Con imágenes reales y datos contundentes que no excluyen la permanente esperanza de que aún es posible detener las crecientes y cada vez más frecuentes alteraciones del cambio climático, este didáctico documental es una apuesta a la educación para tomar conciencia y actuar en consecuencia.

En su convicción que desde la política era posible canalizar acciones a favor del medio ambiente, Al Gore llegó a ser vicepresidente de EE.UU. pero decepcionado de la política convencional, desde el 2000 retornó a su militancia ecológica inicial. Con más de 30 años de investigación en el tema, Gore fue uno de los pioneros en advertir sobre el calentamiento global y ha escrito un libro sobre el tema, que tuvo gran circulación a inicios de los noventa.
Sin embargo, la película lo encuentra confesando que no percibe aún las señales necesarias desde el sector gubernamental ni desde la ciudadanía para que se implementen los necesarios cambios, por lo que su estrategia es insistir llegando "ciudad por ciudad, familia por familia, individuo por individuo".

En consecuencia ha dado miles de veces el mismo mensaje alrededor del mundo, para advertir que la Tierra se está calentando, con altos costos para la humanidad. Esta conferencia es el hilo conductor del documental que contiene todos los aditamentos del espectáculo como show, donde el conferencista se permite introducir el humor para romper el hielo, con  ácidas observaciones como la cita de Upton Sinclair "No puedes hacer que alguien entienda algo, si su salario depende de no entenderlo", cuando se refiere a informes científicos condicionados desde la mala conciencia y el dinero puesto por empresarios amorales.

Es evidente que el documental se sostiene en el aporte de una red de expertos en comunicación inteligente, capaz de hacer comprender el cambio climático con una ingeniosa (y breve) tira de animación, como la que incluye dibujitos de personajes tomados de Los Simpson, donde las reglas narrativas para contar el antagonismo entre rayos solares y gases invernaderos se adaptan al formato de la aventura policial.

Más allá de los conceptos abstractos y las definiciones técnicas, la película apunta a dejar claro su urgente tema, identificando al problema, por qué se produce y cuáles son los pasos grandes y pequeños que todos (sí, todos) podemos realizar.

Luego del éxito que supuso "La lengua de las mariposas" en 1999, el realizador español José Luis Cuerda regresa con este film, al cine concebido como un particular mundo de íntimos sentimientos. Retorna con la adaptación de la novela homónima de Didier Van Cauwelaert, uno de los autores de best-sellers más importantes de Francia. Esta base literaria le supuso el problema estructural de adaptar una novela narrada a dos voces y con continuos saltos en el tiempo, porque en realidad hay dos relatos con diferentes protagonistas y contextos, hasta que el destino los cruza.

Si la novela está  cargada de fábulas y elementos de magia y fantasía, Cuerda decide reducir esos factores a unos pocos detalles, particularmente centrados en la relación entre el niño y el protagonista central (Ricardo Darín), quienes comparten la fantasía de que siempre existe un hada que puede aportar su ayuda en momentos de penurias. Esto le permite abordar el terreno de los sentimientos sin caer en la cursilería ni en contradicciones con sus propias creencias, creando un microcosmos que dulcifica la imagen amarga del mundo.

Sobre la base de un argumento muy sencillo, que juega fundamentalmente con el azar y los sentimientos, la vocación de denuncia tan propia del cineasta español deja introducir el otro costado de la realidad. La palabra "hada" en un título supone un anticipo fuerte, que influye en el prejuicio con el que un potencial espectador puede acercarse a la obra. Al respecto podría decirse que se trata de un "aggiornamiento" del mundo feérico a los tiempos que corren.
Se da por sentado que la magia proviene del mundo femenino, aunque las actuales hadas sufren todo tipo de penurias y se volvieron amnésicas hasta olvidar su condición, pero si las educamos pueden ayudarnos a cumplir nuestros deseos, aunque no por esto la película olvida el entorno de nuestros días e incluye algunos elementos de denuncia, que giran en torno al personaje de la cantante Bebe, aquí devenida en actriz.

La lengua de las mariposas era un relato tan hermoso como amargo y con La educación de las hadas se ha querido repetir ese efecto, aunque con menos logros. Todo suena menos convincente, con muchas buenas intenciones y lugares comunes que no tocan fondo.

Como era de esperar, el film está lleno de alusiones a las dos películas precedentes, aunque esto no impide disfrutarlo independientemente.
Los personajes principales vuelven a la pantalla, arrastrando cambios provocados por lo acontecido en la primera y segunda parte. Vuelven sin ser los mismos, empezando por el memorable capitán Jack Sparrow, que sufre una especie de potenciación de su carácter, acentuando el comportamiento y las maneras afectadas que lo asemejan al Willy Wonka de "Charlie y la fábrica de chocolate". Alternando entre la locura y el heroísmo, el personaje central se ha desdibujado, siempre fue el más excéntrico de los piratas pero ahora la interpretación llega hasta la exasperación.
Esta tercera travesía contiene la parte más compleja de la saga, en tanto la trama resulta más enredada, aunque arroja -de tanto en tanto- imágenes poderosas. Los giros de guión ya se hab¡an dado en las anteriores entregas, pero aqu¡ los personajes cambian de bando y se traicionan mutuamente, al punto que por momentos se mezclan los lados, con tantos personajes duales e impredecibles.

