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Críticas de Anibal Ricci
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Críticas 354
Críticas ordenadas por utilidad
8
18 de agosto de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Fraternidad”, color rojo de la bandera francesa, que para Kieślowski es sinónimo de solidaridad.

Valentine es modelo de pasarela, una chica ingenua de buen corazón. El amor a distancia parece no estar resultando, los celos de su pareja la hacen dudar. El tema de las relaciones será abordado desde lo aleatorio, las conversaciones telefónicas entre amantes darán luces al espectador.

La película entrelaza historias de manera casual: el nexo con un amor oculto será a través de escuchas telefónicas que realiza un juez retirado al que por azar conoce Valentine.

La solidaridad del filme se expresa en el cariño por los animales, en no darse por vencida ante el pesimismo del juez (de alguna manera lo rejuvenece con su manera de ser desinteresada): «en cualquier momento la vida puede sonreírte», como se lee en la gigantografía publicitaria donde aparece Valentine. El broche final y nexo con las otras dos cintas de la trilogía será expresado a través de la propia protagonista cuando ayuda a una anciana encorvada a depositar la botella en un contenedor.

La mala suerte en el amor se resolverá en el futuro, el sueño premonitorio del juez así lo anuncia.

Los acordes y partituras de Zbigniew Preisner destacan sobre todo en las otras dos partes de la trilogía, quizás el compositor sea un mejor cómplice con la visión sombría de la vida que tan bien retrató Kieślowski en su Decálogo unos años antes. Rouge también se viste de melancolía, de vidas en proceso, aun cuando utilice como telón de fondo la esperanza en el ser humano.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Anibal Ricci
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9
10 de septiembre de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Filme dirigido y guionizado por Paul Schrader, el mismo que puso al volante a Travis Bickle, el taxista subnormal que mediante la violencia quería depurar al mundo de la degradación moral (Taxi Driver). Era una especie de fanático que interpretaba los designios de Dios y se sentía autorizado a no respetar las leyes.

Esta nueva cinta de Schrader despliega otro discurso crítico respecto del lugar de la Iglesia y su connivencia con el dinero. Supuestamente busca la salvación de las almas, cuando en realidad se vende al diablo cada vez que silencia su voz tras cada donación de empresarios que permiten erigir sus templos.

El reverendo Ernst Toller está a cargo de la primera Iglesia Reformada, que es parte de una organización estadounidense llamada Vida Abundante. Verdadera empresa, de hecho, la Iglesia Reformada opera como un museo que vende souvenirs a turistas.

El discurso de consagración de la pobreza, predicado por Cristo, no atrae a feligreses y la Iglesia del reverendo subsiste sólo gracias a las donaciones de los industriales de la zona.

El apartado estético es muy importante. Desde un primer momento se muestra un templo pintado enteramente de blanco enclavado en medio de la oscuridad, metáfora perfecta de la desconexión de la Iglesia respecto del mundo real.

La mayor parte de la cinta está construida en base a planos fijos, que muestran la soledad del templo, los árboles desnudos y un cementerio sin visitantes. Prevalecen los tonos grises en medio de un paisaje invernal. Hay austeridad compositiva en dichos planos, un homenaje al cine de Carl Theodor Dreyer, internándose también en los misterios de la religión.

La voz en off, mientras el reverendo escribe en un diario, muestra el conflicto interno del párroco, no sólo con la religión sino también contra el mundo contaminado de los humanos.

Edward Balq, cuyas Industrias se dedican al negocio de energía generado por combustibles fósiles, le pide a Toller que no interfiera en la ceremonia de consagración de la Iglesia Reformada que cumple 250 años desde su construcción. El empresario es el sustento económico de Vida Abundante y por lo tanto quiere imponer su punto de vista por sobre la Iglesia y en cierta forma desea convertirse en su portavoz. Además de ser el principal donante, ha aportado los recursos para arreglar el órgano del templo y celebrar como corresponde esos 250 años, una muestra de como interviene el poder del dinero sobre los designios de Dios y de la propia Iglesia Reformada.

En uno de los escasos travelling, Toller visita una de las fábricas de plástico de Industrias Balq. Conduce como Travis Bickle en medio de un paraje nocturno (la música se ha tornado terrorífica), constatando la destrucción del hábitat, mientras el amanecer deja al descubierto la contaminación que observa con sus propios ojos.

