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España España · Jerez de la frontera
Críticas de DavidFilme
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Críticas 237
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
5
12 de marzo de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Visitantes" es un aceptable thriller sobrenatural, dirigido por Brian Gilbert y protagonizado por Christina Ricci. Una pareja de novios descubre accidental y fatalmente una iglesia romana del siglo I escondida bajo un montículo en Glastonbury. En su interior, los arqueólogos encontrarán un extraño bajorrelieve que recrea la crucifixión de una forma atípica y desconcertante. Los productores Marc y Peter Samuelson y el director Brian Gilbert, se reunieron para traer a inicios del nuevo milenio este interesante y decente thriller con tintes sobrenaturales, acerca de un intrigante y antiquísimo misterio de origen religioso que tiene inesperados alcances macabros y espeluznantes, ambientado en la Inglaterra profunda y, por tanto, potencialmente incluida dentro del género de folk horror o horror rural. Una historia interesante y atrapante a cargo del escritor y guionista Anthony Horowitz, que explora la sugestión y ansiedad que pueden producirse en los procesos que involucran la pérdida y búsqueda de la propia identidad en adolescentes y jóvenes y sus consecuentes conflictos emocionales. Sin embargo, a pesar del gran interés que la premisa narrativa puede generar en el espectador, la verdad es que queda la sensación, primero, que tanto el guionista como el director no sacan el mejor provecho a una historia a todas luces original e impactante dentro de su naturaleza sugerente y seudo fantástica.

Hay algunos momentos de la trama, en que el ritmo narrativo baja de forma muy evidente por tratar de adentrarse en otras aristas narrativas menos pertinentes e interesantes como el forzado romance de Cassie y Dan o la relación de Marion con sus hijastros, que forman parte de un intento por abordar cuestiones dramáticas, pero que se introducen de una forma poco afortunada y desvirtúan el ritmo que la película ha llegado a tener, en especial con el descubrimiento de Luke Fraser, el sacerdote arqueólogo. Y, en segundo lugar, lamentablemente no se atreve a traspasar sus propios limites como narración de misterio e intriga, pareciendo resignada y mezquinamente a ajustarse a ser un thriller sobrenatural sin mayores pretensiones. Da la impresión de que la historia misma, que propone a un grupo de personas condenadas a reencarnar y presenciar una y otra vez diversas y brutales tragedias a lo largo de los siglos por haber asistido a la crucifixión de Jesús por motivos meramente morbosos, termina por limitarse a su propia naturaleza, la de no intervenir activamente en su concreción o anulación como maldición, aunque sugiera la redención de uno de los protagonistas. Además, tampoco se arriesga, se entiende que por problemas de censura por la iglesia eso sí, en profundizar en las acusaciones de pedofilia y abuso sexual a menores a sacerdotes y altos personeros de la iglesia, que propone el guión propone como canal y vehículo para la tragedia que se desencadenará en el epílogo.

No obstante, un elemento que cumple, pero que pudo haber sido mejor explorado es la estructura del protagónico, Cassie Grant. Interpretada por la siempre eficiente e hipnótica Christina Ricci, surge como un personaje misterioso del cual el guión no entrega mayores detalles, suponemos para sorprender de mejor manera al espectador en la revelación de su identidad en el epílogo. Sin embargo, a pesar de que se excusa por su amnesia, no está del todo dibujada ni emocional ni dramáticamente como uno esperaría, el guión no descuida la exploración de la psiques alterada por el misterio del protagonista, en pos de desarrollar la intriga que supone el fenómeno sobrenatural. Por otra parte, tiene una lograda atmósfera de misterio y suspenso, a pesar de ser una película de ajustado presupuesto. Con escenarios externos para desarrollar la trama de misterio, conviene indudablemente destacar los decorados de la iglesia paleocristiana a cargo de la diseñadora de arte Caroline Amies, en donde destaca la enorme cruz y el sugerente bajorrelieve que conmociona y horroriza a partes iguales. El trabajo de fotografía de Martin Fuhrer, ayuda en gran medida para crear una atmósfera tan sobreacogedora como desconcertante a estos decorados malditos, pero también destaca en el aspecto rústico y rural en los exteriores de las viejas casas de piedra desparramadas por el montañoso paisaje, escenas rodadas en la enigmática y lejana Isla de Man, entre Inglaterra e Irlanda.

