Complejidad. Ambigüedad. Subjetivismo. No hay más. Los que esperaron y esperan una cinta de suspenso en todo su rigor y clasicismo les sugiero que se pongan a Hitchcock, y no, no saldrán ni aburridos, ni decepcionados. No echarán una siestecita. Ni acabará con los límites de su paciencia. Tampoco es recomendable para aquellos aficionados que no conocen a profundidad la obra de Jim.

Porque ojo, yo no la recomiendo. Como tampoco recomendaría un libro de Hanif Kureishi o Carlos Castaneda, un disco de William Elliot Whitmore o Bill Callahan, un tequila reposado de Guadalajara o peyote fumado visto en esencia como el vertiginoso sentido de posibilidad. No señores. Estamos ante una obra irrepetible, contundente y polémica.

Y es que como ha evolucionado mi Jarmusch. Con mucho sigilo y prudencia. De tonos relajados y luminosos. Con todos sus excesos. Virtudes que resultan ensalzadas una vez pasadas por el filtro de ese arte con número siete. Con su peculiar humor excéntrico. Con aquellos juegos que pese a que pueden desorientar cual novato, anuncian una férrea y soberbia imaginación.

Para obras de este calibre hace falta desprejuiciarnos de todo adjetivo que nos lleve al lugar común, al cliché. Aquí sobra lo típico, impera la esencia, preserva la ilusión sobre la realidad. No olvidemos que una imagen o un silencio valen más que mil palabras. Por todo ello el filme es imbatible. “Los límites del control” es poesía, un mundo de ensueño. Cachetada con guante blanco a las pelis de temática similar que nos ofrece Hollywood. Es hermética, descomunal y circunspecta. De aires solemnes y entrañables alusiones de que en el cine, todo se vale.

La cinta de Jarmusch se antoja madura e insuperable. Obra Maestra del subjetivismo. Un canto de esperanza para aquellos que nos sentimos exiliados en una sociedad que apesta a costumbrismo, ignorancia y máscaras. Aquí el talento rebasa lo hermoso, lo efímero. Permanecerá y pasará a los anales de la historia como una película de aguas turbulentas de corazón bravío y aventurero. Valiente. Maldita. De amplitud inmortal y poesía rebelde infernal y eximia.

No olvidemos que como bien se apunta el cineasta, el universo no tiene centros ni esquinas.

La realidad es arbitraria.

"Potente, conmovedora y brillante (....) Como 'The Fighter', pero con gancho. (...) Puntuación: ***** (sobre 5)" (Dan Jolin: Empire)

Pues sí, es una crítica precisa y corta que va directo al grano sin rodeos. No hay más.
El problema con “The Fighter” era que su único sostén se trataba de la actuación de Bale, por lo demás, se trataba de una historia medida, fría, distante… sin corazón de por medio; que sí, que la historia era real, y aún así el guión echaba aguas por los cuatro costados. De Whalberg, mejor ni hablamos. Y hasta aquí las comparaciones.

Ahora, y dentro de lo que compete a esta película, “Warrior”, tenía una particularidad un tanto extraña; mientras más avanzada el metraje, la peli dejaba expuesta sus defectos y estas iban “in crescendo”; dado que al ser una peli ficticia, el director puede moldear la historia a su gusto (en una que está basada en la realidad no está exenta de esto, pero digamos, sus “libertades” son un tanto más limitadas), y aquí es donde está el detalle principal, lo impostado, el laboratorio de por medio, la prefabricación de proteínas, vitaminas y carbohidratos, que dan como consecuencia manipulación y efectismo al 100%. Calculada en pocas palabras, sin embargo…

La peli tiene todo el corazón que le falta a la mayoría del cine actual, y lo que probablemente pudiera tacharse como un error aquí no, las actuaciones te contagian su turbio, oscuro y triste pasado, especialmente Nick Nolte y Tom Hardy que no está de más, producen una de las escenas con más sentimiento y emoción que resulta imposible si uno es sensible no dejar correr algunas lágrimas en el rostro por la fuerza que implica meter con maestría guión e interpretación. Por otro lado, es de una factura impecable, con cámara digital, sí, pero ya es más una costumbre que dudo que alguien se puede sentir ofendido. Las coreografías de lucha brillan por su adrenalina, por la energía desbordante con las que están realizadas. Técnica sobresaliente. La banda sonora merece también una ovación (escuchar About today de “The National” no tiene precio). Pero a mí el desenlace es lo que me llega y me puede, sí. Que el salir conmovido de una sala de cine me parece en esencia (para la especie y para el séptimo arte), bello.

Para verla con tu hermano, tu padre, o ambos. Más si hay aura de tragedia en su vida y pasado de por medio.

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Esta va por ti, hermano.

