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España España · Badajoz
Críticas de Pachón
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Críticas 145
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
10
29 de febrero de 2024
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Los ancianos, ¡qué gente! No es raro que estas figuras representen una venerable sabiduría obtenida por la experiencia, casi que son la encarnación del sentido común y el buen juicio, así como se yerguen en guardianes de viejos valores a menudo mirados con buenos ojos, también suelen ser los encargados de que en la familia no vaya cada uno por su cuenta. Una serie de tópicos que son también comunes en las culturas de Asia Oriental donde la influencia del confucianismo, en ocasiones más fuerte y en otras menos, se ha hecho notar en cómo se representan las relaciones familiares y, dentro de ellas, los ancianos como padres de padres. En este marco intelectual la piedad filial, el respeto y casi sumisión de los hijos respeto a sus padres, es una de las relaciones fundamentales que se deben de respetar si se quiere vivir en una sociedad equilibrada. En Japón se difundió esta ética entre los siglos XVII y XIX y dejó su impronta. Tras las reformas occidentalizadoras y nacionalistas de la Era Meiji se buscan nuevos modelos, nuevas imágenes, para estructuras la sociedad nipona; se subsume el respeto y sumisión a los padres por el respeto al Estado y la sociedad nacional, en abstracto (en el microcosmos familiar la relación padres-hijos es análoga a la de Estado-ciudadanos); más adelante en los años 30 y 40 del siglo XX, paralelamente a las dinámicas imperialistas del Japón y su militarización, la figura del Estado se funde con la del Emperador que sirve como un padre figurado para todo el pueblo japonés. Estas transformaciones en gran medida se justificaron como un "volver a las raíces" nipón donde se trató de separar e incluso eliminar lo que se percibían como influencias extranjeras en la cultura japonesa, influencias que venían tanto de Occidente como de China. Y de China venía el confuncianismo. Sin embargo, marco nuclear de las relaciones y el equilibrio social que desarrollaron los pensadores y políticos más adeptos de eliminar influencias extranjeras coincidían en muchas ocasiones con las versiones más oficiales del antiguo confuncianismo. Nos podemos preguntar si no se trató de una mistificación y apropiación de una filosofía útil en lugar de una mera coincidencia o convergencia.

Pero en 1945 termina la Segunda Guerra Mundial y Japón es uno de los perdedores. Se establece una ocupación militar por parte de los Aliados occidentales que durará hasta 1952. Durante este periodo la administración aliada lleva a cabo una campaña para estirpar de la cultura japonesa aquellos elementos que se percibieron como problemáticos y que pudieran llevar a una nueva oleada de militarismo, autoritarismo e imperialismo, elementos leídos como retrógrados y arcaicos. Esto afectaría a las relaciones familiares y el papel de la familia en la que debería ser la nueva sociedad japonesa.

Es en este contexto en el que se estrena "Cuentos de Tokio" en 1953, un año después de acabar la ocupación estadounidense. En esta película se nos presenta una pareja de ancianos como protagonistas, una pareja provinciana que decide ir a ver a sus hijos y sus familias que viven en Tokio. De primeras el mensaje es uno que nos es familiar: el respeto a nuestros mayores y la importancia de mantener unas relaciones familiares armónicas. Durante toda la película vemos como los hijos (y los hijos de estos) mantienen diversas actitudes hacia sus padres, todas actitudes que podríamos considerar "negativas", desde la desidia y la desatención inconsciente hasta otras menos sutiles de molestia, desagrado e instrumentalismo. Los ancianos deciden ignorar estas actitudes y presentar siempre una buena cara para asegurar el bienestar y la continuación de la familia. Uno podría creer de primeras que la película le dice "¡mira como tratan los hijos a sus padres en estos tiempos modernos! ¡Y esto pasará de generación en generación!"

Pero no creo que sea así.