Las actuaciones son bastante flojas, con un reparto encabezado por la estadounidense Christina Ricci, quien interpreta a Cassi Grant, joven estadounidense que paseaba por la campiña inglesa cuando es atropellada y pierde la memoria. Su interes amoroso Dan fue encarnado por el galés Ioan Gruffudd, con quien no tuvo una química importante. También encontramos en el reparto a Stephen Dillane, como el arqueólogo Simon Kirkman. Y la neozelandesa Kerry Fox que encarna a Marion, su segunda esposa. Simon Russell Beale, Robert Hardy y Peter McNamara, personificaron al sacerdote arqueólogo Luke Fraser, al obispo y al maniático Frederik M. Argyle.

En definitiva, un aceptable thriller sobrenatural con una historia atrapante que, sin embargo, pudo haber sido mejor aprovechada si el director hubiese tenido mayores ambiciones narrativas y discursivas. El argumento atrapa a todo aquel apasionado de la historia sagrada y la literatura, tiene ese aire de misterio vivido y espeluznante sobre todo por la realidad que refleja hacia la indiferencia humana sobre su prójimo. Una metáfora entre el placer divino y el placer maligno de ver a personas agonizar.

FilmeClub.com
DavidFilme
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7
25 de febrero de 2021
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Sound Of Metal" es un interesante y conmovedor drama independiente, sobre la capacidad auditiva, escrito y dirigido por Darius Marder y protagonizado por Riz Ahmed. El film comienza mostrando la vida bohemia y errabunda de un dúo de rock compuesto por Ruben (Riz Ahmed) y Lou (Olivia Cooke). Son un grupo sencillo, formado por la voz y guitarra de Lou, y por la batería de Ruben. Ambos, además, son pareja y llevan vida de carretera y manta, pero son felices. Cuando Ruben comienza a notar que todo a su alrededor pierde su sonido, y que está sufriendo una perdida de audición ya casi total, su mundo se viene abajo. A cualquiera en sus circunstancias le temblarían las piernas, pero Ruben tiene el hándicap añadido de que la música es su forma de vida y su sustento. Su dolencia implica dejarla y dar un giro aterrador a su vida. Todavía en un estado de ánimo muy lejano a la aceptación, y lleno de confusión, Ruben descubre una colonia para sordos donde puede aprender a valerse por sí mismo (lenguaje de signos, etc.) y a aceptar su situación. Ruben acepta quedarse un tiempo en la colonia, pero al coste de romper cualquier contacto con el exterior, incluida Lou. Tras este primer dilema, tendrá que hacer frente a unos cuantos más al darse cuenta, cada vez más a ciencia cierta, de su situación. Y es que sufrirá la tensión de decidirse a permanecer en un lugar donde se puede sentir aceptado o seguir su inextinguible instinto de volver al mundo, a algo parecido a su antigua vida.

Una de las características técnicas más interesante de la cinta es, el uso del sonido. Utiliza un ardid sencillo pero eficiente para que la película sea más inmersiva y comprendamos mejor el drama de Ruben. A veces escuchamos lo que cualquier persona sin sordera escucharía, a todo detalle, con un diseño de sonido cuidadísimo y puntilloso. Otras, sin embargo, Darius Marder nos hace escuchar lo que escucha Ruben. Es decir, absolutamente nada. Las escenas silentes nos resultan frustrantes, incluso opresivas, como si no entendiésemos nada de un mundo que sigue yendo a su propia velocidad. Cuando el sonido se recupera sentimos una sensación de alivio similar a quitarnos un enorme peso de encima. Es decir, que no hacen falta subrayados melodramáticos, gestos histriónicos o una tragedia de baratillo para comprender el dolor de Ruben. El hecho de que sea batería, (las escenas musicales tampoco son tantas) añade un elemento físico de rabia, como si aporreando la batería descargase su ira contra el mundo. Sin embargo, no es un estallido sin control, el director nunca sobrepasa las líneas de la condescendencia. Alcanza bien el equilibrio. Por lo tanto, no es una película que mire desde fuera al sufrido protagonista, regodeándose en el drama. Nos hace caminar junto a él, y sentir parte de su carga con un verismo y una naturaleza gratificante.

