Después de ver toda la película estremecido por la maldad de todo un pueblo que se extiende sin dejar ningún órgano sano me pregunto que moraleja extraerle. No encuentro sentido a una sucesión de brutalidad y envidia de un grado superlativo. No encuentro una catarsis que me sirva al salir del cine al fresco de la calle, no me ha entretenido tampoco. Salvando las distancias me siento como aquel de la naranja mecánica al que le obligaban a ver imágenes desagradables, horrorosas. Y deseaba encontrar un sentido final, un algo. Y no lo he encontrado. Me han llevado de paseo en un tren de esos de feria donde te meten en un tunel lleno de monstruos que al acabar su recorrido te hace encogerte de hombros y decir: "¿ya está? ¿es eso todo?

Sin una luz de contra dorada en cada plano, sin tramoya, sin artificio, sin tercera dimensión, sin gritos ni cristales rotos, sin volantazos, sin grandes besos, sin violines... de puntillas, discretamente, hilando una maravillosa historia, te regala una joya delicada, un paseo por Sunset Boulevard pero sin estrellas, cine en mayúsculas.

Anoche me sumergí en la República Democrática Alemana, calles grises, palomitas sabor mantequilla. Con la maestría del no hay prisa, del todo llega, del presta atención se construye un fascinante relato. Del color apagado sin matices, como la fe de sus asustados artistas, secuencia a secuencia, va dejándose ver una llamita de color, un "quiero saber más" creciente. Bella poesía en la más oscura azotea.

Este cabrón de policia de la temible Stasi (un poco lobo estepario) te va a asustar, te va emocionar, te va a hacer volver a creer, no se en qué, en un mundo mejor quizás. Donde todo sueño es cercenada por las sombras aparece la luz esperanzadora del no todo esta perdido, del quedan Héroes. En el dolor y la pérdida suena una melodía para un buen hombre, una humana y triste melodía. Y es que es imposible que seas buena persona y que no te guste esta película. Está hecha para ti.

Dedicada a todos los HGW XX/7 que hay por el mundo, espero que muchos.

Esta película está falta a mi modo de ver de una espina dorsal coherente que la aguante, un guión sólido que te permite como espectador al menos decir al final de su metraje "ahora lo entiendo todo" y que todos los momentos (muchos) a lo largo de su estructura encuentren explicación. No ocurre esto. Todo lo contrario. Te vas de la sala insatisfecho, sin ninguna sorpresa final que al menos te permita disfrutar en última estancia de cabos sueltos sin sentido.

Estoy convencido de que en el montaje de la película se han vuelto un poco locos y que habrán tratado por todos los medios de arreglar este caos de secuencias sin sentido. No es la primera vez que en el género de terror psicológico lo visual no basta para sustentar un largometraje. Como dije antes, los espectadores necesitan un final que diga "ahora lo entiendo todo", "era por esto". Aquí, esto no ocurre nunca, y te quedas frustrado.

La historia que aquí nos cuentan es un viaje por la gran desconocida Nueva Zelanda. Una historia que conjuga tradición y amor a la naturaleza y a las raíces. Todo ello bajo una luz espectacular que ofrece la trasparencia y la belleza de la pureza, de la sencillez de la vida y de la comunión del hombre con la tierra y el mar. Llena de poesía. Preciosa

Esta película retrata la juventud californiana de finales de los años 70 y su inevitable paso a la madurez. A sus protagonistas les une el amor por el océano y su vitalismo, y son las olas las que forjan una amistad imperecedera. Con una fotografía límpida y un ritmo pausado se dibuja una época, un modo de vida, con la mirada melancólica hacia el verano, los amigos, las chicas, y el mar.