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Irlanda Irlanda · Dublin
Críticas de daci
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Críticas 40
Críticas ordenadas por utilidad
3
9 de octubre de 2011
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sorprende el ensañamiento tan feroz que ha recibido "El Capitán Trueno y el Santo Grial" por parte de la crítica en general y del público que ya la ha visto, con puntuaciones que oscilan entre el 0 y el 1 sobre 10. Está claro que no estamos ni de lejos ante una buena película, pero de ahí a fustigarla como una de las peores cintas del cine español reciente es exagerado; más que nada por la gran competencia que existe al respecto. Y es que, parafraseando al Roy Batty de "Blade Runner", yo he visto cosas que vosotros no creeríais… Horrores como "Plauto", "Hot milk", "Matar al ángel" o "R2 y el caso del cadáver sin cabeza" que todavía hoy me provocan pesadillas y sudores fríos al recordarlas.

Es cierto que El Capitán Trueno se hace larga y aburrida en muchos tramos, que se limita a saquear ideas del cine de Spielberg o Lucas sin mucho rubor; que Antonio Hernández demuestre aquí muy poca capacidad para rodar escenas de acción; que su guión o su montaje dejen mucho que desear, o que el reparto incluya a actores tan malos como Gary Piquer o Jennifer Rope, que no se sabe muy bien cómo han logrado hacer carrera en el cine. Sin embargo, y aunque no lo consiga, hay que decir que la cinta al menos intenta ofrecer al público un entretenimiento de aventuras digno y honrado.

Paradójicamente, casi todas las críticas contrarias al film le disculpan el hecho de haber contado con un presupuesto muy apretado, cuando lo cierto es que sus -presuntos- 10 millones de euros, para un largometraje español, daban de sobra para mucho más de lo que acabamos viendo en la pantalla. En efecto, la película tiene una factura y un acabado pobre para el tiempo y el dinero invertido en ella, dando la impresión de que Hernández sólo haya cuidado los cinco segundos iniciales de cada secuencia con composiciones estáticas muy cuidadas. El problema es que cuando sobrepasamos ese lapso de tiempo, los personajes empiezan a moverse por el cuadro -y todo- y la cosa se complica, al aparecer además gente tan turbia como Ramón Langa, que, aparte de su inconfundible voz, la primera vez que lo vemos con el pelo largo a caballo provoca un shock por su impresionante similitud a la gran Lola Gaos o a Linda Hunt.

sigue en spoiler que no cabe
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
daci
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5
4 de abril de 2011
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es curioso que el director y la publicidad de Invasión a la Tierra hayan hecho tanto hincapié en su pertenencia casi exclusivamente al género de la ciencia-ficción, cuando la realidad es que este film está mucho más cerca de las películas de hazañas bélicas y del subgénero de patrulla-perdida-en-tierra-hostil al estilo de Black Hawk derribado, Attack o Arenas sangrientas.

En efecto, aquí poco importa que el enemigo sean aliens, charlies, japos o talibanes, porque lo que la película hace es centrarse en un puñado de soldados -marines para más señas-, a través de los cuales contemplamos todos esos tópicos archiconocidos de esta clase de cintas: la camaradería, el heroísmo, el sacrificio, las cartas a familiares de moribundos, las referencias viriles a John Wayne, la oportunidad de redimirse para los cobardes, o la alegría colectiva cuando el pepino de turno da en el blanco.

Filmado cámara en mano al estilo de los noticiarios de TV, la película va al grano y al menos entretiene, más allá de su peligroso transfondo. Y es que, en realidad, no estamos ante otra cosa que un spot de hora y media patrocinado por el tío Sam para loar las maravillas de alistarse en el ejército USA, un cuerpo formado casi exclusivamente por afroamericanos, latinos o blancos de misa de doce en el que prima el valor o el compañerismo y en el que morir luchando por tu patria -o tu planeta- es un gran honor. Un mensaje nada sutil para reclutar voluntarios que sirvan en guerras presentes o futuras, pero que los americanos saben vender como nadie mediante películas como esta, capaz incluso de convertir a la causa a los Celtas Cortos de Haz turismo.

