Suelo preferir las películas en las que Woody Allen no sale como actor. Bien, pues aquí creo que los mejores momentos son aquellos en los que sí sale.

Y es que vaya sosería la de Jason Biggs.
El recurso de hacer que se dirija directamente al espectador no me gusta demasiado incluso tratándose de grandes actores, no digamos con un actor tan poco dotado como éste: no tiene ni el carisma ni la gracia ni la capacidad de comunicación necesaria para salir bien parado de eso (creo que incluso se le nota el miedo al hacerlo)

Christina Ricci demuestra una falta de recursos bastante grande, repitiendo escena tras escena (e incluso película tras película) los mismos gestos. Eso sí, su pinta de insoportable le va que ni pintada al personaje.

En la peli está un poco lo de siempre: el psicoanálisis, la banalidad de lo más intelectual ("¿qué me importa a mí Dostoievsky si mi novia me la pega?"), los problemas de pareja... pero con menos gracia de la habitual (quizá más por culpa de los actores que del guión). Es mucho mejor, eso sí, que la mayoría de películas protagonizadas por jóvenes.

Ayer vi este tostoncillo de 2 horas y media.
De las que vi de Scola (“Una jornada particular”, “La familia”, “La cena”, “Competencia desleal”) es la que menos me ha gustado.
El reparto reúne a grandes nombres del cine europeo de entonces: Vittorio Gassman, Marcello Mastroianni, Jean-Louis Trintignant, Ugo Tognazzi, Stefania Sandrelli…
En un papel menor sale una jovencísima (y todavía muy verde) Marie Trintignant. Guapísima, eso sí.
La verdad llega a cansar tanta cháchara densa sobre temas elevados (artísticos, socio-políticos…) y el hecho de ser filtrados por una suave comicidad no ayuda a hacerlos más digeribles.
En general este retrato de gente madura desencantada y bastante estúpida no me interesa demasiado, salvo por algún apunte aislado, los excelentes trabajos de Gassman y Sandrelli, y alguna metáfora inspirada (el afila-lápices eléctrico como símbolo del ingenio que precisa ser aguzado, y también del desgaste del espíritu, que como los lápices se queda en nada)

No encontré a nadie que quisiera acompañarme, así que fui en solitario… pues procuro ver todo el cine español guerracivilista (que en contra de lo que se cree no es mucho: un 2 % según dicen en el Blog del cine español). Buf, se veía en la sala un ambiente opusino que tiraba para atrás… y es que en esta ocasión la cosa va de pobres curas y jóvenes seminaristas, indefensos, pacíficos, inmaculados, apresados y finalmente fusilados.

Si bien se introducen algunos rojos no malvados para dar una apariencia de equidistancia, toda pretensión de credibilidad se viene abajo desde el momento en que la película presenta a la Iglesia como una institución neutral y apolítica, cuando la Iglesia contribuyó a armar ideológicamente al régimen franquista.

Formalmente se trata de una cinta muy pobre y amateur, rodada con unos medios demasiado escasos para las ambiciones que tiene. E incluso Elena Furiase parece un pedazo de actriz entre tanto aficionado.

Era mucho más consistente "La buena nueva" (de Helena Taberna) donde la directora rememoraba la figura de su tío, sacerdote perteneciente a esa minoría católica que se resistió a bendecir el golpe de Franco. Esto sí me lo puedo creer (que hubiera algún cura bueno nadando a contracorriente); pero que todos fueran unos ángeles de paz como se les retrata en ésta… no creo que se lo tragasen ni los opusinos que acudieron a verla.