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España España · Cáceres
Críticas de ÁAD
Críticas 2,434
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
2 de junio de 2021
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Es de suponer que la película que inaugura una saga, como es el caso, tiene un tirón en taquilla magnífico, lo que justifica segundas y terceras partes. Así ha sido con multitud de películas, desde Rocky hasta Demian. Incluso en el cine español se ha ensayado esa fórmula, probablemente universal.
He visto dos de la serie, de cinco que la componen, desde 1974 hasta 1994. Tres dirigidas por Winner, una por J. Lee Thompson, y una más por Allan A. Goldstein.
He vista la primera, que es esta, la tercera y la cuarta. No se por qué, pero parece que la idea original de tres películas, las tres dirigidas por Winner entre el 74 y el 85 tenían una cierta unidad, un propósito definido, construidas organizadamente. Quizá la idea de extender la serie no fue muy feliz.
En cualquier caso la serie no tiene mucho fuste, me parece una mediocridad cinematográficamente hablando. No es que sea absolutamente infumable, se pueden ver un ratito, pero no tiene la más mínima calidad para pervivir en la historia del cine. Eso me parece a mi, y sin embargo funciona. Se siguen editando, se venden y se ven. Siempre he pensado que era obra directamente dirigidas al mercado del videoclub, que tiene que ser el último estamento en el mercado del cine, lo último de lo último.
La trama, aunque conocida pues se ha visto veinte veces en cuarenta películas, da suficiente juego. Lo que no está a la altura es la puesta en escena. Una especie de realismo sucio, una bofetada sin anestesia. Eso tiene cosas buenas: es directa, sin concesiones; pero tiene otra mala: no hay lugar al estilismo.
Hay dos cosas que me gustaría subrayar: la música es muy intrusiva, y la ropa que viste el protagonistas es preciosa, sobre todo los abrigos y chaquetas, no tantos las corbatas.
Es, en definitiva y en conclusión, una cinta para verla una sola vez.
ÁAD
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7
1 de junio de 2021
Sé el primero en valorar esta crítica
Drama social con altas dosis de emotividad. Un guión más que aprovechable para un resultado razonable. Una película muy larga, demasiado. A los 120 minutos le sobran 30. Para llevar a buen puerto una historia de dos horas hay que ser un muy buen cineasta. Esta es la primera película del director, su debut.
Se desarrolla adecuadamente, y la tensión emocional va in crescendo, pero no consigue, a mi juicio, el propósito que anida en la cinta. Tiene aspectos de película de miedo, de terror, como otras típicas en la materia, otras circula por la senda de la crítica social, otras por una historia de amor, más o menos convencional.
Jennifer Connelly es la chica, debutante en el cine en 1984 con "Érase una vez en América", de Segio Leone, nada más y nada menos, y ganadora del Oscar. De Ben Kingsley no vamos a decir mucho, es un actor que siempre me ha parecido excelente, tanto en los papeles más clásicos, sobrios y académicos, como en los roles más innovadores y avantgarde.
El policía es Ron Eldard. Su historia y la participación en el conflicto no cuadra bien, rechina. Algo no explicado falta en la historia. El romance no es verosímil, y lo que pretende esta película, sobre todo, es ser creíble, narrar una historia de verdad, sin añadidos que distraigan del conflicto social que denuncia.
A medida que avanza se avizora un conflicto de dimensiones importantes, pero el resultado final es un dramón insospechado, desproporcionado. Me recuerda, no sé muy bien por qué, a "El Cabo del terror" (J. Lee Thompson, 1962), o a "El Cabo del miedo" (Martin Scorsese, 1991).
Un resultado razonable, que parecía más prometedor en su comienzo. Naufraga a la mitad para retornar más tarde, cuando la historia social torna en un drama algo trasnochado y ciertamente perturbador.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
ÁAD
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10
31 de mayo de 2021
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una del Oeste de Ulmer. Con una cierta crítica social y, desde luego, un determinismo religioso. Es más profunda de lo que pudiera parecer. Es más, no es estrictamente una película del Oeste, aunque sí ambientada en él. Pertenece a este tipo de cintas dramáticas del Oeste. De una manera u otra me recuerda a El fugitivo (John Ford, 1947) por el contenido religioso del comienzo y el trasfondo del vagabundo, y algo más lejanamente a Las furias (Anthony Mann, 1950) por el tono dramático y solemne de toda la cinta. No adquiere, no obstante, ni la profundidad religiosa de la primera, ni la carga emocional de la segunda. Pero es una buena película. No sólo se deja ver, sino que, además, tiene poso, fondo, recorrido. Será una película que vea alguna vez más en la vida, si Dios quiere.
La ambición como motor de la convivencia, el resentimiento y la envidia como forma de vehicular la vida, sin más aspiraciones que aspirar, sin más pretensión que tener lo que el otro no tiene, lo que el vecino no tiene. El dinero provoca un cambio en las personas, sin ninguna duda. En los pobres que lo necesitan quizá más que en otras personas. Al menos eso es lo que nos cuenta la historia, las tribulaciones de un joven ambicioso cuya perspectiva vital da un vuelco de 180 grados cuando el vil metal se muestra de manera tan cruda. También ensaya, aunque no con determinación, el rol que juega la mujer en el desenvolvimiento del personaje principal, en su transformación, en su locura. Ese tema serviría por sí mismo para una decena larga de obras maestras, por lo que no es probable que su desarrollo fuese algo más que un mero vehículo de la historia principal. La desesperación de la mujer rompe la dinámica de la narración, ensayando otro ámbito de emocionalidad. No sobra, pero quizá hubiera sido otra película sin esa coda.