Del reparto destaca el carisma Geyperman de Aaron Eckhart como el WASP de turno que salva los muebles y que le habría hecho un buen candidato a Capitán América con diez años menos; Michelle Rodríguez, actriz siempre de armas tomar y que aquí, al contrario que en Avatar, combate del lado de los humanos; y Bridget Moynahan, la civil que carga con los niños y que tiene el honor de decir la frase más absurda de la película: “soy veterinaria”; porque, como todo el mundo sabe, en esa carrera hay una optativa sobre cómo hacer autopsias de cuerpos de extraterrestres..
daci
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6
8 de noviembre de 2010
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cómo buscar la inspiración para un nuevo film tras dirigir la comedia más taquillera de la historia? Si hablamos de Todd Phillips y Resacón en Las Vegas, la respuesta parece estar en el recuerdo de sus títulos de cabecera adolescentes, como aquel Mejor solo que mal acompañado (1987) de John Hughes del que este Salidos de cuentas se erige en un claro homenaje.

Y es que las peripecias de dos desconocidos obligados a recorrer Estados Unidos en coche es un planteamiento que sigue dando mucho juego, tanto en aquellos maravillosos 80 como en 2010. Tan sólo hay que coger a un par de cómicos de estilos contrapuestos y llenar su viaje de imprevistos, ocurrencias y situaciones insólitas que provoquen la carcajada, sin olvidar la moralina final de hacerlos llegar a casa transformados en mejores personas tras tan kafkiana experiencia.

El problema es que estamos en plena era del humor incorrecto de Judd Apatow, Padre de familia o los hermanos Farrelly, y eso no casa demasiado con el estilo más blanco del añorado Hughes. La solución de Todd Phillips ha sido ciertamente salomónica: trufar su guión con el tipo de comedia que mejor se le da -la gamberra de Apatow y compañía- pero aportando ocasionales toques sentimentales como hacía Hughes para humanizar a sus personajes y provocar incluso alguna lagrimita. Un equilibrio que no resulta fácil de conseguir pero que el director de Aquellas juergas universitarias resuelve con bastante pericia, entregando un film que, si bien no pasará a la historia, al menos sí logra su objetivo de entretener y hacer pasar un rato divertido al espectador.

Y mucha culpa de ello la tiene la química existente entre Robert Downey Jr y Zach Galifianakis, que en sus roles de payaso serio y bufón desastrado se erigen en los verdaderos motores de la trama, aportando a sus caracteres incluso guiños de su personalidad real, como cuando Robert exclama indignado que él nunca ha tomado drogas, o la impresionante fumada de marihuana de Zach mientras conduce, culminada de forma hilarante en la frontera con México. Y es que la película tiene mucho de reunión de viejos amigos, ya sean los de Downey Jr -como Michelle Monaghan o Jamie Foxx, con quienes coincidió en Kiss Kiss Bang Bang y El solista-, o del propio Todd Phillips con sus habituales Juliette Lewis, Matt Walsh o el mismo Galifianakis, que aquí vuelve a encarnar a un tipo de personaje muy similar al que bordaba en la descacharrante Resacón en Las Vegas.
daci
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8
24 de agosto de 2010
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo peor que se me ocurre comentar sobre Avatar es que al salir del cine hacía frío y estaba nublado. Esto dicho así puede parecer bastante absurdo, pero no lo es tanto si pensamos en el contraste de pisar la calle en esas condiciones, y recordar la apabullante orgía de colores, sensaciones y efectos visuales que hemos vivido las dos horas y media anteriores. Resulta cruel y debería avisarse en los títulos finales. Claro que, entonces, quizá habría que quitar el nombre de alguno de los tres mil millones de técnicos acreditados, y eso no sería justo; pues, parafraseando a Churchill, “nunca tantos debieron tanto a tantos”.

Con toda esta divagación vengo decir que el film más caro de la historia -por ahora- satisface las tremendas expectativas creadas, y acaba resultando una experiencia, si no religiosa, sí al menos gozosa y reconciliadora con las películas como vehículos de entretenimiento. En efecto, la magia del cine o como quiera que se le llame a eso, se produce con creces en Avatar, el espectacular regreso de James Cameron tras aquella cintita del barco, que vista hoy por comparación, parece de arte y ensayo.

