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Críticas de VictorRodrigo
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Críticas 68
Críticas ordenadas por utilidad
8
15 de agosto de 2019
68 de 104 usuarios han encontrado esta crítica útil
La década de los años 60 fue una época gloriosa para la industria del cine de Hollywood. El séptimo arte gozaba de un éxtasis de producciones, nuevos géneros, estrellas con un impacto mediático que transgredía fuera de la pantalla y toda una ciudad donde se recogían todos estos ingredientes: Los Ángeles. En 1963 nació Quentin Tarantino en Knoxville, Tennessee. Dos años después, se mudaba con la familia a la ciudad de las estrellas, el escenario que cambiaría la vida del futuro realizador, la del cine y la de millones de personas. La novena y penúltima película de Tarantino ha dicho por activa y por pasiva que una décima sería la última de su carrera- es una carta de amor serena, nostálgica y madura a toda aquella época. El resultado es sólido, bajo una expectativa de magnitudes exageradas, fruto de la icónica figura del director y los actores que le acompañan en esta aventura.

Érase una vez ... en Hollywood disfruta de varios ingredientes de altísima calidad, cocinados a fuego lento, que presentan un plato cinematográfico de nivel pero distinto al que nos tiene acostumbrado Tarantino. Leonardo DiCaprio y Brad Pitt co-protagonizan el viaje entre estudios, decorados y bulevares cargados de pósters de películas. Encarnan un actor venido a menos, Rick Dalton y su doble de acción, Cliff Booth, en el ecosistema de Hollywood, una industria selvática donde sobrevivir después de estar en la cresta de la ola es un esfuerzo titánico. Su relación, actor-doble de acción, es otro apartado nostálgico de un modo de cine que Tarantino quiere rendir homenaje. En este escenario de estrellas, Tarantino nos presenta la actriz -real- Sharon Tate (Margot Robbie), vecina del protagonista, que juega un papel irregular en la trama.

Los dos actores representan el fin de una era, de una manera de hacer cine que todos aquellos que participaron y la disfrutaron miran atrás con nostalgia, cigarrillo en mano y un resoplido de horror para dar paso a los nuevos años 70: hippies, drogas, una moral desenfrenada. En este contexto, Tarantino introduce de una manera irregular a Charles Manson y su "familia", que cometerían varios asesinatos en masa. Con Hollywood de trasfondo, estas dos tramas arrancan paralelas hasta reencontrarse en un final made in Tarantino. Gags, cine dentro del cine, rodajes y vida de estrellas entre vestuarios son otros de los ingredientes con marca de la casa que los espectadores disfrutarán. Las expectativas, sin embargo, son mucho más altas que el resultado real que se encontrará el espectador.

Es por eso mismo que el nuevo film del director de Knoxville es el más sereno, maduro y casi romántico -a una manera de hacer, disfrutar y ver cine- que ha hecho nunca en su carrera. El in crescendo es mucho más lento de lo que nos ha tenido acostumbrados, ciertas escenas se alargan sin recrearse y la ambientación es adictiva. El apartado técnico de la novena obra de Tarantino es sensacional, un trabajo de orfebrería absoluta, elevada al máximo gracias a una persona: DiCaprio. El actor merece, sin lugar a dudas, la nominación a cualquier premio por esta película. Como los buenos vinos y el artista renacentista con quien comparte nombre, Leonardo nos regala una vez más sus dotes interpretativas, como un camaleón, como un monstruo cinematográfico que se come la pantalla cada vez que se pone ante la cámara de Tarantino. Brad Pitt es la pareja perfecta, en buena sintonía, con una química que arrancará sonrisas al público.

El papel de Margot Robbie en esta película es un misterio. Sin ella, el guión y la trama podrían funcionar perfectamente. La expectativa gira sobre ella en la temática de los Manson pero la interpretación final correrá a cargo del mismo Tarantino y todos aquellos que juzguen la película. No le encuentro otra explicación que la de ser un cebo de un mago que te engaña, haciéndote creer que la trama irá por un lugar y acaba marchando hacia otro. El toque final que nutre esta película para pasar del notable es la banda sonora. Quentin Tarantino es un maestro en el apartado sonoro pero este homenaje a la música de los años 60, a las canciones que sonaban en las radios -que bien vertebra el sonido radiofónico, los coches, los locales-, es sensacional.
VictorRodrigo
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7
15 de enero de 2019
36 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
El poder corrompe. Es una máxima inalienable que invade las cúpulas políticas de todos los estados del planeta. Existe un país, sin embargo, donde esta premisa se eleva por encima de todos los demás: los Estados Unidos. En un 2019 donde el país dirigido por Donald Trump sobrevive con un bloqueo federal en la administración, Adam McKay recupera la figura de Dick Cheney (interpretado por un insuperable e irreconocible Christian Bale) uno de los últimos dinosaurios vivos de la vieja política de Washington.