El director muestra lo fácil que la religión puede caer en los excesos, sobre todo porque cada ladrillo de sus templos ha sido aportado por seres interesados en ganar el favor de la comunidad para poder destrozar el planeta sin miramientos.
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Anibal Ricci
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8
6 de agosto de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película dividida en tres actos que transcurren en China en los años 2001, 2006 y 2017. A través de su guion, el director sitúa el desarrollo en la mente de la protagonista, Quiao, la mujer de un mafioso local.

Junto a este viaje interior, la película coloca como telón de fondo el proceso de construcción de la represa de las Tres Gargantas, ubicada sobre el río Yangtsé y que se convertirá en la mayor obra hidráulica del planeta. Esta represa sumergirá las edificaciones de pueblos enteros bajo sus aguas. Simboliza el paso desde una China tradicional a otra que abraza el capitalismo y las costumbres y modas de occidente. Ese pasado quedará sepultado bajo la modernidad.

Quiao es una mujer segura de sí misma y por lo demás, muy leal a Bin, que opera dentro de la comunidad de Datong. En un enfrentamiento, Bin es atacado por miembros de una pandilla rival y Quiao sacará un arma en medio de la ciudad, salvará a su pareja de la muerte y de paso será enviada a la cárcel, donde cumplirá una condena de cinco años.

La caracterización de Quiao es milimétrica: el paso del tiempo en el rostro de la actriz y en sus ademanes suponen un conflicto interior de envergadura.

La modernidad se abrió paso en el cemento de Datong. Los personajes ya no completan el encuadre, se hayan sumidos en los bordes. Hay un silencio sepulcral. Quiao deberá afrontar ese vacío durante lo que resta de su vida. Los colores de China han desaparecido por completo.

La factura técnica de la cinta es de alto vuelo y la actuación de Tao Zhao nos ha sumergido en una desesperanza desoladora. La fotografía y puesta en escena fueron pavimentando, de forma implacable, este camino de no retorno.
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Anibal Ricci
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Malamadre
Documental
Argentina2019
--
Documental, Intervenciones de: Marta Dillon, Elisa Pollini
9
21 de mayo de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
De haber sido seleccionado en los Oscar 2021 (por fecha no era posible), este documental argentino hubiese competido de igual a igual con "Mi maestro el pulpo" en el apartado estético y con "Collective" en cuanto a la contundencia y claridad de su tesis. Las cinco candidatas a mejor documental, eso sí, desplegaban un trabajo de campo a través de meses y años de observación, con presupuestos abultados, pero en cuanto a honestidad Malamadre les lleva un cuerpo de ventaja.

El exiguo presupuesto de US$88 mil no es impedimento para concebir un producto de gran calidad.

La directora entrevista a una decena de mujeres y les pregunta cómo fue para ellas el parto y la maternidad, en el fondo les pregunta si sienten que ellas fueron buenas o malas madres.

Para lograr intimidad en las respuestas, se utilizó una habitación que no ofreciera distracciones y se fotografió a las mujeres con la ropa esencial. La idea era entrevistarlas sin ropajes sociales, de modo de lograr testimonios muy francos.

Ellas hablan del prejuicio de la sociedad, de lo que se les exige tácitamente a las mujeres, ninguna pudo expresar libremente sus sentimientos durante los distintos procesos que les tocó vivir. De alguna forma, los sentimientos que tuvieron que callar, son expresados con naturalidad en este documental.

Todas estuvieron de acuerdo en algo: la maternidad no tenía nada que ver con lo que les habían contado.

Sus experiencias fueron de dulce y agraz. Muchas relataron la inmediata conexión de amor con los recién nacidos, pero alguna, desde el momento del parto, experimentó una verdadera película de terror.

Se entrevistó a madres solteras, lesbianas, de partos naturales y cesáreas, de vientres de alquiler y con hijos adoptados, dentro de todo el espectro social. Unas se mostraban emotivas, otras contaban abiertamente el pánico que les producía estar frente a una criatura recién nacida.

Muchas tenían una guardia pretoriana que las acompañó en el embarazo, pero luego del parto, prácticamente todas enfrentaron la soledad.

Ser una buena madre es cuidar que no les falte comida y abrigo, educarlas no siempre con el debido cariño, muchas veces estaban cansadas y enojadas.

Para todas es y sigue siendo una tarea muy difícil, para las más feministas una postergación de sus derechos, para las más abnegadas una renuncia a su propia persona.

La fotografía de contrastado blanco y negro es bellísima, de muy alta definición, pero no con el fin de desnudar a estas mujeres, sino brindarles humanidad, ese es el gran mérito del documental.

Hay una cercanía de la directora con el tema, ella misma (en color) entrevista a sus hijos para que expresen si ha sido una buena o mala madre. La respuesta de los chicos nos deja con la boca abierta. Logra incorporarlos a la altura de la conversación, sus intervenciones son tan honestas como las de las mujeres, en definitiva, supo encantarlos con preguntas acordes a su edad.

