Hermosa metáfora para entender la complejidad del amor: el sacrificio, el sufrimiento, la compañía, el sexo, la incondicionalidad en medio de cualquier circunstancia, la complicidad... todo ello de una forma muy simbólica, casi poética. Se entiende que no se necesitan palabras para que el amor nazca y se mantenga.

La película muestra lo que muchas personas desearían hacer durante una crisis matrimonial: evadir el problema, aisalrse, reencontrarse y tener el tiempo de tomar una decisión. Sin embargo el mismo desenlace de la película muestra cómo esto es imposible de lograr. Tiene momentos profundos, donde el personaje comparte sus miedos, sus dudas, y también muestra su egoísmo. El final para mí fue realmente impredecible. Es una buena película para pensar acerca de la complejidad de las relaciones de pareja. Sorprende cómo se concentra sólo en el drama del protagonista y no se puede acceder a los afectos de la familia en medio de esa situación.

Me encanta la escenografía, la simbología que utilizan con el jardín y como presentan el Trastorno Obsesivo Compulsivo de la protagonista como una forma de organizar su mundo y sentirse más segura. Además es un poco impredecible, en cuanto a la historia de amor que se desarrolla.