No obstante, más allá de ser una película de superación y de valerosa confrontación contra una dolencia física, tiene otros temas. Algo tan aparentemente sencillo como qué hacer con tu vida. Ruben siente la llamada de volver al mundo, de abandonar la colonia y tratar de luchar por su antigua vida. Incluso a costa de su salud. La evolución del personaje se muestra con naturalidad, pero no de una forma fácil u obvia. Hay momento en los que disfruta de felicidad y pertenencia, en otros se deja llevar por el abandono y la soledad, o sencillamente es alguien que más que lidiar con sus oídos, tendrá que hacerlo con su mente. No es fácil el dilema. ¿Qué hacer cuando aquello que da sentido a tu vida se te deniega irreversiblemente? No hay una respuesta realmente fácil, y la cinta no las ofrece, pero consigue que nos interesemos por el camino que tomará Ruben. Su rabia contenida y su frustración irán desapareciendo poco a poco, empezará a sentirse útil dentro de esa pequeña comunidad. Sin embargo, mientras el resto de personas que viven en esa colonia están convencidos en vivir con su sordera sin considerarse así mismos como discapacitados, él aún sigue tomándoselo como si fuera una etapa pasajera en su vida que debe superar para recuperar su vida anterior. Aún necesitará confrontar el mundo exterior para convencerse de que su vida ha cambiado.

Las actuaciones son notables, Riz Ahmed hace un trabajo descomunal, hay algo en su forma de mirar que transmite un estado de ánimo concreto con una facilidad asombrosa. Las miradas de dolor, de desconcierto, de miedo, conmueven sin grandes gesticulaciones. Transmite fielmente la odisea de un hombre que acaba de nacer a un mundo, donde la pérdida de audición ha trastocado todo asidero al que aferrarse. La presencia de Ahmed casi opaca la del resto del elenco, pero también hay buenos detalles donde fijarse. Olivia Cooke está genial, cumple correctamente en el papel de compañera sentimental y musical de Ruben. Particularmente en el tramo inicial donde su papel tiene relevancia dramática en todo aquello que tiene que ver con el sacrificio de separarse de Ruben, para que éste puede adentrarse en la colonia. En esta colonia tendrá un guía espiritual, Joe interpretado por Paul Raci, que encarna con la sobriedad necesaria al maestro veterano que trata de iniciar a un discípulo en el dominio de unas virtudes que, a partir de entonces, serán directrices para vivir. A destacar también la presencia de un veterano ilustre, el actor francés Mathieu Amalric, el cual se encarga de interpretar al padre de Lou y aporta una toque de distinción al film.

En definitiva, un interesante y conmovedor drama independiente, donde plasma terriblemente bien lo complicado que puede llegar a ser aceptar una discapacidad y tras ello adaptarse a ella, la sordera en este caso. Nos muestra aspectos que no habíamos tenido en cuenta en nuestra vida, en valorar los sentidos que tenemos, en como la adicción puede acabar con la vida de cualquiera en un instante, y cómo algunas relaciones pueden servir simplemente a un propósito a corto plazo, pero en última instancia deben dejarse ir.

FilmeClub.com
DavidFilme
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6
15 de febrero de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Malcolm & Marie" es un interesante e inteligente drama, dirigido por Sam Levinson y protagonizado por Zendaya y John David Washington. El film comienza con la pareja protagonista, Marie y Malcolm, llegando del estreno de la película de él a una casa que sirve de burbuja a la pareja y al espectador. El director nos permite quebrantar la intimidad de la pareja y quedarnos a observar como esta vivirá la llegada de las críticas cinematográficas de la prensa estadounidense. Con la apertura de la puerta y la llegada de la pareja el espectador percibe la tensión que impregna y enturbia la atmósfera. Este sentimiento lo transporta el personaje de Marie (Zendaya) que con sus gestos bruscos y desafiantes, y su expresión de malestar traslada al espectador. Su figura se contrapone con la imagen de Malcom, quien alegre y al ritmo de la música baila tras el exitoso estreno de su película, un éxito que está dispuesto a celebrar. Levinson acude a una narración a tiempo real, en la que nos hace participes de la truculenta noche que vivirá la pareja. Es así, como el director aprovecha lo que sería una noche de alegrías y celebraciones, en una disección de una relación tóxica con personajes lesivos. Interpretación, guión y dirección van de la mano, son tres en uno en todo momento. La cámara se mete hasta la cocina (literalmente) desde el minuto uno.