Durante la segunda parte de la película el espectador se puede dar cuenta de que como estos dos ancianos no se ponen una máscara de amabilidad y formalidad para crear una ficción de que todo está bien cuando están siendo, por lo menos, ignorados. No: la encantadora pareja es consciente de lo que pasa y actúan en consecuencia pero no lo interpretan desde el prisma de "las nuevas generaciones ya no respetan nada" sino de la aceptación de que sus hijos se han criado en circunstancias distintas que dan lugar actitudes, comportamientos y perspectivas distintas. Actitudes, comportamientos y perspectivas que pueden extrañar a los que vinieron antes pero que son perfectamente lógicas respecto al mundo en el que viven. Es, desde luego, una perspectiva sociológica bastante materialista.

Pero no acaba aquí la cosa, no. "Cuentos de Tokio" no se limita a contemplar una nueva realidad de manera descriptiva, sin prejuicios, sino que da un salto de fe y nos invita a comprender y valorar lo que, en principio, nos puede extrañar, molestar y hasta repugnar. Nos invita a ver este nuevo mundo, con sus nuevas relaciones y, por supuesto, con sus fallas, como un horizonte en el que cada persona pueda realizarse según lo que mejor crea conveniente sin presión de esos terceros que esa voluble y distorsionada tradición ha puesto en un puesto de mando indiscutible. Se supera, en esta historia, la piedad filial confunciana por un lado y la primacía de las relaciones "de sangre" sobre otro tipo de relaciones, por otro. Se busca otra manera de relacionarse con los demás, más libre, horizontal y sobre todo ¡empática!
Pachón
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8
18 de septiembre de 2023
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que esta peli es importante por como trata una enfermedad grave, crónica o terminal. Parte de una perspectiva que no solo es interesante sino que sería importante que integrásemos cuando hablamos de individuos con padecimientos: la autonomía de la persona. La autonomía no solo es decidir sobre cuestiones tan trascendentales como la vida y la muerte, sino que es algo cotidiano, simplemente entender que una persona con padecimientos puede, tiene derecho a ello, tener una vida plena donde se pueda valer por sí misma. Obviamente como se exprese y se ponga en práctica variará según qué enfermedad o sufrimiento pero la cuestión es esa, que pueda decidir y actuar como cualquier persona humana.

El sufrimiento es otra cuestión importante. simplemente entender que sufrir una enfermedad de estas características no se reduce simplemente a sufrir constantemente. Hay momentos y momentos, y cuando no se sufre, pues volvemos al tema de la autonomía. Por tanto, no debemos esperar a que una persona enferma esté siempre sufriendo y que por no estarlo, su enfermedad es menos grave y por tanto no se merece nuestra atención y cuidados; no hay que tratar su padecimiento somo batalla cuyos únicos desenlaces posibles son la victoria o la derrota, no existe la rendición como tal, tampoco la superación, el padecimiento no es necesariamente transformados, ni después ni durante. Esta es otra cuestión importante, la de los cuidados.

Y sobre todo, la cuestión del secuestro categórico. No debemos tratar ni imaginar a una persona enferma como una extensión de su padecimiento. El diagnóstico, el tratamiento y el padecimiento son parte significativas de su vida y afectan a sus relaciones. Pero es como cambiar de estado civil, engendrar o quedarse en paro. Por saberse que se sufre de X enfermedad, el individuo no adquiere (o no debería adquirir) una nueva identidad definida por ésta sino que es la misma persona con unas nuevas circunstancias. Por lo tanto lo más humano, lo más digno, es, dentro de lo posible, seguir tratando a esta persona como siempre; su vida no gira alrededor de su diagnóstico.

Es cierto que esta película trata el asunto de la enfermedad desde una perspectiva individual-individualista y que puede acarrear ciertos problemas, no creo que excluir las experiencias con los demás y la acción colectiva sea el camino a seguir. Esto no invalida lo anteriormente dicho, creo que simplemente debería complementarse y no son mutuamente excluyentes pero que el filme falla en mostrarlo o no quiere mostrarlo.

De todos modos es una decisión valiente a la vez que refrescante en cuanto al tratamiento de la enfermedad y el individuo enfermo en el cine.
Pachón
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Doch solntsa (C)
CortometrajeAnimación
Unión Soviética (URSS)1963
--
Animación
6
8 de junio de 2023
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"Doch solntsa" es un corto de animación soviético basado en un cuento tradicional siberiano de un pueblo no especificado.

