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España España · Málaga
Críticas de Franky_23
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Críticas 215
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
10 de marzo de 2012
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Shame" bien podría ser la película más estimulante del pasado año. A muchos niveles. En su segundo trabajo como director, Steve McQueen (no confundir con el legendario actor) filma una cinta subyugada al placer, pero también al odio, al dolor. El realizador británico vuelve a contar con Michael Fassbender, tras su anterior y primera colaboración juntos, "Hunger" (2008), y lo somete de nuevo a un encierro: pero si en la primera las paredes del cautiverio eran de hormigón, en "Shame" es la mente de Fassbender la que se encuentra aislada, encerrada en su propia prisión de envilecimiento y vergüenza.

La cinta se asemeja a una bomba de relojería. Tanto por el ritmo lento y pausado, cargado de desazón, que imprime McQueen a su composición, como por la excelente banda sonora de Harry Escott, culpable de una inmersión absoluta en la historia de este galán treintañero, tótem viril, envidia de todos y anhelo de todas, adonis apolíneo, coraza en realidad de un intelecto roto, frustrado, sumido en una espiral de odio a su persona, de impericia a la hora no ya de amar, sino de conectar siquiera con el ser más cercano a él, su igualmente herida hermana, una estupenda Carey Mulligan.

Fassbender se confirma como un actor portentoso, de esos que no necesitan casi palabras para decirte algo porque ya lo están haciendo con una simple mirada. Se adivina que no ha sido este un papel fácil, que ha precisado de un recogimiento y un análisis introspectivo del personaje. Y por eso es mucho mayor la satisfacción cuando compruebas que el autómata al que has visto antes masturbándose en el baño de la oficina en una especie de ritual diario, siendo benefactor del negocio más antiguo del mundo o buceando a todas horas con su ordenador por páginas pornográficas, es también capaz de derramar una lágrima.

Hubiera sido muy fácil perderse en el mundo del sexo entendido no como muestra de afecto entre dos seres sino como mera vía liberadora de deseos fluidos. El mayor mérito de la puesta en escena de esta descorazonadora historia es sentir empatía, lástima, llámenlo como quieran, hacia un individuo que lo tiene todo, o que podría tenerlo todo, pero que no tiene nada, que obedece a sus impulsos más lujuriosos de forma doliente y mecánica, en busca constante del placer, culpable o no, que tanto ansía. O, quién sabe, en busca de una versión de sí mismo con la que sentirse bien, en un mundo cada vez más poblado por farsantes de dudosa e hipócrita moral, ajenos a la vergüenza, encerrados, como Brandon, en una prisión espiritual.
Franky_23
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6
4 de febrero de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El personaje de J. Edgar Hoover, director del mismo FBI que hace unos días clausuró cierta web de alojamiento de contenidos, ya aparecía en la película de Michael Mann Enemigos públicos (2009). Lo interpretaba con solvencia Billy Crudup, adelantando muchas de las particularidades de un personaje que ahora Leonardo DiCaprio, en su primera colaboración con Clint Eastwood, hace suyo por completo. Un tipo reservado, ambicioso y que logró sobrevivir al frente de la Oficina Federal de Investigación a siete presidentes, prueba latente de obstinada y férrea índole.

En la película de Michael Mann su rol era secundario: era su presencia la que empujaba al agente Purvis a lanzarse a la persecución y captura del afamado atracador de bancos John Dillinger. En los créditos finales de dicho filme se nos revelaba el destino último de Melvin Purvis: su renuncia al FBI y su posterior fallecimiento. Renuncia que se descubre en esta cinta como destierro instigado por un Hoover receloso de su escasa popularidad en pos de la del agente. Quizá por eso el director de Poder absoluto (1996) confiere ahora a Edgar toda la atención que siempre buscó y que nunca llegó a merecer del todo, a tenor del relato.

