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Críticas de Anibal Ricci
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Críticas 354
Críticas ordenadas por utilidad
7
1 de abril de 2017
24 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Scarlett Johansson da con el tono de Major, híbrido entre cyborg y ser humano, aunque dotando a la protagonista de una sexualidad ausente en la versión animada de 1995. El guionista William Wheeler adaptó la historia para que el personaje de Johansson tenga presencia física en la futura entrega de la saga, posibilitando un final diferente en que Major se niega a pertenecer al universo electrónico. Es evidente que Hollywood quiere explotar una franquicia para reemplazar las desgastadas cintas de superhéroes. En la puesta en escena desaparece el retro-futuro y en su reemplazo homenajea el futuro mostrado en Blade Runner (Ridley Scott, 1982). Hay abuso en el empleo del CGI para las imágenes de la ciudad, lo que a veces entorpece la fluidez con las imágenes donde intervienen personas de carne y hueso, aunque por otro lado las locaciones interiores son visualmente atractivas. El discurso de la versión japonesa, da paso a diálogos e imágenes que sobreexplican las escenas, orientadas a encajar piezas de un producto comercial donde predomina la acción. Las frases finales del metraje hacen énfasis de la importancia del alma humana por sobre la inteligencia artificial, evidenciando nula comprensión del material original, ése cuyo mensaje seguirá vigente para futuras generaciones, trocándolo en un mensaje orientado a menores de catorce años que se maravillan con secuencias duplicadas y referencias a clásicos de la ciencia ficción. Hay una perniciosa dicotomía entre la tecnología visual (muy actual) y la profundidad del mensaje (muy anticuado) que la hace comparable con películas de los ochentas como Terminator (James Cameron) o Robocop (Paul Verhoeven).
Anibal Ricci
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9
20 de diciembre de 2015
21 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
El título quizás remita al latín "Deus ex Machina", que significa Dios desde la máquina, interpretación interesante que es insinuada por Nathan (profeta para los hebreos) y Caleb (explorador según la Biblia hebrea), protagonistas humanos de esta notable pieza de ciencia ficción. La película se plantea en un tono fundacional: la creación de la primera inteligencia artificial que supera la prueba de Turing y manifiesta una inteligencia propia y singular. Es curioso que de los labios de Nathan surja una frase proveniente del Bhagavad Gita, un texto religioso hindú, siendo que la película no plantea ningún dilema espiritual, es más bien fría y al final deja clara su intención. "En el sueño, en la confusión, en lo profundo de la vergüenza, las buenas obras del pasado definen al hombre", es una declaración de principios de Nathan, un genio programador de características narcisistas que cree fervientemente en que el fin justifica los medios. El novelista y director británico Alex Garland despliega un brillante guión, con diálogos inteligentes que abren interrogantes, y una puesta en escena notable en que alterna planos generales de la naturaleza con planos cerrados y claustrofóbicos del búnker donde Nathan experimenta con Ava y Kyoko, el otro robot. En algún minuto Nathan le insinúa a Caleb que si Ava fuera solo voz, ésta lo engañaría y pasaría por humana, un puente hacia "Her" (2013) de Spike Jonze, donde Samantha (sistema operativo) aprendía a velocidades insospechadas y adquiría un libre albedrío sin experimentar culpa. Algo similar ocurre con Ava, que de alguna forma se pone el traje de Rachel, la replicante del Blade Runner (1982) de Ridley Scott, imitación humana que carece de empatía, pero que tiene conciencia de su existencia. Las imágenes finales (excelentes planos fijos) muestran la técnica automática del pintor Jackson Pollock, dando a entender que Ava es una nueva conciencia, una cierta forma de arte genuina e individual.
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Anibal Ricci
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8
26 de junio de 2015
20 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
La mirada del cineasta sobre el mundo hollywoodense es propia de un cirujano, lacerante y fría al mismo tiempo; una suma de escenas que buscan cierta imparcialidad en el tono, a pesar que en el fondo lo que propone es una ácida crítica. Denuncia la superficialidad de los actores expresada en estúpidos diálogos, ciertamente de los mayores aunque este vacío también esté presente en sus relevos juveniles. Lo que despliega Cronenberg es una doble endogamia: por un lado los hijos provienen de relaciones incestuosas, y por otro, los personajes pertenecen al cerrado mundillo del cine. Quizás la tesis evidente será que las relaciones entre pares producen niños con deficiencia mental o de otro modo personas que solo hablan del próximo papel o del último contrato.

