Sebastian Schipper firma una de las sensaciones cinematográficas del año con este laureado filme que se ha destacado sobretodo por ser rodado en un único plano secuencia y por la presencia de la catalana Laia Costa como la protagonista que da nombre al filme.

Una jóven española que está buscándose la vida en Berlín es la presencia a la que la cámara y el espectador va a seguir durante todo momento durante una madrugada de fiesta en la que conocerá a una pandilla que le enseñará la verdadera Berlín y con la que se verá inmiscuído en un trabajito en que deberán atracar un banco.

Aunque su guión es interesante, es también el mayor punto débil del filme al no conocer todo lo necesario a esa misteriosa protagonista de la historia y al no salirse de ciertos arquetipos de la juventud suburbana que todos hemos visto y que está personificada en la pandilla.

Sus puntos fuertes llegan en el verdadero hito que supone rodar todo el filme en plano secuencia; esto la convierte en un ejercicio lleno de fuerza en su puesta en escena, abrumadora, física y desasosegante para el espectador que saldrá exhausto y abrumado de la sala ante ésta frenética propuesta.

La otra gran virtud del filme además del trabajo de cámara de Schipper y el director de fotografía es indudablemente la entrega de su jóvenreparto, sobretodo de Laia Costa que merece todas las menciones del mundo y firmando una de las mejores interpretaciones femeninas del año, una actuación humana que va des de la felicidad a la lágrima más auténtica.

Un trabajo laborioso e imprescindible, que se ve empañado por un guión que no se encuentra a la altura de este abrumador trabajo cinematográfico que dejará estimulantemente exhausto al espectador cuando las luces se enciendan.

El Crítico Inquilino

Lluís Miñarro una de las voces más fuertes del cine de la periferia de nuestro país, apoyando proyectos arriesgados y de autor con su productora Eddie Saeta, se estrena en la dirección en ficción con este experimental biopic sobre la estancia del rey Amadeo de Saboya en España.

Aunque su primera parte es sutil y llega a ser más o menos accesible, a Miñarro no le interesan los convencionalismos del cine de época y la película va rompiéndose narrativamente con el juego formal, visual y sonoro que verdaderamente es el interés primordial de Miñarro.

Brendemühl interpreta al malogrado rey con gran entrega y magnetismo convirtiéndose junto a las muy estimables apariciones de Lola Dueñas y Bárbara Lennie, además del morboso y silencioso criado interpretado por Álex Batllori en lo mejor de la función, confirmando a Miñarro como un cineasta entregado a sus intérpretes.

Stella Cadente es un posmoderno y extraño "bocaccio" que resulta estimulante a ratos pero que solo maravillará a pocos paladares jocosos y exquisitos.

Terry Gilliam nos deja otro delirio visual tras la malograda (desde mi punto de vista) El imaginario del Doctor Parnassus (2009) que remite a cintas cumbres de su carrera como Brazil (1985).

El director británico nos deja otra irregular película a la que es difícil encontrarle un sentido y va a desorientar a muchos. Un relato que parece criticar la sociedad impersonal en la que vivimos y a la que nos dirijimos, toca temas trascendentales como la búsqueda de la identidad, la libertad o la propia fe pero dejándonos sin un orden de ideas claro y con un final que acabará de perdernos totalmente o a encontrarle un intento de sentido al rato de salir de la sala.

Lo mejor sigue siendo la gran imaginación que Gilliam firma en el terreno visual, creando mundos que solo él es capaz de imaginar y crear personajes pintorescos sin evitar el ridículo. Destacar también la entregada interpretación de Christoph Waltz que convierte su personaje en conmovedor además del trabajo de la transformista Tilda Swinton o las dosis de erotismo que crea el personaje de Mélanie Thierry.

Una obra decepcionante de Terry Gilliam, siendo capaz de lo mejor y lo peor, en la que parece perderse en su propio delirio y ambición al querer contar temas trascendentales en este relato.

Richard Linklater llega a su zenit como cineasta explorando los temas que siempre han rodeado su filmografía: el paso del tiempo, la memoria, las relaciones humanas y la adolescencia en un solo proyecto, capturando el elemento que contiene todo eso: la vida.

Es una cinta difícil de analizar ya que las sensaciones son tan verdaderas y tantas situaciones nos habrán sucedido a todos que se convierte en algo prácticamente indescriptible lo que consigue Linklater.

Una película humilde en sus formas y que muestra sucesos de una vida con total limpieza; somos nosotros al recordar los instantes en nuestra memoria vital los que la convertimos en una historia ambiciosa y trascendental, que emocionará y transmitirá a cualquiera considerado ser humano.

Linklater logra además reunir todo instante de nuestra generación, la misma que la del chico, Ellar Coltrane. Lo convierte en un filme con gran fuerza en la juventud y que transmite unos valores realistas, nada idealizados, que todos encontraremos en nuestro camino.

Linklater ha creado una cápsula del tiempo que será recordada por todo espectador al mostrarnos la familia, el amor, el desamor, la inocencia, los errores que cometimos y cometeremos, el buscar nuestras metas y el camino de la madurez sin perder ni una pizca de nosotros mismos. Todo esto es la vida.

El género del suspense ha tenido muy buenas representaciones en los últimos años pero hacía tiempo que viendo una película del género no sentíamos esa tensión omnisciente por completo durante todos los segundos de la cinta, el suspense del cine clásico que hizo famoso a grandes como Hitchcock.

La sensación de pánico escénico, el sentirte apuntado y amenazado por un tirador invisible son sin duda el punto fuerte de esta obra de Eugenio Mira, gracias a un laborioso trabajo de montaje y de sonido además de un guión sin ningún agujero evidente.
Lo más negativo lo encontraríamos en la (en ciertos momentos) excesiva apuesta visual que dota el director al filme; a veces momentos geniales y a veces injustificados delirios visuales por otro lado muy bellos; pero como digo recargan la narrativa y el filme sin necesidad alguna. El final también es un punto negativo ya que en cuanto aparece la figura del tirador el suspense pierde (mucha) fuerza y no es un tramo que esté a la altura del resto de la cinta.

Deja una buena sensación pero que en manos más arriesgadas podría haberse convertido en una de las revelaciones del pasado año.