Si bien Babylon no logra ser la obra maestra qué Damien Chazelle anhelaba, sí que se trata de una sólida, entretenida, y fabulosamente escrita y dirigida película.

La película repasa, por un lado, el ascenso a los cielos, y descenso a los infiernos en el Hollywood de los años 20 de una serie de bastante pintorescos personajes, mientras qué paralelamente a su historia reflexiona acerca de la no consideración durante tanto tiempo del cine como un arte mayor.

Por un lado, el primero de los elementos qué mencionaba se caracteriza por un reflejo qué, aunque fiel de la época (y no nos equivoquemos de la actual, la película dibuja algún interesante paralelismo), y de la industria cinematográfica (a todos sus niveles), en algún momento puede resultar demasiado escatológico, y explicito (en algunas escenas con simplemente dar a entender las cosas hubiera bastado). También es cierto que es en estos momentos en los que más interesante resulta la película, y vemos al mejor Damien Chazelle, capaz de otorgarle un ritmo vertiginoso al filme (sobre todo con un sublime uso de los planos secuencia).

Por otro lado, el segundo elemento se ve reflejado en escenas en la que los personajes, y la propia película, reflexionan acerca de la consideración en aquella época del cine como un arte menor (por detrás del teatro, por ejemplo). Si bien comparto los puntos de vista expresados por Damien Chazelle, estos son en algunos momentos demasiado burdos, y en vez de abrir un debate te quieren convencer, como sea, de que el cine es, y siempre ha sido un arte mayor.

Con todo esto queda una película, qué aún con sus fallos (a lo ya mencionado, se suma una duración excesiva), gracias a las estelares actuaciones del trío protagónico (Margot Robbie, Brad Pitt, y Diego Calva, mención especial a un maravilloso Tobey Maguire), un Damien Chazelle qué vuelve a demostrar su talento tras las cámaras (creando algunos set-pieces difíciles de olvidar), una banda sonora trepidante (para mí lo mejor de la película, compuesta por Justin Hurwitz, compositor también de las bandas sonoras de La La La Land, Whiplash y First Man), un uso del silencio y el sonido magníficos (la película al repasar el cine mudo, y los comienzos del cine sonoro, te hace partícipe con un uso de los silencios en la primera parte, y del sonido en la segunda maravillosos), ciertas interesantes críticas sociales (hacia Hollywood, la industria cinematográfica, la sociedad americana, etc.), y un final más que digno se presenta como una carta de amor al cine (sobre todo con una brillante escena final) que no puedo dejar de recomendar.

Posdata: para los espectadores fotosensibles la escena final recomiendo no verla

Celda 211, es y siempre será una de las mejores películas españolas de todos los tiempos, es la demostración perfecta tanto de por qué Daniel Monzón (el niño, las leyes de la frontera) se ha consagrado en estos últimos años cómo uno de los mejores directores, y guionistas españoles, así cómo de qué en España el cine de calidad es posible.

Se trata de una película brillante en lo que respecta a la dirección, escritura, y actuaciones (sobre todo de un cambiadísimo Luis Tosar), qué mantiene la incertidumbre, y la tensión desde el primer hasta el último minuto. Dura a ratos, recrea a la perfección los procedimientos policiales y carcelarios, a la vez qué te cuenta una historia humana con la que es imposible no empatizar. En relación con esto último, me gustan espacialmente los flashbacks, y los momentos en los que seguimos a la mujer del protagonista, ya qué, logran qué nos involucremos en la historia de una manera qué de otra forma no haríamos.

Según mi humilde opinión se trata de una obra maestra, qué una vez vista por tercera vez, cómo otras grandes películas, no para de sorprenderte, y de engancharte cómo la primera vez.

Cómo en su más reciente obra Old (Tiempo) M. Night Shyamalan (el protegido, el sexto sentido, múltiple) nos ofrece una discreta (sin alardes, en dirección, y efectos especiales, que aun haciendo a la cinta más íntima, se echan en falta), pero efectiva (sobre todo gracias a su premisa, a sus actuaciones, y a su banda sonora) película de misterio y suspense.

Como sucede con todas las películas del cineasta, resulta difícil hablar de ella sin entrar en spoilers; solo diré que, a pesar de resultar inverosímil, la premisa, y la historia no se deshacen tanto como en su anterior filme, Old (Tiempo). En este sentido, estas son menos ambiciosas, pero también te permiten involucrarte más con los sucesos, ya que no te exigen tantas concesiones (resulta más sencillo dejarse llevar).

El filme cuenta con un ritmo vertiginoso (la hora y cuarenta que dura se hacen cortas), una premisa e historia muy interesantes (sobre todo resulta entretenido el juego que te hace tener contigo mismo por averiguar cuál es la verdad), unas actuaciones buenas (aunque no todas por igual), una dirección, cada vez más depurada (eso sí con cierto abuso de los planos estáticos) por parte M. Night Shyamalan (que nos regala algunas secuencias, sobre todo las de suspense, y las más intimas muy buenas), una banda sonora brillante (gracias a la cual se sostiene en sus momentos más flojos la cinta), alguna crítica social, algún giro en la trama (aunque no todos ellos inesperados), y un final satisfactorio (sobre todo por ser consistente con lo que sucede a lo largo de la historia).

En definitiva, se trata de una entretenida cinta, que te mantendrá hasta el final, tratando de averiguar cuál es la verdad, y deseoso de conocer que es lo que va a suceder a continuación.