Cada gran adjetivo que está obteniendo lo tiene más que merecido. No solo es emocionante en sus casi tres horas gracias a una apabullante composición de sonido e imágenes, sino que acaba cautivando en un tercer acto en el que el miedo vence a la vida.

Mantiene una reflexión y peligrosa idea sobre los ídolos de masas y lo que causa en sus acérrimos seguidores. Aventura y acción en un viaje sci-fi de carácter religioso que parte de una serie literaria que inspiró a Star Wars o Juego de Tronos.

Timothée Chalamet crece como actor, y vuelca su madurez interpretativa en toda la media hora final, soportando la película sobre sus hombros, en un sorprendente cambio de registro. Mención para Zendaya, que con sus miradas transmite lo esencial en lo que termina por despedazar su interior. Dave Bautista desaprovechado, en favor de un imponente Austin Butler. Y Rebecca Ferguson, imprescindible en cualquier producción actual. Hans Zimmer es otra de las potencias artísticas con varios temas musicales centrados en el vínculo de Paul Atreides y Chani, o en el fragor de la batalla.

Arriesga en intensidad, al borde del final, lo que puede agotar a más de un espectador, no en mi caso. Y no existe un conflicto bélico alargado, para los que echen en falta las batallas multitudinarias. Mínimas o ninguna imperfección se puede sacar.

La primera Dune (2021) y esta segunda parte, con mas en común de lo que parece, sin que la anterior sea tan arrolladora en la acción, confluyen hacia el destructivo, cíclico y desgraciado genocidio. Denis Villeneuve ha dejado este año un acontecimiento cinematográfico para la historia. Se recordará durante mucho tiempo.

Cuarto capítulo de la saga 'Universal Soldier', siendo la más atípica y diferente de todas. Hiperviolenta, experimental e intrigante. La imagen con esas ráfagas blancas que podría llegar a espantar a alguien con problemas de epilepsia, o el ambiental sonido, ya garantiza que esta secuela es un producto casi autoral. Asistimos al punto de vista del soldado universal por vez primera, lo que estas máquinas de matar sufren y sienten desde su propia óptica psíquica. Comienza la rebelión de Deveraux, el protagonista de la franquicia, aquí interpretado nuevamente por un inquietante y contenido Jean-Claude Van Damme, yendo su personaje muy en la línea de Marlon Brando en 'Apocalypse Now', tanto en apariencia como en esencia (un líder escondido en medio de una selva que ha de ser neutralizado). La guerra de identidad, el control gubernamental, y la clonación son algunos de los temas que se revelan, siendo estos perseguidos por la intriga y la paranoia.

De narrativa contemplativa, lejos de los estándares habituales de Hollywood en el género, con inmediatos y bestiales intercambios, atreviéndome a confirmar que estamos ante soberbias secuencias de lucha y acción distinguiéndose de esta colección y muchos blockbusters. Gran uso de la ralentización, montaje y dirección sumado a la demostrada experiencia en el combate de Scott Adkins, Lundgren, Arlovski o el propio Van Damme, notándose su doble en ocasiones.

Infravalorada y más sugestiva que la tercera o segunda parte situándose frente a frente con la original de 1992.

Curiosidad a parte, hay un guiño a 'The Shining' muy evidente.

Se ha explotado hasta el hartazgo la gran obra de Alexandre Dumas, con un total de cuarenta y dos películas ni más ni menos. Entre franceses y americanos, once ambos. La única que ha representado de forma completa el clásico literario, no al cien por cien, sin alcanzar el apesadumbrado y dramático tono, fue la perpetrada por George Sidney en 1948. Hasta ahora, porque la nueva propuesta de Francia rodada en ocho meses desde 2021, dividida en dos peliculas para las salas de cine, va camino de estar por la labor de arrebatar ese estatus al clásico protagonizado por Gene Kelly.


MÁQUINA BIEN ENGRASADA

Renovada, modernizada y con una armonía evidente entre todos los aspectos que forman la puesta en escena. Esforzada producción en lugares emblemáticos, dirección por parte de un joven realizador con poco bagaje en su filmografía, y que resuelve fantástico. Narrativa que va como un relámpago sin desperdicio alguno, vestuario, estruendosa y bella música, y una fotografía oscura de tonos apagados no apta para todos los gustos, acorde con el contexto de la Francia del siglo XVII, encorsetada en todo tipo de amenazas. Y donde han acabado por demostrar el valor económico con un presupuesto de más de 72 millones de euros entre las dos partes, es en planos secuencias varios, con la cámara, en ocasiones, desde la posición subjetiva. El arranque, la escena del bosque o la de la abadía, se desatan vigorosamente, y consigue la pretendida sensación de lo que está presenciando el personaje. Algunos han protestado por el movimiento constante del objetivo en estas escenas. En mi caso no he tenido problema alguno, y me ha embelesado hasta estallar de emoción con cada violenta y realista estocada, o ataques fulminantes contra sus protagonistas.


