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España España · Madrid
Críticas de Naran
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Críticas 136
Críticas ordenadas por utilidad
8
24 de septiembre de 2010
29 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
De felicidad e infelicidad.

Estrella brillante, si fuera constante como tú,
no en solitario esplendor colgada de lo alto de la noche
y mirando, con eternos párpados abiertos,
como de naturaleza paciente, un insomne Eremita,
las móviles aguas en su religiosa tarea
de pura ablución alrededor de tierra de humanas riberas,
o de contemplación de la recién suavemente caída máscara
de nieve de las montañas y páramos.
No, aún todavía constante, todavía inamovible,
recostada sobre el maduro corazón de mi bello amor,
para sentir para siempre su suave henchirse y caer,
despierto por siempre en una dulce inquietud,
silencioso, silencioso para escuchar su tierno respirar,
y así vivir por siempre o si no, desvanecerme en la muerte.

Bright Star no es una poesía de John Keats. Es un retazo de ese sentimiento amoroso que algunos no llegarán a comprender. Puntada a puntada, el amor es placer y dolor, generosidad y egoísmo, es cotidiano y extraordinario, dulce y amargo, fugaz y eterno. Un instante, para toda la vida.

Jane Campion ha conseguido una película que, siendo muy clásica y arquetípica, esconde muchos contrastes. La frialdad de los amores victorianos, que a la vez esconde una pasión muy contenida pero palpable. O la bendita mediocridad del campo que a la vez esconde personalidades complejas. Personas sencillas capaces de ir más allá de las convenciones e historias de una época... pero en ella. Todo esto, por medio de un guión con buen ritmo, una estética visual preciosa y una historia sin alardes. Y el cuidado, cariño y delicadeza por cada detalle.

Y es que no decae nunca. Los primeros escarceos, las primeras miradas, los primeros momentos de desconcierto. La dificultad de expresar en palabras, los mensajes de amor, las mariposas, el dolor por la parquedad de la última carta... el motivo más nimio. O el momento cumbre de pasión: los besos en el río. Y lo es. Dejemos a un lado la figura del creador y de la musa. Centrémonos en disfrutar y sufrir el amor. Me pregunto si somos capaces de reconocernos en ellos.

Muy pocos saben engañar y transmitir algo que no se siente y vive.
Naran
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10
2 de febrero de 2008
30 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Phil, hombre del tiempo de una cadena de televisión, es enviado un año más a Punxstawnwey, a cubrir la información del festival de El día de la marmota. En el viaje de regreso, Phil y su equipo se ven sorprendidos por una tormenta que les obliga a regresar a la pequeña ciudad. A la mañana siguiente, al levantarse, Phil escucha en el radiodespertador el mismo programa que la mañana anterior...

"They say we're young and we don't know
We won't find out until we grow
Well I don't know if all that's true
'Cause you got me, and baby I got you..."

