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Críticas de Time Bandit
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Críticas 124
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
3 de julio de 2015
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Realmente existe eso que se considera como una persona normal? ¿Qué requisitos debe reunir una personal para poder permanecer en dicho grupo? Y resueltas estas dudas, ¿tan necesario es ser considerado como tal? A estas preguntas, y a muchas más, quiere dar respuesta la actriz Leticia Dolera en su primera película como directora (en la que también es guionista y protagonista), en un debut que sigue la estela de sus anteriores trabajos tras las cámaras, y que consigue que el suyo sea un nombre a tener en cuenta a partir de ahora dentro del panorama cinematográfico nacional, y no exclusivamente por su carrera como actriz. Una obra que, pese a su gran y evidente lista de influencias, consigue ser personal y original de principio a fin, reforzando así la gran finalidad de la película: ser un canto a la diferencia, y al aceptarse a uno mismo. Y lo hace, entre otras formas, mostrándonos continuamente una lista redactada por la protagonista, de cualidades que debe tener toda persona normal, y comparándola con cada personaje con el que se cruza; quedando demostrado lo inútil de dicho procedimiento.

Entre las influencias anteriormente mencionadas, destacaría toda la corriente habitual en el cine indie estadounidense, especialmente las que están centradas en un romance (por tanto, no es un disparate que a alguien le venga a la mente alguna película de Woody Allen). Tanto estéticamente como por la composición de los planos puede recordar a las obras de Wes Anderson, pero sin su gusto por el exceso. En alguna ocasión, parece que nos encontramos dentro de un catalogo de muebles, siendo así muy acertado que el coprotagonista masculino trabaje en Ikea. También tiene cierto aroma a cine francés, especialmente de la vertiente más colorista de Jean-Pierre Jeunet; y no sólo por cierta similitud entre el personaje interpretado por Leticia Dolera y la inmortal Amelie de Audrey Tautou. Aunque, detrás de todo eso se oculta bastante mala baba (ibérica), y ciertos momentos que, se podrían catalogar dentro de lo comúnmente denominado como mal gusto.

Narrativamente, consigue sacar provecho a su premisa hasta el final del metraje, sin apenas altibajos, y aunque tontee demasiado con formulas demasiado usadas en este tipo de obras (como el distanciamiento entre los amantes poco antes del clímax), están bien llevadas y encajan con la idea central de lo convencional contra lo original. Aunque no sea una película de carcajadas constantes (ni pretende serlo), consigue sacar más de una; destacando escenas como la reunión canábica de cincuentonas, en uno de los mejores momentos de la carrera de Carmen Machi. Y aunque, todos los actores del reparto cumplan con creces su trabajo, uno de los artífices del éxito del resultado sea la química entre los dos protagonistas, interpretados por la propia Leticia Dolera y Manuel Burqu; lo que ya demostraron en la miniserie online “Bloquera en construcción”.

Una película colorista y alegre, pero que oculta mucha desilusión, frustración y rebeldía ocultas. En las antípodas de los subproductos para adolescentes donde la popularidad es el valor máximo alcanzable, aquí lo que cuenta es aceptarse a uno mismo. Pero no sólo funciona el mensaje, sino la manera en la que se lanza al público. Una obra que callará (o debería callar) a todos los que dicen que el cine español siempre es lo mismo. Una película que conseguirá su objetivo, porque, después de verla, ¿quién querría ser una persona normal?
Time Bandit
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8
3 de julio de 2015
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Brasil, ese país exótico de fútbol y mujeres hermosas bailando en el carnaval, pero también de grandes desigualdades. Aunque el interés desde el resto del mundo se centre en el primer aspecto, esta vez se nos muestra la segunda; y lo hace a través de la relación de una criada y sus jefes, pero especialmente las de estos con sus respectivos hijos, y con los del otro. Los expertos dicen que una de las pruebas más fiables para comprobar el nivel de desigualdad de un país es comparar el salario de los padres con las de sus descendientes; si los hijos de los ricos tienen por general sueldos muy altos, y en cambio los vástagos de los menos favorables siguen recibiendo los salarios más humildes, el resultado es un país desigual en la que el puesto de siervo o amo se hereda, de la misma forma que se hacía en la no tan lejana Edad Media. La humilde criada de esta película lo ve con naturalidad, pero no su hija. Ella no se ve como la sierva de nadie, y con un gran esfuerzo hará todo lo posible para no serlo nunca. Un esfuerzo que no es solo suyo, sino de todos los hombres y mujeres de Brasil y del mundo, que quieren cambiar el mundo por uno más justo.

