Esta película es un excremento. La empecé a ver porque estaba sentada en el sofá sin nada que hacer y la tele estaba ahí delante, y simplemente las imágenes iban pasando. ¿Que por qué no apagué la tele? Porque no era mi tele ni estaba en mi casa.

La cosa va de esto: un tío que limpia acuarios acaba cuidando de la casa de un gigoló muy exigente que está de viaje; por motivos que no vienen al caso (dejo ahí esa intriga colgando, WOW), acaba ejerciendo él mismo de gigoló, lo cual desata una cadena de situaciones surrealistas y horripilantes, dañinas para los ojos y en general para el cerebro de cualquier ser vivo, no hace falta que sea pensante.

Pero soy una persona honorable y tengo que reconocer que me reí un par de veces, como si mi mandíbula y mi cerebro estuvieran desconectados. Y por eso le pongo un dos.

Cuando llegó el final fue tal el alivio, que hasta me gustaron los títulos de crédito.
La conclusión obvia es que es una película apta sólo para gente muy fan de Rob Schneider (pero muy, muy fan) o bien para personas atrapadas en un sofá ajeno y sin acceso al mando a distancia.

Sí, es asquerosa y eso nadie puede negarlo, porque básicamente se ven asquerosidades que hacen que a uno se le quiten las ganas de entrar en un bar y se haga asiduo de llevarse la comida en un tupper, para más seguridad.

La película es una sarta de paridas que pueden gustar más o menos; es humor facilón, evidente y escatológico, nada de cosas elaboradas. Pero yo fui en grupo a verla, y sabía más o menos de qué iba, así que incluso me reí.

No es apta para gente escrupulosa o maniática con la higiene alimenticia.

Sólo sé que me aburrió soberanamente: toda una serie de disparates desenfrenados que me sumergieron en un abismo de "a ver cuándo acaba este pastelón". Sin embargo, una frase ha pervivido en mi memoria: "¿Tienes mini hambre, mini yo?". Y, además, me reí con esa frase. Y seguí riéndome durante mucho tiempo cada vez que la recordaba. Así que no puedo olvidar esta película como querría. ¡Maldita sea!

Recuerdo perfectamente la tarde de lluvia torrencial en que fui al cine a ver esta horrible película con mi amiga Manoli, a nuestros 15 años. A ninguna de las dos nos gustó, y eso que era una peli acorde a nuestra edad. En esa época yo iba mucho al cine, pero por desgracia recuerdo con mayor detalle las pelis que no me gustaron que las que sí. Tiene cojones la cosa, pero qué le vamos a hacer.

La historia es cutre y cursi; quizá contada de otro modo hubiera tenido un pase, pero no es el caso. El tema del enredo amoroso no causa ni gracia ni simpatía, es que ni siquiera se te mueve un pelo. Recuerdo que lo que más nos gustó a mi amiga Manoli y a mí fue el chaval, que nos pareció que estaba bueno. La chica nos dio rabia por ser tonta del culo y, sobre todo, por ser guapa (envidia pura y genuina; éramos adolescentes, es lo que hay). Para los que no lo sepan, la niña en cuestión es la que sería luego la rubia buenorra de Anatomía de Grey (Izzie).

La peli es mala y quedáis avisados. Yo ya he cumplido con mi parte.

Eso fue lo que pensé cuando acabé de ver esta peli: "¿Esto qué es?".
Definitivamente, no es una comedia, pero tampoco está presentada como un drama. Es simplemente una historia ñoña a la vez que engañosa. Y cuando la vean, si la ven, descubrirán el porqué.

Odio las peliculas efectistas, y esta pretende serlo. El resultado es fatídico. Se supone que tendría que haberme emocionado o algo así, cosa que no sucedió; y no porque yo sea insensible, sino porque las cosas mal hechas no me emocionan.