Para ser una tercera parte, no está nada mal.
Mejora bastante respecto a la segunda, con un principio acojonante que más recuerda a alguno de los capítulos de la serie "Perdidos"
La trama, un poco más avanzada y con un trabajo técnico muy superior (excepto los perros, que parecían de pega), es buena, mejor que la segunda y algo por debajo de la original. Partiendo de la base que estamos ante la adaptación de un videojuego, los creadores y su director han hecho un trabajo bastante correcto. Ya salimos por fin de la angustiosa "colmena" y la ciudad sitiada de Racoon y por fin nos encontramos a Alice explorando el mundo en busca de zombies que matar.
Como ya he comentado, los efectos visuales son muy buenos, mención destacada la de la gran bola de fuego contra los cuervos asesinos o las exploraciones que se hacen, cual viadeojuego en el que está basada, cuando se introducen en la base subterránea. Los perros no me gustaron, pero la escena tiene su gracia.
Obviamente, tiene una parte mala: algunos personajes sobran, de hecho yo, el director, me las hubiera cargado a la primera de cambio, (Spoiler)
Ah por cierto!!, el "malo", fatal, no vale para nada.

Érase una vez que se eran tres reinos vecinos que ansiaban, cada uno, el mayor bien que no poseían. El primero de ellos anhelaba el legado del vientre materno que nunca llegaba. El segundo tenía una princesa que buscaba a su príncipe azul. En el tercero habitaba un lujurioso rey que amaba a todas las mujeres jóvenes y hermosas, y en su reino sólo cabían ellas. Es en este punto donde llega Matteo Garrone, cambia las reglas y nos narra su particular Tale of tales, una fábula grotesca, absurda, explosiva y maravillosa.

Garrone presenta toda una paleta de pintorescos personajes en fábulas dignas de cualquier cuento de niños, y además nos suenan, las hemos leído, visto o escuchado en algún lado, pero Garrone los eleva, adaptando el lenguaje de historietas a un mundo más cruel y despiadado. La película se encuentra plagada de simbolismos y referencias a los cuentos clásicos, pero se aleja de ellos, deformándolos y convirtiéndolos en sus monstruos, donde la línea entre el supuesto bien y el supuesto mal está tan difuminada que prácticamente se ha diluido. No se molesta en vestir de gala sus historias, las presenta feas y desagradables, pero con una enorme atracción. Los escenarios los construye falsos, estéticamente pobres, y aunque eso moleste, es un punto añadido más a ese “feísmo Garroniano” que ha pretendido, y es en su tosco montaje donde más se podrá apreciar.

Garrone además no hila, no da puntada dentro de su historia de historias, no busca conexión alguna entre sus personajes más allá de que comparten tiempo y lugar, pero no línea argumental. Sus tres cuentos bien podrían sacarse del todo y conformar una historia por separado, pero eso ¿qué más dará? Su misión es provocar a través de sus personajes, llegar al público de la forma más brutal y absurda que se le pueda ocurrir y, hasta cierto punto, podría decirse que busca ridiculizar o criticar ese género fantástico de cuentos de hada donde todos son felices y comen perdices. No necesita buscar esa estructura en la que sostenerse y conjugar sus historias. Se vale además de un lenguaje gráfico donde los diálogos prácticamente desaparecen y dan lugar a interpretaciones físicas de las imágenes, a las que acompaña con la deliciosa partitura de Alexandre Desplat.

La eterna juventud y la belleza, la búsqueda del hombre perfecto y el anhelo de ser madre, encuentran en Tale of tales sus tres pilares fundamentales. Curiosamente, sus temáticas se centran en los personajes femeninos, lo que demuestra que son siempre éstos los que salen peor parados en los cuentos que desde niños aprendemos. Garrone intenta huir de esa imagen sistemática convirtiendo a la mujer en el epicentro de su mensaje. Sus historias se construyen en torno a esos pilares, que a su vez encuentran en sus personajes la mejor manera de explotarse, y los hace sufrir hasta la extenuación. Tale of tales nos deja así imágenes para el recuerdo: “El festín de la reina” o “La princesa (des)prometida”; una fábula de fábulas que hará las delicias del pequeño sádico que todos llevamos dentro.

Esta película da mucho menos de lo que de ella se esperaba.
Las situaciones más cómicas con sexo de por medio... no se desperdicia ninguna, y además, como se suele decir en estos casos, están todas las que son y son todas las que están (memorables momentos en los servicios públicos)
¿Por qué un cinco? Bien fácil, porque es la típica comedia que después de verla, aparte de unas risas y algún que otro regalito para la vista, no te deja nada más... puro y simple entretenimiento, y los actores, jóvenes promesas estadounidenses, muy atractivos eso sí, pero que no consiguen despegar mucho (salvo Josh)
Por cierto, no se pierdan una de las escenas donde aparece el hermano del personaje de Josh... muy bueno.

La película es buena, pero tiene algunas cosas que no me gustaron del todo. Por ejemplo, el tipo de canciones que usan, una o dos están bien, pero todas durante toda la película así... cansa demasiado. Y el principio me resultó muy cansino. Pero como he dicho, la película es buena. Ellen Page está genial en su papel, muy cómica y despreocupada, y el personaje de Bleek también es graciosísimo.
La historia es atípica, entre una mezcla de ternura y comedia... el problema es que tarda bastante en arrancarme una carcajada, y el recurso al chiste fácil es demasiado obvio.
El resto de personajes hacen un grupo muy singular que no hace más que añadir puntos a la comicidad de esta peli.
En resumidas cuentas, estamos ante un película emotiva y cómica a partes iguales...

Tom Ford (diseñador de moda en un principio e innovador en cierta parte) consigue con esta película un toque "preciosista" para el cine. Conjuga perfectamente la imagen, la música y la estética, consiguiendo una obra luminosa y efectista. Pero en el cine no todo es oro lo que reluce. La película en realidad se queda corta, con un guión interesante, pero corto, aunque bastante intensa. Colin Firth borda un papel que parece estar hecho a su medida, y acompañada de la tan polifacética Julianne Moore, que llevaba una temporada algo floja, pero que poco a poco parece resurgir. Además, esta obra nos da la posibilida de (re)descubrir al joven actor inglés Nicholas Hoult, visto con anterioridad en la serie "Skins", o de niño en las películas "Un niño grande" y "El hombre del tiempo", una pequeña joya en potencia que hasta ahora (para mi) no había conseguido brillar nada, y ahora con esta película algo lo consigue... "Un hombre soltero" no es más que una gran pasarela de los 60, con imágenes muy bien captadas pero un guión algo pobre, aunque con un fondo intenso.