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Críticas de Monsieur Hulot
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Críticas 18
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
11 de enero de 2014
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El presidente Krüger" es una de las más grandes superproducciones de la Alemania nazi, con un presupuesto increíble teniendo en cuenta que se realizó en tiempos de guerra. No cabe duda de la importancia que otorgaba Goebbels al cine como arma propagandística, porque la finalidad de este film era ni más ni menos que predisponer a Alemania contra el pueblo británico, ya con vista a los próximos ataques que se planeaban a ese país.

Resulta difícil juzgar este tipo de películas puesto que pese a sus cualidades cinematográficas su finalidad propagandística es tan descarada que perjudica a su contenido. Sin necesidad de poner en duda el triste papel de los ingleses en el conflicto de los bóer, la película es tan maniqueista que se hace ridícula a ratos: el inteligentísimo Krüger engañando a todos los mandatarios con un tratado que le beneficia, los ingleses retratados como el pueblo más despreciable del mundo que solo busca el oro, el hijo de Krüger que creía en la paz y pronto descubre que se equivocaba, etc. Pero lo más terrible es que el film tenga el cinismo de denunciar a los británicos por crear campos de concentración cuando los alemanes estaban haciendo exactamente lo mismo en aquellos años.

A nivel cinematográfico no obstante es una buena película, bien realizada (me gusta mucho por ejemplo la forma como se muestra a Krüger por primera vez, con ese flash de la cámara) y excelentemente interpretada por el infalible Emil Jannings.

En su momento fue un comprensible éxito de taquilla que recibió toda una serie de honores y premios que la convirtieron en una de las grandes películas alemanas de la época. No es de extrañar que a Goebbels le encantara el film, con ese final en que Krüger profetiza la llegada de una nación fuerte que acabaría con ese detestable pueblo británico. No hay que ser muy perspicaz para saber a quién se refería, ¿no?
Monsieur Hulot
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7
10 de enero de 2013
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Si "The White Shadow" ha acabado siendo recordada - es un decir - por algo es por ser una de las pocas películas que se conservan (¿o la única?) de la etapa primeriza de Hitchcock, cuando desempeñaba diversas tareas (guionista, decorador, ayudante de dirección) antes de pasar a dirigir sus propias obras. Y eso implica un riesgo: dar por hecho que se trata de una película de Hitchcock sólo porque participó en ella, aún cuando no es el director de la misma. O incluso, llegando más lejos, pretender rastrear en su metraje las futuras señas de identidad del director británico aunque sea de forma forzada.

La realidad es que "The White Shadow" no es una obra de Hitchcock, sino del competente director británico Graham Cutts. Pero también es cierto que por otro lado el film se sostiene por sí solo más allá de la anécdota de la participación de Hitchcock.

La historia es el típico melodrama que envuelve dos hermanas gemelas (cómo no, una buena y otra mala) en un triángulo amoroso, así que realmente el argumento en sí no tiene mucho interés. Lo realmente notable del film se encuentra en la solidez de la puesta en escena y en la destacable interpretación de Betty Compson como las dos gemelas. Por parte de Hitchcock cabe reconocer que la ambientación de los diferentes escenarios está excelentemente llevada a cabo.

Es una pena que falte una gran parte del metraje para juzgarla por completo, pero los 45 minutos que conocemos nos muestran un film sólido y competente.
Monsieur Hulot
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6
28 de julio de 2012
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Harold Lloyd fue, junto a Oliver y Hardy, el cómico de slapstick que dio con más facilidad el salto al sonoro. De hecho, a diferencia de Chaplin, no solo no rechazó el invento sino que lo abrazó al instante dejándose incluso una gran cantidad de dinero en esta apuesta. Estaba a mitad del rodaje de "¡Qué fenomeno!" cuando el volumen de films sonoros empezó a ser demasiado elevado como para ignorarlo, así que decidió convertir la película en un talkie aún a costa de volver a rodar muchas escenas y doblar otras. La película sería uno de los mayores éxitos de taquilla de su carrera, de hecho sería su último gran éxito ya que a partir de aquí su carrera empezó a decaer.