DE LA PLUMA AL CELULOIDE

¿Por qué esta nueva versión está convenciendo a la crítica, la mayoría de aficionados y a aquellos que desconocen la novela?. No tiene la misma fidelidad que otras versiones, incluso diría que un resultado mínimo en cuanto al contenido de la imaginación del autor original. Son numerosos los cambios, que ayudan a intrigar a los conocedores de lo que está por venir. A partir de un argumento que concede lo primordial; aventura, intriga, claustrofóbica conspiración y enternecedor romance. Todo eso se encuentra en las dos horas de su duración, pero con situaciones distintas, omitiendo algunos eventos, y dando brevedad a otros, adelantando o cambiando el orden a diferencia de como lo narraba Dumas. La forma se ha alterado, el fondo continúa con idéntico significado. Y ahí reside su cualidad más determinante. Lo esencial con pequeñas acciones o diálogos se observa en pantalla. Aunque por otro lado se pierde importancia en la unión y amistad de los mosqueteros, escasa intervención del Cardenal aún estando presente su sombra y artimañas fuera de escena, ausencia de algún secundario básico, y un limitado último conflicto. Dejando entrever que en la sala de montaje se centró interés en el alcance del producto definitivo. No hubieran venido mal diez o quince minutos más de oportunidad para ciertos instantes. El guión tampoco asegura novedad en la respuesta final de algunas subtramas, recurriendo a ideas tradicionales.

Se suman unas actuaciones, a cada cual mejor. Eva Green se perfila como una destructora absoluta, con no demasiada participación, reservándose para la secuela, la cual se centrará en su personaje. Soberbia en el misterio que desprende, y mortífera empleando armas de mujer, correosa como ella sola, demostrando registros de sobra. Las demás actrices no desmerecen, impulsadas hacía mujeres atrevidas y valerosas, principalmente Vicky Krieps como Ana de Austria. Vincent Cassel y François Civil igual, se manejan fenomenal. El primero, con veteranía, reflejando el enfermizo estado de un Athos más mayor de lo normal, recurriendo a su sentido de la honorabilidad cuando es necesario. El segundo, un D'Artagnan bravo, descarado y pasional, justo como tiene que ser. Louis Garrel de Rey Luis XIII, aparenta el vulnerable espíritu que le corresponde con solo un par de gestos. Y el resto sigue la cercana radiografía de cada rol.

De obligada oportunidad, no habiendo hueco para el aburrimiento, que aún, si sé es sabedor de memoria de la aventura clásica o de la aclamada obra francesa, hace que uno quede prendado en el tiempo de una antigua época en una entusiasmada tarde/noche de cine. Finaliza en un punto culminante con un misterio por esclarecerse y un personaje que es testigo de algo que le aterra. Notándose que lo acontecido en este primer capítulo, es la inicial presentación de un todo por definir. La secuela puede, o debería completar una fantástica revisión de esta legendaria historia.

De perseguido a perseguidor, y nuevamente perseguido. Ese es el perfecto resumen de este cuarto episodio, y no necesita más. Estábamos listos para ello, los que iniciamos desde 2014 este largo recorrido por el atípico caudal de violencia criminal que creó Chad Stahelski junto a David Leitch.

Se trata de la secuela más emocional de todas, que comparte y profundiza en el tema de la amistad o sociedad entre pistoleros y antihéroes. Porque si, aquí se confirma que Stahelski ha dirigido su trabajo más personal de la saga, con dedicatoria al western, sin ya esconderse y plasmando en pantalla pequeños detalles como en anteriores, modernizándolo con un gusto y admiración ejemplar. Uniendo referencias de clásicos del cine, con obvios homenajes a 'Lawrence de Arabia', 'The Warriors' y a parte de la cultura japonesa. El guión se dirige hacia una cuestión universal ya puntualizada antes, como encontrar un propósito para vivir, por quién hacerlo, por quién morir, o para qué. En otro aspecto, curiosamente es la que menos se acerca al ligero humor que dejaban entrever las otras entregas.

Si en lo personal queda patente, en lo puramente estético, sus responsables no han escatimado en nada como venía siendo el argumento. Ambiciosa, excesiva, duradera, todo un prodigio de acción. Clara muestra, la evolución que se observa llegados a este punto en la franquicia, con la potente escena del piso franco y el seguimiento de la cámara cenital unos cuantos minutos.

