Cuando llegues al tercer capítulo te enganchará. La música es una colección de épica a lo Hans Zimmer y algo de rock espacial. Tiene un estilo de humor agradable. Una mezcla de "Interestellar", "Moon" y "Rick&Morty" que merece la pena. Tiene buenas referencias, y los diálogos resultan hilarantes. Cada personaje aporta algo a la serie y el grafismo está bien construido. Parece más simple de lo que es, pero es una buena serie. Muy amena, se ve rápido.

Esta entrañable y carismática pequeñaja protagoniza un divertido y trepidante drama familiar a través de una dinámica "road movie" que integra a la perfección un estilo de comedia muy sano e inocente con un trasfondo filosófico conciso pero contundente. Las circunstancias familiares sumadas a las particularidades de cada componente de la familia se entrecruzan dando pie a una serie de absurdos y fascinantes acontecimientos de lo más divertidos. Además, el filme arroja diferentes reflexiones sobre la vida muy acertadas desde un lenguaje accesible a todos los públicos. Es una película sensible y divertida, de esas en las que el cine constituye una poderosa herramienta pedagógica para ver en familia.

Kenneth Lonergan nos cuenta un conmovedor y durísimo drama. Para ello emplea un original metraje, siendo la edición, el orden narrativo y el ritmo de los elementos que conforman la cronología de la película uno de sus puntos fuertes. Otro de sus puntos fuertes es la OST, destacando elección de piezas clásicas como "El Mesias" de Haendel, entre otras, para momentos clave de la película y que facilitan la atmósfera. En lo que respecta a Casey Affleck, nos deleita con una dicotómica interpretación capaz de mostrar la dualidad del personaje con precisión. La fotografía es excelente y los planos transmiten mucha intimidad en todo momento. Es una película que puede agotar emocionalmente al espectador por resultar densa o sorprendentemente dura a medida que se revela a modo de flashbacks el pasado de los personajes.

Bradley Cooper y Lady Gaga nos deleitan con la sobrecogedora historia del romance y vida de Jackson Maine y Ally. Él, un "Charles Bukowski" convertido en estrella del rock que abusa del alcohol para combatir una personalidad profundamente depresiva marcada por un recurrente existencialismo nihilista. Ella, un diamante en bruto cuya carrera comienza a despegar, deberá hacer frente al éxito y la fama sobrevenida así como a una intensa relación amorosa que la forzará a sentir emociones muy fuertes. Es una de esas películas que consiguen traspasar la pantalla, llegar al espectador, e incluso arrancar alguna que otra lágrima. No deja indiferente, sino más bien resta un denso poso en el pecho tras experimentar todo su recorrido emocional.

Pese a lo mediático del asunto, esta historia de amor entre famosos se muestra desde un encuadre íntimo y subjetivo que permite humanizar a ambos y empatizar mucho con ellos. Los personajes son carismáticos y están perfectamente construidos. El filme se antoja por momentos inspirado en las vidas de muchos grandes artistas como Kurt Kobain y Courtney Love, Johnny Cash y June Carter, Amy Winehouse y Blake Fielder, o Ray Charles y sus muchas parejas.

El montaje arranca de forma electrizante y posee un cierre magnífico muy emotivo tras una meseta de relativa continuidad. La fotografía es exquisita y los planos responden con exactitud a cada propósito. En ocasiones se puede casi notar el etílico hedor de Jack o el sabor a tabaco y amarga resaca de sus besos. En lo musical, Gaga logra no eclipsar con su evidente talento a un sorprendente Bradley Cooper a la altura y que consigue aunar en este proyecto una de sus mejores interpretaciones hasta la fecha y un excelente trabajo como director. Las escenas musicales resultan emotivas, y sus letras definen con precisión la circunstancia a medida que se desarrolla la trama. En definitiva, es una gran película que permite al espectador sentir el vértigo de la fama y experimentar el amplio abanico emocional que posee un romance de estas características, reproducido con fidelidad y mucho buen gusto.

Pese a que Bojack Horseman pueda parecer lenta o cueste engancharse a ella al principio, a medida que avanzamos (y conocemos mejor la historia de Bojack) encontramos una serie con mucha personalidad que nos ofrece un espejo frente al que vernos reflejados. Nos permite enfrentarnos a realidades muy duras de nosotros mismos a través de la vida de este complejo protagonista. Bojack posee un marcado existencialismo nihilista y ofrece al espectador un crudo relato humano. En sus reflexiones podremos explorar en nosotros mismos, pero más aún en sus silencios y en la dureza de algunas de las escenas de mayor intimidad y conexión personal que ofrece la pantalla.

Tras un llamativo y descarado escaparate visual, se esconde una profunda serie adulta cargada de melancolía, auto-boicot humano y expectativas humanas. Es una serie sobre la identidad y la búsqueda de la felicidad que posee una atmósfera depresiva pero hilarante capaz de emocionar al espectador generando multitud de sentimientos encontrados y emociones ambivalentes. Es evidente que Bojack Horseman mejora con el tiempo y merece la pena hacer un esfuerzo inicial para dejarse cautivar por ella.