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Críticas de Gunnar Hansen
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Críticas 40
Críticas ordenadas por utilidad
9
7 de enero de 2009
20 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Inmenso Lars Von Trier en esta experimental y cautivadora obra. Pese a lo desconcertante de su morfología narrativa y visual, formas sensibles que desorientan al espectador educado en la convención formal y academicista del cine, poco tardamos en habituarnos a la ausencia de decorados y a esa estética más próxima al teatro que al séptimo arte. La llegada de una joven misteriosa y aparentemente sin pasado a un pequeño pueblo de los Estados Unidos despierta toda una serie de relaciones y reacciones que desembocarán en catastrofe. Pesimismo sobre la condición humana, crítica al espíritu cerrado y conservador norteamericano y experimentalidad se dan la mano en esta magistral película de uno de los mejores valores del cine contemporáneo. Hasta Nicole Kidman, actriz que por regla general no soporto, está genial en su críptico papel.
Inmensa.
Gunnar Hansen
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8
1 de diciembre de 2008
19 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Érase una vez un joven director repleto de mala baba y un hiriente sentido del humor. Esta amable persona ya había realizado dos fechorías anteriores que le concedieron un puesto entre los más guarros y deliciosos gamberros del celuloide. Mal Gusto y Meet the Feebles rondaban diferentes géneros sin, realmente, asentarse dentro de las fronteras de ninguno. Comedia, terror, gore, acción, ciencia ficción, fantasía, marionetas... tenían cabida en estas piezas maestras de la serie b, rodadas ambas con un verdadero bajo presupuesto y en condiciones totalmente lamentables (el rodaje de Meet the Feebles fue un verdadero infierno).

Braindead, proyecto realmente anterior a los Feebles, pero que vio la luz después de aquélla por vicisitudes de financiación, continuó esa línea desvergonzada y gamberra que en las dos predecesoras había encumbrado a su director a un puesto en el Olimpo del gore y el fantástico. Con un ajustado presupuesto y mucha, pero que mucha imaginación, Peter Jackson nos conduce a una orgía de sangre, tripas y mucho humor. Con una técnica de rodaje muy suya (un objetivo en continuo movimiento que introduce al espectador en la obra como un observador más), unos acertados efectos especiales y un guion descabelladamente absurdo, hilarante y grotesco, este buen hombre y mejor persona nos brindó la mejor película gore de todos los tiempos.

La cinta se paseó por medio mundo, por unos cuantos festivales y fue aclamada por todos cuanto la vieron, incluso por el propio Stuart Gordon (quien en persona felicitó a Jackson en Sitges). Eran buenos tiempos para nuestro afable gordito. Un violento drama, Criaturas Celestiales, permitió a Jackson huir del encasillamiento y demostrar que el gore no era su única capacidad. Pero luego llegó Hollywood y lo deglutió.

The Frighteners (Agárrame esos fantasmas, ridículo título en español) y El Señor de los Anillos le alejaron de la independencia, impidiendo que la madurez cuajase en su cine. King Kong fue una lamentable e innecesaria revisión y ya veremos lo que nos depara Lovely Bones, su anunciado próximo lanzamiento. Quizá esté todo perdido o quizá no, solo el tiempo lo dirá. Al menos hubo un tiempo de total libertad para este neozelandés que le permitió obsequiarnos con lo mejor que el gore y la serie b ha vomitado al mundo cinematográfico.

Braindead sólo es apta para unos pocos. Abstenerse todos aquellos que han conocido a Jackson por sus más recientes trabajos. Aquí no hay elfos, hobbits bonachones de pies peludos, enanos barbudos ridiculizados, anillos mágicos ni nada parecido. Esto no es para todos los públicos. Solo para transgresores sin prejuicios, con sempiterna alma gamberra y una mente muy abierta.
Gunnar Hansen
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5
27 de octubre de 2008
19 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando un director con la visión artística de Guillermo del Toro anunció, amparado por el éxito de Hellboy, una segunda entrega del héroe-demonio fui de los primeros en aplaudir tal decisión. Hellboy resultó un excelente cóctel de acción, aventuras, fantasía y comic-book pasado por el visionario tamiz del director mexicano. En aquel momento, despuntó entre otros títulos basados en el mundo del cómic por las virtudes inherentes al trabajo de su director, principalmente, esa visión gótica y oscura del mundo que ya mostrara en su increíble début, Cronos, y no ha perdido en toda su carrera, así como el mimo y cuidado que puso en el trabajo de escritura del film. Ahora, unos años después, el chico rojo ha vuelto. El mundo vuelve a estar amenazado y el héroe de cuernos limados salta a la palestra dispuesto a enfrentarse al peligro que se cierne sobre el planeta. Pero esta vez algo ha cambiado. Los personajes, que en la primera propuesta fueran, pese a lo insólito de su naturaleza, sólidos y creíbles, ahora son meras exageraciones, tipificaciones de comportamientos y roles convencionales en la industria del cine. Así, encontramos unos personajes más cómicos e infantiles, que seguramente hagan más asequible la película para los espectadores de menor edad, pero repelen la seriedad que alcanzó la predecesora y que cautivó a tantos. El guión está mucho peor perfilado que el de la primera parte, dejando entrever, tal vez, la rápidez en su confección y escritura, subordinada ésta a las cualidades visuales y técnicas del trabajo. La historia pierde bastante conforme avanza el film para terminar siendo olvidada y solo se continúa el visionado por su condición estética y técnica (verdadero leitmotiv de la obra), en espera de un despegue que nunca llega. Desde luego, hay secuencias deliciosas y artísticamente mesméricas (como, por ejemplo, la del el elemental de tierra), escenarios con caliginosos diseños oníricos y buenas dosis de acción, pero, en líneas generales, la historia, extremadamente lineal, decae poco a poco y cede paso a un talante más infantil que lastra, a mi entender, las posibilidades que pudo tener la película. Otra vez será, señor Del Toro.
Gunnar Hansen
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5
31 de mayo de 2010
22 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
En mitad de este inusitado auge de los remakes, Romero parece dispuesto a revisitar su filmografía más clásica. Ya en los 90, dirigiendo el mago de los FX Tom Savini, se lanzó una buena y salvaje revisión de su pionera película La Noche de los Muertos Vivientes. Hace no mucho, Zack Snyder rodaba guión de Romero para una libre reinterpretación del Amanecer de los Muertos. Ahora, Romero recupera su cuarta película, The Crazies, para adecuarla al fluir de los tiempos modernos y regalarnos una nueva obra de terror, más acorde a la sincronía actual, momento temporal de turbulencias y tribulaciones en cierta manera próximo al contexto histórico en que se gestó el original. Es esa proximidad histórica entre dos períodos de crisis (años 60-70, presente) la que habilita este asombroso resurgir del terror, las pandemias víricas y apocalipsis varios.