Aunque la protagonista a primera vista sea la madre, el gran peso de toda la trama recae sobre los hombros de su hija: sin ella, simplemente, no habría historia. Antes, en esa mansión todo estaba en su sitio, cada pieza estaba colocada exactamente en su sitio, parecía un paraíso aislado de las miserias de las calles de su país. Pero con la llegada de la hija de la criada, todo cambia, el orden que parecía inquebrantable se cae como un castillo de naipes. Esa familia burguesa no es tan perfecta como parecía. Al principio, los tres miembros de la misma tratan de alagar a la recién llegada, pero poco a poco irán mostrando su verdadero rostro, cuando la careta de las buenas intenciones caiga para mostrar las verdaderas intenciones que tienen cada uno de ellos para con la hija de su criada. Además, se va haciendo más palpable lo que se intuye desde el primer momento (y que da nombre al título), y es que el hijo de la familia adinerada se siente mucho más cómodo con su criada (y niñera) de lo que jamás ha estado o estará con sus progenitores.

La directora brasileña Anna Muylaert acierta con el tono, entre el drama y la comedia, con el que cuenta la historia; consiguiendo un gran equilibrio en el que no cae en ningún momento en el melodrama, ni se queda en lo superfluo. Destacando también en su trabajo, la muy acertada elección de encuadres, que “atrapan” a los personajes dentro del escenario, mostrando cuál es el sitio que le corresponde a cada uno, del cual no deben salir. La trama se desarrolla con un buen ritmo, mostrándonos de forma completamente creíble la evolución de sus personajes; donde también influye la labor de todo el reparto. En este aspecto hay que destacar la gran actuación de Regina Casé, dando vida a la servil y sumisa criada, que consigue dotar de un gran humanismo al personaje.

Una película que acierta al plantear y ejecutar su crítica social, y que cuenta con ciertos toques buñuelescos, como cierta similitud con “Diario de una camarera”, y especialmente “Susana, demonio y carne”. Al mismo tiempo, sirve para recordar al público (o al menos, a todo aquel que le conceda la oportunidad) que se puede hacer cine de calidad fuera de Estados Unidos y Europa.
Time Bandit
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3
25 de junio de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Han pasado ya más de veinte años desde que Steven Spielberg sorprendió (una vez más) al público al resucitar a varios animales prehistóricos en Jurassic Park. El éxito, en todos los sentidos, de esta obra hizo que en los sucesivos años aparecieran dos secuelas de la misma, donde se podía apreciar un más que notable descenso de calidad con cada una de ellas, que unido al hecho de que ver un dinosaurio en la pantalla grande ya no causaba el mismo efecto que antaño (aunque a esto también ha afectado en gran medida lo anterior), la franquicia quedó aparcada en un cajón. Hasta que, en pleno apogeo resurrector de sagas en Hollywood, decidieron hacer con la saga lo mismo que hizo John Hamond (interpretado en las dos primeras películas por el difunto Richard Attenborough) con los dinosaurios en la obra original. El cambio de nombre, del “Park” al “World”, no tiene más justificación a parte de la ambición de reiniciar la saga de cero; aunque no podría haber sido más apropiado, ya que no contiene nada del espíritu (y aún menos la frescura) de la primera entrega, a parte de los guiños para nostálgicos.

Si Jurassic Park impresionó en 1993, entre otras cosas, por los prodigiosos efectos especiales a la hora de recrear a los dinosaurios; veintidós años después, Jurassic World apuesta por el uso y abuso de los efectos digitales, que como sucede en muchos blockbusters actuales, hacen que el resultado sea demasiado frío y distante; lo que unido a los grandes fallos del guión y de ejecución del mismo, junto a lo descafeinadas que se muestran las muertes a manos de los dinosaurios en esta entrega; da como resultado la completa falta de tensión en el transcurso de toda la obra, lo que era uno de los puntos fuertes da la película original, y que en mucha menor medida se apreciaba en sus siguientes secuencias, pero que en ésta se encuentra completamente ausente en Jurassic World (aunque se intuía levemente antes de la aparición del dinosaurio alterado genéticamente, pero se desvaneció en cuanto éste hizo acto de presencia en pantalla), haciendo que esta nueva entrega sea poco más que un desfile de efectos especiales (en 3D o no), sin nada realmente destacable en ningún aspecto, a parte de la muy correcta ejecución de los mismos, destacando al mosasauro.

