Muchas veces las películas me obsesionan y otras
veces me llevan a utilizar palabras escondidas en el fondo
vergonzoso de mi léxico herético.

Yo soy monstruoso por naturaleza y entonces veo y callo,
pero en estos casos miro lo que debe ser
y luego realizo el comentario correspondiente.

¿Qué es lo que vemos entre los pliegues de esta película?

Ahí entonces es donde no entro yo, pues simplemente el Habitar lo
exige cuando no podemos despegarnos del vidrio empañado.

Un Habitar que nos estremece.

Después de ver esta película, pedí a gritos

una mexicanada de ínfimo presupuesto, como después de una

conversación entre filosofastros uno desea echarse a la piscina, incluso a una de

agua estancada.

El grado de insatisfacción erótica de algunos directores llega a ser tan pero tan evidente, tan

morboso, que ni siquiera les da para meterse a homosexuales.

Bresson entonces, sueña entre meterse a mariquita o a burro.

El cobarde eligió lo segundo.