La sombra de la Odisea y de otros relatos m¡ticos se proyecta en la trama del relato cinematográfico, aunque también éste busca y encuentra sus propias referencias.
La dirección es correcta, sin introducir demasiados juegos de cámara ni abusar de efectismos, mientras que la banda sonora acompaña y ensalza los planos importantes.
Aunque están filmadas con evidente buen gusto y sobrada corrección, las escenas de acción se alargan demasiado, con giros y situaciones argumentales poco coherentes.
Como en las versiones precedentes, además de aventura, hay fantas¡a, toques de comedia y romance. Todo teñido por un humor refrescante, que en este último tramo se ha vuelto más negro y macabro.

Alatriste es una pel¡cula profundamente universal y al mismo tiempo muy española en su tema, su fuente literaria y su magn¡fica estética visual alejada de los sobreabundantes tópicos anglosajones.
El joven y audaz director Agust¡n D¡az Yanes logra equilibrar el necesario aliento épico del argumento con un trasfondo intimista; la espectacularidad propia del cine de aventuras, junto al desarrollo emocional de su carismático protagonista, interpretado por un inmenso Viggo Mortensen, quien habla un castellano arrastrado "de acento canalla" requerido por el personaje. En su emblemática figura, tanto la novela como el filme, reivindican el valor de unos soldados que no conoc¡an otra forma de vida, sometidos a arbitrarias decisiones de ineptos monarcas y corruptos gobernantes, condenados a emprender gestas imposibles.
Debido a que el guion aúna cinco libros sobre el popular personaje literario, la pel¡cula est  pintada a retazos, como en viñetas independientes entre ellas, pero al mismo tiempo ¡ntimamente relacionadas. En el intento de abarcar la presentación de todos los personajes, el argumento puede resultar inicialmente confuso y rápido, con subtramas que a veces se despachan de forma confusa o precipitada. Sin embargo, teniendo en cuenta que no se trata de una superproducción de Hollywood, donde sobra el presupuesto para hacer trilog¡as con todos los recursos, es un verdadero mérito de la dirección haber conservado una continuidad de esp¡ritu en lo esencial, más allá  del discontinuo flujo narrativo.
Además de la belleza memorable de algunas escenas y planos, la pel¡cula es grande por su profundidad ética y estética. Un filme maduro, honesto y negro que refleja como pocos al ser español y también universal, sin adecuarse a las fórmulas visuales fáciles ni al modelo de historia premasticado.
La "encamisada" con que se inicia la pel¡cula (ataque nocturno en que eran muy diestros los españoles) o la lucha en Breda, son secuencias bé‚licas muy crudas y plenas de tensión dramática, menos esté‚ticas pero más reales que otras similares en tantos filmes de época al estilo de "Cruzadas" de Ridley Scott, que parece muy fr¡o en comparación.
"Alatriste" es un conjunto de pinceladas trazadas con austeridad y grandeza, desbordantes de emoción. Espacios recorridos por una cámara grave y directa que muestra al Madrid mugriento y populoso, las fr¡as arquitecturas imperiales, las infernales trincheras y los paisajes históricos que remiten a los pintores españoles del siglo XVII, como en la reconstrucción de la famosa ``Rendición de Breda'', pintada por Velázquez.
Con grandeza, la banda sonora sostiene y acompaña, poniendo un sello imborrable al cierre que se declara tan orgulloso, pesimista, resignado y digno como una tragedia griega.

Esta película ha sido promocionada como una historia de amor (en realidad hay dos), pero no es en absoluto la trama romántica el terreno donde el director acentúa su mirada.

El punto de partida de los robos en la extensa trama de "Violación de domicilio", es solamente el disparador para mostrar los choques que se producen entre culturas y clases diversas, en la actual geografía cambiante de una ciudad cosmopolita como Londres.

El film es ante todo la exposición de un juego de entrecruzamientos de seres afectados por la globalización y ganados por el aislamiento, el recelo del otro, la enfermedad o la marginalidad en las grandes urbes.

La película es el muestrario de un complejo mosaico urbano, donde muchas vidas aparentemente diferentes, tienen más de una simetría y acercamiento, a pesar de los límites generacionales y étnicos.

Las pretensiones algo desmesuradas de abarcatividad restan intensidad a las pequeñas historias y eso no se salva ni con el evidente preciosismo estético con el que Minghella aborda cada plano, para lo cual dispone de un equipo técnico tan virtuoso que hasta le quita realismo al registro de los chatos y grises suburbios que parecen siempre resplandescientes; hasta los parabrisas de los autos sólo espejean nubes y cielos azules.

El interés del director por abordar temas muy actuales, lo lleva a volcar muchas de sus opiniones a partir de frases del discurso de los personajes. Un análisis de los mismos, permite ver que aunque toquen temas conflictivos como la inmigración, la discriminación, la desigualdad de oportunidades, el adulterio, la prostitución, la depresión y hasta el autismo, siempre campea un inesperado optimismo y un aire políticamente correcto, aunque finalmente la visión del mosaico propuesto no resulte demasiado esclarecedora, y desde el punto de vista emocional la película deje una impresión de permanente distancia.