El problema de este nuevo capítulo es el deleite por el exceso. La exageración por partido doble y hasta triple. Una escala de inverosimilitud que va demasiado lejos, y todo ya, tras cuatro películas, es repetitivo, y monótono aún disfrutando de ello. Pero siempre quedará para la historia ver a Keanu Reeves con casi sesenta años, físicamente esforzándose y aprendiendo nuevas técnicas con diferentes armas como el Nunchaku para esquivar ataques de sus enemigos. Los seguidores de la temática de samuráis, tendrán su recompensa con la virtuosa parte de Japón.

Larga galería de personajes, que probablemente hagan olvidar a anteriores. Scott Adkins, Marko Zaror, estos dos actores relegados al ostracismo siendo grandes intérpretes del espectáculo de accion. Con una aceptable cantidad de minutos en pantalla, uno más divertido pero igual de peligroso, sorprendiendo en un registro poco habitual. Otro, incansable y duro adversario complicado de batir. Toda el acto en Berlin, mi favorito, regresando a las raíces, y toda esa parafernalia de las obligaciones para con la llamada "alta mesa", sin dejar de valorar la apasionante media hora final, con un suspense de alto voltaje que no tiene en secuelas previas. Quién merece elogios de sobra, es Donnie Yen, que vuelve a sentar cátedra como artista marcial. El vinculo que mantiene su personaje con el protagonista, ambos con ciertos paralelismos, de lo mejor. Las aportaciones de McShane como Winston en un papel más de guía y frente a sus intereses como acostumbra, la especial despedida de Lance Reddick, Fishburne u otros como Hiroyuki Sanada y Bill Skarsgård, forman un elenco completísimo.

Difícilmente superable en cuanto a todo lo que propone y establece, siendo los realizadores tanto en dirección como en planificación de acción, unos genios esparciendo todo un sobrado talento para esto. Han dejado su nombre firmado con letras bien grandes en el género. ¿La mejor? ¿Quizás la peor?. Es indiferente, no le hace falta destacar más o menos, es un triunfo con sus defectos. Y el mito de John Wick se ha hecho un hueco en la historia del cine para siempre. Un emotivo fin de ciclo (¿?) y saga para el entretenimiento y el disfrute siempre que haga falta.

"El camino al paraíso comienza en el infierno"


Tras la épica conclusión en la segunda entrega, todo hacia presagiar una tormenta perfecta de fogonazos y duros golpes en esta tercera parte. Pues solo hay que observar los primeros veinte minutos, para ser testigos de la continua serie de intensos intercambios. Ejemplo inmediato, el correctivo mutuo en una biblioteca de John Wick con Ernest, interpretado por el famoso jugador de la NBA, Boban Marjanovic. Dos metros veinticuatro de estatura, un gigante. Así empieza esta cacería, para seguir con una descarnada escena de hachas y cuchillos, caballos de por medio, y perros después, siendo estos animales utilizados como armas de combate por primera vez en la saga.

Carrera contrarreloj que indaga en el origen del personaje mientras el viaje, esta vez recorre Casablanca, para enseñarnos que este universo infectado por temidos y despiadados criminales, abarca más de lo imaginado. En comparación con las dos primeras, 'John Wick Chapter 3 - Parabellum' (2019) es la que desencadena un nivel de acción superior, presentando unos villanos y aliados carismáticos de más entidad. Por un lado, la veterana Anjelica Huston, como líder de una especie de escuela oculta que crea sicarios como John. La oscarizada Halle Berry, fantástica en su implicación en la sobresaliente secuencia de Marruecos. Fishburne repite, Lance Reddick se suma a la fiesta en el tercer acto con todo, Ian McShane que con sus pequeñas aportaciones sorprende como en ninguna, y Mark Dacascos junto a los excelentes profesionales indonesios de 'The Raid Redemption' (2011) y 'The Raid Berandal' (2014), completan un trio de contrincantes a la altura del protagonista.

Las consecuencias de acciones pasadas se pagan, y tras una reunión en el desierto, encuentro clave, que esclarece aún más un camino sin escapatoria, hace que todo termine donde empezó, en el Continental. Con la innovadora idea de que ya no es un conducto salvavidas. A partir de ahí, una vehemente y nueva jungla salvaje. Complejo obstáculo el de un equipo de asalto con mejoras tecnológicas. Imposible olvidar la huida y choque de trenes en motocicleta un poco antes, impresionante. Se da verdadera importancia al Jiu-jitsu, y al arte de la invisibilidad, demostrando más interés en las disputas cuerpo a cuerpo, sumado al esperado y tenso combate definitivo, para acabar con otro final abierto por todo lo alto en lo que será una venidera nueva venganza y guerra sin cuartel.

Imperdible reliquia de acción a valorar en el tiempo en general, que obtiene en mi opinión, la primera posición en la trilogía.