La primera temporada, si se redujera a siete capítulos, hubiera merecido un nueve. Mientras FilmAffinity siga obligándonos a evaluar el contenido global de una serie, a pesar de las enormes diferencias entre temporada y temporada, tendremos que seguir votando para equilibrar el mal gusto de miles de espectadores. Estos van a lograr que esta soporífera vaca lechera vaya a tener una nueva temporada, gracias a las valoraciones positivas que rozan a día de hoy el 8, en lugar de ser inmediatamente cancelada.

La idea original era buena y ya se agotó. La segunda temporada no es más que una larga prolongación de silencios sobreactuados que sólo se interrumpen, principalmente, para hablarnos del estado de la climatología de Gilead. Destaca en esta labor de aburrimiento la protagonista de esta historia, que es la menos protagonista de la serie, cuya principal función es prolongar hasta lo absurdo las escenas, con una sorprendente gama de caras de estreñimiento.

Vivimos sobrestimulados por la gran calidad de las producciones y sus efectos sonoros y bandas sonoras; pero en esta tendencia, las grandes productoras están logrando arruinar grandes historias para garantizar a cualquier coste la continuidad de sus ingresos.

Ve la primera temporada, no pierdas el tiempo con la segunda.

Es una película artísticamente magnífica y emocionalmente compleja, por lo que desafortunadamente no va a estar al alcance de aquel público amébico que ha dejado décadas de series argumentalmente simplistas y aquel cine frío, excesivamente sexualizado y superficial tras el que escondemos nuestras tragedias y tabúes en este país. El componente desequilibrado de género era notorio en la sala y me temo que muchos hombres "concienciados" de este siglo tan "feminista" no se atreverán a cruzar el umbral de un cine con el título de esta obra. Una lástima.

No exenta de ciertas escenas que coquetean con lo ridículo o con el exceso, casi cada secuencia rebosa intensidad y deja en manos de los intérpretes una responsabilidad enorme, que han sabido asumir, aunque quizás de un modo más propio del teatro que del cine; es también una amable mirada al folklore de nuestro pasado, como era propio de la obra original. Este es ese Cine que a veces también nuestros artistas son capaces de hacer y que unos cuantos sabrán disfrutar como la gran obra que es.

No hay nada más bello en el arte del cine adaptado que se dé vida a la obra original respetando su esencia y, aun del modo en que desborda sus líneas, sinceramente creo que Federico García Lorca estaría orgulloso de ella.

Creo que al principio me dejé llevar tanto por las potencialidades de la idea -salvando el patético romance-, que la aprobé y yo soy de gatillo fácil, de regalarme a una obra que medio me conmueva y dar notas altas. Tres veces he cambiado la nota, siempre a peor; hasta llegar a esta, que es generosa.

Las interpretaciones son lamentables, con escasas excepciones, que apenas brillan entre tanta basura. Probablemente el malo, es el menos malo de los actores, y otros que pudiendo ser buenos, quedan limitados por el patético guión. Un melodrama vomitivo, del que ni el final efectista puede quitarme las arcadas y la sensación de haber perdido realmente mucho tiempo de mi vida.

Me he llevado infinidad veces las manos a la cabeza tratando de apartar la vista de las situaciones tan completamente inverosímiles, tan artificiales, esclavas de lo que el director y los guionistas tenían en su mente y no sé si es culpa de la productora tanto morbo -que es de esperar-, pero ni acabar con el recurso bochornosamente repetitivo del destape ha enderezado la calidad de la producción, sólo ha recogido una de las críticas más obvias. En el apartado de humor, las risas con un Coronado terrible, orgulloso ganador de un Goya por una película igual de mala -a la vista están los datos de esta página-, dando saltitos detrás del protagonista y tratando de darle abrazos a cada instante, están garantizadas. Y apenas de lo poco que medio se puede salvar, es la banda sonora, y sólo en ocasiones.

No me ha quedado ni un solo valor de los que querían transmitir sus personajes de papel, quizás la única aportación que ha hecho a combatir la islamofobia es que los que pretendían escenificar una lectura radical del Islam, eran tan patéticos que daban vergüenza. Porque ni los escenarios de mayor tensión eran medianamente creíbles.

Es completamente artificial, antinatural, terrorífica y la sensación que me queda es que estos guionistas y directores no han debido ver, ni se han preocupado en sus vidas por ver buen cine y buenas series. Espero que las generaciones futuras, ahora que es tan accesible, aprendan algo y no caigan en los terroríficos errores que han llenado la pequeña pantalla de nuestro país desde sus orígenes, construyendo un estereotipo que es el que queda en la mente del espectador medio cuando piensa en cine español, y que es completamente injusto.

Esta obra brillante, dentro de una atmósfera oscura y cálida frecuentemente atribuida a las producciones de Tim Burton, presenta un fugaz viaje psicológico dentro de dos etapas del desarrollo humano -la infancia y la adolescencia- desmitificando los tabúes de la oscuridad y la locura, haciéndolas cercanas, humanas, comprensibles y ofreciendo un recorrido introspectivo que plantea preguntas inquietantes y ofrece respuestas singulares, resultando un marco con un bello equilibrio entre lo claro y lo oscuro.

Una joya más en un género de animación oscura, que suele justificarse bajo la esfera de Halloween -lo que no es una excepción en la obra-, pero que da cuenta de una experiencia dual mucho más cotidiana en la existencia humana, sobre la base de ideas o fenómenos como la muerte, el sacrificio familiar o la relatividad de las percepciones y los prejuicios.

Su iluminación y gama de colores la hacen elegante en ese contraste de claroscuros, la brevedad de la trama y el encaje preciso la hacen accesible y nítida y su apropiada banda sonora dan como resultado una producción que funciona muy bien. Por otro lado, el empleo usual de escenas tipo "musical" es algo excesivamente recurrente en este género que, aunque comprensible como un formato también próximo a la infancia, quizás la sobrecarga un poco.

En general, muy agradable, muy amable y humana y psicológicamente educativa.

Creo que este director ha demostrado reiteradas veces la importancia que da a la estética en sus obras y, en ese sentido, esta película es magnífica. El apartado artístico es deslumbrante y atrapa más que su guion.

El relato en sí me parece relativamente simple, el trasfondo político de la cuestión está abarcado con demasiada superficialidad. Aunque exagerar los ingredientes de la corrupción política pueda resultar divertido, añadirlos de este modo disperso no lo hace ni cómico ni entretenido, más bien simplista, casi ingenuo.

Por lo general me parece efectista, con pequeños destellos de lucidez, que apuntan más a una oportuna ocurrencia de un guionista que al conjunto de la obra en sí.

El título de mi crítica es, lógicamente, irónico, el alegato por humanizar el trato hacia los animales en general es notorio, independientemente de la especie que sea; y los paralelismos socioeconómicos muestran que no se habla sólo de animales.

Por todo esto, junto al excelente apartado artístico, creo que merece ser considerada una buena película, pero buena sin más. Entretenida y distinguida en lo estético.