Hay personas que, en su opinión, las películas deberían contar historias totalmente personales, historias protagonizadas por personajes introspectivos y sufridores que evolucionan a lo largo del metraje. Pero hay otro tipo de cine tan válido como ese: aquel destinado al mero entretenimiento, siempre que sea digno y Speed Racer se incluye en esta categoría.

No nos engañemos, la historia es sencilla hasta límites estratosféricos y el guión es tan simple como el funcionamiento de un lápiz. Además, los personajes son tan planos como un folio y los actores están simplemente correctos, incluso el niño, tan pesado que en algunos momentos lo matarías. Lo más divertido es que pese a todo aún hay gente que se esfuerza en ver un trasfondo filosófico y psicológico igual o mayor al de la trilogía Matrix.

Donde realmente destaca la nueva película de los hermanisimos es en la estética, los efectos especiales y la narración. Speed Racer es, gracias a los efectos especiales, un mundo totalmente nuevo, con una estética colorista y barroca que puede llegar a provocarte un ataque epiléptico (ríete tu de pikachu), pero que si logras sobrevivir no puedes hacer más que admirar la creatividad invertida en cada plano. Así como una narración donde las diferentes escenas se superponen unas encima de otras literalmente, mientras los flashbacks se funden con un presente que parece no existir ante la llegada de un acelerado futuro.

Otro de los defectos de la película es que se dirige al público familiar y arrastra con ella las pocas virtudes y muchos defectos propios del género, pero es algo que se perdona gracias a las emocionantes carreras de cuadrigas pop que aceleran, chocan, saltan, luchan y se adelantan en larguísimas pistas de loops imposibles.

En fin, que si buscas algo maduro y profundo pasa por completo de Speed racer, hay cosas más interesantes, pero si lo que quieres es desconectar el cerebro durante un rato y pasarlo bien esta es tu película.

Que nadie se deje engañar por el truculento y juguetón cartel, porque no estamos ante una cinta llena de sangre y violencia, cosa que también hay, sino ante una película que se toma su tiempo para crear una atmósfera de tensión creciente que incomoda y deja sin aliento al espectador en más de un momento, lo cual constituye una victoria y demuestra que el terror adulto existe más allá de remakes y psicokiller obsesionados con bellezas adolescentes.

Es cierto que el paso de los años le caen encima como una losa y que ha quedado anticuada, pues tiene ciertas reminiscencias yeye que hoy en día pueden chirriar como posiciones de cámara imposibles, composiciones de plano más complicadas aún, colores saturados y llamativos (sin llegar a extremos chillones de Argento y otros amiguetes italianos) y ropajes y peinados que ahora solo llevan los más modernos porque el rollo mod nunca termina de pasar de moda, pero eso forma parte de su encanto y le da un empaque que, una vez más, la aleja delas fotocopiadas películas de casas encantadas (y no de conocerte) actuales. Eso sí, pese a las características de la época la película tiene una factura fantástica: cuenta con unos efectos especiales anticuados pero muy funcionales y unos decorados impresionantes que no solo hacen creíble que la mansión Belasco existiera, sino que por si mismos ya ayudan a crear inquietud desde el mismo momento en el que el grupo protagonista cruza la verja que permite la entrada a los terrenos de la edificación.

También ayuda a que la cosa funcione un entregado y sufriente reparto que hace creíble a un grupo tan dispar (un científico que intenta demostrar que los fenómenos paranormales no existen y su mujer -la cual se acopla a la visita de la mansión en plan vacaciones-, una joven médium psíquica obsesionada con la biblia y un médium físico que ya estuvo en la casa y que casi perdió la vida y el juicio). Aunque tal vez el único punto flaco sea la historia, la cual es sencilla y típica: un ricachón enfermo contrata a una serie de personas para que le demuestren, antes de morirse, si realmente existe algo después de la muerte y por supuesto los integrantes del grupo son tan distintos y la casa los somete a una tensión tal que los choques y enfrentamientos no tardan en producirse. Hay detalles que no terminan de aclararse y ciertos agujeros negros que uno perdona hasta llegar a un clímax terrorífico que en su explicación final roza el ridículo. Sin embargo estamos ante unos de esos momentos en los que la meta no es lo importante, sino el camino recorrido, siendo la parte central de la película lo mejor.

La leyenda de la casa del infierno puede haber quedado anticuada, pero es una gran representante del subgénero de casas encantadas que crea tensión y provoca terror como pocas han sabido hacer.

Lo peor: que haya quedado algo anticuada y eso eche para atrás a más de uno, sobretodo a esos adolescentes para los que el cine se inventó a mediados de los 90.

Lo mejor: es realmente terrorífica.

