En plena guerra (y fiebre) telefilmica entre las cadenas norteamericanas de la época, la ABC produjo este interesante trabajo de Jerrold Freedman, (A veinte millas de la justicia, 1980), que desde luego destaca entre los muchos telefilm que se rodaron en aquella etapa dorada para este tipo de productos televisivos.
Un tour de forcé interpretativo entre Eli Wallach, (Los siete magníficos, 1960) y Robert Culp (El gran héroe americano, 1981), que encerrados en una base científica en lo alto de una montaña y azotados por una tempestad, tratan de desgranar que le sucedió al equipo anterior, al cual encontraron muerto en extrañas e inexplicables circunstancias. Con ciertos mensajes subliminales al tratamiento que se le da a los monos y animales en general en laboratorios, la película sorprende por sus pocos medios y lo bien que maneja el misterio y la tensión en todo momento sin necesidad de efecto especial alguno.
Sin ninguna duda, recomendable película, que en sus apenas 75 minutos nos da mucho más de lo que inicialmente ofrece. Telefilm a recuperar, aunque de difícil visionado, ya que hoy en día, a pesar de que en su momento se editó en vídeo, es una auténtica rareza que fue descatalogada hace años y al parecer no reeditada en DVD.
De todas maneras inténtenlo... en la red... por ahí anda.

Aunque al final de la proyección te indica que la historia está basada en las películas de Nicholas Roeg, (Walkabout, 1971, La maldición de las brujas, 1990, etc.), uno a medio metraje ya tiene una idea de que la película tiene un cierto aroma reconocible, aunque hasta que no lo leí en los títulos de crédito no caí… a que o a quien me recordaba el estilo del film.
Arriesgado thriller y muy extraño por su contenido, ritmo y temática, lo que aquí nos propone Simon Rumley (Red White & Blue, 2010), que lo acaba de presentar en Sitges. Para mi gusto se hace largo para la historia que nos trae, pero no deja de ser una propuesta, al menos interesante.
Una historia basada en el fetichismo que la protagonista siente por la ropa, y en cierto modo su acompañante también, y como la vida se les va complicando y enredando y que recuerda a la repelente montaña de ropa , donde duermen, comen y prácticamente viven. Al final todo deviene en una venganza por celos que les va poco a poco llevando al borde del precipicio.
Gran trabajo el de Amanda Fuller, (lo mejor del film), que ya vimos en otro film en Sitges en el 2014, con la aceptable Starry Eyes (Kolsch & Widmyer). Ethan Embry (Late Phases, 2014), es su pareja en la película y Eric Balfour (En el bosque sobrevive, 2014), el que completa el peligroso triángulo en el que se mete nuestra pobre April en el film.
Trabajo interesante el de Rumley, para muchos el mejor, no sé si a tanto llega, pero desde luego a la película si le aguantas ese ritmo a veces cansino, no disgustara. A destacar, el inquietantemente oscuro y oculto mundo del snuff sexual que refleja el film... y el de las adicciones ... a cualquier cosa.

La irrupción de Zahler, en el panorama cinematografico hace dos años, Bone Tomahawk, ya nos dio a entender que no iba a ser un director del montón. Que lo de ajustarse a géneros convencionales y a las formas de desarrollarlo... no iba con el. Si en aquella un western, se convierte en unos minutos, en film de terror gore, aquí un drama familiar deviene en una espiral de violencia incontenible.

Brillante una vez más, aunque tal vez un poco por debajo de su anterior trabajo, Zahler nos brinda un espectáculo de acción con Vince Vaughn (Regreso al paraíso, 1998), como eje central de la película, en probablemente uno de los mejores trabajos de su carrera. Es auténticamente descomunal su aspecto en este film.

Con una espectacular fotografía, una banda sonora brutal, y un sorprendente guión obra del propio Zahler, convierten a este trabajo en un refrescante film de acción que ha debutado con éxito en Sitges.
Jennifer Carpenter (El exorcismo de Emily Rose, 2005), acompaña a Vaughn en la cabeza del reparto, secundados por un fantástico Don Jhonson (Django desencadenado, 2012), Udo Kier, (Blade, 1998), y Marc Blucas, (Cuando éramos soldados, 2002).

No dejen de verla todos aquellos que disfrutaron con Bone Tomahawk, los toques gore también vuelven a aparecer aquí, para disfrute del aficionado. Ojo a la escena inicial de rabia incontenible con el coche.... de lo más divertido que he visto en tiempo.

Guillermo Amoedo, (The stranger, 2014), nos presenta aquí una nueva vuelta de tuerca al tema de las posesiones… con resultados no muy buenos.
Y aunque al principio la historia tiene una forma interesante, a medida que el metraje avanza… la película empieza a parecerse a otras tantas y tantas pelis sobre el tema que hemos visto. Es una especie de refrito de las películas de este género, con alguna novedad curiosa e (increíble), pero que en general no hacen destacar a la película, porque sale uno de la proyección con la sensación de haber visto antes esto.
Valoro el interés de Amoedo, de dar una vuelta a este manido género, pero la realidad es que en mi humilde opinión el esfuerzo es fallido. El giro final en una pelicula del 2017, es sencillamente imperdonable.
Me quedo con el trabajo de Maria Evoli (We are the flesh, 2016), en el papel de Maria, y la de la siempre solvente Gabriela de la Garza, (Narcos, 2015), que aquí da replica a la sumisa madre de la víctima. Les acompañan Vanessa Restrepo (Camila), Fernando Becerril, (La leyenda del Zorro, 2015), como el Obispo, y Flavio Medina, el oscuro padre, visto en Yago (2016).
A ver, no es un horror de película, se deja ver… pero le falta algo.
Tal vez sea… el alma.

Brutal, inquietante, angustioso... no se los calificativos que se le pueden poner al último film del griego Lanthimos (Canino, 2009). Es una película que te va oprimiendo y oprimiendo lentamente ... según avanza el metraje... y no te suelta hasta que sales aturdido de la sala.

No es film para todos los gustos, pero es una gran película, la forma tan original que Lanthimos tiene de contar su oscura historia no es habitual en el cine de hoy. El director griego no deja a nadie indiferente. Esa es la verdad.
Película que se apoya en un excelente guión (suyo), y una maravillosa fotografía con la que el director juega en unos encuadres realmente maravillosos, en muchas partes del film.

Reparto de lujo, en el que destaca el enigmático Martín en el film... un joven Barry Keoghan que vimos recientemente en Dunkerque. Le acompaña un atormentado Colin Farrell, que repite con este director ya que trabajo con el en Langosta (2015), y una recuperada Nicolás Kidman en un excelente trabajo. Destacar que sale la
hoy en día olvidada Alicia Silverstone... actriz que prometía mucho en los 90... pero que recordaremos por la flojisima Batman y Robin (1997).

Película recomendable... pero denle su tiempo, requiere saborearla... cuando la vean sabrán a que me refiero.