Obra cumbre de la literatura romántica, muy polémica en su época por la valentía de sus propuestas, "Jane Eyre" de Charlotte Brontë, publicada bajo el seudónimo de Currer Bell, en 1847, es sobre todo un hermoso y conmovedor relato de amor. Esta adaptación liderada por la presencia de Orson Welles (Jane Eyre, 1943) "Alma rebelde" en España, disponible gratuitamente en Youtube, seguro que no es la más completa dada su duración de apenas 97 minutos, pero sí que es fiel al espíritu del libro, y la más fascinante de todas las versiones de esta novela adelantada a su tiempo y plena de fuerza para censurar tanta injusticia social: Condena la utilización de la religión al servicio de intereses espúreos y como coartada para justificar la explotación de seres humanos, el enriquecimiento a costa de los débiles y crímenes por omisión y negligencia. Denuncia el machismo y la discriminación social de la mujer, la represión sexual, la educación clasista y se posiciona en términos que anticipan y prefiguran el feminismo.

Después de una mísera niñez en un orfanato padeciendo penurias y humillaciones, Jane Eyre acepta un trabajo como institutriz de una pizpireta niña francesa en la aislada y sombría mansión de Thornfield Hall. Jane se enamora del señor Rochester, el inquietante señor de Thornfield. Poco a poco se gana su corazón, pero los oscuros secretos del pasado socavarán su felicidad. Especial encanto tienen los pequeñas encarnadas por Peggy Ann Garner (Jane Eyre de niña) y Elizabeth Taylor (su amiga Helen) en el primer tramo de la película. Más tarde, la aparición del colérico jinete con sus mastines entre la niebla del páramo, la fisicidad intrínseca de Orson Welles nos atrapa con su amargura, esa tortura interior, su indolencia y su rudeza. Su imponente figura y oscura voz contrastan muy bien con la aparente fragilidad del personaje que borda Joan Fontaine, mujer sufrida pero segura de lo que quiere y consciente de su condición.

Edward Rochester (Orson Welles) es la figura que preside este subyugante melodrama, un arrogante personaje que se adapta como un guante a los gustos interpretativos del actor, que había hecho una versión de la obra para la radio, un alma torturada y solitaria, envuelta siempre en un halo de misterio. Todos los personajes están muy bien perfilados, son coherentes y tienen una densidad psicológica. La ambientación es portentosa para la época, recrea ese clima inglés brumoso, la lluvia pertinaz con sus violentas tormentas. La banda sonora de Bernard Herrmann, ejecuta una partitura orquestal dramática y romántica de gran belleza, que incorpora sugerentes melodías. La fotografía creativa, de George Barnes presenta un excelente B/N, haciendo uso de negros densos, magníficos claroscuros, largas sombras creando con habilidad ambientes siniestros y paisajes fantasmagóricos. Son perturbadoras imágenes que ilustran un atormentado amor que el destino parece sentenciar. La célebre obra de Charlotte Bronte, así como esta adaptación son todo un emblemático ejemplo de un clásico gótico. Hacía muchos años que no la revisaba y me ha vuelto a maravillar.

Clásico drama judicial basado en hechos reales e inspirado en una obra teatral estrenada en 1955, narrando uno de los casos más controvertidos de los años 20. La injusta acusación sobre un joven maestro que imparte a sus alumnos la teoría de Darwin en una pequeña ciudad del estado sureño de Tennesse, y que se convierte en una diatriba en torno al libre pensamiento. Centrándose su trama en un enfrentamiento sin tregua entre un político ultra conservador que ayuda al fiscal con intención de sacar rédito político (magistral Fredric March), arrogante y cínico, pero a la vez patético y entrañable, frente a un abogado progresista (excelente Spencer Tracy), que asume desde la razón el discurso moral humanista que reivindica este acertado film: “He venido a defender el derecho a pensar”. Es evidente que el caso es un mero pretexto del creador del film, para denunciar algo más latente y actual como es la intolerancia y el fanatismo moral.