Ese plano de Marie en el baño, nada más llegar a la casa donde trascurre íntegramente la acción, supone toda una declaración de intenciones. Lo que surge, lo que se nos ofrece con una formidable brillantez, es una mirada sincera e incisiva a la intimidad de una pareja, totalmente creíble, en las antípodas semánticas, estéticas y emocionales de esa impostura y artificialidad tan típica de los realities que copan las parrillas televisivas actuales. Y a la vez, un acertado ejercicio de estilo, que parte de un clasicismo escueto, sin grandilocuencias, que tiene poco de postureo estético y mucho de tecla idónea para llevar a buen puerto un guión calculadísimo. Entre los temas principales del film, tenemos una batalla verbal con cuchillos, algunos más afilados y reales que otros, que acaban por demostrar la toxicidad de la relación de esta pareja. Asimismo, a través de Malcom, el director lanza un discurso anticrítica directo y mordaz. Entonces, ¿cuál es el sentido de realizar una crítica de una película en la que en parte su mensaje pone en tela de juicio al oficio? Al igual que el mundo de la críticas examina la películas, también se deben de aceptar juicios a este oficio. Malcolm arremete contra la obsesión de la crítica cinematográfica de evaluar las películas en base a un mensaje y con una mirada política. Además, de siempre analizar de como el enfoque de una película cambia dependiendo de la identidad de quien la dirige.

No obstante, en este mar de cuchillos al oficio que no ha sentado nada bien a una parte de la crítica estadounidense, en el personaje de Malcom percibimos una fijación por una redactora de críticas cinematográficas de Los Angeles Times aparentemente ficticia, a la que ataca repetidamente. Sin embargo, podría ser que de ficticio tuviera poco, y más si tenemos en cuenta que una redactora (Katie Walsh) de este medio sentenció el segundo largometraje del director. Durante la cinta vemos hablar plácidamente a una pareja en perfecta “armonía". Como cualquier historia narrada debe haber un conflicto y en este film no hay uno, hay muchísimos. Es tal el desgarro de cada una de las discusiones, intercaladas con un merecido descanso tanto para la pareja como para el espectador, que en determinados momentos me preguntaba cómo podían pasar página del tema anterior habiendo sido tan punzante y existencial. Quizás perdiendo todo el sentido que se tuviera, la importancia. A lo que me refiero es que si vas a criticar algo de alguien, es mejor centrarse en ese algo. Si te pones a tirotear como si te sobraran las balas, lo único que vas a conseguir es crear un tremendo ruido. La película me ha dado justamente lo que preveía, un retrato intimista pero pasional. Sin escenarios naturales, todo reducido a una casa de diseño y sus alrededores. Quizás peque de excesiva la avalancha verbal para ciertas personas.

Las actuaciones son brillantes, John David Washington se encuentra en la burbuja que supone la película, logra destacar ofreciendo una interpretación rencorosa y con cierto aire de superioridad en los que hay hueco para los sentimientos más profundos. Asimismo, si la actuación de John es notable manteniéndose lineal, a excepción de algún pico en cierto momento de la historia. Por su parte, Zendaya comienza brillante, y va in crescendo regalando una actuación estelar que deja sin habla, y que la termina de consolidar como una estrella de Hollywood. Sus silencios son más valiosos que sus diálogos, y tiene una gran capacidad de transmitir con una simple mueca como es elevar una ceja, o algún movimiento de labios. Su expresividad es apabullante, y la actriz lo sabe y le saca el máximo partido a su virtud. De cierta forma nos hace hasta intuir sin nombrarlo como en algunos momentos su personaje debate el futuro de la relación. La nominación a los Óscar la podría tener en sus manos. Ambos actores se mueven con elegancia y talento entre los diferentes matices interpretativos que necesita la cinta para que esta sea veraz, intensa, y realmente dramática. Provocando en el espectador un constante balanceo entre ambos personajes.