"Desayuno con diamantes" cuenta dos historias más duras de lo que parece en un primer momento, por un lado tenemos a una chica de campo carismática y atractiva que pasa de ser una posible estrellita de Hollywood a chica de compañía (por decirlo finamente) y que busca escapar de si misma a base de extravagancias y frivolidades; por otro lado tenemos a un escritor que lleva años arrastrando un bloqueo creativo convertido en el querido (por decirlo finamente) de una ricachona de mediana edad. En ambas historias la frustración, las ambiciones rotas y el miedo a quedarse sin nada afecta de tal manera a los dos protagonistas que les dificulta evolucionar en sus vidas, buscando la solución más fácil aunque no sea realista ni a largo plazo. Lo mejor es que Edwards lo cuenta con un tono liviano, como si fuese una comedia romántica con algún elemento dramático, sin sobrecargar las tintas y logrando una sutileza fantástica, ya que de otro modo podría haber sido un dramón del quince que seguramente ahora no recordaría nadie.

Solo Audrey Hepburn podría lograr a golpe de encanto que el espectador olvide que es una chica de compañía -es lo único que explica que haya gente por aquí que crea que solo es una fiestera y no lo que realmente es, flipo con que haya tanta gente que no pille lo de los 50 dolares para el tocador y los 50 para el táxi-, mientras que George Peppard, mucho más soso que en "El equipo A", tiene que luchar para evitar que el gato le haga sombra.

¿Recomendable? Evidentemente, pero hay que tener en cuenta que tiene unos cuantos años.

Lo que hace a Moonrise Kingdon tan superior a Super 8 no es únicamente que sea un homenaje más bien díscolo a las novelas de Enid Blyton y a las películas infantiles y juveniles de aventuras de los años 70 y 80 (lo cual llena la película de cierta ironía encantadora alejada del correctísimo copia y pega de Super 8), sino que, al contrario que en la película de J.J. Abrams, la parte emocional resulta mucho más poderosa y creíble, pese a esa atmósfera excéntrica y alocada que invade el metraje, gracias al fuerte contraste entre la historia de amor de la pareja protagonista, puerta abierta hacia la adolescencia y los cambios hormonales, tan llena de naturalidad, sinceridad, claridad y simplicidad frente a las relaciones entre los adultos, quienes se han convertido en seres patéticos debido a unas decisiones, afortunadas o no, reconvertidas en losas demasiado pesadas que los arrastran a unas vidas llenas de verdades a medias y falsas apariencias.
A esto hay que añadirle una estética, una composición de plano y una fotografía muy particular, que dota de caracter y personalidad a la película y unas interpretaciones fantásticas por parte de un reparto entregadísimo.

Ufff, quedando atrás las tartas americanas parecía que con “About a boy” Chris Weitz había adquirido cierta capacidad para hacer películas que pasaran de un simple aprobado, pero tras ver “La brújula dorada” se puede decir que no era más que un simple espejismo.

No es que “La brújula Dorada”, sea una mala película. En realidad, el mayor fallo de la adaptación es que su director (y guionista) han dejado fuera de la película todos los momentos realmente dramáticos y dolorosos. Viajar a lomos de un oso polar por el polo norte ya no es una experiencia dolorosa en la que los músculos se agarrotan y la piel se corta por el frío como en el libro, ahora es una gran experiencia solo comparable con montar al dragón de la suerte de “La historia interminable”; ya no hay muertes; dios, aquí llamado La Autoridad, apenas es nombrado y parte de ese poso metafísico y oscuro de la novela han desaparecido. Eso sin hablar que han cortado el final de la novela, uno de los más oscuros y dolorosos, casi tan impactante y abierto como el final de “ESDLA: La comunidad del Anillo”, para sustituirlo por uno edulcorado y ñoño que no te da ganas de ver la segunda parte.

Otro gran defecto es el guión, terriblemente irregular, en algunos momentos es brillante (la descripción de algunos personajes es muy buena) mientras que en otros en otros es simplista y nada explicativo. Así como el avance de la película: los primeros 30 minutos son ejemplares, pero luego va decayendo por momentos. Y mejor no hablar de la B.S.O, resultona pero que no pega con las imágenes.

Con todo lo anterior, “La brújula dorada” también tiene sus aciertos: la estética esta acertada, así como los efectos especiales y la mayor parte del reparto esta francamente bien en su labor, Nicole Kidman esta fantástica en un personaje que aquí parece unidireccional pero que luego se descubre que tiene más capas; Dakota Blue Richard me parece un auténtico descubrimiento y tanto Sam Elliott como Eva Green dan vida a unos personajes que en la película apenas están esbozados. Además, los110 minutos de duración se me pasaron volando.

Es una lástima que con un material base tan bueno la película sea tan floja, infantil y empalagosa.