Desde la apertura del film con la detención del acusado, percibimos un ambiente opresivo y radical de una sociedad reaccionaria que se ciñe al dogma sin respetar la discrepancia. Se juzga a un hombre que piensa diferente apoyado en la ciencia, ante un tribunal contaminado por el radicalismo de la fe, mientras desprecia la razón, sometido a los intereses políticos de la clase dirigente que quiere dominar al ciudadano con soflamas radicales y populistas. Recrea una lucha contra la intolerancia que en mi opinión es lo más destacable moralmente de esta obra producida y dirigida con habilidad por el singular e inconformista Stanley Kramer. Cineasta comprometido socialmente de espíritu liberal que pretendía abordar temas sociales y morales muy típicos de su tiempo.

Se trata de una lucha sin cuartel entre el conocimiento y la ignorancia, la razón contra el dogma, la libertad de pensamiento contra el totalitarismo radical. A favor de la libre educación y en contra de la manipulación ideológica. Ambientada de forma soberbia con esa sala del juicio popular, intercalada de escenas intimistas donde conocemos realmente a los personajes en su vida interior. En medio de un asfixiante calor que ayuda a proyectar visualmente esa tensión progresiva que asume el relato y donde los protagonista defienden con pasión febril sus postulados irrenunciables. Los primeros planos de sus protagonistas describen rostros sudorosos y argumentos demoledores que hacen sentirse al espectador como parte de ese jurado popular, sometidos a la presión cultural de ese profundo sur que se niega a renunciar a sus principios ancestrales y caducos, radicales en el tema religioso.

La espléndida fotografía en blanco y negro refleja perfectamente el clima viciado del tendencioso juicio. Otro aspecto interesante más allá de los arquetipos políticos de la pequeña ciudad, es la figura del periodista (excelente Gene Kelly), que asume con dignidad y rebeldía ante los poderosos, el 4º poder que define en una frase: “Defender a los oprimidos frente a los opresores”. Una especie de voz de la conciencia, el notario del bochornoso evento que se muestra de forma lacónica y a veces rozando el sarcasmo como forma de señalar a una sociedad cargada de traumas y prejuicios. Una buena muestra de cuando el cine, además de entretener, creaba reflexión y opinión. Lo pueden llamar discursivo, pero lo que no pueden decir es que este tipo de cine es obsoleto o banal, porque aborda temas atemporales y recurrentes en la condición humana. El progreso en el mejor sentido de la palabra (últimamente prostituida), contra conservadurismo reaccionario.

Los jóvenes aficionados al cine que no hayan tenido la ocasión de ver esta película, presuntamente de aventuras, pero que en realidad tiene muchas lecturas morales, pueden disfrutar de una velada muy atractiva esta noche en la 2 de TVE. Pueden descubrir una historia emocionante que les puede marcar para siempre por su reflexión profundamente humana. Un film donde la educación y la figura paterna juegan un papel determinante y que a pesar de los años transcurridos sigue siendo un clásico imperecedero por su discurso universalmente aceptado sobre la condición humana.

En el ámbito de la educación, es por todos sabido que la cultura del esfuerzo, el trabajo, el respeto y el sacrificio, dignifica al hombre, y no lo digo yo, lo confirma la Historia. En estos tiempos que vivimos todo lo apuntado es poco valorado si vemos cómo se educa en la benevolencia de que todo puede ser fácil y gratuito de conseguir con "El buen rollito si todos somos colegas". Es la forma más errónea de educar la formación del ser humano, y que le ayudará a no valorar lo que de verdad merece la pena, más allá de los valores materiales y mundanos, existen valores que no tienen precio, la humildad, la amistad y la camaradería influyen decisivamente en hacernos más humanos y sensibles, como podemos ver en esta historia emotiva y fascinante de iniciación a la vida. De cómo una mala educación, puede convertir a un niño en un pequeño monstruo, un ser mezquino, altanero y cruel, un mentiroso manipulador que sabe aprovecharse bien de la posición económica que disfruta, déspota con sus amigos, gracias a la fortuna de su padre, cuya forma de vida intenta reproducir a pequeña escala con sus compañeros de colegio. Afortunadamente un insobornable y caprichoso destino le depara una sabia lección moral que le cambiará la vida.

Basada en una novela editada en 1897, del escritor británico y premio Nobel de Literatura Rudyar Kipling, el excelente guión es interpretado por unos actores en pleno estado de gracia para cautivarnos con su sencillez, y la vez autenticidad humana. No es de extrañar, por tanto que “Captains Corageus" se apoye sobre una rígida estructura formal: cada secuencia está concebida como una enseñanza moral, una suma de enseñanzas basadas en el esfuerzo, el respeto por tus semejantes y la nobleza, entendiendo que es necesario dar a los demás tanto como recibir de ellos, siempre evocando y respetando la memoria de los hombres de la mar. Grandiosa propuesta cinematográfica para todos los públicos que deja en ridículo tanta pirotecnia fílmica actual que no aporta más que una deleznable inanidad.