En definitiva, un inteligente ejercicio de cine teatral, con muy pocas grietas que la convierten, asimismo, en un drama humano creíble, con toda la complejidad que conlleva una discusión de tal elevada magnitud. Sam Levinson vuelve a deslumbrarnos en la pantalla con una historia marcada por el huracán que supone el amor, la dependencia emocional, las diversas capas de una cebolla que representa una relación tan entrelazada entre dos personas marcadas por su pasado, su asfixiante presente y un futuro incierto.

FilmeClub.com
DavidFilme
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6
10 de febrero de 2021
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Las Amantes Del Vampiro" es un destacable film de horror gótico y primera entrega de la Trilogía de los Karnstein de la Hammer, dirigido por Roy Ward Baker y protagonizado por Ingrid Pitt. A principios de los 70s, y por el natural curso que las artes cinematográficas no pueden eludir, la legendaria productora Hammer comenzaba a experimentar una evidente decadencia luego de casi una década y media de haber sido responsable del resurgimiento y esplendor del cine fantástico y de terror. En cintas como estas se podía apreciar la exploración de elementos explícitamente sexuales a la par que se explotaba el morbo de exponer a mujeres exuberantes con personajes monstruosos o depravados, en una explícita intención por despertar el miedo y el deseo simultáneamente. Un ejercicio narrativo que contraponía sensaciones, pero que funcionaba muy bien paradójicamente, y que llevaría al productor Harry Fine a aventurarse con una película vampírica con marcados tintes sexuales lésbicos. El guión de Tudor Gates, constituye una adaptación bastante fiel de la novela de Sheridan Le Fanu, estando los principales cambios al proponer una estructura narrativa lineal por sobre una retrospectiva o analéptica, cambiando nombres de los personajes e introduciendo otros que tienen cierta importancia en el clímax y desenlace.

De esta forma, Roy Ward Backer inicia el relato en 1770 aproximadamente con la aparición del Baron Hartog, cazador de vampiros que acaba con una hermosa vampiresa rubia, prosigue en 1790 con la llegada de Marcilla y la tragedia del General Spielsdorf y se encauza como leitmotiv principal con la entrada de Carmilla en la vida de Emma Morton. Una forma inteligente de adaptar la historia, que le da un buen dinamismo, respetando por supuesto la fuerte componente de suspenso. Sin embargo, una de las principales claves y mayores méritos del guión es la presentación del personaje protagónico antagonista, Carmilla y más aún la sorprendente performance de la actriz polaca, Ingrid Pitt. Además de representar a un vampiro poco ortodoxo para los canónes de Stoker, que le permite moverse con precaución por las sombras durante el día, alimentarse normalmente y no depender de tierra consagrada para descansar, Carmilla es una vampiresa que destila una sexualidad avasalladora e hipnotizante, reflejando su naturaleza sexual en cada palabra, mirada, gesto e incluso silencio. Se trata de un personaje, además de intrigante y fascinante, rico en matices y actitudes que la convierten en un ser cautivante e impredecible como pocos. En ese sentido, y a diferencia del mítico conde transilvano, adopta una naturaleza incluso más peligrosa y letal al utilizar sus atributos físicos y psicológicos para embaucar y someter a sus víctimas.

No obstante, la personalidad, belleza y encanto de Carmilla no es lo único que deslumbra respecto a los personajes femeninos en el film. La trama también aborda en detalle, la fragilidad e inocencia de Emma, hija del hacendado británico Morton e interpretada por la modelo Madeline Smith. El guión hace eco de la evolución fisiológica y psicológica de la niña que se está convirtiendo en mujer y que no tarda en sentirse agobiada y confundida en pleno despertar sexual antes los constantes guiños amorosos de su extraña huésped y amiga. También podremos verlo con Mademoiselle Perrodot, educadora de Emma, atractiva y elegante en la piel de Kate O’Mara, que experimentará el siempre doloroso y cruel viaje a la perdición moral al terminar sucumbiendo a los encantos y depravaciones de Carmilla. Para que no queden dudas que las verdaderas protagonistas de la película son las cautivadoras féminas, nos encontraremos con personajes masculinos en un rol completamente secundario. En primer lugar, está el Barón Joachim von Hartog quien aparece en un hipnótico prólogo y que no volverá a aparecer hasta el desenlace cuando resulte determinante para acabar con la amenaza vampírica. Hartog representa la mano justiciera sobre la amenaza diabólica que representa Carmilla y sus continuas reencarnaciones. Le siguen el General Spieldorf y el hacendado Morton cuyas hijas han tenido que sufrir los embates de Marcilla y Carmilla, a la postre la misma persona, y que han tenido que abandonar el terreno de la razón y sensatez que supone su estatus social y político, para abrazar otros muy dados a la superstición y la hechicería.