Me ha gustado mucho Arthur Kennedy, un actor de más versatilidad de lo que su rostro duro podría parecer. Encasillado en un tipo de papeles 'peculiares' de tipos rudos pero con algún aspecto de marginalidad. Ese mismo año 1955 hizo también "Horas desesperadas" (William Wyler) y "La furia de los Justos" (Mark Robson), casi nada... Dos películas, tres con esta, realmente magníficas. Siempre a la sombre de monstruos del cine: Bogar, March, Glent Ford. En estas como secundario, aquí como principal. No sólo no desentona, sino que verdaderamente construye un personaje, con todos sus matices y sus clichés, sus contradicciones.
Los otros dos actores, desconocidos para mi: Betta St. John, Eugene Iglesias, no le dan a la actuación el empaque de Kennedy.
Buena película, en definitiva, quizá algo olvidada, pero que tiene más recorrido de lo que pudiera parecer. Y eso que la copia del DVD no se veía del todo bien, una calidad mediana, aunque se escuchaba fenomenal.
Me llama la atención las notas y los comentarios. Las notas por bajas y por poco vista la película. 151 votos no son muchos. Los comentarios por su negatividad. Me parece una película mucho mejor que el 6,2 que sale de media y, desde luego, no comparto las opiniones de quienes entienden que tiene un 1.
Algo mejor en Imdb (6,7) y, sobre todo, una nota muy adecuada a la mía en Letterbox: un 7,6 (3,8 sobre 5)
No es, y quizá ahí radique el problema, una película del oeste. Es, otra cosa. Salvando las insalvables distancias es como algunas de Kurosawa, que en realidad adaptan novelas -tragedias y dramas, mejor- de William Shakespeare.
ÁAD
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6
30 de mayo de 2021
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante cinta de aventuras sobre la amistad, el valor, y las relaciones personales. Muy elegante, bien rodada y con un formato a cine de siempre digno del buen gusto que destila siempre su director. Un cine que pudiéramos catalogar de "ingles". No hace falta verla mucho minutos para saber qué quiero decir. Si me dicen que es de un directo inglés me lo creo, aunque la cinta es americana y está filmada por un americano. No sé qué hubiera sido de esta historia si la hubiera filmado David Lean, por ejemplo. Le falta para ser una grandísima película esa grandiosidad que sólo los grandísimos directores saben darle a las cosas. No sé qué es, pero sé identificarlo, y esta, siendo una película muy meritoria, no tiene ese plus de magnificencia, de grandiosidad, de obra colosal, intemporal, perdurable e inolvidable.
La búsqueda de las fuentes del Nilo es el camino argumental sobre el que se edifica la amistad de los dos protagonistas, sin olvidar el interesante papel de la mujer del protagonista.
Los protagonistas de la historia real son los expedicionarios Richard Francis Burton (Patrick Bergin) y John Hanning Speke (Iain Glen). La mujer de Burton es Isabel Arundell (Fiona Shaw). También actúa Delroy Lindo (como el esclavo Mabruki que es salvado de morir por el ataque de un león.
La intensidad del viaje, sus peligros, la importancia de la misión están muy conseguido. En 1850 no había mapas de África, y la misión tenía unos peligros inimaginables. No sólo por adentrarse en tierras desconocidas y peligrosas, sino porque tiene que transitar por la rutas que se utilizaba para los esclavos.
Historia muy cuidada -ropas, atrezo, diálogos, personajes, detalles, las casas, los carromatos, música, etc.- y seguramente muy cara en su filmación, con un guión muy trabajado pero un poco larga. No merece la pena 135 minutos para contar lo que cuenta. Es cierto que no es exactamente una de aventuras "clásica", de las de Henry King, ni en sus versiones más modernas tipo J. Lee Thompson.
El resultado no es tan prometedor como la historia auguraba, pero es, desde luego, una buena película.
ÁAD
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7
30 de mayo de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Películas de factoría, en serie, todas de estudio, programadas dentro de la multitud de obras de una gran compañía de cine. Obras breves, rápidas, de no más de hora o hora y cuarto, destinadas a ser la primera cinta de una sesión doble, hechas con retales, decorados de otras películas, actores pluriempleados, directores industriosos, rápidos, que con pocos medios hacían maravillas. No se consideraba un arte, sino una industria, no pretendían crear algo bonito o artístico, sino entretener, divertir. Lo de ganar dinero con esta películas es totalmente secundario: costaban poco, no perdían... Guiones que forman parte del desecho de otros guiones, o meras continuaciones de obras ya hechas, películas que van en el carril seriado de películas que tuvieron un cierto agrado y arraigo.
Y aun así tiene algo de genial, cine en estado puro, de grandes historias contadas con pulso. Muy entretenidas, y siempre recordadas. Me gustan este tipo de películas.
El miedo como canal de comunicación. Siempre he pensado que su éxito se valora porque no se aprecian los fallos: ni de interpretación, ni de guión, ni de encuadre, dirección o diálogos. Simplemente la emocionalidad te contiene y no te deja verlos. Es sencillo: estas películas son pura emotividad básica y ancestral.
ÁAD
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