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Críticas de Mesonikis
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Críticas 39
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
5
17 de julio de 2022
1 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Son las once y media de la noche. Soy el cuidador de mi padre dependiente y estoy reventado. Y me dispongo a ver una de zombis en la Guerra Civil que emiten en una plataforma de televisión de pago.
Y por increíble que parezca, no me he quedado durmiendo. Además de que la trama fluye sin lagunas ni tiempos muertos, los actores contribuyen con su interpretación a que la película no se haga nada pesada ni aburrida. De hecho, y a diferencia de lo que me ocurrió con esta, la noche anterior vi una sobre el rey Arturo, llena de efectos especiales, con monstruos, combates, castillos, y casi aplaudí , aun estando solo, cuando acabó por lo pesada que me pareció.
Pero, fijaos: debería dedicarle un aplauso en forma de valoración tipo diez u ocho, como mínimo, y no lo hago, ¿Y por qué?
En primer lugar, los efectos especiales, en concreto, los muertos vivientes. Hombre, para ser sinceros, los de la charanga de las fiestas de mi pueblo llegan a dar más ‘caguele’ que los de esta peli. He echado de menos engendros putrefactos tipo “Walking dead”, es decir, que no den el cante de ser un simple maquillaje corporal.
Pero sobre todo, lo que más me ha disuadido a darle la máxima puntuación ha sido el propósito de querer blanquear lo injustificable, tal y como ya han señalado otras críticas. Ese “si es que todos hicieron de las suyas” que planea durante los ciento un minutos que dura este largometraje y que se manifiesta en la intención de ofrecernos el lado simpático de unos traidores golpistas así como el siniestro y manido lado oscuro de quienes se limitaron a defender el orden constitucional vigente. Un maniqueísmo nauseabundo y empalagoso que se me ha atragantado más, incluso, que la sangre de pega que fluye a lo largo de la película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Mesonikis
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10
16 de noviembre de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Soy profe’ de instituto, de Filosofía, y me parece una basura esta serie porque es irreal”. De acuerdo, querida o querido maestro. Y, además, está llena de clichés, es un plagio de otras series y películas de instituto, especialmente de “Rebelión en las aulas”, que es un título ‘sagrado’, y, además, de Filosofía solo tiene un 7%.
En resumidas cuentas, críticas que no me sorprenden en absoluto. Porque, ¿qué serie o película histórica o que, simplemente, trate de médicos, fontaneros, fotógrafos o vete tú a saber qué gremio no ha sido puesta en entredicho porque no se ajusta a la realidad según los profesionales de cada ramo, ya sean historiadores, militares, médicos, barrenderos o mendigos de cajero automático y cartones por lecho?
Que Merli es algo así como una especie de caricatura nietzscheana antisocial, inmoral y cínica lo admito. Como también admito que una clase de instituto no es un club de la comedia donde los alumnos pugnan por escarnecer al profesor de turno mientras se besuquean con sus parejas o whatsappean ajenos a la realidad que los circunda. Aunque, de todo hay, ya que, no hace muchos años, compartí pupitre con adolescentes al sacarme un ciclo de grado medio y he sido testigo de situaciones similares.
Pero Merli, queridas detractoras y detractores de esta serie, con todos sus supuestos defectos, es algo más. Para muchos adolescentes, y también para muchos adultos, gracias a ese ápice, que tal vez no llegue siquiera a un 7% de Filosofía, puede suponer el primer contacto que van a tener con los peripatéticos, el Banquete de Platón, el mito de la caverna, el eterno retorno, las mónadas, y otros términos que, reconozcámoslo, no los oirán mencionar siquiera en un Sálvame de Lux, en una Isla de los famosos o cualquier otro engendro por el estilo.
Que el hecho de ver las tres temporadas no garantiza el aprobado ni aun de un control de primero de Bachillerato, es más que evidente. Pero, al menos, puede caber la posibilidad de que una chica o un chico, al oír aun de pasada en boca de Francesc Orella a esos personajes, teclee en su buscador de Google a Nietzsche, a Descartes, a Sócrates, a Kant y, quién sabe, de ahí a ver en el Youtube un vídeo sobre dichos personajes o, incluso, a comprar alguna obra para quienes piensen iniciarse en la Filosofía, como El gozo de pensar, de Margarita Fuster Maciá, solo puede haber un pequeño paso.
Mesonikis
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10
2 de abril de 2021
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Habéis oído hablar de una modalidad de pesca llamada captura y suelta? En YouTube he tenido la ocasión de ver algún que otro vídeo sobre esa especialidad. Los peces, tras su captura, son exhibidos ante la cámara entre risas y parabienes al afortunado pescador y luego devueltos al mar. Pero claro, eso supone que al pobre animal primero le atraviesen la boca con un anzuelo y lo saquen fuera de su medio natural, el agua, lo que equivaldría a que a nosotros nos sumergiesen la cabeza en un barreño mientras luchamos por deshacernos de nuestro torturador dando manotazos y patadas a ciegas.
¿Y cuál es el propósito de esos vídeos? Según sus autores, demostrar que son respetuosos con los peces simplemente porque no los meten en una nevera para comérselos luego con patatas y cebolla. En definitiva, engañarse a ellos mismos y, de paso, a sus seguidores, ya que la finalidad natural de la pesca no es otra que la de obtener peces para comer, y no infligirles un daño innecesario por pura diversión y vanidad.