Me ha llamado la atención la aparición del chamán como una persona mala y avariciosa, una imagen típica de la cultura soviética donde se interpreta el rol de los chamanes en sus sociedades como negativo al dedicarse al engaño y la acumulación de riqueza a expensas de las sufrimientos del pueblo, así como un agente reaccionario que siempre pone trabas a los pueblos nativos en su modernización. Sin embargo, no he podido encontrar la fuente original, por lo que no puedo saber si la historia "original" (¡la cuestión de las fuentes en la literatura oral!) le reserva este papel o se trata de un inserto soviético para darle una capa moralizante al relato.

Alrededor del texto llama la atención la dislocación entre el folklore (de folklorismo) y la cultura (o sociedad) de los pueblos nativos que se hizo en la URSS: se permite conservar, incluso fomentar, fenómenos como los cuentos ya que nadie, excepto los niños, se los creen y tienen una función explicativa de ciertos fenómenos y actitudes alrdedor de la vida (en este caso, la importancia del Sol) a través del lenguaje metafórico; mientras que se atacan las formas de organización social que se interpretan, desde fuera, como antisoviéticas.
Pachón
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8
10 de enero de 2023
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Con un argumento similar a la clásica "Salvar al soldado Ryan" Pavel Lungin nos presenta una película que en un principio parece aspirar a algo similar que la susodicha: el deber de los soldados en momentos horribles leído en clave heroica en una última lucha del bien contra el mal. Parece, porque con el correr de la cinta se nos desvela que no es así. Usando un lenguaje similar con una acción par nada aséptica sino directa y brutal, sin mucho remilgo a la hora de enseñar lo horrible de un conflicto bélico, esta película termina por ser un peculiar y superficial alegato antibelicista... envuelto en las formas de una película de acción bélica. Problemático.

La película presenta visuales muy logrados y una gran ambientación, dando un cariz mucho más humano a todo al mostrarnos la suciedad, el polvo, el cansancio y las multitudes como algo general, que no solo afecta a un bando. Del mismo modo los soldados de uno y otro lado no son héroes o villanos estoicos, atractivos sin ser hermosos, del mismo modo poseen una corporeidad que asociamos con los soldados. Son personas ante todo, casi adolescentes muchos de ellos. Esta ambientación y codificación naturalista intenta ser potenciada con una grabación tipo cámara en mano que intenta ser inmersiva sin embargo termina por marear bastante ya que se agita mucho (sobre todo si está haciendo zoom) y lastra las escenas de acción. Creo que la película destaca mucho más cuando tira de cámaras y planos fijos, con poco movimiento; o más elaborados. Por desgracia no son muchos estos momentos.
Pachón
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9
8 de diciembre de 2022
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Los nativos de distintas partes del mundo tienen una importante presencia en el mundo cinematográfico: de forma romantizada en los westerns, como objetos de estudio en documentales o como experiencias a reivindicar o las que mirar con ojo crítico, como en tanto cine social latinoamericano; por poner unos ejemplos. Son casi omnipresentes porque, pensándolo en frío, en todas partes hay comunidades leídas como indígenas. Tal vez sea la península europea el lugar del mundo con menos de estas sociedades habiendo unas pocas en lugares remotos como Finlandia o la Rusia al oeste de los Urales. Para nosotros los indígenas no solo son poblaciones con sus propias costumbres, son aquellas con una historia de colonización y que, actualmente, se les reconoce como tal y sobre las que se despliegan, por parte de los Estados y organismos supranacionales, marcos legales y estrategias legales para su protección (tristemente a veces se interpreta la protección como un camino hacia a asimilación o la folclorización más burda en el mejor de los casos).

Y los ainu no son ajenos a estas tesituras.