2 de Febrero. ¡Bienvenidos excursionistas! ¡Hoy es el día de la marmota! El hombre del tiempo acude con su productora al perdido pueblecito de Pensilvania, donde se celebra el día de la Marmota, animal que anuncia el clima que habrá en el año. Tras pasar la noche allí, queda atrapado en el 2 de febrero, y el mismo día se repetirá una y otra vez, dándole la oportunidad de corregirse hasta a aprender a vivir. Y a fuerza que tendrá que hacerlo.
Tras el desconcierto de las primeras semanas, Bill Murray saca partido a la monotonía hasta conseguir un día perfecto. La cara de Bill Murray no se ha hecho famoso por Lost in translation. Es por Phil Connors. Es el dueño absoluto de la función. Esa mezcla de hombre afable y capullo del siglo con cara de idiota requiere a un gran actor para no caer en el ridículo.
Atrapado en el tiempo es una de las mejores comedias de los 90. Una metáfora en estado puro, una perfecta comedia sobre segundas oportunidades, beneficiada con un estupendo guión que mezcla realidad y fantasía de manera notable. Un clásico de comedia moderna por méritos propios, construido a la vieja usanza, con una estructura sólida y un desarrollo casi insuperable. Danny Rubin escribe una historia original y muy de cuento de hadas, Harold Ramis dirige con soltura, elegancia y humildad, y los magníficos comediantes que son los actores se encargan del resto.
Un día diferente. La vida de viaje. Un director, Harold Ramis, con gran talento para las comedias (recordemos Una terapia peligrosa). Sorna, humor negro y una bonita historia de amor, no tan típica como podría esperarse, sino mucho más real.
La vida es repetirse. Como dice Santiago, "que la vida es, en buena medida, alienante repetición, lo hemos barruntado más de una vez, pero rara vez un film ha conseguido expresarlo de forma tan convincente". Atrapado en el tiempo te hará reír, pero también te hará pensar en tu vida. Si le estas exprimiendo todo su jugo, y si si merece la pena vivir todos los días inmerso en la rutina. Phil tardó casi una eternidad en darse cuenta. ¿Cuanto tiempo necesitaría gente como Phil?, ¿cuanto tiempo necesitaría yo?.
Naran
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7
22 de diciembre de 2008
28 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Luna de Avellaneda es la historia de un emblemático club de barrio que ha vivido en el pasado una época de esplendor y que en la actualidad se encuentra inmerso en una crisis que pone en peligro su existencia. Al parecer, la única salida posible es que se convierta en un casino, nada más alejado de los ideales y de los fines de sus fundadores en la década de 1940: un club social, deportivo y cultural. Los descendientes de estos fundadores se debatirán entre la posibilidad de salvarse a cualquier precio o de reencontrarse con aquellos sueños.
El cine argentino de más éxito de los últimos tiempos tiene como representante más importante a Juan José Campanella (El niño que gritó puta, Y llegó el amor, Vientos de agua). Luna de Avellaneda (2004) completa la innintencionada -y maravillosa- trilogía empezada con El mismo amor, la misma lluvia (1999), centrada en una persona, y seguida de El hijo de la novia (2000), que retrataba una familia, ambas con un saber hacer evidente. Luna de Avellaneda es el nombre de toda una comunidad que refleja, como las anteriores, distintos aspectos de la vida Argentina, la familia, la crisis, la búsqueda de una identidad.
La película tiene un gran arranque: la acción nos traslada a una época en la que Argentina estaba llena de españoles que se buscaban a sí mismos, y qué mejor que un club para pasar los ratos libres y hablar, donde los niños del barrio jugaban en el equipo, donde los días de fiesta se reunían todos para bailar, cantar y disfrutar.
Román es un niño con suerte. Nació durante las fiestas de carnaval de 1959 y en ese mismo momento fue nombrado socio vitalicio del club. Ya en la actualidad, Román intenta como puede ayudar a su club, pues cada vez son menos los socios y mayores las deudas, menos gente que puede pagar la cuota... Las ilusiones se han perdido; lo único que perdura es la amistad y las buenas intenciones.
El peor defecto de Luna de Avellaneda es quizá su larga duración, tanto de determinadas escenas como de la película en su conjunto (2 horas y media). Su punto fuerte son los diálogos, rápidos, reales, divertidos, con muy buenos toques de humor, demostrándonos que al menos los personajes conservan la risa. El reparto coral hace un trabajo excelente: Ricardo Darín, genial, como siempre, forma la pareja perfecta con Eduardo Blanco, que, algo menos histriónico de lo normal, logra emocionarme y no ponerme de los nervios. La escena en la barca entre su personaje, Amadeo, y la profesora de danza (Valeria Bertuccelli) es sencillamente encantadora. El resto de actores no necesitan presentación: José Luis López Vázquez, Mercedes Morán, Silvia Kutica, Daniel Fanego...
Tan personal y autobiográfica que llega y emociona. Sencilla, honesta y, sobre todo, verdadera, la historia de Luna de Avellaneda es la historia de la gente corriente. Felicidad y melancolía van de la mano en un mundo triste y gris, con personas que no pierden la esperanza por conseguir una vida mejor.
Naran
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6
28 de noviembre de 2007
32 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Obabakoak" -habitantes de Obaba- es la creación del escritor Bernardo Atxaga de un mundo a distancia, a partir de la tradición mítica y oral de su cultura vasca. Una obra compuesta por una serie de relatos rurales, costumbristas, con un aliño fantástico sobre un inexistente pueblo vasco en los que también se intuye un retrato nublado, y en cierto modo alegórico, del entorno político y social de su pueblo. Y de un universo imposible de adaptar al cine nació Obaba.
Fui a ver la película con mucha ilusión –ya que el costumbrismo rural es mi género preferido- y quedé algo decepcionada, pues tuve la sensación de haber salido del cine varias veces durante la película. La película está formada por una serie de historias entretejidas en las que se han convertido los habitantes del pueblo. Unos relatos pausados, lentos, que no se sabe dónde van ni qué quieren decir, que relatan temas discretamente esbozados como el presente y el pasado, la violencia, el desarraigo o la soledad.
Lourdes, la protagonista del presente, es una estudiante de cine que decide hacer un "documental" y se marcha a un pueblecito perdido entre montañas a entrevistar a sus habitantes. Y va descubriendo antiguos secretos, rencores, amores... Endeble y poco original hilo de conducción entre las tres historias principales. Pero funciona. Solo que el metraje se consume en historias excesivamente grandilocuentes que en el fondo no dicen gran cosa (lástima la historia del hijo del alemán, con todas las posibilidades que tenía). La narración es excesivamente lenta, y únicamente la experiencia y talento del director hizo que no echara una cabezada entre historias. Un guión que parece limitarse a describir imágenes, con personajes y situaciones triviales.
Pero a pesar de todo, Obaba es una película construida por un pueblo -magnífica ambientación y fotografía del como siempre excelente Aguirresarobe- y por la mayoría de sus intérpretes, que nos hacen creer que no son actores, sino pueblerinos, aunque con excepciones notorias. Lo mejor de la cinta para mí fue una contenida y madura Pilar López de Ayala, que logra convertir una historia tan trillada y construida de manera tosca, en algo que merece la pena presenciar y emocionarse, lágrimas incluidas. Su contrapunto es Barbara Lennie, la extraña, la forastera, la extranjera. Una actriz tópicamente caracterizada y pobre, que parece salida de una serie juvenil española -sólo le faltaban líneas como "jo, tía"-. La solterona rencorosa, el siniestro dueño del motel, el cartero, y todos los figurantes, precisamente ellos más que ningún otro, hacen creerte que estás viendo retazos de un pueblo y no una película.
Obaba me pareció buen cine pero no muy emocionante. Esos trozos de vida creados tienen mucho interés, pero me provocaron ningún deseo de identificación ni de apasionamiento, ni me tocaron esas historias que han marcado eternamente la existencia de sus protagonistas. Fui testigo ajeno y siempre a distancia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Naran
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7
8 de marzo de 2011
28 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
No quiero vivir en un mundo donde el sexo y el amor están de más.