The Crazies, versión 2010, es una actualización y puesta al día del terror de Romero. Sus prístinas obsesiones, ese poder corrupto y despótico, casi omnímodo en su despliegue y praxis en contraste con los impotentes ciudadanos, la ausencia de seguridad en un mundo violento, egoísta y salvaje, la soledad extrema a que se enfrentan los protagonistas, una sociedad vacía, insustancial e incapaz de enfrentar cooperativamente los problemas hasta el punto de convertirse en su propia ejecutora y verdugo... son tan actuales como parecen indicar la proliferación de títulos apologéticos del final de los tiempos, de crisis económica y del desamparo de los ciudadanos ante gobiernos inoperantes y autócratas. En esta coyuntura de decaimiento anímico, Romero, atento como siempre, produce esta película que condensa su imaginario particular.

Si bien la obra de referencia era fácil de superar dados sus escasos y puntuales méritos, amén del irrisorio presupuesto que casi la rebajara a nivel aficionado, la versión que nos ocupa no lo hace con la solvencia esperada. Arranca bien, con premisa manida pero satisfactoria para el fan del género: un pueblo medio de EE.UU., estilo de vida usamericano, verá como sus amables y ufanos habitantes comienzan a ser menos ufanos y amables para emprenderla a tiros, hachazos, con fuego o con la misma horca de la portada de la cinta, si la ocasión lo merece, con sus aturdidos convecinos. La causa, que se nos revelará a lo largo del metraje, no es otra que la típica contaminación del agua por agentes patógenos experimentales del gobierno.

¿A alguien le suena? A partir de aquí, la tríada protagonista huye tanto de un ejército ineficaz y hostil como de sus enajenados coterráneos que les acosarán en el cercado villorrio. El empaque tópico del producto no termina de desmerecer la totalidad de la obra, con buenos momentos en su desarrollo que la salvan del naufragio aunque, eso sí, sin elevarla mucho más allá de la media.

Considero, se podía haber pedido más a uno de los puntales del terror contemporáneo así como padre putativo, entre otros, del gótico americano. Entretiene sin más.
Gunnar Hansen
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6
6 de abril de 2009
20 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
El belga Jean-Claude Van Damme, afincado generalmente en el más roñoso cine de acción, decide dar un imprevisible vuelco a su carrera con el cambio de registro que supone esta obra. Una película asombrosa, en referencia a la sensación que deja una vez concluida: asombro. Si no se sabe lo que se va a ver, este falso biopic (quizá no tan falso después de todo), ejercicio de cine dentro del cine, con todo lo que de paródico tiene, cautiva por lo exótico que representa en la filmografía de su protagonista. No esperes a un Van Damme contorsionista, con gimnásticos saltos y patadas. No es el tipo duro y macho que cruje huesos y rompe cráneos. La película nos ofrece a un Van Damme humano, decadente y perdedor en un ejercicio de autoparodia que encierra más reflexión e ironía de lo que a primera vista cabría esperar en su cine. No hay apenas acción en esta historia. Apriorísticamente, pensar en Van Damme invita a pensar en violencia, escasez de calidad argumental y reiteración de lo ya visto. Sin embargo, esta obra nos muestra al actor y no a sus papeles. Vemos a Jean-Claude interpretarse a sí mismo; un cincuentón acabado, marchito y cansado de su propia mediocridad artística. Un actor consciente de que ha entrado en el camino de la decadencia y el derrumbe final, con problemas personales y de solvencia económica. Este contexto anímico y vital introduce al belga en una trama sencilla pero delirante, a ratos cómica y a ratos dramática, en la cual Van Damme desnuda ante la cámara su corazón y se despoja de su imagen musculosa y hormonada. Todo ello, en medio de un tremendo lío en una oficina de correos belga... ahí es nada.
Interesante obra que redime un poco al actor belga de tanto bodrio sanguinolento descerebrado, con buena dirección y acertados momentos que basculan entre la comedia y el drama humano. Y es que, bajo los músculos y los esteroides hay un ser humano. Sniff...
Gunnar Hansen
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