La película gira en torno a la obra política de Cheney, quien sirvió a las órdenes de varios presidentes. Sus inicios políticos se remontan a Richard Nixon, evolucionan con Gerald Ford, se consolidan con George H. Bush (el padre) y su poder alcanza el éxtasis haciendo ticket con George W. Bush (hijo) durante sus dos mandatos. Ejerció como secretario de Defensa, jefe de gabinete del presidente y de vicepresidente.

"El vicio del poder" es un puñetazo, seco, directo y en la garganta contra una forma de hacer política en Estados Unidos. McKay presenta un metraje muy ágil, cargado de ironía, humor ácido e inteligente, además de contextualizaciones históricas que nos situan en la trama. Al principio de la película explican que intentaron documentarlo todo, pero Cheney es una de las personas más herméticas que pisaron la Casa Blanca (con el permiso de Henry Kissinger, quien también sale en la película) y por tanto, partes del metraje son "ficción". Sin embargo, al final, el filme ironiza con un gag que la película está bien protegida, ya que han consultado antes con abogados.

El reparto es de lujo. Steve Carrell interpreta a Donald Rumsfeld, político adicto al poder, que introduce a Cheney en la política de la Casa Blanca. Sam Rockwell, ganador del Oscar a mejor actor secundario el año pasado, interpreta magistralmente a George Bush hijo. Otros secundarios destacados son personajes de la política estadounidense, como Colin Powell (Tyler Perry), secretario de Estado de Bush.

Amy Adams, pero, come en un plato aparte. Su papel de Lynne Cheney, esposa del ex vicepresidente, es la segunda pata principal de la película, coprotagonista de un filme marcado por la presencia de Bale pero que el guión no se sustentaria ni entienderia sin la vida de Lynne. Conservadora hasta la médula, es la verdadera mano que mueve los hilos de un mediocre político como era Dick al iniciarse en política. Ella lo acompañó en cada momento, decisión y bifurcación importante.

"Vice" (título en inglés) es una película difícil de visionar si no se tiene unos mínimos conocimientos que situen en contexto. Peca de simplista, ya que pretende aglutinar décadas de vida política alrededor de Cheney, además de ir construyendo una crítica muy ácida desde una posición muy de izquierdas. Es una crítica, sí, pero con argumentos y hechos contrastables: a la guerra de Irak, a la gestión de los atentados del 11-S y al concepto del poder que abanderaban hombres en la sombra como Cheney, Rumsfeld , Nixon, Bush o Reagan.

La crítica no sólo es política, también es social. Los gags / palos que recibe la sociedad de los Estados Unidos en esta película se necesitan contar con más de dos manos, centrándose en Donald Trump y la polarización radical de la opinión general, cada vez más arisca, escéptica y vendida al marketing o al periodismo mediocre y tergiversado (palo directo a Fox, con referencia literal).

"El vicio del poder", además, rompe la cuarta barrera e interpela directamente al espectador, lo hace cómplice y le cuenta la historia al oído. McKay juega con la trama, con la producción y la narrativa audiovisual, mezclando sketchs, fotografías, imágenes que ocurrieron realmente pero simuladas con los actores, vídeos y momentos reales, además de bromas fuera de contexto.

El poder, en manos de mediocres silenciosos que permanecen a la sombra como Cheney, provocan guerras, cientos de miles de muertos y escriben la historia con sangre. Películas como las de McKay, sin embargo, recuperan la dignidad, vuelven la verdad a la luz y encima, son buenas.
VictorRodrigo
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6
4 de octubre de 2018
43 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
Suspiria, la nueva película de Luca Guadagnino, ha inaugurado la 51ª edición del Festival de Sitges con un auditorio abarrotado. El director italiano se ha adentrado en un largometraje de más de dos horas y media para brindarnos un remake de una película, también italiana, del año 1977 con el mismo nombre.