Aunque en unas tengan más importancia que en otras, los personajes siempre son piezas fundamentales en cualquier obra de ficción, y es importante tratarlas con un mínimo de esmero. Pero, una vez más, Jurassic World vuelve a decepcionar. Probablemente, el único personaje que no chirría es el aventurero al que interpreta a Chris Patt, es cierto que no es precisamente un personaje con demasiada profundidad ni demasiado original, pero basta y sobra para cumplir su cometido, a parte que su comportamiento durante toda la obra es el más coherente consigo mismo. En contrapunto se encuentra el personaje al que da vida Bryce Dallas Howard, que se mueve de un lado a otra como un alma errante. Uno de los constantes de toda la saga es la presencia de uno o dos niños; y esta, por desgracia, no es la excepción. Aunque no llegue a los niveles de vergüenza ajena de “El mundo perdido”, son completamente prescindibles, por no decir lo mal que están dibujados sus personajes: el pequeño, el típico niño pequeño sabelotodo; el mayor, un rebelde cuya mayor aspiración es quedarse mirando fijamente a las chicas, sin hacer nada más. El segundo pasa sistemáticamente del primero, y aunque desde el principio estaba claro que la cosa iba a evolucionar en el acercamiento entre ambos hermanos, el mayor problema es la manera tan brusca en la que se produce, en lugar de desarrollarlo con una evolución; algo muy parecido sucede con el romance entre los personajes de Chris Patt y Bryce Dallas Howard. Respecto al resto de personajes, como los que dan vida Irrfan Khan, Omar Sy o Vincent D'Onofrio, completamente prescindibles.

El que vea esta película aburrirse no se aburrirá (solo faltaría...), pero que no espere mucho más. El factor nostálgico siempre estará ahí, siendo los guiños a la primera película lo más disfrutable de toda la película (del mismo modo que el inmortal tema de John Williams es lo más destacable de la banda sonora), pero seguramente no sea suficiente para justificar la existencia de la misma, porque para eso sería mejor volver a ver la obra estrenada en 1993 una vez más. Entre los aciertos, aunque sea parcialmente, habría que destacar toda la trama de los velociraptores (otros clásicos de la saga), con más aciertos que fallos. En definitiva, una película visualmente impactante, entretenida, con toques nostálgicos de uno de los clásicos del cine de la primera mitad de los años noventa, pero con poco más que aportar.
Time Bandit
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6
10 de junio de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Tomorrowland” se trata de una obra que posee una serie de aciertos y de fallos, pero antes de nada, hay que señalar su postura contracorriente, y no sólo por retratar el futuro de forma anticuadamente positiva en contraposición con las actuales visiones apocalípticas del mismo, sino porque se trata de un blockbuster de presupuesto desorbitado en el que no aparece ni un sólo superhéroe, ni es una secuela, precuela o remake, ni siquiera está basado en una saga de novelas juveniles, sino que se trata de una historia cien por cien original; si bien es cierto, apoyada sobre los sueños de Walt Disney, cuyo parque aparece en la película. Influenciado al mismo tiempo por varías tendencias artísticas, científicas y arquitectónicas tan, aparentemente tan dispares, como el retrofuturismo o el steampunk a la obra del polémico arquitecto Santiago Calatrava.

Visualmente, la película es impresionante, no hay duda alguna de que su abultado presupuesto ha sido bien aprovechado, pero desgraciadamente no consiguen contrarrestar el gran defecto de la obra: el guión. Que aunque cuente con un buen puñado de buenas ideas y un punto de partida interesante, a la hora de desarrollarlos no consigue hacerlo de una forma del todo satisfactoria, dando sensación que la historia en ocasiones avance a trompicones, con partes que parecen no encajar del todo bien en el conjunto, a lo que hay que añadir alguna que otra laguna argumental, que deja cierto sabor agridulce; ya que es una lástima que esto ensucie el conjunto. Pese a sus buenas ideas, sus acertados mensajes (principalmente, luchar contra viento y corriente por lo que uno cree), y un aroma nostálgico, que podría recordar al empleado en “Super 8” de J.J. Abrams, aunque la época añorada fuera distinta; no consigue emocionar al espectador, debido a sus defectos que en ocasiones la conviertan en un mero entretenimiento visual.

Segunda película de imagen real dirigida por Brad Bird tras la cuarta (y mejor desde la primera) entrega de Misión Imposible, aunque da la sensación de que podría haber sido cualquier otro el director, ya que no se nota ningún signo personal, nada que se aleje de lo convencional, lo que es una verdadera pena. La mayor parte de la promoción de la obra se ha apoyado en la fama del veterano George Clooney, que dentro de la obra hace gala de su carisma y poco más; no será precisamente uno de los papeles con los que se le recuerden, aunque lo cierto es que el guión no parece haberle ayudado demasiado. Aunque, probablemente en ese aspecto haya perjudicado más a Britt Robertson, que pese a todo cumple dignamente con su trabajo. Mención especial para la jovencísima Raffey Cassidy, que consigue hacer sombra a sus compañeros de reparto. En cuanto a la participación de Hugh Laurie (para bien o para mal, siempre será el doctor House) no podría estar más desaprovechada, más que por el tiempo en el que aparece en pantalla, por lo simple y arquetípico de su personaje.