Pues bien, azotar a un hombre con tiras de cuero dotadas de trozos de hueso y plomo hasta destrozarle los nervios y los músculos, traspasarle la cabeza con espinas, obligarle a llevar un madero donde se le atravesarán las manos y los pies, escupirle, pegarle puñetazos en todo momento no tiene más objeto que hacer el mayor daño posible. Y toda esa degradación, esa atrocidad celebrada con las risas de sus ejecutores es lo que muestra la Pasión de Mel Gibson. A Jesús no se le azota con tiras de algodón con algún toque de mercromina para dar apariencia de sangre o se le pega una bofetada ahuecando la palma de la mano para no hacer daño, como veríamos en cualquier representación de la Pasión de cualquier pueblo. Al Jesús de Gibson se le destroza literalmente secuencia tras secuencia en un delirio que no es más que el fiel reflejo de lo que supuso ese crimen. Una tortura y muerte que no se puede frivolizar dándole una apariencia más amable, tal y como pretenden hacer con los vídeos de peces a los que me he referido al principio, porque ni el dolor ni la muerte jamás podrán llegar a ser amables.
Sé que muchos no estaréis de acuerdo con mi opinión, porque consideráis a Mel Gibson un fanático, racista, xenófobo y un misógino fascista. Pero dejando a un lado las antipatías o fobias que puedan suscitaros el director de La Pasión, es innegable que tanto por su veracidad, por el acierto con que trata el submundo de lo demoníaco sin incurrir en lo ridículo, por su fotografía y también por haber sido rodada en arameo, hebreo y latín, esta es sin duda la mejor y más creíble versión que jamás se haya realizado sobre la pasión y muerte de Jesús de Nazaret, al menos hasta el momento.
Mesonikis
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10
29 de marzo de 2021
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Imaginad que un día, al pasar ante el escaparate de una tienda ropa, os llama tanto la atención los productos expuestos, que decidís entrar.
Dentro, el dueño, que es el típico comerciante que le gusta hacerse el gracioso y el simpático, os abruma ofreciéndoos un sinfín de camisas y pantalones. Empezáis a sentiros cansados e incluso os planteáis seriamente marcharos sin comprar nada. Pero justo en ese instante os llama la atención una camisa. Y al preguntarle el precio al dueño, no solo deja de mostrarse simpático y gracioso sino que llega a mostrarse renuente y de muy mala leche.
Tras unos instantes, el comerciante vuelve a mostrarse extravertido y ocurrente, pero solo para volveros a ofrecer el resto de artículos que no os interesa. Pero ante vuestra insistencia con la camisa, cede y de mala gana os la da para que os la probéis.
Sin embargo, al probárosla, descubrís que es una talla más pequeña que la vuestra. Y es entonces cuando el dueño del establecimiento os dice que no hay más camisas como esa.
Pues bien, Netflix es ese vendedor de ropa. Y El Mesías esa camisa. Una serie que desde el primer capítulo logra atraparte y que, lejos de ser previsible, posee tantas razones para hacerte creer que el protagonista es quien dice ser como para que creas que es un farsante, tal y como afirman sus detractores. Una intriga donde, también a partes iguales, todo apunta a que se trata de una especie de complot de carácter internacional o, simplemente, del final de los tiempos, la parusía de la que hablan las escrituras. Y todo ello de la mano de unos personajes tan sólidos como convincentes, entre los que destaca un Al-Masih dotado de ese cinismo y acritud que es capaz de llevarte a su terreno y una Eva Geller atormentada, sagaz y fría que te atrae desde el primer instante.
Una camisa que, por desgracia, no volveremos a disfrutar porque al Netflix comerciante e histriónico le interesa más ofertarnos otras prendas como Aquiles de color, prostitutas vengativas o zombis de infinitas temporadas que desvelarnos un misterio que ha logrado atraparnos a muchos durante sus escasos diez episodios.
Mesonikis
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10
15 de julio de 2020
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ayer me decidí a ver Cría cuervos. Sabía que no era una película fácil donde abundasen los chistes sobre paletos y mariquitas, con un final donde el padre o el abuelo demostrase lo equivocados que están los hijos o los nietos y cuán valiosos son los sacrosantos valores de la patria. En definitiva, no era una de Martínez Soria.
Por el contrario, esperaba enfrentarme a una historia compleja, llena de simbolismos oníricos ininteligibles donde el diálogo o la acción cediesen su lugar al silencio, al gesto y la mirada de los actores. Vamos, una de esas películas concebidas única y exclusivamente para cinéfilos intelectuales de cineclub de provincias y largas y tediosas tertulias tras la proyección. Pero me equivoqué. En esta obra maestra de Saura la expresión de Ana Torrent, donde se conjugan a partes iguales inocencia y crueldad , no precisa de más artificios ni más palabras para transmitirnos el infierno de una infancia que es en realidad el trasunto de esa minoría de edad de cuarenta años que padecimos durante la dictadura franquista.
Pero Cría cuervos no es tan solo un mero instrumento el lucimiento de esa pequeña gran actriz. Como cualquier relato que se precie, se compone de una exposición, un nudo y un desenlace que tienen como telón de fondo un universo donde el pasado, el presente y futuro se entrelazan como una unidad perfecta cuya comprensión no está vetada para quienes somos asiduos a un cine más convencional.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Mesonikis
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