No entiendo como un realizador como Jonathan Liebesman sigue trabajando en la industria cinematográfica cuando no sabe hacer la "o" con un canuto. Aquí destroza la potente "Black Hawk Down"(2001) del irregular, pero gran artista, Ridley Scott. El argumeto es calcado, pero cambiando las calles de Mogadisho por Santa Mónica (L.A). Se supone que debería ser un heróico relato de un grupo de Marines que salvan lo poco que queda de Los Ángeles (California) y a su vez hallan la fórmula para expulsar de la tierra a unos alienígenas que pretenden colonizarnos por nuestros recursos naturales. Durante el tedioso metraje, los actores sueltan unos pueriles diálogos que no sirven ni para "Barrio Sésamo" y que van alternando con ráfagas de fuego larguísimas hasta agotar el cargador y la paciencia del público. El protagonista, Aaron Eckart se preparó el personaje imitando a Eric Bana en la película anteriormente mencionada del realizador de "Blade Runner". Es una lástima que con una infraestructura de despliegues y de medios tan grande hagan un film mediocre.

R. Ellis Frazier realiza un interesante film sobre la redención con un impecable trabajo actoral, donde destaca el músico londinense Luke Goss (un híbrido entre Michael Keaton, Peter Weller, y Jason Statham) que nos ofrece todo un recital de contención y miradas hostigadoras. El personaje de Aidan Quinn que da título a la película (Charlie Wrigt), investigado por fraude por el FBI, se fuga a México con un botín de 2 billones. Un triángulo poco amistoso le persigue, formado por un impacable sicario ruso (Luke Goss), un decadente mafioso mexicano (el gran Andy Garcia), y un agente federal (Mario Van Peebles). Tiene ritmo, un glorioso acting, unas buenas (y escasas) escenas de acción, y todo está resuelto de una forma sencilla y eficaz en una película entretenida, e inteligente.

El olfato goleador de Ryan Gosling está a la altura de Leo Messi, sin duda el estupendo actor canadiense sabe escoger proyectos entre toda la inmundicia que produce el star system estadounidense. El film del realizador de la gamberra "Bronson" nos conduce (nunca mejor dicho) a los setenta y ochenta, parece que estamos en una película de Paul Schrader ("American Gigolo" 1989), Martin Scorsese ("Taxi Driver", 1976), o William Friedkin ("To Live and Die in L.A.", 1985). Tiene una calidad sin precedentes y todo el elenco actoral está impresionante, aunque Gosling se sale. La escena del motel con la cara de Gosling ensangrentada, después de haber matado a dos tipos, o la del ascensor son soberbias. Atención a la maravillosa banda sonora compuesta por el genial músico italoamericano nacido en Brooklyn, Angelo Baladamenti, y habitual de los films de David Lynch. El film no tiene desperdicio y roza casi la perfección, y que aparezca una película así sólo sucede cada diez años, y con suerte. Estamos ante una obra maestra del cine noir y un clásico desde ya mismo.

Con el cachondo Clavier y le buenorra Seigner pensaba pasar hora y media de desconexión estival de mujer e hija, sin embargo la cosa se me hizo más pesada que una endodoncia sin anestesia. Todo es absolutamente deplorable y cogido con pinzas y cuando llegan al gag de la mierda es ya para salir pitando de la sala. De lo peor visto en mucho tiempo y una pena desaprovechadísima, que demuestra una vez más que ni en con una veintena de filmes pueden lograr algo decente sobre la preciosa isla de Ibiza.

La puntúo con un nueve porque, aunque sea mala y absurda, está hecha sin dinero del Erario Público; y hacer cine sin subvención en un país como España, tan politizado y lleno de mediocres, es para alabar a sus creadores.
Los actores masculinos dan pena y vergüenza, y ellas (Marull y Abascal) hacen lo que pueden dando ejemplo de profesionalidad, carisma, y talento desmesurado. Una pena, pero una buena y esperanzadora pena para el cine español.