Lo vacío del mundo representado también se evidencia en el tipo de cine que les interesa interpretar a los protagonistas: películas infantiles, juveniles o de ciencia ficción orientadas a un público no pensante, donde lo único que interesa es cuántos millones va a recaudar.
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Anibal Ricci
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10
4 de enero de 2017
18 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
La sola secuencia de Fred Derry a bordo de los despojos de un avión de guerra sin hélices bien vale una película entera. A través de los vidrios de la cabina se vislumbra la impotencia de este piloto de bombarderos que arriesgó su vida durante la Segunda Guerra Mundial. El uso de la música potencia esta escena donde la utilización de panorámicas, travellings, primeros planos, toma ascendente y una magnífica toma posterior, dan cuenta del soberbio realizador que era William Wyller. Dicha escena resume la ofuscación de aquellos que intentaban reinsertarse dentro de la vida civil, pero que se enfrentaron a una economía deprimida producto del fin de la guerra. Los protagonistas son un aviador, un marino y un sargento del ejército. Fred Derry (piloto) es el caso emblemático, el más condecorado, pero a su vez el de extracción social más baja. En su avión era el dueño del aire; en tierra no es más que un joven sin estudios. Al comienzo del metraje estos tres uniformados cuentan sus historias y traban amistad, vuelven a su natal Boone City en un vuelo surcando las nubes, escena que insinúa un futuro esplendoroso para los retornados. La película califica como melodrama debido a su carga emocional y moral, donde la música juega un papel preponderante para sensibilizar al espectador. Constituye un gran exponente del cine acerca de la realidad de los veteranos de cualquier contienda bélica. No es un melodrama puro, es más bien un híbrido: matiza las emociones fuertes con un vistazo a la vida cotidiana de los estadounidenses y sus ritos más importantes.
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Anibal Ricci
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9
17 de agosto de 2019
24 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director nos sitúa desde la primera escena dentro de la mente de uno de los personajes, Gerardo Ramírez, integrante del movimiento nacionalista Patria y Libertad que operó en Chile entre 1970 y 1973. Esta primera secuencia ocurre cuarenta años después cuando Gerardo (hombre de sesenta años) es testigo de un robo. Escena fuerte, adrenalínica, metáfora perfecta de la brutalidad y sangre fría con que actuaban los miembros de la agrupación

De esta forma, el director introduce al personaje y lo sitúa en el presente, mientras observa los cambios demográficos de Chile mediante un paneo por la ciudad donde los inmigrantes forman parte del paisaje.

Un primer punto de vista encarna las mentes de esa elite que reclutaba a personas de clases más bajas para cumplir sus propósitos. Sentían desprecio por algunos militantes (la identidad de clase es un tema clave en la película), pero necesitaban de fuerza bruta para su accionar.

Andrés Wood filma con seguridad amparado en un guion bien articulado. Es ambicioso en su propuesta, no se queda anclado al pasado y proyecta esa lucha contra los comunistas hacia una vertiente que nos habla de la clase privilegiada, cuya permanencia en el tiempo encontrará en la actualidad otra lucha, esta vez contra los inmigrantes que suponen una enfermedad que altera la convivencia nacional y el bienestar de las familias de bien.

Gerardo Ramírez encarna el segundo punto de vista (de clase más baja) desarrollado en el transcurso de la película. No siente vergüenza de su accionar, pero la clase oligárquica no lo considera de los suyos (visión predominante hacia el final del metraje).

La mujer de clase alta (personificada en Inés) es la protagonista principal en este puzle que refleja una historia que todavía no sana sus heridas. Es la versión de los triunfadores, la clase alta por sobre los intereses del pueblo. Andrés Wood al igual que en Machuca (2004) recurre a la ficción de tres personajes que enfrentan los sucesos del pasado desde la óptica de las clases acomodadas.

El tercer punto de vista que aflora con nitidez es el del propio Andrés Wood. No defiende, tampoco ataca a estos antiguos miembros de Patria y Libertad, sino que ofrece una lectura premonitoria del futuro.

RESEÑA COMPLETA: http://siempremerobanelreloj.blogspot.com/2019/08/arana-2019.html
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Anibal Ricci
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