Delirante película ésta de Jaco Van Dormael. Bajo el manto de la ciencia-ficción y la fantasía, estamos ante una rayada mental que trata diversos aspectos filosóficos: la entropía, la teoría del big bang, el efecto mariposa, el libre albedrío, la teoría del caos o la existencia de Dios -con chiste final-, entre otras. Estamos en un mundo en el que los hombres son inmortales, y por tanto, el sexo, al no ser necesario para la reproducción, ha terminado por ser obsoleto. Pero el anciano Nemo pertenece a un mundo en el las personas follaban sin parar, y se enamoraban.

Un niño que se ve en la tesitura de elegir a uno de sus padres, ante su separación. Nemo Nobody va “rememorando” todas sus posibles vidas, resumidas en tres matrimonios. Difícil tarea la de hilvanar un embrollo de situaciones, de azar, de decisiones tomadas en el instante, pero al director no le sale mal la jugada. Entre la pedantería y la fascinación, entre flashbacks y flashforwards, estamos ante una obra de culto, aunque no cale lo suficiente como para ser amada u odiada.

A destacar la imaginería visual que traduce todos esas preguntas existenciales en escenas como el viaje a Marte o el limbo de donde vienen los bebés. Sencillas pero intensas las historias de amor, ya sea filial o de pareja. Interesantes los momentos cómicos -la figura del periodista, el guiño a lo Monty Python en la recta final-, y un casting realmente acertado. La irracionalidad de algunos pasajes puede sacar al espectador de una trama que le desconcierta.

La verdad es que engaña a primera vista. No se trata de un thriller de ciencia-ficción, ni una serie de acción desenfrenada. Más compleja que Olvídate de mí, más apasionante que La fuente de la vida, y más trascendente que El efecto mariposa, pero con el mismo propósito. Hacer pensar.

Un galimatías para quien tenga ganas de desentrañarlo.
Naran
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