Las actuaciones son correctas, además de Ingrid Pitt, Madeline Smith y Kate O’Mara, encontramos al Baron Hartog interpretado satisfactoriamente por Douglas Wilmer. George Cole como Roger Morton y la leyenda viviente Peter Cushing encarnando al General von Spielsdorf. Sus personajes, funcionan como un triunvirato que recuerda a la tríada justiciera de Stoker en “Dracula” (1897) que ayudan a enfrentar al engendro, a decir el Dr. John Seward, el vaquero Quincey Morris y el abogado Arthur Holmwood. Carl Ebhardt, personificado por Jon Finch en tanto, no deja de ser el típico personaje galante y atractivo que pinta para héroe sin llegar a ser realmente tal, un aspecto que en verdad se agradece a Tudor y a Ward Backer como también que sugiera y no de como un hecho una relación posible entre Emma y él. Completan el reparto Ferdy Mayne como el doctor. Shelagh Wilcocks es la ama de llaves. Janet Key encarna a la sirvienta Gretchin. Harvey Hall como Renton el mayordomo. Pippa Steel interpreta a Laura Spieldorf. John Forbes-Robertson como el enigmático servidor de Carmilla y Kirsten Lindholm es la primera vampiresa del prólogo.

En definitiva, una de las mejores películas de vampiros del gótico británico y probablemente una de las más infravaloradas, que tiene en un guión dinámico e inteligente, un buen ritmo, una inmejorable puesta en escena, una elegante y certera cuota de erotismo y en su protagonista sus mejores cartas. Un film que recibió cierto reconocimiento de los críticos por su gran estético gótica y la dirección de Ward Backer, resultando ser bastante rentable.

FilmeClub.com
DavidFilme
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6
4 de febrero de 2021
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La Posesión" es un sorprendente y perturbador film de terror psicológico, dirigido por el controvertido director polaco Andrzej Żuławski. Berlín, años 80. Cuando Marc regreso de su trabajo como espía internacional, encuentra muy cambiada, perturbada y hostil a su esposa Anna. Luego de que la relación se vuelva insostenible y violenta y ésta le confiese que tiene un amante, Marc se embarcará en buscar respuestas que lo llevarán a descubrir una verdad monstruosa. A principios de los 80s, el polémico director Andrzej Żuławski encontraría finalmente cierta lucidez para expulsar sus demonios y embarcarse en su próximo proyecto cinematográfico, la cual terminaría por convertirse no sólo en su mejor película, sino en una de las experiencias de horror más impresionantes, angustiantes y subversivas de la segunda mitad del siglo XX. Żuławski se vería envuelto en un tormentuoso quiebre amoroso con la actriz Malgorzata Braunek, quien había protagonizado su legendario y prohibido film “Diabeł” y de quien se divorciaría en 1976. Durante este tiempo, la relación entre ambos se había deteriorado a tal punto de llevar a episodios de violencia física y psicológica que el director resumiría en la dramática experiencia de haber encontrado a su hijo de 5 años abandonado por su ex mujer y un estado de higiene deplorable, cubierto de mugre y mermelada.

