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Críticas de Kasanovic
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Críticas 400
Críticas ordenadas por utilidad
4
4 de noviembre de 2016
5 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante una ya avanzada Guerra Civil, el creyente Teo llega al puesto ocupado por el guerrillero nacional Silverio con el objetivo de escoltarle para defender la posición. Su personalidad, tímida y con mayor tendencia a las letras que a las armas, es claramente opuesta a la de su nuevo compañero, de modales bastante más rústicos. Estas diferencias estallarán en el momento que aparezca en escena un tercer e inesperado invitado: Zoska, una polaca que lucha en el bando republicano y que deberá elegir entre su libertad y su dignidad para subsistir.

Con su debut en el largometraje, Arturo Ruiz Serrano se pone a los mandos de una producción española sobre la Guerra Civil, que no "una nueva y redundante película sobre la dicotomía de ambos lados de la contienda en la Guerra Civil". O al menos eso es lo que El destierro aparenta ser durante sus primeros minutos, antes de que la evolución de los personajes haga que el film se aproxime más a lo que versa ese entrecomillado (y que tantas veces, de manera justa o injusta, hemos escuchado y leído en los últimos tiempos) que a una versión pura y honesta sobre el vergonzoso conflicto que asoló nuestro país hace menos de un siglo.

Porque la puesta en escena de El destierro es impecable en su inicio. Las cumbres heladas, tan desafiantes como seductoras en su contexto, son utilizadas por Ruiz Serrano de una manera que permite ser optimista de cara a la evolución de la obra. El juego de personalidades enfrentadas se complementa a la perfección con la ambientación creada, ya que es lógico deducir que ambos están condenados bien a entenderse, bien a enfrentarse. Las tomas del interior del refugio alcanzan un punto muy interesante, puesto que realmente hace sentir que los protagonistas se encuentran ahí y en esa época.

Pero pasa el tiempo y El destierro no avanza por líneas inexploradas, sino que se adentera en el terreno del cliché, el politiqueo y la búsqueda del sentimiento barato. Un desarrollo fácil y previsible que va minando la confianza en que la película nos ofrezca algo que realmente valga la pena en su línea argumental. El reparto, aunque deja muestras de su valía en alguna escena complicada (destaca una sorprendente Monika Kowalska), también es víctima de una evolución mucho más plana de lo que la cinta parecía prometer en su primera media hora. La relación entre los tres personajes alcanza su punto álgido con la llegada de Zoska, pero ahí comienza a atascarse para acabar entrando en barrena por un innecesario empeño en llevar al límite sus respectivas singularidades. Todo termina sonando grandilocuente, con una excesiva búsqueda de lo lacrimógeno que solo encontrará a las almas más cándidas.

Ni siquiera el film se libra de recibir una dosis de moralina sobre buenos y malos que, en cantidades justas, habría sido loable (al fin y al cabo no hay que olvidar lo que sucedió). Pero la falta de sutileza que se muestra en el desarrollo de las ideas de los protagonistas y a la hora de retratar a algunos secundarios hace que cualquier posibilidad de trazar una nueva reflexión sobre el conflicto sea arrojada por la borda.

Es una pena que el buen trabajo de Ruiz Serrano tras las cámaras, la creíble atmósfera y el breve pero intenso planteamiento inicial queden solapados por una deriva argumental más que cuestionable. El mérito de su realización (se ha conseguido mucho con un presupuesto que parece bastante modesto) no es suficiente para hacer que El destierro sea algo más que una entretenida y ya manida película sobre la Guerra Civil.


Álvaro Casanova - @Alvcasanova
Crítica para www.cinemaldito.com (@CineMaldito)
Kasanovic
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3
22 de diciembre de 2014
3 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Musarañas es una película de Juanfer Andrés y Esteban Roel. Merece la pena empezar así porque ya muchos se creen que es Álex de la Iglesia quien comanda este proyecto. Los apadrinamientos muchas veces provocan esa circunstancia, que lo bueno de tener a un gran nombre detrás del proyecto acaba provocando que la autoría del trabajo quede en unas manos a las que no pertenece. Es obvio que el cineasta bilbaíno habrá tenido un peso relevante a la hora de concebir (y, desde luego, promocionar) esta cinta de terror/thriller de los años 50, pero por ahora y según consta en los créditos, los directores son los dos mencionados en la primera línea, colaborando también Juanfer Andrés en la elaboración del guión.