No cabe duda que los guionistas han seguido, en cierto modo, la estela de aquella célebre obra teatral luego convertida en película y que da título a mi reseña. La gran diferencia es que se desarrolla en la actualidad "A la española", utilizando la jerga nuestra, nada que ver con la problemática neoyorquina, tan neurótica como cruel allá por los años sesenta. Extraña pareja son los dos Rafaeles porque tienen una visión de la vida totalmente antagónica, pero a pesar de no coincidir en casi nada, y andar continuamente como el perro y el gato, les une una vieja y sincera amistad, un sentimiento profundo y humano que ambos asumen pese a sus serias discrepancias. Para que mi reseña tenga sentido os invito a la zona spoiler para desarrollar mi opinión, gracias.

Gracias a la nueva edición en DVD por parte de TVE, he tenido la oportunidad de rescatar de mis recuerdos de infancia esta serie legendaria del realizador Pedro Amalio López, que me conmovió pese a ser un niño al que hacía poco que le habían llevado a casa su primera televisión. Por extraño que parezca, había mucha más cultura que ahora, en cualquier programa teatral como los "Estudio 1", o las novelas en formato de series como esta producción, o incluso, hasta los programas de entretenimiento eran de una dignidad e inteligencia asombrosa. Y no los defiendo desde la nostalgia sino desde el análisis crítico, teniendo en cuenta que no había libertades, ni medios económicos como hoy, resulta mucho más meritorio que la zafiedad y la banalidad que nos invade teniendo todas las libertades garantizadas. Los clásicos se han convertido en veneno para las audiencias gracias a la indigencia cultural que padecemos donde casi nadie lee y los libreros deben cerrar sus negocios ante la escasa clientela. Un pueblo (no todos, por supuesto) repleto de ignorantes y tarugos es terreno abonado para la mediocridad y el cinismo de nuestros representantes políticos, y así nos va.

Volviendo a la obra que me ocupa, por cierto muy poco vista en F. A., al no encontrar ninguna reseña, destaca por ser un documento histórico en el terreno televisivo, pues su calidad técnica es deficiente, mas he de reconocer que es una humilde pero digna producción para los medios de la época. Excesivamente teatral debido a su bajo presupuesto y rodada en unos pocos decorados y escasos exteriores, se sirve de la voz en off del narrador para suprimir pasajes aventureros y hacer avanzar su trama. Los diálogos son muy cuidados y el guión se puede calificar de modélico, respetando el espíritu de la novela. Los actores son de lo mejor de Prado del Rey por entonces, creo que cumplen por su naturalidad dentro del estilo teatral del relato. Abundan los primeros planos y los planos medios ya que el relato se sostiene más por los gestos de los actores que por escasos ambientes descriptivos.

Se trata de una grandiosa trama de aventuras y pasiones desbordadas, donde se dan cita la amistad, el amor, la soledad, la justicia que imparte el hombre no siempre con equidad, la venganza que nunca podrá curar el odio, el perdón difícil de otorgar y la piedad incompatible con el rencor, sin olvidarnos de la avaricia, la traición y la envidia. Un hombre al que arrebataron la libertad cuando iba a crear una familia es un muerto en vida, una deslumbrante carrera como marino truncada por el fatal destino. La despótica arrogancia de los poderosos y la sumisión servil y zafia al vil metal.

Como todos los clásicos tiene múltiples lecturas y subtramas. Siendo en mi opinión, temas complejos y humanos lo que pretende exponer como reflexión filosófica el escritor Alejandro Dumas, en esta obra maestra de la literatura, casi siempre deficitaria en su adaptación al cine y la TV. Todo lo antes mencionado y otros detalles que amplío en spoiler, forman parte del planteamiento sociológico del autor. Todo ello suscita ambiguas lecturas morales que se prestaban a múltiples situaciones arriesgadas para el lenguaje cinematográfico y que cuesta mucho plasmar en imágenes. Una obra literaria grandiosa e inalterable al tiempo.