Parecía que la primera aventura en este mundo devastado por los zombies, tocaba el techo de la excelencia, pero eso, por supuesto, solo fue hasta que llegó esta secuela.

No hay que olvidar que el primer juego es de una generación anterior de consolas, aunque luego sacaran la correspondiente “remasterización” para PlayStation 4. Así que la segunda parte, de entrada, explota una tecnología superior, y lo hace hasta el límite.

El detallismo llega a tal extremo, que puede incluso resultar excesivo. ¿Hasta qué punto nos damos cuenta de cómo cae la nieve en lo alto de las hojas de los árboles, o de cómo salpica el agua, o de la física de la vegetación y la hierba, incluso las pisadas de los caballos? Es tal el cuidado, que tendríamos que pararnos a cada paso para observar tal riqueza gráfica.

La jugabilidad también está aumentada. Hay más situaciones y posibilidades. Los puzzles ahora incluyen la opción de lanzar cables por encima de paredes y estructuras. Obviamente, hay más especies de zombies y muchísimas más localizaciones. De hecho, una de las mejores partes del juego es la exploración de Seattle, con elementos de mundo abierto donde hay muchos rincones por ver, y que no son de obligado cumplimiento para avanzar en la historia.

¿Y qué decir de la sobresaliente historia? Si ya el otro era buenísimo en el desarrollo de personajes, este lo es aún más. La protagonista es Ellie, y también conoceremos a una tal Abbey, a la que sorprendentemente controlaremos durante muchísimo tiempo más del que cabría esperar. Pero es que el juego es largo, muy largo. Roza las 30 horas en una primera compleción, al menos para mí, que lo quise disfrutar despacio. Durante todo ese maravilloso tiempo, tenemos la ocasión de disfrutar de estupendos personajes, lugares, situaciones de acción y terror, con una variedad y calidad que hacen imposible jugar menos de un par de horas por sentada.

También incluye unos giros de guion bastante inesperados, que exploran la moralidad humana como tan bien se suele hacer en el subgénero de zombies.

Es una obra de arte hecha videojuego, con la que se pasa muy bien el tiempo, aunque también se puede sufrir en ciertos momentos y escenas muy duras. Toda una experiencia que ningún jugador debería perderse.

El siguiente paso: la serie de imagen real que prepara HBO.

Y digo que debo de estar loco, porque sorprendentemente esta producción de bajo presupuesto, que por lo que veo todo el mundo está poniéndola a parir, me ha gustado.
Obviamente, no se merece más de un 5 de nota, pero tampoco me ha resultado tan rematadamente mala como para lapidarla.
Rodada con cámara subjetiva casi todo el tiempo (pero llegado un momento ya no la usan, además de que tiene banda sonora), recuerda a muchos títulos de terror de ese estilo, solo que con una ambientación más original.
Este grupo de arqueólogos están atrapados en la pirámide que han descubierto, y se verán acechados por muchos peligros, dando lugar a escenas de aventura y también de miedo, dado que no están solos allí dentro.
Tal vez sea la ambientación lo que me hace salvar la película de la quema, ya que el fascinante mundo de la cultura egipcia siempre me ha llamado mucho la atención. Aquí, sin querer darnos lecciones de Historia, se cuentan algunas cosas muy interesantes de sus costumbres y su religión.
La claustrofobia y la desesperación por perderse en este opresivo lugar, recuerda a películas como “The descent” o “La cueva”, que tampoco son obras maestras pero que tienen sus aciertos.
Hay que reconocer que en la parte final se les ha ido la olla un poco, y si no fuera por eso quizás habría estado mejor y no habría sido tan vapuleada por la crítica.
Pero yo me he entretenido todo el tiempo. El día que la vi tal vez tuviera el listón cinéfilo demasiado bajo, pero la considero pasable.