Guadagnino reaparece en las salas de cine con un cambio totalmente radical de su registro. Después de deslumbrar a medio mundo con la delicada, romántica y poética "Call me by your name", el director nos traslada al Berlin de 1977 rodeados de tinieblas, sangre y una película que desgasta físicamente.

Susie Bannion (Dakota Johnson) es una bailarina que decide huir de Ohio para entrar en una prestigiosa compañía de danza de Berlín. Una de las profesoras, Madame Blanc (Tilda Swinton), se deslumbra por el talento de la joven y la acepta. A partir de aquí, la ingenuidad de Susie ante un sueño y un mundo nuevo se desploma tanto para el personaje como para los espectadores, que descubren los rincones más oscuros, tenebrosos y diabólicos de la compañía de danza.

La trama también descubre un tercer personaje principal, el doctor Josef Klemperer (también interpretado por Tilda Swinton), un psicólogo que trata una de las bailarinas de la compañía. Es la visión científica, la personificación de la razón, arrastrado por un pasado donde el nazismo y la posguerra alemana son cadenas para un anciano ahogado por la pena de perder a su esposa.

La película es desconcertante y sufre por culpa de un guión demasiado largo para conseguir llegar a ciertos hechos que son previsibles o desencadenantes de por si. Guadagnino pone de manifiesto su talento hacia una simbiosis entre la banda sonora y diversos planos de cámara (que varían de los más estáticos hasta zooms de primer plano) pero no termina de convencer.

Hay ciertas escenas perturbadoras, que cierto tipo de público deberá apartar la vista por el nivel explícito de las imágenes. Sin embargo, "Suspiria" es como una piedrecita que empieza a rodar desde la cima de una montaña esbelta hasta caer, aumentando hacia un ritmo vertiginoso y de golpe detenerse en seco. La pregunta final es ¿eran necesarias tantas vueltas?

La belleza visual es innegable, pero la falta de un guión sólido que no pretenda tocar tantos palos sin acabar de rematar todas las incógnitas hubiera sido un punto mucho más a favor. Un reparto muy femenino, donde las mujeres lideran, manipulan, ríen, lloran, atacan y se defienden, en definitiva: son las protagonistas. Sin embargo, no acaba de cerrarse bien un círculo que se presentaba prometedor.

"Suspiria", en definitiva, es mucho más que un suspiro. Es un grito lánguido y perturbador, un grito empoderador femenino. Un homenaje visual a la danza pero con una capa demasiado fina para aterrizar entre las grandes películas de terror. Los amantes del original no saldrán contentos (aunque Tarantino salió llorando de emoción).
VictorRodrigo
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9
20 de diciembre de 2021
90 de 155 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hay muchos cineastas de categoría con agallas para escoger un clásico intocable de la historia del cine, atreverse a hacer un remake y salir airoso. Aún menos salir triunfante. Pero Steven Spielberg está hecho de otra pasta, es un genio redomado que ha vuelto a salirse con la suya y vuelve a regalarnos una maravilla cinematográfica. La nueva versión de West Side Story, que llega a las salas 60 años después del estreno de Robert Wise que revolucionó la industria, es un viaje deslumbrante de colores y alegrías, de homenajes al clásico, además de brindar una nueva mirada a una historia que necesitaba un lavado de cara -en este caso literal para la mayoría de intérpretes-.

Aunque los oráculos críticos que rebuznan que la historia original de Wise "era intachable" o "no necesitaba de nuevos maquillajes", Spielberg por fin sitúa la historia en un contexto y escenarios completamente creíbles. Los puertorriqueños son interpretados por actores y actrices latinos, además de introducir de manera verosímil los diálogos en español (y sus acentos). A Anybody se le deja de tratar como a un monstruo y por fin es reconocido como un hombre trans. Los elementos del guión original que habían hecho que la película caducara por los bordes y en su corazón por fin han sido corregidos.

La música del genio Leonard Bernstein y todas las canciones de Stephen Sondheim -quien falleció hace pocas semanas- se mantienen frescas, vivas y deslumbrantes gracias a una puesta en escena excelente, unas coreografías renovadas que recuerdan a los mejores números de la original y a la modernidad que te permiten los recursos actuales como se vió en La La Land. En el momento en que arranca la película, Spielberg consigue una mística que abraza el espectador desde el primer minuto.

