Esta no es una obra de animación cualquiera, sino una de las obras de la productora Dingo Pictures, una empresa originaria de Alemania que destacó como pionera en "mockbusters" o plagios de películas famosas, particularmente de Disney.

Creada por Roswitha Haas y Ludwig Ickert, esta compañía se ha hecho extrañamente famosa por lo nefasta que era en todos lo aspectos, y es que no hay un solo apartado en que no sea atroz, tanto en su animación (si es que puede llamarse así) como en sus doblajes, capaces de destruir la mente de cualquier adulto, no digamos ya de los niños a los que iban destinados estos productos.

Solo apta para aquellos capaces de ver películas realmente terribles y de serie z, Balto es un buen ejemplo de como eran capaces de hacer absolutamente todo mal, reaprovechar dibujos, personajes, y ofrecer un producto que pareciera barato comparado con el original, pero que no lo era, ya que los costes de producción de esto debían ser de risa.

Aparentemente lanzaron 30 producciones, 17 de ellas para formato de Playstation 2, con duraciones que van desde los 10 min hasta la hora y poco, y actualmente la marca pertenece a un tal DJ Kaito, para vender merchadising.

Un documental en el que el director H.G. Clouzot muestra el proceso creativo de Pablo Picasso, que realizó varias obras frente a la cámara que después fueron destruidas por el artista, por lo que ya sólo existen en el negativo.

Mediante una técnica novedosa que emplea telas semitransparentes, vemos los trazos apareciendo y configurando las obras mientras el artista trabaja en su estudio, logrando tanto en esas obras como en el propio documental una sencillez cercana e interesante al compás de la música de Georges Auric.

Una obra pues, que es historia del arte viva y en movimiento, y testimonio de la unión de ambos artistas.

Una cinta que aspira a ser una comedia de terror pero en la que no funcionan ninguno de esos aspectos, por un lado le falta comedia negra y por el otro el terror se queda en poca cosa.

Tampoco sabe aprovechar con inteligencia lo absurdo de su premisa para hacer una buena crítica ecologista o sobre las nuevas tecnologías, y no resulta demasiado entretenida ni tiene ningún aspecto formal destacable.

Lo único positivo, es la perezosa animatronica, a la que sacan partido en diversas situaciones, justifica el visionado de la película, y de hecho, actúa bastante mejor que el resto de sus compañeros de reparto.

Una obra que explora los pensamientos de un asesino en primera persona, como ya hicieran films como “Blast of silence” y lo hace a través de una narración más habitual en el cómic pero que aquí no desentona y de un impecable Michael Fassbender.

La película tiene buen pulso, y te sumerge en ella con facilidad, en su estado de ánimo, la dirección de David Fincher es detallista y el estilo le sienta como un guante.
La banda sonora de Trent Reznor y Atticus Ross es buena y junto a canciones de grupos como The Cure o The Smiths entre otros, encaja a la perfección y ofrece un contrapunto interesante.
La fotografía también es realmente buena y los personajes secundarios, pese a su escaso protagonismo, cumplen perfectamente.

Fincher vuelve con una propuesta muy sólida, que bebe del cine negro de serie b pero que también es fresca al mismo tiempo, y que vale mucho la pena.

Un relato sobre los hechos ocurridos en Oklahoma en los años 20 con la nación indígena de los Osage, que tras ser privados de sus tierras, tuvieron la fortuna o maldición de encontrar petróleo al ser desplazados, lo que originó una serie de acontecimientos gravísimos.

Sin duda la historia denuncia estos hechos y toma consciencia de lo importante que es la memoria, pero lo hace, y esto es impresión personal por supuesto, poniendo el foco principal en dos personajes antagonistas que no lo merecen, y con un ritmo narrativo y unas transiciones descuidadas, que desmerecen el conjunto.

En cuanto al metraje, es demasiado abultado, lo que no tiene porque ser un problema, pero en este caso la película me deja la sensación de que esa historia debía de haber sido contada en formato de serie para apreciar los detalles, la psicología de los personajes, etcétera, como ya hizo el mismo Scorsese produciendo y dirigiendo el piloto de la espléndida “Boardwalk Empire” o haber suprimido metraje innecesario para dejar la duración en unas dos horas, tiempo adecuado para una película como esta.

Sobre las virtudes, tiene unas cuantas indudablemente, una buena banda sonora y fotografía, que brillan en momentos puntuales, y actuaciones correctas en general en que para mi gusto, destacan más los personajes secundarios interpretados por Brendan Fraser, John Lithgow o Louis Cancelmi, del resto, ya sea por la historia o su actuación, no destacan del modo que deberían.

Una obra que queda algo descompensada y que por desgracia no brilla en su conjunto pese a lo loable de su denuncia y su propuesta, que deja una sensación decepcionante, ya que no parece que vaya a mejorar en futuros visionados.