdida”. Y si se me permite el capricho, afirmo sin dudar, que además es una de las mejores películas de la última década. Ahora bien, el mayor barrera con la que se encuentra la gente para amar esta película no es la de la incomprensión ni mucho menos, es una barrera que ellos mismos se imponen antes del visionado, la de la expectativa de un cine común. Recomiendo a todo aquel que vaya a verla, que abandone toda esperanza de encontrarse con las típicas normas que estructuran el cine al que estamos acostumbrados. Sin lugar a dudas la disfrutará el doble. La segunda barrera importante es la de la incomprensión, esa se supera tras el visionado, a veces tras el segundo o el tercero, todo hay que decirlo, pero no es una barrera infranqueable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ginsberg
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4
21 de agosto de 2010
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si existiera un lugar donde se pudiera reencontrar el amor olvidado, ese lugar sería el subconsciente, terreno árido cedido al gobierno de los sueños. “El año pasado en Marienbad” no sólo es una historia jodidamente desconcertante, es la aspiración por registrar la aleatoriedad del reino de los sueños.

Descartando la posibilidad de hallar entretenimiento con esta película, al espectador le resta la esperanza de paladear una pausada reflexión sobre la muerte, un estudio de los sueños, un experimento audiovisual. Aconsejo renunciar con prontitud al rastreo del inexistente hilo argumental, pues Resnais, cerebro creador de esta rareza, debió de amparar su decisión de abolir toda lógica con el argumento de que en el subconsciente no reina ninguna.

Virtudes a la película no le faltan: su montaje, además de delirante, es una delicia visual. Su fotografía, la belleza de la protagonista… detalles que hacen que esta película, aunque difícilmente digerible, no resulte completamente indigesta.

Ahora bien, debajo de tanto caos onírico se intuyen las intermitencias de una historia de amor. Habría que reconocerle al realizador francés el talento para transmitir, si no una historia romántica sólida, sí las emociones atribuibles a una. Entre tanta confusión y albedrío estructural debe de ser difícil comunicar nada, pero he de admitir que aparte de haberme inspirado un sopor monumental, la película ha logrado en ciertos momentos contagiarme de la intensidad de los sentimientos de sus personajes, y transmitirme la idea de que el amor, doliente, falso, desgarrado, imperecedero, caprichoso… sobrevive a cualquier circunstancia.
Ginsberg
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6
11 de junio de 2009
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El problema que tiene Haneke es su desaforada veta didáctica. El tipo siempre quiere enseñarnos algo. Cuando el cine originalmente fue pensado como un espectáculo de masas, en el que el espectador únicamente tenía que disfrutar, el austriaco nos propone un intimista ejercicio de reflexión sobre diversos temas que las más de las veces giran en torno a la violencia, y que en absoluto nos hacen disfrutar. Hombre, todo depende de lo que entendamos por disfrutar. Hay gente que se divierte aprendiendo cosas nuevas… también hay gente que se divierte de verdad cuando (cree que) está aprendiendo cosas nuevas. Mucha gente ve en las películas de Haneke una iluminación, y no lo entiendo. Quizá este cineasta habría dado el tipo como sociólogo, como filosofo… por que a mi parecer sólo nos está dando una opinión, muchas veces desacertada (eufemismo), pedante y, por que no, muy imaginativa.

Aprovecho en esta crítica para opinar sobre otra de sus películas, “Benny´s Video”, máxime cuando me parece muy pertinente para defender mi idea. La idea de que su mensaje además de equivocado puede estar bastante desfasado. La película no me pareció completamente original (la historia, el tratamiento sí que era inaudito) pero sí que la encontré interesante. Haneke, no sólo quería mostrarnos fríamente el comportamiento de un asesino, sino que se sentía obligado a darle una razón a ese asesino, y de paso reivindicar algo. La mayoría de películas de asesinos tienen una trama, y en casi todos los casos el asesino tiene una razón que le impulsa a matar. Estas películas de asesinos “del montón” nos entretienen y nos dejan la simple idea como poso de que el sujeto al que se ha ajusticiado (normalmente), el asesino, era un mero psicópata a quien no hay que tomarse la molestia de intentar entender. Bueno, pues en está película, “Benny´s video”, el puñetero asesino que está como una cabra se merece una justificación, lo que me asquea. Por si fuera poco, fruto de ese impulso libidinoso que tiene Haneke por demostrarnos algo, la justificación que nos propone es que el asesino no es más que el resultado de una sociedad masificada y deshumanizada, que venera por encima de todo al Dios de la información, un mal cuya ponzoñosa lluvia radiactiva consume todas las mentes. Después de tanto años de basura televisiva en vena, de tragarnos como patos todo lo que nos echen y de poder estar en cualquier lugar del mundo a través de una pantalla, creo que ha quedado suficientemente claro que la locura, la psicosis, es algo inherente al ser humano sobre lo que todavía no se puede explicar demasiado, pero que atreverse a presentarla como la hija bastarda de la sociedad actual es excesivo. A pesar de todo, la película estaba bien, y encuentro que este austriaco como director tiene talento y, por lo menos, un estilo propio. (Resto en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ginsberg
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