En este país tenemos la costumbre de opinar de lo que no sabemos. Leyendo algunas críticas extremas por votación negativa, parece que todo el mundo fuera productor, director y guionista de cine.... Digo yo que antes de poner una película con este despliegue de medios en cartel, habrá una serie de especialistas que opinarán sobre la "credibilidad" de un film, teniendo en cuenta que como en este caso, se trata de Ciencia Ficción. O sea... que no pasa nada porque haya asuntos, características o circunstancias que sean imposibles, porque se trata de:
C I E N C I A F I C C I Ó N. No sé si me explico...

Pero claro, para eso estamos aquí "los críticos de medio pelo": para opinar, valorar y en su caso, ridiculizar y menospreciar esta película como si fuéramos grandes críticos de cine...

Pues yo, dentro de mi humildad, porque reconozco que no sé casi nada de cine, aunque he rodado algunas series y películas como "extra", opino que me ha gustado sobremanera. Entretiene, emociona, angustia, sorprende, vives la historia como propia... porque te pones en el pellejo de los actores perfectamente.

Quizá lo que más me ha llamado la atención, además de la puesta en escena tan espectacular, es cuando la "prota" ve que su vida va terminar. Es entonces cuando se plantea las preguntas existenciales que hay que plantearse antes de estar a las puertas de la muerte, ya sea en el espacio (las menos de las veces) o en la cama de un hospital.

Y como somos eternos, de esto sí puedo hablar porque sé un poco más que de cine, pues el alma se escapa hacia la inmortalidad a la que hemos sido creados y sabe que volverá a ver a los seres queridos porque le espera otra vida. Pero como esta chica, muchos no saben rezar porque nadie les ha enseñado. Aunque hoy en día, con internet, pocos pueden decir lo mismo, si hay un poco de interés.

Que nadie diga a las puertas de la muerte que no puede rezar porque nadie le ensenó. Para eso estamos los que sabemos. Allá donde se desarrollo nuestra vida, allá tenemos que llevar estos y otros conocimientos. Es de justicia.
Pero volviendo a la película: muy muy recomendable. Gusta volver a verla para que no se escape nada. Ha sido una experiencia maravillosa.

Cuando era pequeña, mi madre me regañaba porque me mordía las uñas. Yo me enfadaba y solo quería que me dejara en paz. Es lo mismo que piensa ahora mi hija de mí cuando la regaño por hacer lo mismo. El paso del tiempo me hizo comprender.

Esta película me pareció la primera vez que la vi, maravillosa, entretenida, romántica y muy recomendable pues me dejó un "dulce" sabor de boca. Yo entonces no tenía ninguna práctica religiosa y debí pensar que así eran las cosas con respecto a los católicos y la Iglesia. Comenzó mi conversión solo cuatro años después y el otro día quise volver a verla por aquel dulce recuerdo que me dejó, sin recordar para nada el detalle de la trama.

¡Uffff!. ¡No me ha gustado nada!. Qué críticas tan fáciles y qué estereotipos tan simplones llevados hasta el ridículo. Al cura lo presentan como un gilipollas sin carácter. Todos los católicos (incluido el cura) absorbidos y manipulados por un "recto" Conde incapaz de hacer frente a su propia frustración, solo por el qué dirán "sus" parroquianos (pues creía que eran suyos). Ridiculizan el ayuno cuaresmal mientras nos plasman lo hipócritas y egoístas que son quienes lo practican...

Y ... ¡tachán!: como solución a los pueblerinos, retrógrados, extremistas, feos y malos a rabiar, el ejemplo de una recién llegada señorita monísima, "moderna", madre soltera, caritativa con todos, comprensiva y con poderes adivinatorios. Y por supuesto increyente... que es "lo más de lo más".

¡Por favor!. ¡Qué fácil es criticar así y que el público guarde en el inconsciente (y en el consciente) la idea de lo obsoleto y perjudicial de las creencias religiosas. Y qué bien utilizan la Psicología de la Comunicación, en su variante de "Técnicas Asociativas":

Dulce=señorita monísima y atea
Amargo=católicos fundamentalistas.

Me alegra haberla visto y mucho. He visto como mi Fe me ha dejado ver lo que entonces solo miraba: una película con muy mala intención pero aderezada con una ambientación muy lograda y mucho chocolate.

Ha tenido que mediar mi conversión entre una sesión y otra para escupir lo que entonces me tragué sin masticar. Como mediará el tiempo para que mi hija entienda por qué soy tan pesada con sus uñas.

Burt y Verona son una tierna pareja con inseguridad patológica, que buscan (y a veces exigen) en los demás, el apoyo y la compañía que creen necesitar para formar una familia. Visitan a parientes y amigos que resultan de lo más pintoresco y excéntrico, y destrozados sus esquemas, vuelven al punto de partida.

Cada familia visitada les supone una decepción que les impulsa a seguir trayecto y cuando encuentran a una aparentemente feliz, resulta que también huyen de allí porque realmente son muy desgraciados y no encuentran sentido a su dolor.

No me gusta el trasfondo de la película, porque da por hecho que la vida de familia es como nos la presentan: una mierda. Y para colmo, el director no apunta más allá: serán felices hasta que nazca su hija. En l futuro tal vez, otros "inseguros embarazados" vayan a visitarles y continúen camino, descorazonados.

El tema resulta original y tiene buenos golpes de humor, pero no es de las películas que volvería a ver. Para nada. Amarga.

Eso escuché a la jóven de la butaca de al lado, tras la escena donde se ve cómo hacen mudanza en la habitación...
- No sé, tía. Me da que sí -contesta la amiga-
Así está el patio... yo me parto.
La película es entrañable, muy bien ambientada y emociona especialmente sabiendo que se trata de un hecho real. Una pena que la realidad no sea tan idílica como aparenta. Divorciado por segunda vez, vive solo con su ama de llaves, esperando la muerte... y que todo acabe con un ágape para los gusanos...porque a diferencia de lo que trasluce la película, no hace mucho, ha hecho unas declaraciones donde se manifiesta claramente ateo. Una pena que con lo listo que es, no vea algo tan simple y evidente.
A ver si en el tiempo que le quede, descubre que esa sencilla fórmula que explique todo se llama Dios y no tiene demostración humana pues ni siquiera el superdotado cerebro de Stephen es capaz de descifrar tanta grandeza. Tampoco tiene fórmula científica el amor y ahí está.

Me gusta ver intacta la dignidad humana aun en los casos más extremos. Puede enseñar mucho ese afán de superación, de trabajo, de estudio y de alegría cuando hoy en día prácticamente se ha perdido esa empatía y esa necesaria sensibilidad hacia el diverso funcional, si es que logra nacer, claro.
Muy recomendable.