Entrando en materia, hay que decir que Musarañas comienza muy bien, tejiendo un argumento interesante desde las primeras imágenes: la protagonista, Montse, se ve impedida para salir de casa por una extraña enfermedad. Posee episodios de alucinación que debe calmar con dosis de morfina. Comparte piso con su hermana pequeña, que acaba de cumplir 18 años. Montse posee profundas creencias religiosas, extraídas de una familia bastante arraigada en este ámbito, como nos cuenta una escena sobre la muerte de la madre en la que Montse hereda la cadena con la cruz. Intentará transmitir esa fe extrema a su hermana pequeña, pero ésta no la acepta de buen grado. Ahí comienza un choque de posturas que se ve acentuado por las crisis de Montse que mencionábamos anteriormente.

A partir de aquí, la historia se va haciendo cada vez más ambiciosa, apareciendo entre medias el tercer protagonista: Carlos, un vecino. El guión atrapa de manera irremediable y la cosa cobra interés. Y, sin embargo, poco a poco todo va derrumbándose. Lo que antes era sugerente y motivador, se va haciendo demasiado explícito y casi intrascendente. Se pasa de una intriga comedida a un terror puro, en el que la sangre y las vísceras inundan la pantalla. O lo que es lo mismo, se pasa de “la Misery española” (como algunos ya la han calificado) a una película entretenida pero terriblemente vacía al estilo de (por citar dos películas recientes españolas de terror) Intruders o Mamá. Algo va mal cuando las escenas teóricamente más llamativas por el suspense que deben generar en el espectador, provocan en éste una carcajada y no un escalofrío. Eso es lo que, al menos para un servidor, sucede con esta película: una idea seria llevada de manera desenfadada puede salir muy bien (un señor llamado Tarantino creo que se ha labrado una carrera así, por ejemplo) o muy mal. Por desgracia, Musarañas entraría en esta última categoría.

En medio de tal desaguisado se alza una Macarena Gómez espléndida en su papel de Montse. Sobreactúa en varias escenas, sí, pero eso es lo que parece exigir este guión. Cada vez que su rostro aparece en pantalla, es un motivo más para seguir viendo una obra ya abandonada en lo que se refiere al guión. De gesto, de voz, y de presencia física, Macarena construye un personaje tremendo, lo mejor de los 91 minutos de película siempre acaba llevando su nombre. Sobre el resto del reparto, Nadia de Santiago está simplemente correcta, Hugo Silva peca de una teatralización excesiva por momentos y Luis Tosar deja su sello de calidad a pesar de contar con pocos minutos para demostrarlo.

Por último, es necesario mencionar la previsibilidad del desenlace. Sin querer pecar de altanería, ni mucho menos, lo cierto es que a los diez minutos uno ya tiene la sensación de saber desentrañar cómo acabará la historia. Esos cálculos mentales que se realizan para adivinar qué sucederá casi siempre se tornan erróneos, habida cuenta de las múltiples ocasiones que se nos ofrecen finales tramposos o poco esperados. Musarañas, sin embargo, tampoco ofrece sorpresas en este sentido y se limita a zanjar la trama de una manera aceptable desde el punto de vista de la puesta en escena pero bastante pobre argumentalmente. Al final, queda el regusto de haber asistido a un comienzo interesante, alguna escena chula, una interpretación excelente, pero con problemas bastante serios en la manera de llevar el guión.


Álvaro Casanova - @Alvcasanova
Crítica para www.cinemaldito.com (@CineMaldito)
Kasanovic
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5
23 de enero de 2014
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un aspecto interesante a tener en cuenta cuando hablamos de un thriller es el de su complejidad. ¿Preferimos una trama sencilla pero bien ambientada y sin que haya apenas posibilidad de que queden cabos sueltos? ¿O es mejor atreverse con un guión que se vaya haciendo cada vez más complejo a riesgo de que pueda tener lagunas y que exista mayor probabilidad de decepcionar al espectador?

