"Big Bad Wolves" llega a nuestras pantallas como una comedia negra con toques de thriller contando con el beneplácito, ahí es nada, del mismísimo Quentin Tarantino quien la ha calificado en sus propias palabras como "una de las mejores películas de 2013". Pues bien, estoy seguro de que el de Knoxville no se ha preocupado de ver, por poner un sólo ejemplo, la gran "Filth" de Jon S. Baird; esta sí, comedia negra como el carbón muy por encima en todos los aspectos al largometraje que nos ocupa.

En "Big Bad Wolves" el dúo de directores israelíes Aharon Keshales y Navot Papushado nos plantean de hecho una historia quizá demasiado parecida a Prisioners (Denis Villeneuve 2013), solo que aderezada con algunas pinceladas de brutalidad que saben a poco y pasada por el tamiz de un pretendido humor negro que se queda como mucho en gris ya que en la mayoría de las ocasiones no resulta ni lo original ni lo perturbador que se esperaría de él.

Un film en resumen, que se ve a gusto gracias a una buena fotografía y destacados actores pero que sin embargo ni de lejos merece, siempre en mi modesta opinión, los agasajos de que está siendo objeto.