Parece ser que, aun siendo el protagonista de “Avatar”, este actor no está teniendo una trayectoria demasiado espectacular.
Sin embargo, este thriller de Netflix no le ha salido nada mal.
El extraño comportamiento de estos médicos de urgencias promete una buena intriga, que al principio es difícil saber por qué camino va a ir.
Tanto Sam Worthington como Lily Rabe están correctos como sufridores padres.
Es difícil comentar la película sin destriparla, pero sí está claro que la trama es lo suficientemente atractiva para enganchar e interesar hasta el final, además de contener varias sorpresas en el guion.
Sigo en “spoiler”, porque si no, no hay manera.

Con bodrios como este es facilísimo escribir una crítica. Y es que la película es tan mala que bastaría con describir alguna de sus escenas para saber perfectamente lo vomitiva que es, sin tener que pensar demasiado.
Pero bueno, para no hacer muchos "spoilers", me limito a narrar la escena inicial.
Unos escualos atacan un barco con dos imbéciles a bordo. Esto no es destripar, porque todas las películas de tiburones empiezan así más o menos. El caso es que para simular el impacto, el operador de cámara menea la misma con un temblor, mientras hay que estar ciego para no darse cuenta de que el barco en sí no se ha movido ni una pizca y de que los dos tipos estos se han tirado directamente al agua en una pésima actuación.
Ya solo por eso sería para dejar de verla y ponerse a hacer cualquier cosa más constructiva, como mirar el facebook o cortarse las uñas de los pies.
Pero soy masoquista. Así que he tenido que sufrir una producción de serie "B" que parece un episodio de serie cutre de los 80. He visto films "clásicos" de Steven Seagal que parecen superproducciones comparadas con esto.
En fin. Los tiburones están muy mal hechos y descaradamente los muestran en pantalla los mínimos segundos posibles. Los diálogos y el argumento son horribles. No la ha escrito David Mamet precisamente. Si ya es poco creíble que hayan seguido con los experimentos con todo lo que pasó, encima estos supuestos científicos son absolutamente idiotas.
Es tan patética que, aunque de forma muy burda, plagia las escenas más memorables de la primera parte. Ni siquiera son capaces de innovar, salvo en lo que digo en "spoiler".
Me gustaría que hubiera aparecido la Lara Croft de "La cuna de la vida". Un buen puñetazo en los hocicos a estos animales al menos me habría divertido un poco.
¡No la veáis! Esto me pasa por no informarme antes de cómo era esto, y claro, como me gusta mucho la primera, pues he picado. ¡Qué mal!

Todo lo bueno termina, y el bueno de Nikolaj sigue tratando de hacerse un hueco tras la serie que tan bien le dio de comer varios años. Pero por ahora lo más interesante que ha hecho es su papel de secundario en “Oblivion”.
Aquí hace de vigilante forestal solitario. Y todos sabemos que, en el cine, las historias que se desarrollan en el bosque siempre van a tener a un asesino o psicópata que hace de las suyas donde no hay cobertura de móvil.
Lo cierto es que el Lannister no está mal en su papel de tipo triste que acaba queriendo ser héroe a la fuerza. Desde luego en esta película está mucho mejor que en “Domino” de Brian de Palma, cosa que no es decir mucho de todas formas.
Annabelle Wallis es muy buena actriz, pero su personaje de sheriff aquí no es gran cosa y no le permite lucirse mucho. El drama de su familia no me parece muy interesante.
Pero en el fondo, tampoco tiene mucha importancia el desarrollo de personajes. Al fin y al cabo, es más bien un “corre que te pillo” campestre con paisajes y un asesino que no sabemos quién es. Aunque tampoco se centra en eso todo el tiempo.
Me ha gustado, pero con reservas. Es la típica película mediocre que no me aburre ni me parece mala, pero que casi seguro que se me habrá olvidado en pocos días.
Nikolaj tendrá que picar mucho más alto si no quiere que sigamos llamándole “el de Juego de tronos”.