Parece que el director español Jorge Dorado es de esta segunda opinión, porque Mindscape comienza como un buen thriller debe comenzar, con una escena llena de intriga que atrape al espectador desde el primer instante. Una tarea que el director lleva a cabo con bastante sobriedad incluso en las escenas posteriores, ya que sólo con unos minutos parece quedar claro qué nos vamos a encontrar en la película.

En pocas palabras, Mindscape cuenta cómo un grupo de personas son capaces de introducirse en los recuerdos de otras para así resolver casos o ayudarlas con algún otro problema. En este caso será John, un hombre que perdió trágicamente a su mujer, quien tenga que resolver el enigma de Anna, una adolescente que teóricamente tiene problemas mentales pero que a simple vista parece una joven de lo más normal…

Sin embargo, con el paso de los minutos se junta un popurrí de tramas paralelas, algunas inconexas y otras muy prescindibles (una auténtica losa en una película de tan escasa duración), que acabarán provocando el naufragio parcial de Mindscape. Para empezar, hay varios detalles clave para la resolución del argumento que se podían haber obviado, ya que resultan tan evidentes que el espectador, a poco que haya permanecido atento a la pantalla, adivinará el desenlace de la obra mucho antes de que se cumpla la hora y media de metraje. Una cosa es ir dejando pistas y otra muy distinta es ofrecerlas en bandeja de plata, porque en este caso sucede lo inevitable: al llegar al final, la decepción es mayúscula, mucho mayor de la que seguramente se merecía esta película. Tampoco va a poder escapar a las comparaciones con Inception (Origen), de Christopher Nolan, en lo que se refiere a penetrar en la mente de los demás y a varios detalles de la personalidad del protagonista, aunque lo cierto es que el símil es bastante liviano porque distan bastante tanto en el estilo como en la carga dramática.

Como decimos, no sería razonable vapulear a Mindscape sólo por su flojo guión. El estilo de Jorge Dorado (nominado al Goya por la mejor dirección novel) es bastante atractivo, y seguramente con otro guionista más acertado su trabajo hubiera ganado bastantes enteros. A decir verdad, casa bastante con lo que debe de ser una película de este estilo. Tampoco están del todo mal los dos protagonistas, aunque a Taissa Farmiga le falta un poco más de expresividad. Sorprende bastante ver al eterno antagonista Mark Strong en el papel de “bueno”, un personaje que podría haber dado bastante más juego en otras circunstancias, aunque lo del trágico hombre viudo ya esté un poco visto.

Por tanto, en Mindscape encontramos la enésima buena idea sobre un thriller pero también la enésima mala ejecución. Y todo por enrevesar el argumento hasta que el propio guionista ya no sabe cómo salir del atolladero en el que se ha metido. Afortunadamente parece que en este naufragio no van a arrastrar consigo a Jorge Dorado, al que esperaremos ver en futuras ocasiones con una historia más sencilla, que no prometa nada que no pueda cumplir posteriormente y sin que medien fuegos de artificio que estropeen el conjunto final.


Álvaro Casanova
Crítica para www.cinemaldito.com
@CineMaldito
Kasanovic
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6
11 de mayo de 2017
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La estadística muestra que hay bastantes divorcios entre personas jubiladas, al menos un número suficiente como para no ser considerados como una mera anécdota. Y, sin embargo, algunos no hemos conocido un matrimonio entre cónyuges de más de 65 años que se haya deshecho por causas ajenas a la muerte de una de las partes. Es más, parece difícil imaginar que, habiendo llegado a esas alturas, la unión acabe con un final infeliz. Pero tampoco requiere demasiado esfuerzo el imaginar motivos por los que esta situación llegue a suceder: el hartazgo de estar juntos toda la jornada, que uno de los dos (o ambos) se haya vuelto más cascarrabias con la jubilación, la búsqueda de una pareja más joven...

