Qué cosa más tonta floja y morbosa y con una fotografía tan horrorosa cantosa (tan de ordenador, tan prefabricada manufacturada que da grima, repelús, en lugar de estar en el ancho mar, parecen metidos en una lata de conservas, un solárium, un puticlub de carretera, una pesadilla blanda malsana falsa aplanada apelmazada, pornsoft, no hay nada, antimateria, esa luz mortecina, agónica, de sala de dentista infame que no paga la cuenta, cutre, espantosa, impostada, artificiosa, tarada, trucada, sin alma, gris, torva, una vergüenza pena, inmensa).
Qué película tan mala. Es una repetición desganada ausente impersonal de modelos ya muy usados, es ridícula en su transcurso pesado mostrenco lastimoso aparatoso, penosa en sus personajes caricaturescos grotescos sin peso, lamentable en sus triviales pueriles alusiones literarias, superficial, facilona, tontorrona, tenue, abotargada, sin garra fuerza cojones sangre ni nada que se le parezca, una chapuza y una birria.
Quizás en su parte final no es que mejore mucho o algo, pero tampoco más empeora, ya fue más que suficiente, no se ceba la cabrona, se cierra con cierta discreción somera serena, funcionarial, burocrática, correcta, muerta.

Los hijos puta/tivos (¡lo pillas?) de Oscar Wilde, el pobre, cría cuervos y te matarán de tedio severo.
Como roman à clef obvia (mira, pajarito, tú por donde, qué guapo, chachi piruli, que este es en verdad David y el otro es Lou y aquel Iggy Cobain y este Brian encantado de conocerle, aquí estamos para servirle, y..., oh, oye, escucha esto, esa canción es aquella que..., y la otra es la mujer de..., vale) quién es quién, encuentra a Wally liberad a Willy, los diez negritos, rueda de reconocimiento, imita que algo sacas, copia certificada, nostalgia, contamina, recuerda, sospecha, rememora, amarcord, atrápame si puedes, aquellos maravillosos años, cualquiera tiempo pasado fue mejor, pon la gramola, el vinilo, y salta sobre la plataforma, folla, droga, qué puta envidia, qué preciosos somos los tres o felices los 4, hay que ver, frenesí, para exponer, ahora bien, esas frases morrocotudas al traspiés y al trasluz son como para al amanecer ahorcarles, paz dejas, gloria lleves, queríamos cambiar el mundo y el mundo nos cambió a nosotros, por supuesto, para eso estamos, transformarnos, la gente está más guapa cuando sale por la puerta, claro, y la trama es penosa o pobre a partir de ese macguffin, casi famosos, periodista testigo de poco cargo inopinado imaginado soñado realizado, retorcidamente inane, estúpidamente pretenciosa, oscuramente tosca boba, barroca, para este viaje no hacían falta alforjas, estas, mejor a pelo, modesto, saca el whisky cheli para el personal.
The Doors, ya puestos, tenía más gracia. Canta.
Esa transgresión blanda indolora insabora cretina que (ni siquiera) nos da la risa, bisexuales dicen con la boca llena abierta, hemos descubierto el nuevo mundo, y omnívoros de paso, me sacas de una duda, me turbas, me rompes, los huevos, me lo dices o me lo cuentas, hermoso, majo, circula, me has hecho la tarde, dame el anillo verde, el santo grial el broche de oro, la selva esmeralda la zíngara, pasa el relevo, aprovecha, juguemos al tetro.
Basta ya de héroes musicales hasta nueva orden que me pierdo, dónde vamos a ir a parar con este ejemplo pernicioso para los jóvenes, pecaminoso, tanta depravación, qué miedo, sodomía, drogaína, los jinetes del apocalipsis.

Sensacionalismo, tremendismo, morbo, falsedad, impostura, artificio, todo eso y un poco más, montones de asuntos metidos a presión (como si fuera Informe deforme Semanal o un cutre para variar programa electoral, propaganda hasta para desayunar), con calzador, red para pescar, acoso, discriminación, terrible enfermedad, inmigración, religión, superstición, separación, xenofobia, homofobia y vete tú o vaya usted a saber qué cosa más, perdí la cuenta, me caí del caballo, viva el Vaticano, y la conferencia episcopal, vuelve Rouco Varela, ataca de nuevo, poneos a cubierto, aparece con los niños, pobrecitos, benditos, cuánto abuso, cómo se aprovechan de ellos estos del cine adultos, les sirven de perchas, usar y tirar, efecto placebo, el resto no está mal, el actor, sí, me gusta, él o ello, compone, y resuelven los demás conflictos con salero y soltura, lo de la compañera y el amor polvo imposible por ejemplo, la fiesta tan especialmente, alegría, cosa buena, pero la peli se hace difícil por eso, porque a cada instante te apuñala traperamente por la espalda, a mala idea o sangre, con algún disparate truculento demagógico nuevo en verdad muy viejo, suma y sigue, punto y coma, camina o reviente, e increíble, no da respiro, cogido todo por los pelos sería decir muy poco, en fin, que ni una buena, que el cine español una vez más se da de patadas, se caga a trompadas con cualquier atisbo de sutileza, elegancia, complejidad o donosura, flor de sakura, nada, a lo bestia, a lo bruto, con sangre entra, dale que te pego, Mariano, Manolo.