Son muchos los episodios de la vida de este defensor del pueblo americano los que se nos muestran en una película que sobrepasa las dos horas de duración. Entre medio de los avances en forma de métodos científicos que ayudasen a combatir el crimen, Eastwood encuentra tiempo, como es de obligación en este tipo de propuestas, para ojear la biografía íntima de J. Edgar, a tres bandas con una madre dominante, la compañera y secretaria del temible dignatario y un cómplice masculino venido a más.

Cerca de cincuenta años (desde la juventud hasta la edad anciana, con un maquillaje más logrado en algunos personajes que en otros) comprendidos en un título que no logra conmover al presente y que está lejos de ser una de las grandes obras de un director que hasta hace poco nos tenía acostumbrados a una obra maestra detrás de otra. La película patina en su voluminosa y enredada narración en dos tiempos, agravada por la naturaleza del filme de fiel crónica intimista y política. El problema quizás resida en que esta vez la tarea era demasiado teórica, aunque se agradece el empeño, o en que quizás los tipos buenos, los que se sientan del lado de la ley aunque siempre se empeñen en quebrantarla con acciones de dudosa moral, nunca serán tan extraordinarios como los que corren libres del otro lado (y) de ella.
Franky_23
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8
12 de enero de 2012
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
'Homeland' ha sido (con permiso de 'Black Mirror', que no puede ni debe considerarse una serie al uso) la serie revelación de la temporada. Está orquestada por las mentes pensantes de la '24' de Jack Bauer, y nos cuenta la historia de un prisionero de guerra (Damian Lewis, 'Hermanos de sangre') que vuelve a casa tras ocho años de cautiverio en Irak convertido en héroe, y la de una agente de la CIA (Claire Danes) que no lo ve como tal y sospecha que quizá se haya pasado al bando contrario.

No me sorprende comprobar que la serie israelí en que se basa esta 'Homeland' discurra por derroteros ligeramente diferentes: mientras que esta adaptación americana se mueve más en el terreno conspiratorio y artificiero, la serie madre se centra mayoritariamente en el drama personal al que se enfrentan estos soldados, cautivos durante años de un enemigo al que no entienden, héroes por obligación en su prorrogado retorno a un hogar que ahora es extraño.

Sería no obstante injusto vilipendiar la propuesta de los creadores de los días con más trances y fatalidades en la vida de un mortal, pues si bien 'Homeland' comparte con '24' ciertos códigos de acción frenética, es una oferta un tanto más pausada, que se detiene a observar a los personajes, y a dejar que estos, con su buen hacer, nos hagan partícipes de las intrigas secretas y demás maquinaciones. La serie alcanza de hecho sus mejores momentos cuando entiende la calma como anticipo ineludible de la tempestad.


El espectador que de una oportunidad a 'Homeland' encontrará en ella un retrato certero e implacable de la América post 11 de septiembre, de una sociedad que mandó al frente a sus hombres para combatir el eje del mal y de un pueblo que de la noche a la mañana se vio invadido por fuerzas ajenas y coloniales. Este es el contexto, el marco donde se desarrolla el verdadero duelo de púgiles, acertado él, memorable ella, una suerte de tira y afloja entre un gato y un ratón que se acercan demasiado.

Acabada la primera temporada, estamos de enhorabuena. La serie ha sabido jugar sus cartas con sana destreza, resolviendo satisfactoriamente el complejo entramado que presentaba en su potente premisa. No era tarea fácil, y menos lo será encarar una segunda temporada ya firmada. Confiemos en que sabrán llevar a buen (y cercano) puerto esta interesante narración.
Franky_23
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5
3 de enero de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los seguidores de la serie líder en audiencia de TVE esperaban con más curiosidad que efervescencia el salto del héroe ninja del siglo XVIII de la pequeña a la gran pantalla. El director y los guionistas, parece que también. Aunque sería injusto (por parte de aquellos que seguimos las andanzas de este maestro metido a espadachín en una España que fue más convulsa de lo que se muestra) despreciar esta incursión en salas de Águila Roja, lo cierto es que es evidente la pereza y la comodidad en las que se asienta la película: esta no es sino un capítulo más de la serie, con un presupuesto algo mayor, eso sí, que se traduce en más secuencias en exteriores y en la participación de un tigre. No busquen más, porque no lo hay.