La propia experiencia de embarazo, parto y maternidad, la directora la despliega hábilmente mediante animaciones muy dúctiles y bien cohesionadas, que cuentan lo vertiginoso del proceso materno y las emociones que siempre amenazaron con romper la precaria armonía.

Coincide con los testimonios de las mujeres y entretanto se dibuja como una mujer con alas y cuernos que lleva una capa, tal como la imaginan sus hijos.

No es una heroína, es un ser humano sometido a fuerzas nunca imaginadas.

La dosificación de imágenes en blanco y negro, las de color y las animaciones son unas perfectas tres patas de una mesa que equilibran el material. Permite alivianar las culpas y los miedos, tanto a las entrevistadas como a las madres que ven este documental. Es una especie de mapa para las mujeres que aún no han vivido la experiencia y pueden estar aterradas ante lo desconocido. Sus testimonios dejan espacio para el perdón.

Es un documento potente, no busca lo valórico, incluso posibilita que alguien que desee abortar, lo haga de manera informada con todos los elementos sobre la mesa.

Al final las entrevistadas le hacen la misma pregunta a la directora y ella, a pesar de sus dos hijos, no se atreve a decir en qué consiste ser una buena madre.
Anibal Ricci
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7
8 de mayo de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ópera prima de este cineasta alemán con carrera en la televisión inglesa y alemana. Es una pieza dramática que utiliza distintos formatos para contarnos la historia y persiste en ella la estructura de cine narrado dentro del cine.

Es interesante su propuesta, combina imágenes vertiginosas con otras donde el tiempo se detiene. La idea del cine al interior del cine no es nueva, tampoco para el cine alemán: Wim Wenders la empleó en su maravillosa En el transcurso del tiempo (1976) donde dos hombres recorrían los pueblos de la frontera entre las dos Alemanias proyectando viejas películas en blanco y negro.

El filme de Owe Janson no es una road movie, pero rescata la técnica de mostrar en sepia lo filmado en celuloide, en tanto la dirección de actores le funciona igualmente natural como a Wenders.

Ruth Weintraub hace cuarenta años fue una cantante de cabaret que seducía a su público con su voz y en la actualidad está siendo desalojada de su antigua vivienda por los servicios sociales.

Ruth es una judía sobreviviente del Holocausto, su madre la arrojó del camión rumbo al exterminio y estuvo a punto de ser fusilada cuando era una niña.

La tristeza siempre rondó su vida y las canciones aliviaron en parte su predicamento.

Jonas es otro ser errante, trabaja en la mudanza. Hurga entre sus cosas y desempaca una proyectora de ocho milímetros donde se entera de su pasado como cantante. El que filma es el amor de su vida y es extremadamente parecido a él.

Sufre de esclerosis múltiple y encuentra que quitarse la vida es una cobardía. Lo filmado en la vieja cinta, el director lo expone en colores más cálidos que el presente sin esperanzas que vive Ruth.

Jonas evoca esas imágenes, dentro del único ambiente del pequeño departamento, las observa en sepia proyectadas en la pared. Hay otro blanco y negro, más opaco y gris (cambio de formato muy al estilo Wenders) que nos adelanta las pesadillas de infancia de Ruth. Es muy apropiado el recurso, debido a que la mujer se encuentra ahora en el psiquiátrico reviviendo esas pesadillas que le contaba a su amor de juventud (el cineasta).

La historia del enamoramiento platónico de Jonas por la señora Weintraub no es novedoso, tiene algo de clisé, pero la estructura de cine dentro del cine le da cierto encanto estético a la cinta que la hace llevadera al espectador. Además, Hannelore Elsner interpreta con acierto a una mujer mayor, orgullosa y coqueta, que muestra gran química en pantalla con el actor Max Riemelt (Jonas).

«Te amo demasiado como para odiarte», reza la canción de Ruth que sirve de leitmotiv al filme. Un amor de juventud que no la apoyó cuando más lo necesitó: falta fuerza en ese mensaje, es muy cerebral.

El espectador desearía que el metraje de 86 minutos se extendiera, pero el director abandona estos relatos paralelos bien entrelazados, con texturas y ritmos propios, y pareciera querer encajar las piezas de modo apresurado.

Al final las historias de Jonas y de Ruth se resuelven con demasiada luz y la película pierde brillo. El final es demasiado convencional e incluso no hay lugar para las emociones de los personajes.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Anibal Ricci
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