Sería injusto descalificar y tachar de decepcionante a Revolutionary Road si damos como pretexto y argumentamos la filmografía de Sam Mendes, omitiendo que, mientras “American Beauty” el cineasta tenía un libre albedrío con la historia, y, por ende con los personajes, esta en Revolutionary Road se restringe más. Y un motivo es el que impera. Que se trata de una adaptación de la novela de Richard Yates, y esto señores, ya es bastante, puesto que adaptar es muy diferente a reinventar.

Dicho lo anterior, Revolutionary Road es un logro magistral. Un pequeño ascenso en la ya, deslumbrante filmografía de Mendes. Con esta película no solo se reivindica como uno de los mejores portavoces del cine en la actualidad, sino que da pie a una de las mejores películas del 2008. Porque lo tiene todo, dentro de sus límites claro esta, no hay un momento en el filme que se sienta falso, o que peque de excesivo. Todo esta contenido y fastuosamente calculado.

Veamos. El director se merece todos mis respetos, por el tono con el que va adecuando como mejor le convenga la novela. Y es que no podemos más que ceder a la puesta en escena que nos trae. Una tras otra nos vamos convirtiendo en testigos (incluso se podría decir que en carne viva) de aquella historia de sueños y frustraciones. Lo es a tal paso que, incluso, a muchos de nosotros nos delata y no nos sentimos ajenos a la historia. Al contrario…

¿Cuántas de nosotros somos tan solo aparentemente felices en la vida que vivimos, con el único fin de brindarla a nuestros seres más queridos, mientras cada instante que sucede te golpea el interior… y tu, bajo esa mascara de eterna hipocresía se autojustifica con el argumento (humano sí y por ello con defectos) de brindar esa alegría a los tuyos, a procurarles que esa vida les sea plena y consigan sus sueños?

La triste realidad es que uno se da cuenta de 2 cosas.

• Que somos egoístas por naturaleza.
• Que vivimos bajo un círculo, el cual es subjetivo, dependiendo de las acciones de cada uno, pero este repite los mismos errores que tus antecesores, con ligeros cambios si, pero la batalla solo cambia de escenario. El tiempo y el espacio solo es relativo.

No queda más que aplaudir la asombrosa capacidad de Sam de transmitir. Pocos directores hoy por hoy (Eastwood, Lynch…) lo logran. Esta claro que el trabajo debe ser colectivo, así que hay que darle bastante mérito a DiCaprio en lo que a mi parecer es su mejor actuación hasta el momento. Y Kate, quien sorprende. Ambos lo hacen de una manera inigualable, única. Su compromiso esta hecho.

Señor Mendes, le prendo un cirio en un altar. Porque una vez más lo ha hecho. Y porque de paso, ha logrado todo un ensayo sobre el egoísmo que reside en cada uno de nosotros. Exacto, en cada uno. Toda una hazaña.

Un logro magistral.

Veamos, a veces no entiendo la inestabilidad emocional que somos capaces de poseer. Y es algo que me joraba bastante. Jodida humanidad.

Otra cosa es que tienda por pelis depresivas. Ya saben, del estilo "Dìas de vino y rosas", "Million Dollar Baby", "El buscavidas", "La tumba de las luciérnagas", etc... Jodido masoquismo.

Admito que tengo cierta empatía por aquellos chistes cargados de humor negro. Por ejemplo:

-¿Porqué la niña se cayó del columpio?
- Porque no tenía brazos

Es de sabios elegir los cuartos del futuro. ;-)

Wherever...

Odio que mi corazón me duela. Dicen que la historia se vuelve a repetir, que es cíclica, que estamos condenados a repetir los mismos errores una y otra vez. El ser humano actúa por instinto, en estados alterados, piensa primero por su estado de ánimo antes que por su sapiencia. Lo común. Una lástima.

Empero, quizás por ello está película da estocadas fatales en el alma. El amor es una palabra subjetiva, puesto que cada quien le otorga un significado distinto dependiendo del momento presente en el que se sitúe. Canciones como la que se presenta a mitad del filme, o aquella frase que la hija dice a Gosling al final de la película estremecen brutalmente.

Y eso, para mí es amor.

...Me encantaba su determinación, esa capacidad extraordinaria cási mágica para sacarte de lo mundano, de la rutina. La vida, en efecto, parecía un sueño a su lado. Estaba donde quería estar; en esos momentos, incluso la muerte me parecía una ensoñación. No se trataba de un concepto o de un complemento. Ni siquiera vida. Era algo más. Algo indescriptible, inefable, pero hermoso, algo bellamente inalcanzable...

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... La desesperación y la inseguridad le eran inherentes, ese afán ridículo, esa forma tan superficial de pensar creyendo que era compleja y profunda... que desperdicio haber pasado tanto tiempo con una persona solo para descubrir al final que era algo completamente extraño...

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"Puedes borrar a una persona de tu mente, sacarla de tu corazón es otra historia"