No obstante, no es exagerado señalar que la concepción de la cinta se convirtiera en un verdadero exorcismo para el director, quien durante este difícil periodo no abandonaría sus pensamientos suicidas. De esta forma, sumergido en su propio infierno, Żuławski comenzó a escribir el guión basándose principalmente en su quiebre matrimonial e incorporando una serie de elementos narrativos, psicosociales y subtextos políticos que bien vale la pena detallar. En primer lugar, advertimos una ruptura inusual y especialmente violenta, que adopta un giro extremadamente desagradable hacia un colapso psicológico que recuerda a “Repulsion” de Roman Polanski y que se intensifica hacia alguno tipo de representación de surrealismo y horror biológico en la línea de “Eraserhead” de David Lynch. En segundo lugar, nos encontramos con la entidad diabólica que posee a Anna y Marc, la que se trata de una cruda metáfora de varios estados psicológicos alterados, en la forma de un monstruo pulpoide, que claramente remite al mundo pesadillesco de H.P. Lovecraft. De esta forma, está la psicosis de Anna, la conciencia inquisidora de Marc que no acepta la traición de su esposa y las tóxicas relaciones que estos tienen con personajes secundarios como Margie y Heinrich, amiga y amante bisexual de Anna respectivamente.

En tercer lugar, en tanto, es por eso que ambos crean un doppelgänger ideal de su pareja para tratar de escapar de la descafeinada y esteril relación amorosa que viven, ella creando un amante incansable que siempre está a su lado y él haciendo lo propio con una profesora que, además de amable y no pedirle cuestas de nada, asume mucho mejor sus triples labores de madre, esposa y trabajadora. En cuarto lugar, es posible identificar un ataque tan frontal como entre líneas a dos de las instituciones consideradas más sagradas por el Cristianismo Occidental: La Iglesia Católica y la familia, lo que le sumaría otro punto a su controversial estructura y mensajería narrativa. Żuławski recalca su emblemático ateísmo dejando una vez claro que Dios no existe que se refleja en la construcción y consolidación de esta deidad monstruosa a la cual Anna rinde culto en cuerpo y alma pero que no es más que el fruto de la brutal crisis matrimonial con Marc que bebe directamente de “The Brood” de David Cronenberg e inspira a la futura “Antichrist” de Lars von Trier. Por otra parte, el director enrostra a esta sociedad cínica y amoral la evidente vulnerabilidad moral y valórica de la familia como ente social, a través de la violencia intrafamiliar, pero especialmente el abandono a Bob.

Las actuaciones son extraordinarias e impactantes de la mano de una inmensa Isabelle Adjani y un eficiente Sam Neill. La talentosa actriz francesa nos regala una impresionante, desgarradora y perturbadora interpretación donde se refleja en varias secuencias notables de histrionismo y manejo de contención y liberación de emociones, De hecho, gracias a su doble interpretación de Anna y Helen, obtendría el Premio a la Mejor Actriz en el Festival de Cannes de 1981 y al César en la misma categoría, sin embargo, se traduciría en una experiencia traumática y agotadora. Por su parte, el joven y desconocido actor neozelandés Sam Neill ofrece uno de sus mejores trabajos interpretativos como Marc, esposo de Annam. Neill interpreta a un personaje que lejos de parecer una víctima ante la infidelidad de Anna, se muestra tan obsesivo, manipulador y violento, tan alterado e inestable como su esposa y que no encuentra, a pesar de sus poco acertados intentos, el camino que le permita acercarse nuevamente a su esposa. El resto del reparto lo completaron Heinz Bennet como el drogadicto y bisexual amante de Anna. Margit Carstensen encarna a Margit Gluckmeister como la mejor amiga de la mujer. Johanna Hofer como la madre de Heinrich. Carl Duering es el Detective. Y Shaun Lawton como Zimmermann.

En definitiva, una verdadera experiencia tan grotesca y enfermiza como fascinante y surrealista que debe estar entre las más honestas, poéticas y extremistas formas de horrorizar y perturbar. La diversidad de géneros que la película abraza, desde el horror y el terror, pasando por el suspenso y el drama, hasta la fantasía y el surrealismo más extremo la convierten decididamente en una experiencia tan alucinante como perturbadora. Donde dentro de todo simbolismo, habrá espacio para explorar la literalidad de la muerte del amor en la metáfora de la infección de la locura como principal vehículo narrativo de esta experiencia cinematográfica que incluye varias señales inequívocas de estados emocionales enfermizos y convalecientes.

FilmeClub.com
DavidFilme
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