Avatar se asienta en una historia que no necesita ser original porque nos habla de esquemas clásicos -el héroe que se redime y encabeza una revolución-, y que dentro de su aparente simplicidad esconde multitud de referencias. Si pensamos en el plano cinematográfico, remite a films como El mago de Oz, Pocahontas, Matrix, Bailando con Na´v… digo… con lobos, El gran combate, Distrito 9 o la propia Aliens -con la presencia de Sigourney Weaver y el arma-exo esqueleto blindado-. A nivel biológico, la película defiende una postura profundamente ecologista y rayana en la teoría Gaia; y como metáfora histórica, supone una denuncia tanto de la colonización americana de Norte a Sur -con el expolio a los indios-, como a las ansias militaristas de USA pretéritas -Vietnam-, presentes -Irak, Afganistán-, o -por desgracia- futuras.

Probablemente la única pega que se le pueda poner al film de Cameron sea la de su mayor virtud: el hecho de que sus efectos especiales rayen a tamaña altura, puesto que así, y una vez en harina, acabamos aceptando con toda naturalidad a humanoides azules de tres metros y ojos gatunos, como si nos los fuéramos a encontrar luego en el metro. Y es que sus increíbles avances en la captura de movimiento generada por ordenador suponen un salto evolutivo de primer orden y hacen soñar con un mundo lleno de posibilidades. Como la de contemplar, dentro de poco, a Bogart y Marilyn juntos en una película, o a Heath Ledger volviendo a ser el Joker en nuevos Batman por venir. Casi nada.
daci
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5
24 de agosto de 2010
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es mala idea efectuar remakes de films como Furia de Titanes (1981) si es para mejorarlos visualmente gracias a los avances informáticos contemporáneos. Y es que los efectos stop-motion y las criaturas manufacturadas por el gran Ray Harryhausen eran apañados para su época, pero vistos hoy en día han quedado muy anticuados, dejando la sensación de que a la mitología griega se le debía una película actual que supiera captar su espectacularidad bigger than life, y, ya puestos a pedir, con una profundidad de guión mayor de la que tenía el largo de Desmond Davis.

Pero esa película tendrá que esperar, porque esta nueva versión de Louis Leterrier de la cinta del '81 se limita a mostrarnos una sucesión de escenas de acción que igual podrían desarrollarse en la antigua Grecia que en Vietnam, Pandora o la Tierra Media, sin pararse un segundo a reflexionar sobre conceptos como la deidad, la condición de mortal del ser humano, o a reflejar en su argumento las enseñanzas morales que subyacen detrás de todo mito griego; no sea que la audiencia adolescente a la que va dirigido el film se atragante del susto con las palomitas y corra la voz de que es un rollo. No, en esta Furia de Titanes todo parece un correcalles diseñado a modo de videojuego en el que manejamos a Perseo -un Sam Worthington bastante anacrónico con su pelo rapado a lo marine-, y vamos superando pruebas para subir de nivel y derrotar al bicho final -el Kraken, prestado de la mitología escandinava-, para poder decir que nos lo hemos pasado y a otra cosa. Todo ello envuelto en un 3D metido con calzador a última hora y que no luce sino que marea, porque su acción estaba planificada de antemano de forma frontal y sin profundidad de campo.

Al menos, la película tiene una duración relativamente corta para un film de sus características -menos de dos horas- y el ritmo resulta llevadero, haciendo que el metraje discurra con rapidez. Otros aspectos reseñables podrían ser sus irreales localizaciones -entre ellas, Tenerife, Gran Canaria y Gales-, o el cameo de Bubo, el búho mecánico de la Furia de Titanes original y que aquí protagoniza un simpático guiño a los más cinéfilos.

En definitiva, una cinta de acción épica que no aporta mucho a la historia del cine, y que al infantilizar excesivamente su historia pierde la oportunidad de acercar la mitología griega a las jóvenes generaciones, más allá del God of War.
daci
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