Cuenta Antony Beevor en su libro sobre la Guerra Civil Española que, por las calles de Madrid, podía verse hombres echando un cigarrillo mientras caían las bombas en las mismas esquinas.

Don't Look Up es una suerte de mezcla de Deep Impact y Mars Attacks, sin los extremos dramáticos o excéntricos de ambas, respectivamente. Adam McKay nos lleva, una vez más, a su universo del mundo de las instituciones más poderosas de los EEU para satirizar sobre...lo de siempre: Los políticos, los medios de comunicación y los grandes CEO con fortunas equivalentes a PIB de algunos países europeos. En este punto es donde la película decepciona, desde el qué, pues meterse con esas esferas en el cine es nonagenario, hasta el como, con personajes ultra-estereotipados como el del gran Mark Rylance.

Esta película pasa de puntillas por sobre lo que pretende denunciar: El mundo de las redes sociales, los streams o subida de fotos y vídeos. No existe ni siquiera un personaje en el guion escrito para que este cáncer esté encarnado en el film. Una oportunidad perdida, porque Don't Look Up da duro y con gracia, sobre todo sobre sus dos pilares: Un elenco que no necesita presentación y un montaje que detona prácticamente todas las carcajadas del visionado. De Oscar la edición.

Aunque el final no me convenza -era complicado, pues el manual de guion estipula que al acabar la historia debe haber un mundo nuevo, y el argumento de esta película trata sobre cómo evitar que este desaparezca-, sí que es en el tercer acto donde aparecen esos "hombres echando el cigarrillo", dejándome un buen sabor de boca a pesar del desenlace un poco fácil para los guionistas.

Se puede hacer nostalgia sin parecer un alumno de 1º de Eso y disimulando la avidez de billetes.

Se pueden hacer guiones de diálogos, con idea dominante, cambios de valor en los personajes y, sobre todo, hacer reir.

Todo en 90 minutos.

Como debe ser.

La película envejecerá igual de bien que los actores. Y encima es noble.

Único pero, el cambio de doblador a Morgan Freeman. Sabiendo que hace poco Mediavilla denunció su situación económica, me sabe fatal y lo veo gratuito.

Saudos.

Dos horas de lenguaje financiero muy técnico, que incluye no más de 10 minutos de rotura de la cuarta pared para explicarnos, como tontos -que somos, queda claro en el global de la película, desde los desahucios hasta invertir por el detrimento de tu propia compañía- las claves mediante símiles y metáforas.

Quiero pensar que esta película es, en realidad, una denuncia a la decadencia y secular machismo del hombre (género) , poniendo, presentado con sorna, a Margott Robbie en una bañera y a Selena Gómez jugando a póker aclarándonos los productos fundamentales que echan todo a la mierda.

Como deduciréis, mucho riesgo, una manera curiosa y, a la postre, superviviente y práctica de llamarnos imbéciles que pensamos con el nabo. Se lleva mi nota alta.

Muy coral, no hay protagonista, por magnético que sea Christian Bale, un metalero tartamudo, con un ojo de cristal, seguramente una cuenca que explotó por el talento del papel que interpreta.

La política (I II y III) y los sentimientos (IV V y VI) dan paso al existencialismo: El argumento es el mismo, el mismo, que IV. Un rescate subjetivo del pasado, que ya veremos si se prolonga en los dos capítulos restantes. Con la muerte de Yoda su lección sobre aceptar morir y no tener apego individual se fue con él. Kylo Ren, Rey, First Order, Solo o Leia, en su ocaso o su esplendor, están marcados por su pasado más que por su ideología.
Porque no hay ideología en la película, rozando un maniqueísmo que puede tirar por la borda o esta trilogía o, cosa que daría sentido, alguno de los bandos. En la Nueva República hay pobres a mansalva, mafias, y el Senado...pues eso. Mientras, en First Order no hay nada. Solo dinero, pues no hay atisbo de la historia de su resurgir desde la marginalidad. Directamente tienen un arma increíble...y ningún objetivo. Si no fuera por ello sería muy preocupante la falta de preguntas que te hace la película. Comparada con The Empire Strikes Back...
Así, estaré atento a si esta trilogía va sobre eso, la muerte de la ideología y el sectarismo sin referencias claras más allá de leyendas. Puede ser grande.
Cimematográficamente, la película deja menos dudas. Ver las batallas sobre escenarios reales es precioso por el mimo a los mismos, hay artesanía, muchos primeros planos y un carisma (esa taberna reggae!) que es extensible a unos personajes "buenos" encandiladores. Poe queda en la recámara, pero la tripleta con Finn y Rey (quien sudó tinta china en el rodaje) promete un Reboot a la altura. A Finn se lo rifan. Kylo Ren tiene un papel difícil, pues su fragilidad la traduce en patetismo. Y es muy peligroso un estúpido poderoso. Todos estan cortados por el patrón del talento, algo que me encaja con el mensaje que capto de la película.
Las peleas con la espada, irá a gustos. Del palo Nolan con Batman, torpes, realistas e impactantes. Soy un sibarita y me gustan más las de I II y III, con Windu y Tyrannus a la cabeza.
Han Solo, qué pócima de la eterna juventud. Es curioso que sea el único que expresa en VII filosofias jedi y Sith a la vez. O en toda la saga.
Star Wars salta al Siglo XXI y puede estar cayendo o denunciándo la mierda del mismo.

Que cada uno se lo tome como siente que es el ámbito familiar.

Los ingredientes se me antojaban como la marcada de paquete y la niña bonita de Hollywood para este año en los Oscar (a falta de ver algunas aún): Medios innovadores, Sandra y George (padrinos de la industria), superación, USA heroes. Y así es: 10 nominaciones del ala y puro chute de acción, emoción y deleite visual.

El gancho que me llevó a esta peli eran indudablemente su propuesta y un tal Alfonso Cuarón, un director que me tiene intrigadísimo porque tiene una filmografía corta, en la cual hay una delicia como es Hijos de los Hombres, donde se me quedó en la memoria un plano secuencia en una batalla en plena guerra civil de tres minutos sin cortes y con unas coreografías bélicas de aúpa. Pues la primera en la frente: Introducción de diez minutos en plano secuencia, sin cortes, hasta bien entrada la desgracia que desencadena toda la trama. A partir de ahí, una banda sonora que para mí, flipados de lo épico y que construye mundos enteros escuchando música, filtra lágrimas por los poros, una dirección y fotografía que sí, goza de todos los medios pero que te da vértigo de pensar como conseguirla (nunca mejor dicho), y una aventura entre la vida y la muerte muy al estilo REC, directa, simple, sin descanso. De hecho, me ha hecho pensar varias veces que a más de uno se le ocurrió hacerla en cámara en primera persona fijo, jajaja.

Aún teniendo más licencias que James Bond, y con una psicología un tanto efectista de los personajes (George y Sandra molan, aunque a estas alturas hubieran colado otros actores) es un divertimento que se hace cortísimo y que usa sinfonías en la que los platillos son los problemas.

Alfonso Cuarón además se marca algún plano sobre la evolución, alguno más escondido que otro, que chana.

Lo mejor: las explosiones insonoras, sobre todo la del satélite ruso. La banda sonora, vibrante y emocionante. La mano de Cuarón.

Lo peor: Mucho topicazo y recurso antológico de Hollywood.