Con todo, el argumento de Maravillosa familia de Tokio (Kazoku wa Tsurai yo), la nueva película del japonés Yôji Yamada (director de Una familia de Tokio, en la que echó mano de los mismos intérpretes que en esta última) nos deja descolocados a muchos en un principio. Tomiko le cede repentinamente a su marido Shuzo una hoja que este debe firmar para que se produzca el divorcio matrimonial. La noticia no tardará en propagarse entre la curiosa familia, compuesta por una pléyade de personajes que abarcan hijos con sus respectivos cónyuges, algún nieto e incluso una prometida, todos implicados en solucionar el entuerto hasta el punto de que el divorcio no parece una cuestión a resolver por dos personas, sino a través de un concilio que implique a toda la familia.

Como no podía ser de otra manera dado lo llamativo del argumento, Maravillosa familia de Tokio utiliza el humor para ir desentrañando la curiosa situación planteada. Cierto es que se trata de un tipo de humor basado en buena parte en chascarrillos un poco infantiloides, con secuencias muy japonesas en el sentido absurdo. Pero, al fin y al cabo, los gags logran el objetivo de implicarnos en esa maraña familiar, de comprender y empatizar tanto con la abuela que desea cambiar de aires como del abuelo cascarrabias, como del resto de miembros de la familia, algunos más comedidos y otros de costumbres excéntricas.

La película no repara tanto en ese intimismo típicamente nipón que el propio Yamada ya exhibió en, por ejemplo, La casa del tejado rojo. Es obvio que el propio contexto de la cinta ya invita a sumergirnos en una esfera personal, pero la liviandad y el humor con el que se trata la temática de la cinta hace que sea difícil llegar a conectar con los protagonistas a base de impulsos dramáticos. Acertada decisión la tomada por el cineasta a este respecto, ya que intentar ponerse trascendental en un film que ya había planteado su contexto humorístico, podría haber fulminado la verdadera intención de la película.

A este respecto, es necesario comentar que hay bastantes reminiscencias del cine del maestro Yasujiro Ozu incluyendo, por cierto, un homenaje bastante bonito en la parte final y que consigue entrelazar esta película con Cuentos de Tokio, obra que sigue siendo la referencia indiscutible de muchos realizadores japoneses. Es sabido que resulta algo cansino mencionar este mítico film al analizar una obra japonesa contemporánea, pero verdaderamente en Maravillosa familia de Tokio existen decenas de conexiones con ella. No en vano, su antecesora Una familia de Tokio ya era una especie de homenaje/remake a la película de Ozu.

Más allá de influencias y homenajes, Maravillosa familia de Tokio consigue valerse por sí misma gracias a su capacidad para tratar un tema serio de manera desenfadada y no ser ridícula en el intento. No es la mejor obra de Yamada ni tampoco se cuenta entre la hornada de las más recomendables producciones niponas de lo que va de década, pero sí es una película con la que resulta sencillo empatizar y sonreír (aunque sea con chistes arcaicos) en varias secuencias. Dos virtudes nada despreciables.


Álvaro Casanova - @Alvcasanova
Crítica para Cine Maldito
Kasanovic
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Muros
Documental
España2015
6.6
129
Documental, Intervenciones de: Caren Hernández, Ghariba El Bokhari, Al Enciso, Jaime Mimún ...
5
8 de octubre de 2015
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las cuestiones que han originado mayor debate a tenor de la crisis de los refugiados es la de las fronteras entre estados. ¿Hasta qué punto es ético poner barreras en un mundo que nos debería pertenecer a todos por igual?, se preguntan algunos. Sin embargo, la cosa es bastante más complicada como para reducirlo a una sola pregunta, habida cuenta de la fragilidad de los sistemas de seguridad social de los países occidentales y el temor al terrorismo del Estado Islámico y derivados, dos puntos que parecen obligar a los estados de la UE a mirar con lupa el flujo de inmigrantes hacia Europa. Estas barreras a las migraciones cobran una preocupación especial cuando se trata de algo no sólo político, sino también físico; en decenas de lugares por todo el mundo, un muro separa a un país de otro, generalmente a una nación próspera de su vecina más pobre. La esperanza a un lado, la penuria al otro. Justamente lo que el ser humano parecía tratar de evitar durante los últimos siglos.

