Una película de 160 minutos de duración sin una historia peculiar, o que no mantenga en vilo al espectador, puede resultar en un somnífero bastante efectivo. En el caso que nos ocupa, unas criaturas bastante repulsivas, ridículas e insulsas, intentan entretenernos con sus aventuras, tan predecibles ellas. Hay gente que opina que los Simpson son unos dibujos feísimos, asquerosos, casi; de acuerdo, se lo concedo. Sí, son amarillos, pero resulta que hacen gracia, son ingeniosos, viven situaciones que son un reflejo de la vida real (más o menos).
Pero esto... Unos bichos azules con rabo y taparrabos viven unas peripecias, (por llamarlas de alguna manera), que se alargan en el tiempo de forma interminable. El señor Cameron hace todo lo que puede por alargar la historia como un chicle, hasta el límite de la paciencia del espectador. Y la verdad es que todo es tan predecible, y los personajes parecen tan vacíos, o mejor dicho, parecen tener la sesera tan vacía, que me importa bastante poco lo que les pase (casi nada). Lo que deseas es que ese horror tecnológico, teñido de azul, todo creado por ordenador, acabe de una vez. El intento de emocionar al espectador es en vano, estos personajes no transmiten absolutamente nada, y eso es la antítesis del cine. Si el cine no emociona, se convierte en un mero videojuego y deja de ser cultura. No todas las películas pueden ser obras maestras, y tampoco hace falta que lo sean, pero si entretienen al espectador y le dejan un buen sabor de boca, ya han cumplido con creces su cometido. Lo que no se necesitan son bodrios como éste. Señor Cameron, a ver si encuentra un buen guionista, pero deje de vender humo y engañar al espectador.

No he visto mucho cine de Truffaut, y la verdad es que las películas de la Nueva Ola francesa me resultan en general sobrevaloradas y extrañas. De esta película en concreto diría que está bien rodada y que en su momento sería muy novedosa; es interesante, pero a mí no me llega, no me conmueve, y una película que no te conmueve es difícil catalogarla como clásico, porque seguramente no quedará en la memoria colectiva.
Al final el argumento, sin profundizar mucho, es la exposición de un menage à trois, con una señora que es una verdadera desequilibrada. Los personajes pueden hacer gracia en el cine, pero en la vida real... Además resultan poco creíbles, especialmemte en esa época.
A favor del argumento, estaría la amistad entre Jules y Jim; su despreocupación... ese enfoque es bonito.
Los actores están trabajan bien especialmente Jeanne Moureau, de la cual destacaría su espléndida dicción.

Esta película está ambientada en la localidad costera francesa de Saint Marc-Sur-Mer, con su hotelito a pie de playa (Hotel de la plage), que aún se encuentra en funcionamiento hoy en día. Es ésta una comedia amable, casi sin diálogos, y que cuenta el veraneo del señor Hulot (Jacques Tati), en la mencionada localidad. Se quiere hacer una crítica velada a las vacaciones, que en lugar de cambiar la rutina y convertirse en algo divertido y liberador, atrapan al veraneante en otro tipo de rutina, que a veces resulta como mínimo desconcertante. Las secuencias repetitivas de la película quieren transmitir, a mi parecer, esta extraña rutina que es establece en vacaciones. El señor Hulot se planta en el Hotel de la plage y transtorna las costumbres adquiridas por los veraneantes, divirtiendo a algunos personajes y enfadando a otros, entre ellos al dueño del hotel. Pero el señor Hulot no se da por aludido respecto a ninguno de los desastres que su patosa y desgarbada presencia provoca. Este ser ceremonioso e inexpresivo, salvando las diferencias, se me antoja como un precursor de Mr Bean, ya que a grandes rasgos, su personalidad y su comportamiento social son parecidos.
El humor de Tati resulta muy sutil para nuestra época, si uno no se fija puede parecer que "no pasa nada", y por este motivo este tipo de humor plácido y tranquilo, sin estridencias, queda bastante trasnochado, porque para el gusto de hoy en día le faltaría ritmo. Pero se trata de una buena película, simpática, muy diferente a las actuales, y el tono veraniego y festivo que transmite se agradece.

Ésta es la típica película que ponen el sábado por la tarde en la tele, aunque si nos fijamos un poco descubrimos una película a mi juicio bastante notable, por lo que representa para el cine español y por el esfuerzo que supuso realizarla en aquellos años, que muchos medios no tendrían, o al menos no tantos como ahora. Y en cambio, si dejamos de lado el sentimentalismo y las conversaciones de Paquita Rico, nos queda una visión bastante rigurosa de una pequeña parte de la historia. Está dirigida por Luis César Amadori, quien hizo películas de la Montiel, también usando colores muy vivos.

Contando con el asesoramiento de la historiadora y biógrafa de la reina Mercedes, Ana de Sagrera, vemos una parte de la vida de Alfonso XII, interpretado magníficamente por Vicente Parra, que dota de una simpatía y carisma al personaje, sin apenas esfuerzo aparente. Esto nos lleva a pensar en cuántos buenos actores han sido desaprovechados, pero en fin... Y Paquita Rico, pues bueno, se la ve mayor para el personaje, pero la reina Mercedes, si vemos los retratos, tampoco es que se la viera muy niña o muy delicada, quizá... Las cancioncillas de ella sirven para animar un poco la cosa, y siendo breves, no aburren.

Destacaría también a José Marco Davó como Cánovas del Castillo, muy bien en su papel, y el resto de actores tampoco están mal (la reina Isabel es presentada a propósito de forma caricaturesca, pero resulta graciosa).

El vestuario está muy conseguido y nos ayuda a imaginarnos incómoda que debía ser la moda femenina en la época (porque mira qué era rara la moda en esos años, con el polisón o miriñaque...).

En suma, esta película nos permite acercarnos a la figura de un rey, que de otra manera sería probablemente desconocido, y esto se ha conseguido sin grandes aspavientos, sin alterar el relato histórico, sin el reclamo de mostrar carne gratuitamente, sin estrellas internacionales y sin trucos de ordenador. Por lo tanto, creo que el resultado ha sido más que bueno.

Le doy una buena puntuación a esta película por lo que supuso hacerla en aquellos tiempos, y sobre todo comparándola con lo que se hace actualmente en el cine español. Muestra la vida de Alfonso XII desde el momento del entierro de la reina Mercedes, y es bastante rigurosa en los hechos históricos que se narran.

Evidentemente, las conversaciones entre los reyes no las conocemos, pero sí el resto de anécdotas que se narran (las salidas nocturnas del rey, las visitas a los enfermos, el pañuelo rojo...). Nos acerca a la manera de funcionar del gobierno en aquellos tiempos, a las presiones para conseguir un heredero, y de refilón se nos habla de conflictos como las guerras carlistas o la guerra de Cuba.

Las interpretaciones son interesantes: Vicente Parra, muy bien acertado en su papel, y realmente si lo comparamos con algunos retratos de Alfonso XII, el parecido es asombroso; también destacaría a José Marco Davó como Cánovas del Castillo. Sin ellos dos, realmente quedaría todo muy deslucido. Las escenas entre los reyes cansan un poco, por redundancia del dramatismo de la reina, pero creo que la pequeña parte de historia que se narra está seriamente representada: la ambientación, el vestuario...

Por cierto, que en la primera visita del rey a Cristina en Francia, me pareció reconocer el Palacio Real de Pedralbes. Tendría que comprobarlo, pero apostaría a que lo es.