En términos generales este drama es flojo, demasiado largo y descaradamente escorado a la izquierda para satisfacer al hater medio anti-Trump.

Pero hay que reconocer que retrata muy bien no a Donald Trump, cuyos ex abruptos son de sobra conocidos, sino a esa izquierda autodenominada intelectual que hoy en día abunda en campus universitarios y frenopáticos de todo Occidente.

Se pretende vender una escalada de crisis dentro del FBI y la NSA producidas por Trump y su equipo como si en cuestión de días el país se hubiese abocado al colapso cuando a día de hoy, Trump ya no es presidente y dejó EE.UU muchísimo mejor que Obama (pese a la pandemia), cumplió todo su programa en 4 años (salvo lo del muro con México) y bajó sensiblemente los impuestos a sus conciudadanos.

Quizá por eso la izquierda antigua y nostálgica de la URSS echa pestes de Trump, porque pisoteó todos los oxidados dogmas socialistas demostrando que se pueden bajar los impuestos y sobrevivir.

Fui a ver esta película al cine y para mi supuso el punto de inflexión de la carrera de Estwood como director. Nunca más he podido disfrutar otra película suya. Es una cuestión de rencor por haber cometido este delito contra el cine.

Es taaaaaaaannnn aburrida y taaaaaaaaaaaannnn lenta que resulta imposible seguir una ya de por si insulsa trama.

Además se recrea en el ambiente superdepresivo y penoso de todos sus estúpidos personajes, empezando por el super-sobrevalorado Sean Penn.

En realidad no tiene más nivel que cualquier telefilm serie Z de sobremesa de Antena 3. Sirve para conseguir una siesta de esas tan largas que te despiertas ya de noche y con dolor de cabeza.

Por cierto, canta mucho como el lobby comunista y multimillonario de Hollywood siempre cuida de los suyos. Sorprende que falten otros ilustres de la Komintern como Susan Sarandon, Matt Damon, George Cloney o Michael Moore.

El documental es lento, excesivamente largo, de calidad baja, con escenas desenfocadas y otras repetidas mas de una docena de veces para alargar el metraje, como las del mirador de la memoria.

Por otra parte, en ningún momento se sabe bien qué historia pretende contar. Empieza con el talismán de la izquierda española: Franco reunido con Hitler. Luego sigue con un resumen de medio minuto sobre la guerra civil española en la que solo se habla de la represión del bando nacional, omitiendo las atrocidades del bloque soviético (mal llamado republicano). Los siguientes 90 minutos son un totum revolutum de viejos torturados en prisiones argentinas, uruguayas y chilenas alternados con nostálgicos comunistas que pretenden desenterrar a algún antepasado muerto en la guerra civil con dinero público acogiéndose a la ley de la memoria histérica (no es una errata).
Para añadir metraje al documental también incluyen unos minutos sobre algún bebé robado y los procesos judiciales de Pinochet (que gracias a la negligencia de Garzón, se fue de rositas) y algún torturador.
Cuesta bastante saber si en un momento dado te están hablando de un torturado en Argentina o en Chile o de los familiares cabreados de terroristas como Puig-Antich o milicianos caídos en combate

En conjunto, es un completo desatino que deja por los suelos a un puñado de viejos llorones porque es incapaz de contextualizar sus historias y relatar los hechos de forma imparcial y verídica. Se los muestra como vengativos y mentirosos, (spoiler).

También omite deliberadamente la forma de actuar de estos grupos de la venganza comunistas, que en España solo honran a los caídos del frente popular. Cada vez que en una fosa se topan con represaliados de los republicanos se vuelven a tapar los huesos porque no son lo bastante dignos para ser devueltos a sus familias. Ejemplos claros los tenemos en Burriol, Camuñas, Villa Sana de Mena, Rubielos de Mora, Alcalá de Henares...

En fin, baste decir que cualquier documental de Michae Moore es más neutral que esta bazofia.