Anagrama, cretino.
Indescriptible bazofia sandunguera variopinta pinturera algo viajada egipcia postrimería caradura caricatura muy hablada y mamporrera.
Calandraca.
Cochambre. Máxima. Mata gigantes.
Plutónica y Plétora.
Ribonucleica. Aciaga. Ciénaga.

hermoso, después de eso, tanto.
Tal y como yo lo veo y con el debido respeto (un giro fortuito de los acontecimientos).
Película terriblemente racista (¿por eso tanto gusta y fue tan premiada, no somos nada?) en la que los negros (solo uno, con el resto es humanamente imposible, nada que hacer, no hay manera, ni por lo civil ni por lo criminal, ni a Dios rogando/rezando), para reaccionar, rebelarse, resarcirse, algo/un poco, hacerse cargo (de alguien), tomar conciencia, freír un huevo, individualizarse, dejar de ser masa abyecta, necesitan la ineludible e imprescindible figura, el mesías, del hombre blanco, claro, cómo no, europeo para más inri y oprobio que cuenta una leyenda germánica con saña, él es alemán, fuertemente asociada al nazismo (viva el anacronismo, estamos en 1860, mío; pero Tarantino lo hace a sabiendas, contemporáneo nuestro, a malas, esa carga, de la prueba), ahí es nada, puta y la cama, sal en la herida, simbología, perversa, no digo más, echa al fuego la leña, más madera, (para) que les guíe, les enseñe, les eduque, les dé ejemplo, sabiduría, fuerza e inteligencia, valor y discernimiento, un plan, un propósito, rebaño ciego, como una ama de cría con un bebé de nulo talento, tardo, corto, romo, lerdo. Nos presentan, de hecho, a los negros, de hablar raro, que apenas son capaces de leer, cobardes, sumisos, barullo impotente, y hasta despreciables y miserables colaboracionistas cuando se tercie, vendidos, por un plato de lentejas revenido, al enemigo, las sobras, se llevan, (Jackson y esa otra tipa que pasa más inadvertida son exponentes espeluznantes, un ominoso sangrante abominable ejemplo de lo que yo ahora mismo os comento).
Como repaso histórico es histérico, bruto, tonto, analfabeto, atroz, infame, espanto, sádico y deprimente, disparatado.
Cinematográficamente hablando, en esas estamos, se puede aguantar a duras penas hasta la última, más o menos, aquí me quedo escaso, peco soy demasiado generoso, hora o media, más concretamente, por ponerle frontera o límite al puro dolor de ver y sentir, escuchar y tratar de entender lo que tristemente allí se sucede, espectáculo pavoroso ignominioso, acontece, hasta que Jackson se percata, huele a chamusquina, el pastel (esa es otra, no hay quién se lo crea, cogido por los pelos, de la burra), a podrido en el Mississippi, lo que pasa después, el definitivo arreón, ese tramo final debería suponer o haber supuesto, si viviéramos en un mundo medianamente justo, el inmediato, sin perder tiempo, irrefrenable, ingreso en (la) prisión, sin continuidad de solución, mucha disolución, colisión, colusión, colirio, más cercana del susodicho o prospecto, del autor en cuestión, delirante descerebrado/menudo majadero,Tarantino a la trena, por negligencia personal y profesional, peligro público número uno, energúmeno, chapuza máxima, malsana, martirio, por corromper a la juventud, alelarla más si cabe, con tanta maldad y cochambre, torpeza infinita, infantilismo masivo, bobería supina, indigencia intelectual, idiotez etcétera.
Pobre Franco, ese hombre, él estaría muy orgulloso de todo esto, Ne(g)ro, la g de gaznápiro, ganapán y/o gañán, es muda, y sorda, patán.