Muros es un documental español dirigido por los navarros Pablo Iraburu y Migueltxo Molina (realizadores del alabado Pura Vida. The Ridge) que trata de buscar el sentido a estas construcciones casi de la vergüenza, tomando como referencia la rutina diaria de varios individuos de uno y otro lado del muro. En este caso, los directores dirigen su mirada a tres lugares: el muro que separa España de Marruecos en Melilla; el que existe entre EEUU y México; y el construido en la frontera entre Zimbawe y Sudáfrica. Si bien al final se encargan de recordarnos que hay muchísimos más (citando especialmente el que Israel está construyendo a lo largo de la franja de Gaza), el documental se centrará en seis historias paralelas ambientadas a un lado y otro de las respectivas fronteras.

Antes de comenzar con las historias individuales, Muros inicia su metraje con imágenes de archivos sobre la caída del Muro de Berlín, en lo que probablemente será el mayor acierto de la cinta. ¿Por qué el mundo occidental celebró tanto este episodio simbólico y, sin embargo, mira para otro lado con los muros de hoy en día?, parecen querer cuestionarse los cineastas, con tanto tino como sentido de la oportunidad. Esta comparación entre un suceso y otro da paso una pantalla partida con individuos de un lado y otro del muro a cada lado, en la que trata de decir que todos somos iguales: nos acicalamos por la mañana y salimos a trabajar. Más adelante, otra pantalla partida servirá para ilustrar la diferencia socioeconómica en cuanto a las comidas: a un lado de la frontera se hinchan tanto a comer que tienen que acabar rechazando la comida que les ofrecen e incluso le dan un poco al perro; al otro lado, tienen tan poco que deben comer bien despacio para que sepa mejor.

Lo cierto es que las seis historias de Muros transcurren de diferente modo pero con muchos puntos comunes entre sí, sobre todo por esa delgada línea que separa el documental de un cierto aire de ficción que en ocasiones deja la duda al espectador. Cobran un especial protagonismo los relatos de la pareja de mexicanos que arriesga su integridad física por pasar a EEUU y el del guarda sudafricano que vigila la entrada de zimbabwenses en su territorio. Por el contrario, la historia del guardia civil español que vigila la valla de Melilla al final no está desarrollada lo suficiente, residiendo todo su interés en una conversación familiar a la hora de la comida que abochornará a más de uno (algo que también sucede con la familia sudafricana). Tampoco gozan de mayor trascendencia en el documental las penurias de los zimbabwenses, aunque llama la atención cómo ellos mismos tratan de plasmar sus preocupaciones en obras teatrales. En este sentido, las mayores virtudes de la cinta las encontramos en la acertada reflexión del estadounidense respecto a la cuestión migratoria y en la tristeza que desprenden las palabras de la madre marroquí a sus hijos acerca de la valla de Melilla. No en vano, hay bastantes frases rescatables a lo largo del film, como aquella que reza algo así como: “En vez de construir muros, yo construiría puentes”.

En ciertas ocasiones, Muros termina por caer sin pretenderlo en algún detalle demagógico, pero en general procura no entrar en cuestiones políticas más allá de las opiniones de los propios protagonistas, por lo que la obra no es en absoluto criticable a través de este sentido. Sí es más decepcionante que los directores no terminen de ahondar demasiado en la cuestión principal, quedándose en detalles muy superficiales. Al final el documental ni es analítico desde un punto de vista económico o social ni tampoco resulta demasiado emotivo con excepción de un par de secuencias, lo cual es sorprendente dada la elevada presencia de aspectos dramáticos. En cierta manera, se rompe ese grato comienzo que tanto prometía, pero no deja de ser una pieza cinematográfica recomendable aunque sólo sea para no olvidar uno de los mayores dramas que presenta el mundo hoy en día.


Álvaro Casanova - @Alvcasanova
Crítica para www.cinemaldito.com (@CineMaldito)
Kasanovic
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