No es ni una de lejos una de las mejores películas que han estrenado en los últimos tiempos, ni siquiera dentro de las calificadas como simples entretenimientos, pero hay que reconocer su valor y valentía por tratar de salirse de los límites actuales y tratar de mostrarnos algo diferente (aunque la estructura, en ocasiones, peca de excesivamente convencional), y siempre es de agradecer cuando en este tipo de producciones, en lugar de bombardear al espectador con fuegos artificiales durante todo el metraje, trate de trasladarle a un mundo de magia, donde aparentemente todo puede ser realidad. Desgraciadamente, los grandes fallos que arrastra la obra desde el guión, resta varios puntos a la experiencia.
Time Bandit
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7
4 de junio de 2015
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pese a que se suponga que en el mundo occidental vivamos en una sociedad justa, donde todos al nacer partimos de la misma posición y con las mismas oportunidades los unos de los otros, lo cierto es que la desigualdad es un estigma que separa a unos y a otros desde el primer día de muy diferentes maneras; aunque todas relacionadas directa o indirectamente con el dinero, o más concretamente con el poder adquisitivo de la familia en el que uno haya tenido la suerte de nacer. Uno de los puntos claves de ello es la educación, sólo hay que ver las diferencias entre los colegios o institutos, dentro de un mismo país o incluso en la misma ciudad, destinados para los descendientes de los más pudientes, o las aulas donde se amontonan los vástagos de los menos favorecidos. En “La profesora de historia” se muestra una de estas clases, más concretamente donde se agrupan los “deshechos” de segundo de secundaría de un instituto público francés (aunque pudiera ser de cualquier otro país, incluido el nuestro), a los que todos, incluyendo ellos mismos, les han dado por perdidos.

Podemos ver reunidos varios prototipos de estudiantes, tan abundantes también en los institutos de ESO de mayor índice de fracaso escolar, con sus macarras, sus “chonis”, profesores atemorizados ante sus estudiantes, y esos “empollones” condenados al silencio en un entorno donde la ignorancia es la ley y donde tener mayor conocimiento que el resto, en lugar de ser premiado, es castigado con el escarnio público. A lo que hay que añadir las particularidades de una sociedad tan plural como la francesa actual, con varias jóvenes de diferentes etnias y religiones. Todos esos alumnos tienen algo en común: nadie espera nada de ellos, sino una vida condenada al fracaso. Pero todo cambiará gracias a su profesora de historia y tutora (a la que da vida Ariane Ascaride, un gran acierto de casting, pues ya físicamente da el pego como docente) que será la única persona que confiará en ellos, y lo demostrará apuntándolos en un concurso nacional con un trabajo sobre los niños y los jóvenes en la Francia de la ocupación Nazi. Aunque al principio la mayoría de alumnos se negarán en rotundo, poco a poco irán cambiando de opinión, mostrándose la evolución de ellos como grupo e individualmente.

Bien es cierto, que todo esto podría recordar (y recuerda) a cientos y cientos de películas sobre profesores entusiastas e idealistas con alumnos problemáticos pero con buen corazón, y la evolución y redención de estos últimos; y el esquema es prácticamente el mismo que el seguido que todas estas obras. Con la diferencia de que, a diferencia de muchas de éstas, se nota que no está realizada con el piloto automático, sino que está cargada de entusiasmo y pasión; a lo mejor debido al tema del que trata el trabajo de los estudiantes. Un asunto que, hoy en día, con el resurgir de ciertos movimientos neofascistas en Europa, cobra más importancia que nunca.

Una película necesaria y valiente, cuyo mayor defecto es el esquema sobre-utilizado por muchas películas antes que esta, lo que elimina gran parte del efecto sorpresa, haciendo que el espectador sepa en muchos momentos lo que va a suceder a continuación. Aunque, teniendo en cuenta eso, tiene aún más mérito que la obra en su conjunto siga permaneciendo fresca y viva. Aunque, sin lugar a duda, sus mayores virtudes residen en los dos mensajes que se entrelazan en la obra: por un lado, no hay que rendirse y confiar en la capacidad de cada uno pese todas las dificultades y luchar por sus sueños. Y por el otro, el mensaje profético de que el pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla. Algo que podemos aplicarnos a este lado de los Pirineos.
Time Bandit
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