Además, el elenco escogido por el director es milimétrico: Ansel Elgort i Rachel Zegler -que es su primer papel en cualquier proyecto- lo bordan. Pero el reparto de secundarios es increible, destacando David Álvarez, Ariana Debose y Mike Faist. El broche de oro es la aparición de Rita Moreno (la Anita original) en un nuevo papel que vertebra la trama a la vez que homenajea el film antiguo. Es inevitable analizar que esta historia de amor, de un amor verdadero que capea temporales familiares y raciales, esta construido en un romanticismo prácticamente dependiente y tóxico. En eso Spielberg no se aleja de Wise ni del musical, pero se enmarca en una corriente que pasa el filtro de la mirada actual. Y eso es una satisfacción inmensa, dadas las circunstancias en las que falló la anterior de hace seis décadas.

Con todos estos elementos sobre la mesa, la West Side Story de 2021 es directa a la hora de calar su mensaje entre canciones: el amor siempre debe prevalecer por encima del odio. Es preciso recalcar que la película no es ni una versión alejada del clásico, ni tampoco una calcomanía digna de los peores remakes de la historia -saludando a Gus Van Sant con su horrible Psycho, por ejemplo-. Es una nueva mirada a una historia marcada por el racismo, por la inmigración que inundó las calles de la Costa Este de Estados Unidos y la violencia que estallaba entre los barrios de Nueva York. Todo, envuelto en la esencia de la tragedia shakesperiana.

Spielberg rescata de Robert Wise esa alegría por celebrar la vida que nos brindan la mayoría de musicales, aunque bailen alrededor de una historia dramática. Su capacidad innata por crear un estilo clásico de cine, sumada a un talento inigualable por crear relato cinematográfico dan un resultado estético, musical y interpretativo de alta categoría. La nueva West Side Story es una verdadera maravilla que reclama que miles de personas acudan a las salas de cine a enamorarse.
VictorRodrigo
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7
17 de septiembre de 2019
28 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera frase pronunciada por la Marie (Kaitlyn Deve) es un susurro cargado de espanto, confusión y temblor. Son las palabras para abrir las puertas del infierno después de haberlo vivido en carne viva, y dan paso a una crónica frustrante, gris y sinuosa donde deberá demostrar, por activa y por pasiva, que sí, que ha sido violada y que no se lo está inventando. Netflix produce y distribuye esta miniserie basada en hechos reales, en la historia ganadora de un premio Pulitzer llamada An Unbelievable Story of Rape.

"Unvelievable (Creedme)" profundiza en todo lo que que una chica debe afrontar después de haber sido violada. No sólo las secuelas emocionales, plasmadas en sus relaciones con amistades o las familias de acogida, sino también las policiales, uno de los aspectos más desconocidos por la sociedad. Cuántas preguntas debe responder una chica después de informar a las autoridades que ha sido violada? Cuántos juicios de valor tiene que aguantar? Cuántos hombres la han de intimidar porque "diga la verdad"?

Un drama criminal con tono y esencia feminista sin edulcorantes, con una reivindicación silenciosa de la aparición de mujeres detectives y el grito sofocado de una realidad enfermiza como son las violaciones mal investigadas (o directamente sin investigar) a chicas jóvenes. La trama no pretende ser un común denominador de las agresiones sexuales pero sitúa al espectador en los hombros de la Marie, sufriendo casi con los sentidos como las circunstancias la van absorbiendo y la frustración, decisiones tomadas bajo presión o pequeños detalles pueden marcar una joven de por vida.

La crítica contra el sistema está presente en toda la miniserie, de ocho capítulos. El caso es de 2008 y está situado en Estados Unidos y sigue los hechos de manera cronológica: el sufrimiento de la violación por parte de la Marie, la primera investigación policial, los constantes prejuicios contra la chica y la posterior investigación de las dos detectives que giran la perspectiva con la que se veían los hechos. Merritt Wever y Toni Collette transpiran aire fresco en este mundo de series policiales protagonizadas por hombres. La narrativa audiovisual es ágil, aunque se podrían haber recortado un par de capítulos. El primero, sin embargo, ya te pone en situación y te tensa para un viaje incómodo pero real, frustrante pero necesario.

"Creedme" estremece, abarca las mujeres desde su perspectiva (y sin hacer ningún escarnio o exageración) e interpela a los hombres, a todos los integrantes de la sociedad, que miran hacia otro lado o sólo comentan las noticias a la televisión: "mira, otra violación".
VictorRodrigo
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