Vista hoy día, se nota en varias escenas que "¡Qué fenómeno!" era originalmente un film mudo, de hecho el doblaje es en ocasiones bastante evidente. Por ejemplo, el personaje del policía (el inseparable Noah Young, un rostro recurrente en los films de Lloyd) resulta cuanto menos grotesco, ya que lo interpreta de forma claramente muda (con esas expresiones tan exageradas) y es doblado con un tono de voz excesivamente bobalicón.

Aparte de eso, el film es lamentablemente el largometraje más flojo hecho por Lloyd hasta la fecha y de hecho algunos de sus posteriores talkies ("Ay que me caigo" o "La vía láctea") son superiores. No hay apenas grandes gags y el ritmo es algo desigual para las dos horas de duración, aparte de que la historia no acaba de cuajar (chinos malos, un niño inválido que necesita ser operado, Lloyd obsesionado con recoger huellas dactilares... una combinación extraña).

Eso no quita que sea una obra agradable de ver y con algunos momentos a destacar. Yo diría dos: la forma como plantea el encuentro con la chica usando una fotografía, muy original, y la escena en que se quedan a oscuras a ratos mientras investigan en la guarida de los delincuentes, donde se sirve únicamente del sonido (puede parecer una tontería, pero para ser un actor de cine mudo incluir gags de este tipo en su primer talkie tiene mucho mérito).

Bien, pero solo para fanáticos de Lloyd.
Monsieur Hulot
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7
29 de mayo de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tomando como punto de partida las purgas stalinistas, Jirí Menzel hizo una atrevida crítica a la política comunista que provocó que su película no viera la luz hasta décadas después.
El film tiene una estructura de episodios que se basa sobre todo en un tono humorístico y costumbrista que no esconde en absoluto su esencia crítica.
En ocasiones divertida, a menudo extravagante, a ratos algo críptica e, incluso, de vez en cuando extrañamente tierna, es una película que no cae en la tentación de enfatizar su tono crítico y prefiere centrarse en sus entrañables personajes.
Muy curiosa.
Monsieur Hulot
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10
10 de abril de 2012
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de su mastodóntica "Napoleón", Abel Gance ya se hizo un nombre en la historia del cine con "La rueda", cuya duración inicial era de 7 horas (hoy en día podemos disfrutar de una versión restaurada de 4 horas y media con una maravillosa banda sonora de Robert Israel).

Es cierto que la película es excesiva, no solo por su duración sino por el contenido. Por ejemplo, el film se recrea muchísimo en sus aspectos más poéticos (algo patente en su final, en que muestra sin cesar planos de la montaña y los personajes) y en multitud de simbolismos o referencias culturales (el nombre del protagonista hace referencia al mito de Sisifo, condenado a mover una piedra eternamente, y su ceguera trae a la mente el castigo que se autoinflinge Edipo al descubrir el incesto que ha cometido; eso sin tener en cuenta las citas directas a escritores clásicos sobre el tema de la rueda). Pero aun así, aun pecando de este aspecto, "La rueda" es una película que destaca por tener una pureza visual que solo se podía conseguir en el cine mudo.

Puede que a Gance se le vaya la mano en algunas ocasiones y que "Napoleón" sea más perfecta objetivamente, pero este film (que dedicó a su mujer recién fallecida) destila sentimiento y belleza. Pese a que el tema de "la rueda que nunca para de girar" pueda parecer demasiado filosófico, en realidad no deja de ser una historia de amor (amor en el sentido fraternal o en el sentido romántico, al final apenas se hace distinción) entre unos personajes que por unas circunstancias u otras se ven condenados a estar separados y ser infelices.

Incluso el tramo final, que en un primer visionado desconcierta porque parece que ya no hay conflicto y puede hacerse algo lento, resulta igualmente imprescindible y de una belleza sobrecogedora.

Por supuesto, luego están los aspectos técnicos que hacen de este uno de los films más importantes de la época: algunas secuencias de montaje son apabullantes y se adelantan a los vanguardistas soviéticos y visualmente está llena de planos muy atrevidos e innovadores para la época. Solo por eso sería una película imprescindible, pero yo prefiero reivindicarla por ser, pese a sus pequeños excesos, una de las obras más bonitas de la historia del cine.
Monsieur Hulot
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