La palabra ainu, que en su propio idioma significa "persona", es con la que se designa a las poblaciones indígenas del norte de Japón que han tenido hasta el siglo XIX una existencia independiente (¡que no aislada!) respecto al Estado japonés así como respecto a otros vecinos, cuando fueron insertados en unas relaciones coloniales típicas. Existe cierto consenso sobre que son descendientes de los primeros habitantes prehistóricos del archipiélago, aunque esto siempre está en constante debate. Desde la colonización japonesa las comunidades ainu y sus expresiones culturales han vivido en una constante crisis existencial hasta los años 70 cuando las asociaciones civiles ainu cambiaron, ganaron momentum y el escenario internacional se hizo más favorable hacia el reconocimiento y protección de los pueblos indígenas. Los primeros y más importantes esfuerzos fueron organizados y dirigidos por los ainu mismo, cediendo el Estado japonés en ciertos aspectos en los 80 pero no ha sido hasta estas dos últimas décadas cuando, por fin, parece que desde el gobierno se están poniendo las pilas seriamente con eso de los derechos indígenas.

Un primer vistazo a la contemporaneidad de los ainu, como es el caso de esta película, revela un panorama particular para el espectador que esté acostumbrado a la imagen típica de la cinematografía sobre los indígenas, ¡estos ainu no parecen nativos! Los elementos típicos que identificamos con las tradiciones indígenas (folklore) se presentan en esta película como en un segundo plano hasta el desenlace de esta trama. Pareciera que se mirase con una mirada cínica. Sin embargo, estamos ante la pura realidad, que los ainu hoy día están muy integrados en el marco del estado-nación de Japón, la cultura de masas y la globalización. Esto no exclusivo a ellos y de hecho prácticamente todas las comunidades nativas del mundo se ven en mayor o menor medida afectadas por estas circunstancias. Pero al hablar de los ainu se nota mucho más por distintos motivos como que no llevado a cabo una lucha colonial activa y a gran escala ni se ha articulado con otros movimientos políticos propios del mundo contemporáneo, como sí ha sido muy común, por ejemplo, en latinoamérica.

En este aspecto la película refleja a la perfección el mundo liminal y lleno de contradicciones en los que viven los indígenas en los modernos Estados-nación sobre todo en casos como el de Japón que se trata de un país muy urbanizado y centralista que ha hecho gala de sofisticadas estrategias de asimilación e integración que no se han puesto en duda (hegemónicamente) hasta hace 40 años. Así que nos encontramos con este panorama que habla de lo específico de los ainu pero apunta a todos los pueblos indígenas: ¿qué implica pertenecer a una comunidad? ¿Qué es la identidad? ¿Solo tenemos una o tenemos más? ¿Cómo nos relacionamos con las imágenes sobre nuestro pasado, sobre nuestro ser cultural? ¿Estamos costreñidos a modelos inamovibles o tenemos espacio para cambiar? Este tipo de preguntas las explora la película haciendo hincapié de manera sutil en la relación entre folklore, turismo y tradición; entre la cultura de la mercancía y el mundo de los símbolos; el mundo unidimensional y prácticos frente a otros ámbitos más polifacéticos e ¿idealistas?; las tensiones entre las sensibilidades modernas propias de la cultura global (¡maman de occidente!) y las visiones más "tradicionales" relativas a nociones indigenistas, tensiones ojo que no se limitan entre distintas culturas sino que afectan profundamente dentro de las propias culturas nacionales e indígenas así como también afectan a los propios individuos, sus imágenes, relaciones y cosmovisiones.

Por eso es un acierto haber decidido que el protagonista, al menos la persona que sirve como nuestro acompañante en esta historia y con la que más nos hacen empatizar, sea un preadolescente en un setting contemporáneo. Por las especifidades propias de la historia ainu la relación de este chaval con su "cultura madre" no ha podido ser directa, solamente mediada por las experiencias de sus padres y los amigos de sus padres (que probablemente tampoco vivieron la vida ainu "tradicional"), sus abuelos y sobre todo la educación institucional y las imágenes que académicos, artistas, pensadores y otras figuras culturales han producido, con mayor o menor precisión, sobre los ainu y su cultura. Tanto el niño como la comunidad ainu en la que vive se desarrollan en esta especie de identidad liminal que surge en las intersecciones entre la cultura nacional japonesa y la indígena ainu.

Y hasta aquí puedo leer porque me acabo de enterar de que existe un límite de caracteres para las críticas.
Pachón
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