Pero de nuevo, ¿es justo ensañarse con algo que festejas (aunque desde el ligero bochorno) semana tras semana? Pues no, y aunque produzca cierta vergüenza declararse partidario del pseudo-héroe que es Águila Roja (no así de su fiel escudero, Sátur, responsable de los mejores y más cómicos momentos de esta suerte de epopeya), hay que aceptar que dentro de la ficción española nunca vamos a encontrar nada que se salga del molde (exceptuando una maravilla que se llama 'Crematorio'), y que al menos 'Águila Roja' tiene sus momentos. Muchos. De vergüenza ajena. También alguno que otro inspirado. Pocos, pero los tiene. Amén de que intenta ofrecer algo diferente en el panorama nacional, aunque acabe siendo la misma mierda, con perdón, de siempre. Eso sí, un rato entretenida.

Y como manda el canon, la película es más larga, más grande y sin cortes (esto aquí no vale porque TVE ya emite sin publicidad). La trama se amplifica, sale de la villa e incorpora un conflicto entre países a escala mayor. Hay batallas (por llamarlo de algún modo), conspiraciones palaciegas y dilemas morales del héroe que beben de no se sabe ya cuántas fuentes distintas. Repiten los fijos de la serie, y se incorporan el serrano Fiti y Mauricio de Aída: porque Globomedia es una gran familia que repite rostros como se repite la canción de moda en verano. Por el camino, se pierde el único aliciente que tenemos los que vemos la serie: descubrir de una vez los orígenes de Águila Roja, padre de familia, maestro de escuela por el día, héroe siempre que se le necesite, hijo bastardo de Rey, hermano secreto de su enemigo más mortal, y, al final del día, pobre alma que busca, camuflado de aguilucho, su lugar en el mundo. Todo un culebrón.
Franky_23
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9
2 de enero de 2012
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sólo por respetar los códigos del cine mudo es 'The Artist' una digna aprendiz y traslación contemporánea de este. Lo es también por recuperar su esencia. Desde los magníficos (por respetar el estilo original) títulos de crédito, el espectador firma un pacto con lo que se muestra en pantalla para retroceder unos cuantos años en el tiempo, a aquél en que las palabras no perturbaban las imágenes de lo que nació como revolución y evolucionó a arte.

Michel Hazanavicius ha rodado una cinta de corte clásico (el más clásico que existe) apoyándose en las claves que proporciona la imagen en la ausencia de la palabra. Una cinta que exprime el estupendo y fructífero recurso de 'cine dentro del cine', y que nos cuenta la historia de un actor de éxito al que puede que le haya llegado la hora de colgar las botas con la llegada del cine sonoro. En el otro extremo de la balanza, asistimos cómplices al ascenso al estrellato de una bella y resuelta joven que empieza a abrirse camino en la industria cinematográfica. En resumidas cuentas, lo que vendría a ser el acto inmediatamente anterior a 'El crepúsculo de los dioses'.

La historia es simple, pero poderosa y veraz. Con la incorporación del sonido a las películas, hubo muchos actores y actrices que no supieron reaccionar ante tamaña novedad. Artesanos incontestables del oficio de actor 'mudo', no supieron expresar con sus voces lo que contaban con poses y muecas. Una generación que se quedó sin voz en el panorama que surgía imparable, viéndose relegada al más cruel de los olvidos y siendo sustituida por rostros que, de repente, hablaban. La consecuencia fue que dejó de interesar que no se oyesen voces en el cine. Y quizá fue esta la realidad que muchos, entre los que figura el inspirado George Valentin de 'The Artist', no supieron o quisieron aceptar: que la imagen, entendida como portentosa contadora de historias, había perdido su poder.
Franky_23
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