La publicidad anuncia que la serie esta realizada por los creadores de Downton Abbey, y se imita su música con descaro. Pero pierde en la comparación, porque sus personajes y sus diálogos no son tan brillantes.

No obstante, tiene dos primeros episodios muy estimulantes, que animan a engancharse a la serie. Lo más positivo es que es bastante dinámica, lo más negativo es que se vuelve previsible tras esos capítulos.

Destaca la joven protagonista Ella Purnell, por su expresividad (tiene los ojazos más grandes de Inglaterra), la breve, pero siempre eficaz intervención de Tom Wilkinson, en uno de sus últimos papeles, y Alice Eve en el papel de la retorcida Susan. Adam Jones anima la historia como el villano John Bellasis.

Hay amores sublimes, títulos en juego, infidelidades, imposiciones de la sociedad, dos abuelas enfrentadas, criados cotillas y oportunistas, un clérigo con poco oficio, y muchos secretos del pasado.

Choi Yi Jae es un joven que busca desesperadamente un empleo, pero los continuos rechazos hacen mella en su moral. Su situación se agrava al perder todo su dinero y ser desalojado de su piso. Al creerse incapaz de ofrecerle a su novia un futuro, decide suicidarse tirándose desde lo alto de un edificio.

Inesperadamente, se encuentra con La Muerte, que adopta la forma de una mujer y le obliga a un juego cruel, en el que morirá 12 veces usurpando distintas personalidades. Solo si salva la vida en alguna de ellas, se librará del infierno.

Tiene un guion trabajado que no deja de sorprender, porque muchas de las historias en las que interviene nuestro sufrido protagonista se relacionan entre sí. Tiene acción, humor, dramatismo, violencia, romanticismo y buenos efectos visuales. Todo bien mezclado. Quizá demasiado cambio de tono, porque junto a secuencias románticas, en las que las flores de los árboles en primavera caen sobre los enamorados, hay momentos que parecen “La matanza de Texas”.

También contiene su mensaje, porque la Muerte tiene mucho que reprochar a Choi Yi Jae y le va a hacer sufrir de lo lindo. Una Parca muy bella, con los rasgos de Park So-dam.

Seo In-Guk, además de encarnar al protagonista, interpreta el estupendo tema central de la película “Though there is no miracle”.

Y qué decir del final, muy emotivo, el que se necesitaba para poner la guinda a esta recomendable serie fantástica.

Nunca un trailer presumió tanto. Intercala entre las imágenes toda clase de elogios: original, impactante, magistral, fascinante, audaz y termina llamándose “una maravilla absoluta”. En teoría, es una recopilación de las reflexiones de los críticos.

Pero a mí solo me han gustado las criaturas, bien diseñadas y presentadas a lo largo de la película. Me quedo con “Ranita” y ese papel intrigante de la madre perdida. A pesar de una idea inicial prometedora, la transformación de numerosas personas en animales, no hay un buen debate sobre las implicaciones que esto tendría en la sociedad, porque el guion es vulgar y no evoluciona hacia nada interesante. Las secuencias insulsas se suceden una detrás de otra. Solo esperaba alguna buena idea para el desenlace, pero no llegó.

Tampoco salvo las interpretaciones: ni el padre acelerado, ni el hijo pasmado, ni esa mujer policía decorativa, ni esa amiga tan poco creíble que nada de lo que hace y dice parece natural.

El joven rey Olaf II falleció a los 16 años de una enfermedad repentina, lejos de su hogar. Su madre no pudo ver el cuerpo de su hijo y tuvo que confiar en todo lo que contaron los testigos de la desgracia. Asumió el trono con el nombre de Margarita I y fue artífice de la creación de un gran reino que unía Dinamarca, Suecia, Finlandia, Noruega, Islandia y Groenlandia.

Para consolidar la fortaleza de sus dominios, adoptó como hijo y heredero a Erico de Pomerania, un futuro rey aceptado sin reservas por todos sus súbditos. En la película aparece siempre con la corona puesta, como si temiera que podían arrebatársela.

Además, Margarita pactó el matrimonio de Erico con la princesa Filipa de Inglaterra, quien entonces era una niña bien pequeña. Su breve intervención es muy simpática. El pacto incluía una alianza militar que ahuyentaría a sus enemigos teutones. Todo parecía perfecto para el porvenir del enorme reino del Norte.

Hasta que apareció un hombre que afirmaba ser el rey Olaf. Aseguraba que había permanecido en cautividad 15 años. Había pasado tanto tiempo que no podía ser identificado con facilidad, ni por su propia madre. Además, en su rostro había signos de torturas y maltrato en su supuesta prisión.

La película juega con la ambigüedad en todo momento. ¿La reina se autoengaña con la ilusión de haber recuperado a su hijo? ¿Los que rápidamente le acusan de impostor lo hacen por convicción o por defender al reino de la incertidumbre?

Nos habla de un periodo de la historia de Escandinavia poco conocido y en especial nos acerca a la figura de esta poderosa reina. Pero encuentro que una vez planteado el conflicto central, la película se estanca y no justifica sus dos horas de metraje.

El viaje de un águila real permite hacer un homenaje a la rica biodiversidad que atesora la Península Ibérica. Una tarea que siempre quedará incompleta y más todavía en un trabajo de una hora larga. El apartado dedicado a la ornitología es el más rico, por la variedad de especies que se muestran.

El águila, expulsada de su territorio y en busca de uno nuevo, se enfrentará a la agresividad de los córvidos, a la necesidad de cazar y a las peleas con ejemplares de su especie, mientras se nos regala alguna vista aérea mágica como la del salto del Nervión o la de la grandiosa dehesa de Los Pedroches.

El documental también alerta sobre los peligros para la fauna que son responsabilidad de los humanos, desde los postes eléctricos que no protegen a las aves, hasta la malvada costumbre de sembrar con veneno los campos para matar toda clase de depredadores de manera indiscriminada. Es una denuncia que ya expuso Félix en su mítica “El hombre y la Tierra”, un grave problema al que dedicó un documental completo. Pero claro, el programa de Félix se emitía en horas de máxima audiencia de la única televisión, mientras que esforzados trabajos como “Guadalquivir”, “Cantábrico”, “Dehesa” o esta “Iberia” tienen una difusión más limitada y merecerían más.

Un documental, candidato al premio Goya, recomendable para los aficionados a la naturaleza. Las tres secuencias que me han parecido más sorprendentes las comento en el spoiler.